sábado, junio 09, 2007

El guionista sádico

Emile Cioran, en uno de sus mas vomitivos textos, hablaba de un aciago demiurgo, un ser supremo maligno que castigaba a los humanos sometiéndolos a la nefasta vida terrenal y abandonándolos a una suerte finita y doliente en la Tierra. Ese castigador ideado por el rumano depresivo es un mariquita si lo comparamos con el artista malvado que diseñó la puesta en escena de esta tarde de fútbol.
El Madrid estaba en el peor de los escenarios posibles. David, Roberto, puede que Helguera tenían su última ocasión de ser campeones en el Madrid. El Barça perdió toda su ventaja y el coitus interruptus del Madrid puede ser devastador. Laporta es un separatista peligroso y no es agradable ver el Catalonia is not Spain en la grada. Zapatero es del Barça. Etoo representa, además, el fracaso de la secretaría técnica del Madrid y su rencor es infumable. Pero Ruud van Nistelrooy, siempre discreto, coronó su año interpretando con fe el papel que mejor conoce: un pistolero siniestro, larguirucho, caballudo. Los últimos minutos con mi David Robert Joseph Beckham cojo en la banda fueron insufribles.
Nadie pensaba en un triple empate y los cardíacos veían esa eventualidad como mortal por improbable, inaudíta. El empate de Barça y Madrid en el último minuto resucitaba el Deus ex machina como técnica aún vigente. El Sevilla se echó a un lado y observó boquiabierto como se dilucidan los duelos entre gente con callo que de veras se odia.

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