Recuperando textos de cuando yo era mas ultra.
Ha recibido un homenaje sorpresa Santiago Carrillo, que cumplió 90 años el pasado 18 de enero. Llegó al hotel engañado por su esposa y se encontró a Zapatero, Ibarretxe y Pujol, además de Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José María Fidalgo, Gaspar Llamazares, José Saramago, Rosa Regás, Gregorio Peces Barba, el sacerdote Martín Patino, María Teresa Fernández de la Vega, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Jordi Solé Tura, José Luis Corcuera, Iñaki Anasagasti, José Barrionuevo, Víctor Manuel, Juan Diego, José Sacristán, Joaquín Sabina, Almudena Grandes, Rosa León e Iñaki Gabilondo.
Ha recibido un homenaje sorpresa Santiago Carrillo, que cumplió 90 años el pasado 18 de enero. Llegó al hotel engañado por su esposa y se encontró a Zapatero, Ibarretxe y Pujol, además de Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José María Fidalgo, Gaspar Llamazares, José Saramago, Rosa Regás, Gregorio Peces Barba, el sacerdote Martín Patino, María Teresa Fernández de la Vega, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Jordi Solé Tura, José Luis Corcuera, Iñaki Anasagasti, José Barrionuevo, Víctor Manuel, Juan Diego, José Sacristán, Joaquín Sabina, Almudena Grandes, Rosa León e Iñaki Gabilondo.
Este apacible gordito que vemos mas abajo, durante la guerra civil, entre noviembre de 1936 y enero de 1937, como Delegado de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid se vio involucrado en el genocidio de miles de personas durante noviembre y diciembre de 1936 especialmente en Paracuellos del Jarama (Madrid), genocidio que las autoridades actuales españolas se han negado a investigar (el juez socialista Garzón se negó a actuar ante una querella pese a que sí investiga otros hechos sucedidos en otros continentes).
En entrevista con el historiador no franquista Javier Cervera le dijo "... Para mí lo importante era que Franco no pudiera organizar tres (...) cuerpos de ejército (...) Y ese objetivo lo logramos. ¿No lo logramos salvando la vida de esta gente? Es verdad, pero en aquel momento moría mucha gente en Madrid (...). Remordimientos de conciencia no tengo ninguno y pienso que cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo que hice yo (...). Pero, lo cierto que en ese momento era o ellos o nosotros. (...) odio a esa gente le tenía yo tanta como le tenía la mujer que le habían hundido la casa. (...) En aquel momento eso me preocupó como un hecho político negativo para la República" (Madrid en guerra, Ed. Alianza Editorial, 1999, página 103).
Los crímenes de Paracuellos del Jarama pese a la, al menos, inactividad de Carrillo eran tan fáciles de detener que con sólo la voluntad que puso el anarquista Melchor Rodríguez se detuvieron ipso facto. Por ello, con sólo la acción de Carrillo en un principio se hubieran salvado miles de vidas. Si no dio la orden ni lo conoció demuestra una incapacidad política en el cargo que le debía inhabilitar de por vida a responsabilidades públicas. A finales del verano de 1936 se pasó al Partido Comunista Español, y en 1937 fue nombrado miembro del comité central del PCE. En 1939 rompió con su padre, Wenceslao Carrillo, por la decisión de éste de unirse a los que consideraban perdida la guerra.
Tras la derrota militar huyó a Francia y Méjico. Intentó una frustrada invasión guerrillera a través de los Pirineos con los maquis que salvo asesinar a algunos civiles, sacerdotes y guardias civiles no dio ningún resultado por la pasividad y oposición de la población civil. En 1960 fue nombrado Secretario General del Partido Comunista de España (VI Congreso del PCE). Era gran amigo del terrible dictador rumano Ceaucescu y fue acogido por Stalin en la Unión Soviética hasta que regresó a España en febrero de 1976 donde fue diputado en las Cortes monárquicas entre 1977 y 1986. Tras su fracaso en elecciones democráticas en 1982 se retiró de la secretaría hasta que en 1985 fue excluido de los órganos de dirección del PCE, al que abandonó después, creando un desconocido Partido de los Trabajadores de España-Unidad Comunista que obtuvo un fracaso electoral en las elecciones al Parlamento Europeo. En 1991 firmó un acuerdo para que los miembros de su partido ingresaran en el PSOE. El homenaje es una conformidad, un acto de aprobación, del socialismo moderno y documentado con el genocidio de Paracuellos del Jarama (Madrid, 1936).
Cuenta Carrillo a Oriana Fallaci: Yo la guerra la he hecho de verdad, durante tres años, disparando y matando. El Europeo, octubre, 1975. Lister nos lo cuenta de otra manera: “De todo lo contado lo único cierto es que estaba en París el 18 de julio, todo lo demás se lo inventa. Estuvo más de un mes en Francia viendo como iban las cosas". Tal vez solo era el talante.