Muchos me reprochan mi incongruencia, mi dispersión, mi deriva. No ven ni entienden que sea un hombre vicioso, voyeur, conservador, putero y religioso, todo a la vez.
Como buen español, cada vez que me va mal, regreso a mi iglesia. Me recogo y trato de escuchar que pasos debo tomar. Soy un hombre de iglesia. No puedo borrar esa leyenda marcada en mi lomo. Soy un cuerpo y algo inmaterial.
Me llaman falso. Soy un pobre cristiano. Un fallido hombre que cada vez es mas antigüo, mas ancestral, mas básico. Pero menos mecánico. Me desprendo siempre que puedo de todo. Gurdjieff me enseñó eso. Doy un paso atras y me libero de anclajes. Vuelvo a ser hijo de Dios.
No puedo dejar de nombrar a la Virgen, a Maria, a la gran madre.
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