Fragmento extraído del capítulo nueve, El Auto-Emaredamiento del Alma Occidental en la Caverna de Platón, del libro Tecnología y el Alma (1994), por Wolfgang Giegerich. [Según Giegerich, lo que mueve al mundo, lo que mueve a la historia, lo que mueve a todo lo que existe y no sólo a la humanidad son las ideas mismas de la realidad; no las ideas que las gentes se hacen, sino las ideas que se encarnan en la historia; no ideas de la mente humana, sino ideas del alma del mundo, el alma en lo real. Quien piensa es la realidad, y sus pensamientos son los que se manifiestan en la historia. Pensar no es una propiedad de la mente humana, la mente humana puede captar con una visión psicológica qué es lo que está pensado en la realidad misma.] [El movimiento de la globalización no depende solo de medidas políticas, económicas, coyunturales o estratégicas, sino que es un movimiento inherente a la vida lógica del alma que va unificando irremisiblemente la vida en el planeta, y que mientras más manifiesta el sentido de individualidad y singularidad de cada ser humano -cosa que ocurre desde 1800 en adelante- simultáneamente más se extiende un alma objetiva que lo cubre todo y que rodea al planeta, y que ya no es local ni nacional. Y no estoy hablando de política ni de economía, más bien las economías y las políticas, a pesar de ellas, no hacen más que poner de manifiesto lo que ya está ocurriendo en un plano más profundo.] [Giegerich dice que colectiva e históricamente, lo que mueve al mundo ya no son tus ideas, tus pensamientos, tus creencias, sino lo que la realidad piensa. Y en la realidad de este momento histórico, de ésta fase del opus alquímico del alma, si se pudiese hablar de un dios real que moviliza, ese dios se llama Dinero. Pero ahí también caemos en el literalismo, creyendo que el dinero es una cosa concreta. Entonces, en un pasaje de un artículo de 1994 que se llama “El Auto-Emaredamiento del Alma Occidental en la Caverna de Platón” Giegerich escribe:] El cuarto momento de la realidad de la caverna platónica es el sol, la Idea del Bien o del Dinero. Mientras que los otros tres momentos discutidos hasta ahora son parte de la existencia inmediata en la caverna y, por tanto de la caverna como una imagen interna de la historia, el sol es, dentro de la historia, el otro radical de la caverna, de hecho, es su propio opuesto, accesible sólo a través de un giro completo y a través de la capacidad de abandonar la caverna, aunque también es parte de toda la realidad de la caverna en el sentido más amplio, es decir, como la verdad de la caverna. Por un lado la caverna platónica hecha real es la relación entera de “la caverna misma” como el sistema de entretenimiento y como el verse envuelto y encascarado dentro de la gran red de información y comunicación, y por el otro lado como el Dinero como la verdad última del sistema. Esta relación es una relación disociada (que en la narración de Platón es representada por el motivo de la media vuelta). “Disociada” no quiere decir simplemente escindida, cortada en dos. Esto significa la contradicción del uno y del otro a la vez mutuamente excluyentes entre sí y, sin embargo, fundamentalmente inseparables, e incluso dependientes el uno del otro, siendo un lado la verdad del otro y el otro la pre-condición de esta verdad, pero, por supuesto, de tal modo que a ninguno se le permite volverse consciente del otro. El mundo fuera de la caverna (en sentido más estrecho), el mundo del Dinero, permite una visión clara y sin restricciones de la situación real por debajo del lado del espectáculo de la caverna (en el sentido más amplio), así como el sol de Platón daba el acceso a una verdad superior y eterna, más allá de la naturaleza de las sombras transitorias del mundo dentro de la cueva. Que el Dinero sea en todos los aspectos la fuerza decisiva final y que el Dinero sea omnipresente y todopoderoso, en tanto que casi todo se puede “vender” e incluso las personas son vendibles, no necesita demostración. Sólo hay que tener en cuenta las increíbles sumas que se pagan por los derechos de televisión por los grandes acontecimientos deportivos o por los beneficios por los videojuegos y similares. Desde el punto de vista externo, es posible ver a través del sentimentalismo, la nostalgia subyacente, la vaciedad de la experiencia y también darse cuenta de la cautividad o del aspecto adictivo que hay dentro de la caverna. La mirada desnuda en las fuerzas financieras que subyacen en “la caverna” bien pueden aparecer como cínicas, porque revelan implacablemente la vaciedad y la naturaleza sombría del mundo del espectáculo, que aquí también incluyen los espectáculos “superiores”, tales como aquellos llamados “la búsqueda del significado” o “entretenerse en un sentido de significado”. Incluso incluye las ciencias, que ya no pueden ser consideradas como forma de la verdad en el sentido inocente de la palabra, ya que ellas mismas son, en el grado más alto, totalmente dependientes del Dinero y están en pleno proceso de volverse totalmente comercializadas. E incluye todo lo del “mundo de la vida” en el sentido de Husserl, así como los sistemas educativos, los sistemas de salud, etc. Todo se reduce a Dinero, en su línea final. Puede verse que el Dinero ha ganado preponderancia incluso sobre lo así llamado real, que a su vez, sin embargo, es visto como ilusorio. Pero el dinero también es el medio para ir empujando cada vez más lo llamado real hacia la virtualidad. Una vez más debo advertir al lector que no confunda un análisis lógico con un juicio moral. Revelar implacablemente la vaciedad y la naturaleza sombría del mundo del espectáculo es aquí una descripción de su carácter y su estadio, no un veredicto. [El mundo del espectáculo, del entretenimiento, la diversión, es la cultura, los museos, las conferencias, la tele, el cine, internet, el iPod, la consola, las tiendas, los parques temáticos... el todo para vender, para estar entretenido, distraído, absorbido. Todo es espectáculo en la caverna que vivimos.] Cuatro rasgos esenciales revelan que el Dinero es de hecho la “Idea” superior y todo el reino de las Ideas. 1. El dinero hoy en día es inmaterial y no substancial. Un billete en alemán se llama Geldschein, donde “-Schein” se usaba originalmente porque el Geldschein era entendido como Schein-Geld, dinero falso, dinero ilusorio, en comparación con las monedas de oro o de plata. En realidad, pone de manifiesto la verdad acerca del dinero, e incluso de las monedas de oro, es decir, que siempre han sido Schein, ser ilusorio desde el arranque, incluso como un cheque que es un sustituto universalmente intercambiable de bienes de consumo, un sustituto cuya materialidad se ha reducido a nada sino papel, en contraste con el oro o la plata. Con el “dinero de plástico”, el Dinero, al haberse vuelto electrónico, permite que la naturaleza no material del dinero se represente objetivamente aún de manera más decisiva. La tarjeta plástica de crédito es una entidad sensiblemente existente, pero no es en sí Dinero. Se trata meramente de algo así como el billete de entrada al reino no-material del Dinero, que por su parte, se ha destilado completamente hasta ser una realidad puramente intelectual. Es en su nueva forma información almacenada como bits y bytes, y se ha mostrado capaz de pasar de cualquier sustrato material que pudiera y aún que quisiera “simbolizar” o “incorporar” el poder adquisitivo. 2. El dinero no sólo se liberó de su substrato material. También se ha separado, hasta alto grado de su relación con los bienes de consumo como realidades, de los cuales podría ser un medio de intercambio. Hoy en día no es solamente las mercancías lo único con lo que se comercia; firmas enteras de producción de mercancías se compran y se venden también como bienes de consumo. Pero lo más importante: el giro diario de capital en el mundo es muchas veces mayor que el giro diario de bienes. El primer medio de intercambio de los mercados de bienes y de bienes de consumo ahora se ha vuelto completamente reflejado dentro de sí mismo y así como “ser ilusorio”, de esta manera, su naturaleza puramente especulativa ha recibido una representación objetiva. Cada día de comercio de valores de mercado se comercializan alrededor de quinientos mil millones de dólares. Solamente en la Bolsa de Nueva York se venden hasta cien millones de acciones al día. Con los nuevos instrumentos derivados de especulación (swaps, futuros, opciones, etc.), el Dinero se ha sobrepasado a sí mismo una vez más y elude cada vez más, cualquier comprensión concreta o corporal. [Ya no se compran bienes, se compran incluso las empresas que garantizan bienes. El mismo dinero se ha transformado en bien y hay un mercado del dinero. Y el dinero no lo compra una persona, es más importante que una persona. Hay una necesidad de comprarlo porque si no lo compra otra empresa y liquida a ésta. Ya no va de decisiones personales. ¿Para qué se compra dinero, para qué se quiere dinero, sino, para seguir generando dinero? No para transformarlo en bienes, los bienes ya no tienen relación con el dinero. Las cosas importan menos que el dinero, lo literal, lo tangible, se ha desvalorizado por la virtualidad.] 3. El Dinero, al haberse separado de las conexiones concretas con los bienes materiales, no significa sin embargo, que como un mundo especulativo, noético, que está al servicio suyo, se hubiese separado del mundo por un chórismos (separación, hiato). Es precisamente al revés. El mercado de dinero reacciona de una manera altamente sensible a la situación real política y económica. Toda la información esencial es registra incesantemente y se procesa por medio de ordenadores, grandes estaciones de trabajo, o grandes estructuras de información. El material que se adquiere de este modo, forma parte de las decisiones de comprar o vender, por lo cual, con frecuencia, sobre la base de análisis producido informáticamente y de procesos dinámicos, se inducen decisiones de compra exclusivamente automáticos proporcionados por programas de ordenador. De este modo, toda la realidad se refleja y se reflexiona en el Dinero, y esto es, después de todo, su verdadera naturaleza especulativa. Inversamente, el Dinero determina casi todas las decisiones socialmente relevantes hasta un grado nunca conocido anteriormente en la historia. No sólo impregna nuestras acciones, sino también nuestro pensamiento. La consciencia se adapta al Dinero y es asimilada por él. Y el Dinero y la economía del dinero, cada vez más subsumen y transforman al mundo como un todo. Incluso producen compromisos internacionales cada vez más estrechos y, por lo tanto, de hecho se traduce, en que el mundo se está volviendo una aldea global. [La globalización no es tema de acuerdos entre políticos. Los políticos no pueden evitar reconocer que hay un proceso imparable. No es que la gente buena decidió vivir en un mundo más grande, ser liberales y abrir fronteras. Ni mucho menos. La globalización va más allá de los intereses humanos.] 4. El billete de papel era todavía una entidad y de alguna manera, a pesar de no ser más que un trozo de papel, tenía el carácter de una cosa. La naturaleza del dinero en su forma actual no sólo es inmaterial e ideal (noético), sino que ya no puede imaginarse usando el modelo de una cosa, ni siquiera el modelo de una entidad espiritual. Es puro y absoluto movimiento: flujo continuo de capital, transacción interminable. Circula, controlado electrónicamente, alrededor del mundo constantemente a la velocidad de la luz. Tiene que operar incesantemente. El mundo de las finanzas ya no conoce más la diferencia entre el día y la noche. Cuando la Bolsa de Nueva York cierra, la de Tokio abre. El mundo de las finanzas es un sistema auto-regulador y auto-regenerador, un sistema en el cual la compulsión a moverse a una velocidad cada vez mayor está incorporada. En tanto las corrientes de capital fluyen literalmente en el cielo vía los satélites de la moderna tecnología de las comunicaciones y mediante las redes digitales, y mientras la economía del mundo forman una red vibrante y continuamente rotante alrededor nuestro y de nuestras vidas, el Dinero es hoy de hecho y objetivamente nuestro cielo - no el cielo sensible, sino el verdadero cielo, el cielo supracelestial (hyperoyranios) de Platón.
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