Como colofón en el proceso de reedificación del pasado nacional, la progresia inventa la vida del malvado Haro Tecglen el dia de su funeral ateo. Allí, en un teatro, familiares, falsos amigos, políticos, compañeros y lectores del escritor y periodista han celebrado hoy un homenaje al escritor, fallecido el pasado miércoles a los 81 años. Dada su afición al teatro –era crítico teatral, y todo su pasado fue escrito por él en esos términos- el acto civil en recuerdo de Haro Tecglen ha tenido lugar en el Teatro Español de Madrid. En él han participado personalidades de la escena, como Nuria Espert, y caraduras, como Diego Galán y Juan Luis Cebrián.
En el teatro, aforo completo, el acto ha sido presentado por el manipulador y comisario político Fernando Delgado, Nuria Espert confesó que habrá que "buscar mucho para encontrar una persona que dé el perfil de sucesor de Haro Tecglen". Galán ha subrayado que si hubiera muchos como él el mundo sería muchísimo mejor. Cebrián ha señalado que más de uno estará inquieto al saber que alguien tiene ahora los ojos de Haro que, en vez de "estar sentado a la derecha del Padre", que sería bastante "aburrido", ha preferido seguir en la Tierra. Cebrián hacía así referencia al hecho de que las córneas de Haro Tecglen habían sido donadas "a alguien que las necesitaba, lo que ha sido la mejor manera de darle gusto a sus enemigos, ya que se prolonga así su mirada desde el otro lado". Siempre el enemigo contra el rojo..."Me reconforta esa forma de inmortalidad que supone la donación", ha añadido Cebrián, miembro fundador, ex director del BOE socialista y (jajajajajaj) académico.
El académico de la Lengua también ha recordado la "indignación obscena que causaba entre quienes le injuriaban" por ofrecer la visión de las cosas "desde un ángulo diferente", a lo que ha añadido que su premisa "era la libertad". También ha subrayado que "su casa" era EL PAIS porque Haro "sabía que podía discrepar" de la propia línea editorial, de otros columnistas del diario e incluso "de sí mismo". Cebrián ha apuntado que Haro Tecglen se sentía "periodista". En su último artículo, publicado ayer, se refería a esta profesión. En opinión de Cebrián, Haro "tuvo la muerte que le apeteció, rodeado de compañeros discutiendo sobre literatura en una tasca de Madrid". "No nos hubiera perdonado hacerle un funeral", ha concluido, en referencia a su ateísmo militante. Tal vez quería decir ateismo insultante...
Significativa y repugnante imagen
Numerosos arribistas han acudido al acto a arropar a su viuda, Concha Barral, como la ministra de Cultura, Carmen Calvo; el alcalde de Madrid, Alberto Ruíz-Gallardón; el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares; el presidente del grupo PRISA, Jesús de Polanco; la portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Trinidad Jiménez; los cantantes Javier Gurruchaga, Luis Eduardo Aute y Miguel Ríos; el director de cine Montxo Armendáriz y los actores Pilar Bardem y Juan Diego Botto, entre otros asistentes al acto. También han asistido muchos de sus compañeros de este periódico, directivos de PRISA, así como varios intelectuales. El homenaje ha contado además con la actuación del cuarteto de cuerda Kazakh, que ha interpretado obras de Mozart y Schubert.
A la salida del acto, la ministra de Cultura ha señalado que los que "escriben y tienen tanto talento no se mueren" porque "nos queda de ellos lo que hemos leído", y ha agregado que cuando alguien como Haro fallece está "bien porque lo hemos tenido y mal porque se ha ido". Calvo ha indicado que era una persona "comprometida consigo misma que sólo se servía a sí mismo y a la verdad de las cosas", y que era "muy cabal y transparente". En lugar del tradicional libro de condolencias, los admiradores de Haro Tecglen pueden recordar al periodista y escritor en la web que su familia le regaló al cumplir los 80 años (www.eduardoharotecglen.net).
En ella, se pueden leer mensajes como el de PAK: "Mientras sigas en los libros seguirás en la memoria"; o el de Antonio Troyano, que le agradece que le haya enseñado a "dudar pensando". Manuel recuerda que Haro Tecglen "nos ha dado la medida del hombre libre". Además de estos mensajes de adiós, en la página pueden consultarse sus artículos, comentarios y críticas de las últimas décadas.
En mayo de 2005, Tecglen publicó en El País un artículo de opinión sobre la muerte del periodista radiofónico Antonio Herrero, al que odiaba incluso tras su óbito trágico e inesperado:
Qué más da
Busco mis sentimientos por la muerte de Antonio Herrero: no tengo. La pura muerte deja de impresionar a quien se ve cerca de ella: no queda la sensación de culpa de quedarse aquí, porque se queda para poco. La muerte de un enemigo ya es insignificante: otro saldrá y, además, es igual: son gentes de otras estructuras. Yo no fui enemigo de él; él lo era mío y supongo que, por mucho que me maldijese, no le importé nada.
No le oía: a su hora no puedo. Me llamaban para contármelo. Lo de él, lo de Jiménez Losantos, lo de otros que no recuerdo (ah, sí, Carlos Semprún). Hace muchos años me impresionaban estas cosas: cuando murió Franco y la censura se abrió. Era lógico: se abrió para todos: buenos y malos, justos y canallas. Para la verdad y para la calumnia. ¡La abrieron ellos! Pero la verdad es siempre dudosa y la calumnia deja mucho. Tuve entonces, hace 20 años, algún susto: vi que se podía mentir, se podía minar la fama, la moral de los hombres; se podía alterar sus pensamientos, falsificar sus palabras, crearles el personaje que no eran. Sabía que era un arma de Estado: el de Franco, o de Stalin, o de Hitler, qué sé yo; pero que en la democracia no podía prevalecer. Podía: y prevalece. Quizá éste sea su mejor régimen. En los totalitarismos no se cree en nada; en las democracias se puede ser crédulo del mal. Qué grave. «Qué fuerte», dicen ahora. No le oí nunca, pero me lo contaban. Ni le conocí. Pasados los años largos de este régimen, ya me dan igual todos ellos. Sé que los suyos trataron de desmontar este periódico donde me guarezco; y, con él, una línea política que no continuaba las grandes de su afiliación. O que daría las prebendas a otros. Algunos de entre ellos, de entre sus sindicados, sólo tenían rabia porque no escribían aquí, no tenían esta difusión. Otros, porque se habían transformado hacia su propio opuesto y no aceptaban que hubiera personas que las mantuvieran. Otros hasta por fe religiosa. Deposito mi flor en la tumba: es blanca, como la indiferencia.
Quisiera tener algún sentimiento de pena por una muerte, de malestar por una pérdida o de alegría por el silencio definitivo de una voz adversa. La que me duele es otra, la de «un mendigo de la Historia española», como dice su hijo (le salió muy raro: José Luis Martín Prieto): la de un inválido del Quinto Regimiento. Al que yo vi, en aquella lejanía, como salvador. Qué curiosa es la vejez; se duele uno de lo antiguo y de lo lejano. Desprecias a algunos contemporáneos.
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