sábado, diciembre 12, 2009

Cenas no atendidas

Aniversario del Blog (Ricardo) from blog marioconde on Vimeo. Un video confeccionado íntegramente por Ricardo para la cena de aniversario y encuentro de trabajo del dia 11.12.09.

martes, diciembre 08, 2009

domingo, diciembre 06, 2009

Fedor documental








martes, noviembre 17, 2009

Vaya dos!!!

Las noches blancas. Mario Conde from ERNESTOBZ on Vimeo.

domingo, noviembre 15, 2009

Los expedientes Occam: El cerebro del doctor Ramachandran

Los expedientes Occam: El cerebro del doctor Ramachandran

Robert Enke


La hermandad perfecta nace cuando se comparte un dolor perfecto. Yo he elegido a mis hermanos así. Enke escogió la hermandad con una niña que le dejó hace poco. Al final, se tuvo que consumar esa fraternidad.

Mi nuevo amiguito, Kimbo Slice


Fedor Emelianenko vs Brett Rogers: palizón

viernes, noviembre 13, 2009

Sean Stephenson: un enano, un gigante bien majo










jueves, noviembre 12, 2009

Ramoncín












martes, noviembre 10, 2009

Emilianenko

Mi único deseo a los enemigos, con mirada de pez. Porque si no tienes, no existes.

Nueva amistad: Jade Laroche


 Video aquí.








domingo, octubre 25, 2009

Agorafobia

Cinematograficamente endeble, históricamente muy floja, moralmente indecente.

El secreto de sus ojos

A veces ñoña o argentinisima. Mayormente, muy, muy buena.

sábado, septiembre 26, 2009

Herralde según Arcadi, hoy en EL MUNDO.

Herralde ha sido el gran editor de nuestro tiempo. Lara y él, cada uno con su público. Los dos catalanes. Herralde, un burgués parcialmente trastocado en bohemio, un BoBo (él debió publicar BoBos en el paraíso, la crónica, a ratos muy aguda y desopilante de David Brooks), editó para la gente de izquierdas; Lara, un inmigrante andaluz y vendedor de galletas muy hecho a sí mismo, editó para la gente de derechas. Uno ha sido el editor culto y el otro el editor popular. Pero Herralde, obviamente, ha monopolizado el glamour. Promediados los setenta un joven intelectual español tenía dos sueños normativos. El primero publicar artículos en El País; el segundo, publicar libros en Anagrama. Esto ha sido así hasta el umbral mismo de esta fiesta que se anuncia tan estupenda: hasta el umbral del estallido y la fragmentación. Herralde ha sido el último maître à penser de la edición española, el único que, ¡con Lara!, puede presumir de que sus lectores compraban libros por la marca. Es decir, sin conocer al autor; o lo que a veces ha sido mucho peor, y realmente sorprendente: conociéndolos. Herralde, como cualquier editor, ha publicado libros mediocres y malos; pero su singularidad, característica de los editores de marca, ha sido la insistencia en algún autor irrisorio. Como es de ley en estos casos, los anagramáticos atribuíamos la insistencia a un defecto de percepción propio… y comprábamos el siguiente libro del irrisorio, tratando de mejorarla. No había manera; pero también así se fue llenando la caja.
Ahora bien: lo que sobre todo ha publicado la marca Herralde, fruto del talento, el olfato y el magnetismo, han sido libros buenos. Estarás de acuerdo. Naturalmente me refiero a la faction, que según cálculos del editor supone un tercio de su producción. Una distinción que, de todos modos, no ha respetado las colecciones. En Panorama de Narrativas o en Narrativas Hispánicas (colecciones dedicadas aparentemente a la novela) ha publicado muchas veces faction y de gran calidad. Así, los dos libros de Emmanuel Carrère,
El adversario y Una novela rusa; el de Millet, La vida sexual de Catherine M; el fragmento autobiográfico de Marcos Ordóñez, Una vuelta por Rialto; Felices como asesinos, de Gordon Burn; el Koba, de Martin Amis, el Oswald de Mailer; el reportaje de Yasmina Reza sobre Sarkozy, El alba la tarde o la noche. Supongo que las razones han sido comerciales, porque la gente, tan peculiar, es capaz hasta de tragarse la verdad siempre que le digan que es ficción. A los jansenistas (por el elegante bañador que solemos utilizar al atardecer) nos sucede lo contrario: sólo tragamos ficción si nos aseguran que es cierta.
De ahí que del catálogo de Herralde aprecie especialmente las colecciones Argumentos, Contraseñas y Crónicas y también sus parientes lejanos y rojísimos, aquellos Documentos. A causa de uno de sus títulos, Los Tupamaros, Herralde fue procesado (aunque se benefició del indulto Matesa) por el siniestro Tribunal de Orden Público, el top del franquismo. Aunque el adjetivo que, comentando esta historia en una memoria reciente de su labor editorial, puso a los
terroristas tupamaros («imaginativos guerrilleros urbanos» los llamó), merece desde luego procesarse. Para hablar de esas colecciones debo ponerme de pie. Por respeto, desde luego. Pero también porque es muy agradable caminar por la playa de los libros.
Los lomos coloreados de los wolfes, su antología
El Nuevo Periodismo, y el impresionante Lo que hay que tener, que ha sido lo mejor que ha escrito hasta el día de hoy. Thompson y su asco y su miedo en Las Vegas, Southern y su marihuana y hasta Bukowski y su máquina folladora: aunque tengo dudas, te confesaré, sobre si esos libros eran mejores que el interés que poníamos en amarlos. La larguísima hilera de los Kapuscinski. Al principio Herralde vendió 700 ejemplares de El Emperador, que es el que él y yo preferimos; hasta que con el mediocre Ébano todo se desbordó. El desborde vino, desde luego, cuando Kapuscinski había dejado de ser periodista para convertirse en un predicador que les decía a los jóvenes aprendices de su oficio que debían ser bondadosos si querían ser buenos. Pasiones en Kenia, orgulloso y solo, por el que yo siento muchísimo aprecio. El editor lo olvida ignominiosamente en esa memoria de la que hablaba: hace mal, porque el libro, que fue escrito a medias por James Fox y Cyril Connolly (a este último la muerte le obligó a dejarlo), es uno de los grandes que ha publicado. No voy a dejarme A sangre fría, por supuesto: es una prueba asombrosamente profunda de cuánto enseñan los libros malos. Ahí están también los dos franceses que encauzaron mi vida. El primero Alain Finkielkraut, y La derrota del pensamiento. Y luego Pascal Bruckner: La tentación de la inocencia. Hugues, por supuesto, ¡iba a olvidarlo con lo que todavía gruñe!: La cultura de la queja, cada día más presente.
Me sentaré y acabaré la carta. Es difícil que me ponga a pensar en Herralde y en su época sin recordar aquella foto disoluta de Colita en que aparece sentado a la mesa de su despacho, hojeando unos trámites, mientras
las gauchedivines Coral Majó y Ana Bohigas, travestidas de secretarias, están escribiendo a máquina con la eficiente pompa de su culo en primer plano. Esa foto ya era una provocación en el momento en que fue tomada, pero no te digo qué sería hoy. Lo importante es que la hizo una mujer, feminista militante, pero cargada de sentido del humor. Superpongo mentalmente esa foto sobre el riquísimo catálogo de Anagrama. Da idea de una de sus características: una suave pero eficaz incorrección. Un catálogo editorial de ese tamaño y mantenido a lo largo de cuarenta años es algo más que una propuesta literaria. Alude a un orden estético, cívico y moral. De algún modo, sostengo, dibuja el lugar donde el editor querría vivir. Abre el catálogo y obsérvalo: brillante, irónico, culto, ambicioso y trabajado. Compáralo y verás qué poco se parece a España. En este sentido la superioridad del editor Lara ha sido manifiesta.

Canción favorita de las hijas de ZP

Polla dura no cree en Dios.
Según testimonio de TXUS de MÄGO DE OZ en la Revista 40:
"Fuimos a La Moncloa una selección de músicos españoles: Alejandro Sanz, Bisbal, Estopa... y Mägo de Oz. Y Zapatero me dijo: "¿Os importa que vengan mis hijas? Es que son fanáticas de Mägo de Oz". Las niñas tendrían 10 y 8 años. Y yo, todo pelota, senté en mis rodillas a la pequeña y le pregunté cuál era la canción que más le gusta de Mägo, pensando que iba a decir Fiesta Pagana o alguna así. Pero la niña se me queda mirando y me dice: "La que más me gusta es Polla dura no cree en Dios. Yo me quedé helado. El Presidente no lo oyó bien y dijo: "¿Cual, cual?. Y Alejandro Sanz, que sí la había oído, salió al quite diciendo: "No, nada, Presidente, uno de estos títulos rockeros".

Guerreros, castas y cerdos

Guerreros, castas y cerdos

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viernes, septiembre 25, 2009

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domingo, julio 26, 2009

Pandemia

11 de julio: video, arras, reencuentros y peinetas nerviosas

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11 de julio: gané una cuñada, perdí un coche.

sábado, julio 18, 2009

A vueltas con Gurdjieff




George I. Gurdjieff nació en Alexandropol, al sur del Cáucaso, en 1877. Su madre era armenia; su padre, griego de ascendencia y heredero de una tradición oral muy antigua, marcó su infancia con innumerables relatos y poemas.
Educado en la religión cristiana ortodoxa, el joven Gurdjieff atrajo la atención de sus educadores y por ello recibió una enseñanza privilegiada. Destinado por su ambiente a la medicina o al sacerdocio, dejó muy pronto las opciones que se le ofrecían para seguir otros caminos. El estaba obsesionado por la idea de que debía existir en alguna parte un conocimiento más «real» que respondiera mejor a su necesidad de encontrar un sentido y una finalidad a la existencia humana,Desapareció por más de veinte años dedicado incansablemente a su empeño por contactarse con las más antiguas tradiciones. Tendió un velo sobre este período de su vida y es poco lo que se conoce de ella que pueda ser corroborado independientemente de su autobiografía, «Encuentros con Hombres Notables». ¿Se debía acaso a algún juramento?
Hacia 1912 apareció en Rusia. Impactaba a quienes se le aproximaban por la profundidad y la coherencia de su enseñanza, donde parecía fundir los conocimientos de oriente y de occidente. Desde entonces Gurdjieff consagraría su vida a tratar de trasmitir todo lo que había adquirido con tanto esfuerzo.

La primera guerra mundial, y después la revolución rusa, lo hicieron desplazarse desde Moscú a San Petersburgo, Essentuki y Tiflis, entre otras ciudades, hasta 1920. Después pasó por Constantinopla y Berlín, y llegó a París en 1922. Sus actividades entre los años 1917 al 1929 pueden ser conocidas gracias a dos obras escritas sobre él. Una es «En busca de lo milagroso: Fragmentos de una enseñanza desconocida» de P. D. Ouspensky, la que fue publicada póstumamente en 1949. 

La segunda es «Nuestra vida con Mr. Gurdjieff» de Thomas y Olga de Hartmann, que fue publicada por primera vez en 1964, y reeditada en 1983 y 1992.En París arrendó provisoriamente una casa, para mudarse en octubre de 1922 a Fontainebleau, en el castillo del Prieuré, ubicado al sur de París. Allí instaló su Instituto para el Desarrollo Armonioso del Hombre. Numerosos discípulos franceses, ingleses y norteamericanos, vinieron a compartir la vida comunitaria en el Prieuré, colaborando en los trabajos domésticos de la granja, aprendiendo a tejer alfombras y practicando «movimientos» y danzas , entre otras actividades.
En 1923 Gurdjieff presentó a sus alumnos en el Teatro de los Campos Elíseos en una primera exhibición pública de danzas sagradas y «movimientos», con la intención de mostrar al público occidental la importancia de la relación con el cuerpo en un camino de conocimiento integral.




Al año siguiente, en un viaje a Estados Unidos, dio una serie de representaciones con el mismo objeto. A su regreso, en 1924, un grave accidente automovilístico lo obligó a restringir progresivamente sus actividades hasta que, al comienzo de los años 30, abandonó Prieuré y se instaló en París en un pequeño departamento, que no dejaría hasta su muerte, dedicándose casi por entero a la redacción de sus obras.
A partir de 1934 se reunieron grupos en torno a él, en especial alumnos franceses. Escritores, artistas, científicos, no dejaron de afluir hacia Gurdjieff, aún durante la ocupación. Después de la guerra retornaron los alumnos ingleses y norteamericanos, quienes lo siguieron hasta su muerte ocurrida el 29 de octubre de 1949. Entonces su nombre y su obra eran todavía desconocidas para el gran público. 
El sistema de ideas de Gurdjieff y sus valores fue tan complejo e interconectado que, volviendo atrás, es difícil seleccionar un aspecto o una idea como «la básica». El elemento común fue el principio de que sus ideas necesitaban ser redescubiertas en la experiencia del alumno. Por esto decía que «el estudio de la psicología comienza con el estudio de uno mismo».
Para difundir sus enseñanzas, fue creando distintos Centros de estudio e investigación en cada una de las ciudades que visitó antes de llegar a París. El más evolucionado de ellos, llamado «El Instituto para el Desarrollo Armonioso del Hombre» fue el de Fontainebleau, el que funcionó desde 1922 a 1934 en los terrenos de una mansión que había pertenecido a un miembro de la aristocracia francesa del siglo 18. Una de las actividades características en estos institutos era el estudio de las danzas coreográficas originales de Gurdjieff. Durante los años en Rusia fueron llamadas «Gimnasias Sagradas», y después en Francia, «Movimientos».
El apoyo financiero para las actividades de Gurdjieff en Europa Occidental vino inicialmente de Inglaterra, donde sus ideas encontraron aceptación, y donde, desde inicios del año 1920 a su muerte en 1947, Ouspensky tuvo su principal residencia. Más tarde, con el viaje de Gurdjieff a Nueva York y Chicago en 1924, un considerable número de americanos lo siguieron, en gran medida gracias a los exitosos esfuerzos de A. R. Orage en atraer a escritores y artistas norteamericanos. Gurdjieff volvió a los Estados Unidos en varias ocasiones durante los períodos de 1929 al 1939.
Gurdjieff estuvo en Francia por más de una década antes de que sus alumnos franceses expresaran interés en sus ideas y métodos. Desde 1925 a 1935, mientras estaba absorto en escribir sus proyectos, sus ideas y movimientos estaban siendo presentados lentamente en círculos franceses por Alexander y Jeanne de Salzmann, dos de sus alumnos que se habían unido a él en Rusia.
Después de la muerte de Ouspensky, su viuda Sophia indicó a los seguidores de su esposo en Inglaterra y América que hicieran contacto directo con Gurdjieff, quien vivía en París. El período final de su vida, entre 1948 y 1949, se transformó en años de gran cosecha, cuando tanto éstos como nuevos alumnos venían a París y eran presentados a Gurdjieff, quien a esa altura estaba ya muy enfermo.
Algunos de los alumnos del grupo de John G. Bennett en Londres, fueron invitados a formar parte de la gran familia de Gurdjieff, Un día típico en el concurrido apartamento de Gurdjieff se iniciaba a las 12.30 o 13.00 horas con una o dos horas de lectura de alguno de los manuscritos no publicados de Gurdjieff. La lectura era seguida por una comida de media tarde altamente ritualizada. Después de la comida se iban y sólo retornaban casi a las 21.30 o 22.00 horas para otra lectura y una cena más tarde, y frecuentemente escuchaban música de un armonio tocado por el propio Gurdjieff.  Normalmente los invitados se despedían a las 2:30 a.m.En el año que siguió a la muerte de Gurdjieff en París en octubre de 1949, fue publicado el primer volumen de su trabajo de tres volúmenes «Todo y todas las cosas». Este fue titulado «Cuentos de Belzebú a su nieto: Una crítica imparcial de la vida del hombre». El libro escrito en el formato de una novela de ciencia ficción, trata de la caída del hombre y del surgimiento inicial de civilizaciones y costumbres que evocan en el individuo impulsos y asociaciones transformándolos en criaturas hechas a la Imagen de Dios. El libro busca derribar la visión del mundo que el lector tiene y, al final, esto evoca en él sentimientos de compasión y esperanza por sí mismo, y por toda la humanidad.
El uso que hicieron las Sociedades Gurdjieff de las historias de Belzebú varía. Algunos de los pequeños grupos independientes vieron el libro como un texto canónico que, como el Nuevo Testamento en la Iglesia Cristiana, es objeto de paráfrasis e interpretaciones. Los grupos asociados con las Fundaciones Gurdjieff, sin embargo, generalmente evitaron la discusión del significado de los pasajes de Gurdjieff en su libro principal. Es como si ellos creyeran que el impacto del libro tiene que ser recibido directa e individualmente. Por lo tanto, según este punto de vista, mientras menos se diga acerca de las ideas expresadas en los Cuentos de Belzebú mejor es.
Podría resultar erróneo el concluir que todo intento de aplicar estándares científico-sociales a la interpretación de textos religiosos -incluyendo el que discutimos- esté limitado a reducir lo trascendental a lo mundano. En el capítulo 27 en las Historias de Belzebú, Gurdjieff describe cómo, en un período prehistórico, un gran santo produjo una transformación de la perspectiva político-social y religiosa en su gente. El logra este objetivo reorganizando la psiquis de sus coterráneos, lo cual resulta en que participan más rica y orgánicamente en lo político, social e incluso en las transacciones económicas de la sociedad. Como resultado de este cambio de perspectiva, desaparecieron en breve cargas morales de larga data en la sociedad, tal como la esclavitud y las castas sociales.
En la asimilación de estos hechos el lector es dejado con múltiples impresiones: una es que, en el caso de las relaciones humanas cotidianas, somos gobernados por sentimientos más que por aquellos conceptos típicamente asociados con la presencia (o ausencia) del poder económico y político; entonces tal destacable cambio seguramente tendría que ser el trabajo de un gran santo. Gurdjieff observa al final de este capítulo que la gente contemporánea tiene tan sólo una vaga noción de una remota «organización sacerdotal» de la sociedad, la cual supone equivocadamente haber sido un período de tiranía religiosa. Tal vez entonces estos fragmentos de información que han sido preservados por algunas antiguas civilizaciones tengan otra interpretación. Finalmente el lector puede interrogarse acerca de cómo en su propia vida aparecen los sentimientos de consciencia.
Por un lado, existen notables diferencias en las interpretaciones dadas a los libros de Gurdjieff por los grupos que lo siguen: y por otro lado, hay consenso en el poco interés mostrado por la biografía del fundador de su movimiento. Generalmente se observa una mínima curiosidad en los detalles de la vida de Gurdjieff. Tal vez porque él decía que la vida era para vivirla en el presente: sólo las ideas, música y gimnasia sacra eran importantes. Si la tendencia de los nuevos movimentos religiosos se dirige al culto de la personalidad, el movimiento Gurdjieff con toda seguridad no comparte tal tendencia.La forma cómo Gurdjieff interactuó con la sociedad y con individuos de diferente temperamento, resulta sutilmente instructiva. La calidad de su instrucción era indirecta. Aunque ella no puede ser imitada, lo cierto es que lo armonioso de su actitud atrevida y flexible se mantuvo desde los primeros acontecimientos ocurridos en episodios de su vida.
Gurdjieff preparó a seis o siete personas claves, quienes como discípulos hicieron duraderas contribuciones a la preservación de su enseñanza. Estos primeros discípulos fueron en gran medida responsables de la transmisión de sus ideas, música, movimientos y textos sagrados.
El mejor conocido en Occidente es P.D. Ouspensky, quien expuso «el sistema» en Inglaterra y América desde los inicios de 1920 hasta su muerte en 1947. Su libro «En busca de lo milagroso», que abarca los años 1915 al 1924, fue publicado póstumamente con la autorización de Gurdjieff. Ouspensky logró expresar por escrito el sistema expuesto por Gurdjieff y, en alguna medida, su poder para trabajar con personas a través de las ideas. Ouspensky fue el discípulo clave en diseminar estas ideas en EEUU, donde él y su esposa se refugiaron durante la segunda guerra mundial.

Un segundo discípulo clave fue Thomas de Hartmann, un compositor que había trabajado para la aristocracia rusa antes de la primera guerra mundial. Gurdjieff trabajó con de Hartmann en 1920, componiendo lo que más tarde se publicara como la música de Gurdjieff/Hartmann, en la que se puede ver el marco musical dentro del cual se desarrollan los Movimientos Gurdjieff.Es dudoso que las gimnasias sagradas de Gurdjieff pudieran ser preservadas sin la participación de Jeanne de Salzmann, coreógrafa y bailarina. Ella, por propia iniciativa, continuó enseñando los movimientos cuando, a fines de los 20 e inicios de los 30, Gurdjieff había puesto su atención en otros propósitos, Sólo al final de los años 30, Madame de Salzmann tuvo éxito en que Gurdjieff renovara su interés en la enseñanza de sus singulares ejercicios para el desarrollo de aptitudes interiores.

Los escritos de Gurdjieff en 3 volúmenes no podrían haberse materializado sin la colaboración administrativa y editorial de Olga de Hartmann, la aristócrata esposa del compositor ruso, y gran seguidora de Gurdjieff, y de Alfredo R. Orage, un prominente editor inglés. La señora de Hartmann fue la persona a la cual Gurdjieff dictó la mayoría de sus escritos y quien trabajó con Orage y otros en la traducción del texto ruso al francés y al inglés.
Orage, de nacionalidad inglesa y fallecido en 1934, fue un reconocido autor, editor y estudiante de filosofía. Estuvo residiendo en el Instituto de Gurdjieff de Fontainebleau a principio de los 20, antes de quedarse en New York como el primer «representante» de Gurdjieff en los EEUU. Trabajó como el principal editor a cargo de la traducción del texto ruso de «Belzebú» y de «Encuentros con Hombres Notables» al inglés.
Otro discípulo importante de Gurdjieff fue Sophia Ouspensky, quien estuvo asociada con él desde el período ruso y que ejerció especial influencia en el desarrollo de las enseñanzas de Gurdjieff en América. La Sra. Ouspensky vivió en los EEUU desde la segunda guerra mundial hasta su muerte a inicios de los 60. Ella dirigió los estudios de Gurdjieff en Mendham, Nueva Jersey.
Todos estos discípulos fueron europeos. En Estados Unidos existió un grupo de escritores y editores dirigidos por Jean Heap, que estuvieron en contacto con Gurdjieff principalmente en Francia.
Jane Heap (1887-1964), nació en Kansas, leyó el libro de Ouspensky "Tertium Organum" cuando apareció la edición americana en 1920, conoció a Orage, y después a Gurdjieff en 1923-24, y visitó por primera vez el Instituto Gurdjieff cerca de París en 1925. Durante el período de 1927-1936 ella vivió en Montparnasse, distrito de París, donde fue el centro de un grupo de mujeres que incluyó a Georgette Leblanc, Kathryn Hulme y Margaret Anderson. En 1936, a solicitud de Gurdjieff, la Sra. Heap se trasladó a Londres y dirigió grupos hasta poco antes de su muerte en 1964.
A mitad de los años 5O, la Fundación Gurdjieff de Nueva York se estableció formalmente bajo la guía de los principales discípulos americanos de Ouspensky y de Gurdjieff, enfrentándose con la difícil tarea de juntar a los seguidores de Orage, Ouspensky y del mismo Gurdjieff. Pronto otros Centros Gurdjieff se establecieron en ciudades tales como San Francisco, Los Angeles y Washington DC.
Jeanne de Salzmann generó mundialmente la estructura y dirección de los Centros de Gurdjieff. Como un aspecto de sus actividades, está su participación en el planteamiento de un filme conocido como «Encuentros con Hombres Notables», con la dirección de Peter Brook el que fue presentado en 1978 y que está basado en ese libro. La película es destacable por dar al espectador una impresión de la energía de la búsqueda espiritual de Gurdjieff. El actor que lo representa logra trasmitir gran parte de ese arrollador empuje característico suyo. También Madame de Salzmann, ya muy anciana, aparece en un filme de exhibición privada dedicado a las danzas y movimientos.Varios discípulos de Gurdjieff se mantienen aún participando activamente en los centros que llevan su nombre, aunque la mayoría de las responsabilidades cotidianas de estos centros con orientación Gurdjieffiana está en manos de discípulos de «segunda generación», quienes estudiaron con discípulos de Gurdjieff, pero no trabajaron directamente con él. En adición, existe un número de organizaciones que invocan el nombre de Gurdjieff pero que no tienen conexión alguna con la Fundación o con algún discípulo que haya trabajado directamente con él.Las numerosas entrevistas efectuadas a seguidores de Gurdjieff acerca de la naturaleza de sus enseñanzas, producen la impresión de que creen que las ideas contenidas en la tradición oral de Gurdjieff no pueden ser comunicadas en detalle fuera de las condiciones indicadas por las actividades de las Fundaciones. Es como que si los seguidores creyeran que el término "trabajo interior", tal como se usa en la tradición oral, no tuviera nada que ver con el término "trabajo interior" usado por el público en general. Ellos creen que se gana muy poco en la discusión con otros acerca de las ideas y actividades del trabajo de Gurdjieff en los términos que son comunes en su tradición oral. Por el contrario, tales discusiones podrían poner en riesgo la especificidad de los significados del lenguaje de Gurdjieff. 

Ellos citan el uso del término «eneagrama» que Gurdjieff usó por primera vez con discípulos occidentales en el período de 19l6 al 17, y que más adelante, en el año 1970, fue indiscriminadamente incorporado en la psicología y espiritualidad de la New Age. Por eso creen que la incorporación de la terminología de la tradición oral de las enseñanzas de Gurdjieff al uso público en general, podría tener el efecto indeseado de crear nuevas y superfluas confusiones acerca de las ideas mismas.Su Enseñanza empieza con el estudio de las condiciones que subyacen a una vida desde el punto de vista de la posibilidad de unidad interior. 

En su libro Belzebú, Gurdjieff observa que aunque el hombre tiene una conciencia que debiera servirle como una especie de brújula en su vida, esta función es sólo raramente activa en la vida diaria de los individuos. ¿Cómo entonces intensificar el ritmo y la vida del individuo de tal forma que su conciencia pueda participar en los intercambios ordinarios que la existencia le trae?Durante una cantidad de lecciones, el estudio del «Camino» comienza definiendo lo que «no» es el Camino, Gurdjieff dijo que en la vida de cada uno, en el momento del contacto inicial con su Trabajo (como él lo llamaba), se ofrece el mejor material para el estudio de los temas centrales de la condición humana. A diferencia de otras tradiciones que requieren que el individuo realice un «quiebre», ya sea real o ceremonial con su pasado (como es el rito del Bautismo en el mundo Cristiano), según Gurdjieff, la vida presente es exactamente lo que el individuo necesita para encontrar su camino interior.

Uno de sus ejercicios era el «YO SOY», Gurdjieff instruía al alumno que cuando él dijera la palabra «YO» debía tomar consciencia de su estado total de sentimientos, y al decir la palabra «SOY» tomar consciencia de su estado total de sensaciones. Decía a sus alumnos que deberían hacerlo al menos una vez cada hora, Este ejercicio, como la mayoría de los ejercicios de Gurdjieff, es incomprensible o imposible de comprender fuera del contexto único que se da en la relación maestro-alumno, Por esta razón los discípulos de Gurdjieff generalmente se refieren a los ejercicios, pero insisten en que sólo en el contexto de la tradición oral puede ser comunicado el sentido interno.

Otro ejemplo es la radical posición de Gurdjieff sobre la voluntad humana. Gurdjieff insistía en que un individuo, excepto en muy raros momentos, no puede "hacer", porque no tiene voluntad propia. Por el contrario, todo es "hecho" a través de él, como resultado de las impresiones de la infancia, el condicionamiento cultural, las necesidades instintivas del adulto y los funcionamientos de la personalidad. Sólo raramente algo es sentido o hecho por el individuo de una manera que logre expresar auténticamente su cuerpo, emociones y mente.

Es importante abordar estos estudios en compañía y asociación con otros. El grupo sirve como un foro para verificar las experiencias de cada cual con las ideas y ejercicios espirituales de Gurdjieff. El creía que el grupo es benéfico para el buscador individual y para la persona responsable de guiar las actividades grupales, que no se refieren sólo al estudio de estas materias. En los Centros Gurdjieff de EEUU, Canadá y México se presta especial atención a la práctica de oficios tradicionales y disciplinas tales como tejido, alfarería, carpintería, jardinería y traducciones.

Finalmente las Fundaciones Gurdjieff dan importancia al estudio de lo que debería ser llamado la «presencia» del cuerpo. Para los seguidores de Gurdjieff, la antigua paradoja filosófica del problema cuerpo-mente es dirigida en forma práctica a través del estudio multiestratificado de la atención, o presencia del cuerpo humano. El darse cuenta de la presencia del cuerpo es, según Gurdjieff, un tema profundamente rico para la experimentación individual y para la discusión. Para que el cuerpo humano sirva como un eslabón de comunicación entre el cosmos y la psicología humana debe ser sentido y filtrado de una nueva manera, y sus partes y elementos deben estar en correcta relación unos con los otros. Cuando Gurdjieff hablaba del desarrollo «armonioso» del hombre, se refería evidentemente a la posibilidad de un estado de equilibrio o alineamiento entre mente, sentimientos y presencia del cuerpo. Gurdjieff decía que, para estar disponible en cualquier momento a la recepción de influencias superiores o divinas, se requiere de un conocimiento progresivamente más sensitivo hacia los matices de la propia existencia física.Una expresión común usada en los círculos de Gurdjieff es «el recordarse a sí mismo», lo cual significa que ocurre un momento en el cual pensamientos, sentimientos y sensaciones de la presencia física de uno están en una inequívoca relación. Gurdjieff dijo que un problema central en la vida moderna es que la gente no se recuerda a sí misma. Esto es, tener experiencia de ellos mismos en este estado de integración. Sus enseñanzas intentaban en gran medida proveer a la gente de las condiciones especiales necesarias en las cuales tales momentos pudieran ser posibles con más frecuencia; lo que podía suceder con el ejercicio del «yo soy». 

Esto nos hace pensar en los «momentos cumbre» (peak experiences) de Maslow.Todos los sistemas religiosos dicen que el hombre vive de dos fuentes de energía: natural y divina. Para usar el lenguaje contemporáneo podemos decir que el hombre vive tanto de una fuente química como de una fuente alquimica de energía. La energía química viene del comer, del dormir y de las impresiones de nuestra vida cotidiana. El gran debate en la religión parece ser la naturaleza y mecanismo de activación de la energía alquímica. Los cristianos nos advierten que la energía alquímica es totalmente diferente de la energía química normal. Los cristianos hablan de la Gracia de Dios y del Espíritu Santo para recordarnos que tal energía no puede nunca considerarse como algo que pueda adquirirse en un supermercado.Lo más interesante acerca de las enseñanzas de Gurdjieff es su inusual tranquilidad, quietud y silenciosa aproximación en torno a las esperanzas del buscador espiritual. ¿Qué es lo que tengo que hacer? ¿Qué cosas dependen de mí? ¿De qué soy yo responsable? 

Frente a estas preguntas, la meta de las enseñanzas de Gurdjieff puede ser expresada en dos o tres puntos esenciales: Primero, el individuo está en una profunda necesidad de purificación de su entendimiento de las diferencias entre el flujo energético químico y alquímico en su vida. El necesitará años de observación de sí para descubrir cómo la energía química puede engañarlo, seduciéndolo con formas sugestivas que ofrecen la presencia de energía alquímica. Segundo, el individuo tiene la responsabilidad de buscar y mantener relaciones de trabajo con otros quienes también buscan aquel contacto con la energía alquímica. La probabilidad de que un individuo logre éxito en obtener incluso una discriminación parcial entre «los dos ríos de la vida», como Gurdjieff los llamaba, variará directamente con la intensidad de su asociación con otras personas embarcadas en forma similar en el camino de la búsqueda.

Es difícil saber entonces cuál es la gravitación específica del fenómeno Gurdjieff. Los seguidores de Gurdjieff acostumbran decir que su enfoque ofrece una nueva base para el interés espiritual, una nueva razón para vivir, que no había existido previamente en sus vidas. Gurdjieff parecía anticiparnos mucho de este presente estado de confusión religiosa en Occidente. Sus enseñanzas invitan a los buscadores a desarrollar una sensibilidad moral que es alimentada, no por respuestas metafísicas o técnicas, sino por una inefable apertura a sí mismos y a otros.

viernes, junio 19, 2009

Hábito Vs Maestría

Impartiendo una clase de Psicología Integral/Transpersonal se me ocurrió la siguiente frase "La repetición sin conciencia es un hábito, la repetición consciente es Maestría. En un ensayo entraríamos a dilucidar ¿qué es conciencia?, para poder aseverar semejante afirmación. Sirvanos como entrada del tema de este mes para comprender los estadíos evolutivos de la conciencia según Wilber. En su visión integral, la evolución NO se trata del paso rígido por metafísicos niveles fijos pretedeterminados creados apriorísticamente por un Dios antropomorfo de larga barba y afable aspecto, sino de niveles de conciencia generados por la repetición consciente de un número suficiente de seres humanos (masa crítica). Wilber, al igual que Deepak Chopra en su recuperada "Ley de la Potencialidad Pura", opina que la Conciencia es un campo de potenciales infinitos en el que surgen los niveles evolutivos a partir de que un determinado estadío de conciencia emerge en la referida masa crítica. Este número de personas con su grado de conciencia crean literalmente un patrón kósmico que, entonces si, actúa como pretedeterminado para todos los que vengan detrás y deseen evolucionar e incluso trascender a sus antepasados.
El patrón kósmico ofrece estructuras fijas sobre las que sustentar el desarrollo posterior. Los que vienen detrás se habitúan más rápido, repitiendo menos veces lo que ya está ganado por los maestros. Sería algo así como los abridores de caminos en la selva. Ellos son maestros en el arte del machete abriendo paso y claridad. Los que vamos detrás pasamos por el mismo lugar, sólo que de una manera más cómoda e inconsciente. Así, la maestría requiere de la repetición consciente y atenta de algo que es positivo y útil para el bien propio y común. Metafóricamente hablando, el hábito sería el paso repetido por la apertura, ya existente, entre lianas y arbustos. Rupert Sheldrake demostró, en un experimento científico, que el tiempo y la dificultad empleada para resolver crucigramas ya resueltos, previamente, por un número determinado de personas, era mucho menor que el empleado la primera vez. Por todo lo anterior vemos que cada nivel evolutivo precisa de maestros (personas que repiten conscientemente actos relacionados con las cualidades del corazón espiritual) para marcarnos el rumbo. Cada uno de nosotros podemos ser el maestro necesario para formar la masa crítica que genere el peldaño siguiente. Sólo asumiendo esta responsabilidad podremos seguir ascendiendo en nuestra evolución hacia la Verdad de nuestra auténtica naturaleza, el Espíritu. El genetista Eduardo Boncinelli opinaba que hoy en día "podemos considerarnos desvinculados de los condicionamientos de nuestra biología, pero no debemos olvidar que esta libertad es una conquista y a la vez un poderoso regalo de nuestros propios genes".
Podemos reconocer cada nuevo nivel de conciencia como una conquista de la existencia, no sólo humana sino global. Con respecto a la humana Wilber nos dice: " las estructuras (o patrónes kósmicos) de nivel inferior (vease hasta el verde, incluido, basándose en la Dinámica Espiral de Beck y Cowan) son tan antiguas que ya están pretederminadas y son fijas. Cada niño, adolescente y joven tendrá que pasar por ahí si quiere hacerse adulto. Son estadíos de conciencia que no se pueden obviar o saltar. Se han hecho reales, en el sentido estricto de la palabra, de una manera concreta y nada metafísica, existiendo como niveles verdaderos de desarrollo entre seres humanos reales en un mundo real. Cuanto más viejos son esos patrones más se convierten en hábitos kósmicos y por lo tanto más dificiles son de romper". Ahora, como humanidad, nos encontramos en el punto de formar los niveles superiores turquesa y coral. Puesto que cada nuevo nivel incluye a los anteriores, somos responsables de aprovechar lo positivo de lo anterior y generar, de manera creativa, nuevas estructuras sostenibles que representen unos hábitos kósmicos útiles.
Raquel Torrent
Asociación Integral Española conocimiento interdisciplinar aplicado Asociación Integral

miércoles, junio 10, 2009

A vueltas con el idiota de la familia por Ana Nuño

Sartre no pudo con él: en casi cuatro mil páginas de estrábico desvarío sobre la neurosis flaubertiana, parió un ratoncillo imperfecto, con la cola cortada y sin hocico. A Maupassant le bastaron dos ensayos, que caben en un centenar de páginas, para fijar la estampa del "novelista para novelistas", como lo llamaba Henry James.

La joven editorial Periférica ha tenido la buena idea de reunir esos dos textos de Maupassant. Son desiguales. El primero y más extenso sirvió de prólogo, cuatro años después de la muerte de Flaubert, a la primera edición de la correspondencia entre "Madame Bovary, soy yo" y George Sand. No por novedoso, ya que retoma lo previamente expuesto en tres artículos, uno de ellos publicado en vida de Flaubert, sino por ofrecer el más completo resumen del alegato de Maupassant, ha quedado como compendio de las virtudes del escritor normando. El segundo es un artículo publicado en noviembre de 1890 en L'Écho de Paris, del que son de agradecer la brevedad y la evocación de dos o tres momentos compartidos.

La imagen de Flaubert más persistente es obra de Maupassant, y precisamente es la que se desprende de estos ensayos. A tal punto lo es que podría decirse que el ruanés fue uno de los personajes más redondos del autor de El Horla. El Flaubert de Maupassant es un gigante solitario, incomprendido y hasta traicionado, aun por sus amigos (empezando por Maxime du Camp), inmune a las humanas pasiones y devorado por un ideal al que se consagró en cuerpo y alma: "El apóstol más ferviente de la impersonalidad en el arte". Con él, con este personaje de Maupassant, ingresó en el panteón de las letras el escritor puro, ese héroe ceñudo en permanente lucha contra los dos dragones del siglo XIX: el romanticismo y el realismo.

Basta con leer las seis novelas de Flaubert y los tres cuentos de Tres cuentos para comprender que lo que escribía Flaubert nada tenía que ver con "el empalagoso jarabe de las novelas elegantes y las inverosímiles aventuras de las novelas rocambolescas", y también que reducir a esto el romanticismo es una operación un tanto fraudulenta. Como lo es también afirmar: "Realista es aquel que no se preocupa más que del hecho en bruto sin comprender su importancia relativa y sin darse cuenta de sus repercusiones". Estas definiciones no son de Flaubert, sino del personaje Flaubert creado por Maupassant. Que, hélas, ha acabado sobreimponiéndose a la comprensión de la obra de Flaubert, mucho más compleja y bastarda.El mérito de Maupassant, al menos en su ensayo de 1884, es otro: atreverse, por primera vez, a abarcar con la mirada toda la obra narrativa de Flaubert. Pero tampoco aquí supo resistirse a la tentación de crear un tipo psicológico. Para explicar lo dispares que son Salambó y La tentación de San Antonio, por un lado, y, por otro lado, Madame Bovary y La educación sentimental, Maupassant cede a la facilidad de la polaridad. Flaubert se habría pasado la vida oscilando, "como consecuencia de una de esas reacciones instintivas de su mente", entre la descripción "sobria y perfecta" de la "minuciosa existencia" cotidiana y el "lirismo", lo "poético" y "operático" de ambiciosos temas históricos.

En suma: el Flaubert de Maupassant era una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde que, en bata y pantuflas encerrado en su gabinete de Croisset, se consagró a la búsqueda del elixir de la literatura pura, libre al fin de escorias sentimentales y naturalistas. Este titán doméstico habría dado con su fórmula magistral en su última tentativa, que la muerte, a sus 59 años, dejó inconclusa: Bouvard y Pécuchet.

Parece mentira, pero este personaje de ficción sigue fatigando las páginas de los manuales escolares de literatura al uso en Francia. Aderezado con las canónicas referencias biográficas (padre prestigioso y distante, madre dominadora y fría, hermanos más listos y exitosos) y una temprana epilepsia que proporciona el conveniente toque de malditismo que sólo las personas sanas se atreven a atribuir a los estados patológicos, este es el Flaubert de manual: genio solitario, oficiante de la literatura pura (y dura), alejado a conciencia y sabiamente del mundanal ruido.

Hubiese sido interesante, además de estos dos textos fundacionales de San Flaubert, recoger otras miradas, tal vez menos imaginativas pero no menos prestigiosas. Por ejemplo, la que pasea Sainte-Beuve por Madame Bovary en una de sus Causeries du lundi (4 de mayo de 1857). Cargada de moral, como siempre en este crítico, pero también, como a menudo, de observaciones muy pertinentes. Por ejemplo, en esta pregunta, que me parece que fue Sainte-Beuve el primero en hacerse, sobre la dichosa "impersonalidad" de la más famosa novela de Flaubert: ¿por qué, entre tantos personajes "tan reales y llenos de vida, no hay uno solo al que pueda suponérsele que su autor haya querido parecerse"? O en este apunte sobre la obsesiva fidelidad de Flaubert a "la verdad": "Puestos a buscarla y a no buscar otra cosa, no es verdad que hayamos de encontrarla siempre ni necesariamente en el mal, o en la estupidez y la perversidad humana".

Y está, desde luego, el gran prefacio de Henry James a Madame Bovary, de 1902, retomado infinidad de veces (la primera, en Notes on Novelists, dos años antes de la muerte de James). Que es mucho más que eso, ya que su autor aprovecha la ocasión para repasar toda la obra de Flaubert y, además, relatar los breves encuentros que sostuvieron en París. Como James tiene fama, no inmerecida, de haber aprendido dos o tres lecciones del maestro de Croisset, el prefacio tiene el atractivo añadido de que, a diferencia de los panegíricos de Maupassant, es un repaso crítico de toda la obra, escrito con la acostumbrada ironía de James y alguna que otra genialidad. Justamente, sobre la "dualidad" de la obra de Flaubert, o su aspecto Dr. Jekyll y Mr. Hyde, se le ocurre a James esta tremenda imagen: el caparazón de un escarabajo, "un insecto raro y espléndido, que se apoya en dos alas de diferentes colores: la de la derecha, pongamos, de un rojo encendido, y la de la izquierda de un no menos explícito amarillo". Por supuesto, afecto a las simetrías como era James, decidió que "Bouvard et Pécuchet podría hacer las veces de cola (en caso de que los escarabajos llegaran algún día a tenerla) de nuestro análogo insecto. Sólo que, en tal caso, habríamos de rematar su punta con el pequeño tomo de los Tres cuentos, esencialmente de un color dramáticamente imaginativo".Y por qué no incluir, en esta imaginaria colección de textos sobre Flaubert, las tremendas reconvenciones de Paul Valéry. A quien era imposible que le gustara Flaubert, sencillamente porque no podía ver en él a un clásico. Y clásico, para Valéry, es "todo arte que se impone la tarea de dominar una teoría o unos principios definidos, y que no se basa enteramente en la búsqueda del efecto, sino en una especie de aparente convención e higiene". En sus Cahiers dejó dichas cosas tremebundas sobre Flaubert, que no repetiré aquí para no ofuscar a los "corazones sencillos", pero también la más inteligente nota sobre la imperfección de Bouvard y Pécuchet (una obra que había conseguido otorgarle a la ironía de Flaubert, decía James, "la sequedad de la arena y la pesadez del plomo"): ¿qué interés puede haber en exponer la idiotez de dos idiotas? Lo interesante, añade Valéry, habría sido atreverse a exponer la de Pascal o la de Kant, y en su propio terreno.

En todo caso, bienvenidos al castellano estos dos ensayos de ficción de Maupassant.

GUY DE MAUPASSANT: TODO LO QUE QUERÍA DECIR SOBRE GUSTAVE FLAUBERT. Periférica (Cáceres), 2009, 132 páginas.