lunes, marzo 07, 2005

Dragó, sine die

Mi gran Dragó capitaneó la demolición simbólica de la ampliación del Museo del Prado que ha hecho el arquitecto Rafael Moneo en el Claustro de los Jerónimos de Madrid, por considerarlo un símbolo de la actual "banalización" de las artes y de "falta de respeto por el gusto del pueblo". Dragó siempre me ha parecido un escritor mediocre, pobre. Mi simpatía surge por su magisterio en temas que aquí, catetillos, solo él me supo dar a conocer. Dragó me mostró el Tao Te King, a Gurdjieff, a Shiva, a Wilber y Groff o me invadió de la India . Dragó el pedante, el provocador, el viajero, el inmortal, el timador, el propagandista, el estratega, el vividor, el ser libre. Me gusta.
 

El leit motiv del encuentro (pala y pico en mano) era la protesta contra  la ampliación del Museo del Prado. La falta de respeto con el patrimonio y con el gusto del pueblo es muestra del dominio despótico de ciertas elites culturales", agrega el texto. La Historia del Arte Contemporáneo, dicen, terminó en Goya y lo que se impone en estos momentos en el arte es "falsedad y fealdad". El centro de las protestas (mero simbolo) era el cubo de Moneo. En una pancarta negra podía verse "Engendra pobreza quien destruye la belleza". Se leyó el "Manifiesto Transgótico"; unos cachondos.

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