miércoles, marzo 23, 2005

Noelia y un mundo limpio

Noelia de Mingo es médico y está muy enferma; sufre una demencia que debe medicar. No tomó su medicación y, en un delirio, asesinó a tres personas en el trabajo en el 2003. Sigue en prisión sin haber sido juzgada.
«La práctica de encadenarlos viene de lejos y es producto de la ignorancia. Se les considera una vergüenza, una especie de maldición para las familias. Son una vergüenza incluso para los poderes públicos. Por eso los esconden y los encierran durante las visitas de las grandes personalidades».
Estas palabras son sobre los locos en Costa de Marfil pero son aplicables al mundo entero, a Noelia. El tabú de la demencia. Como los locos de la Edad Media, que eran llevados en barcazas por los ríos y posteriormente abandonados lejos de los pueblos con el pretexto de que estaban endemoniados, muchos enfermos mentales, repudiados por la sociedad, deambulan como fantasmas por la Amazonia brasileña. En las carceles españolas abundan los casos incluso de retraso mental.
En España, primero son presos, despues enfermos. Raro es el caso de un loco que delinque voluntariamente y las cárceles no fueron diseñadas para albergar tal carga sanitaria. En los paises de la antigua URSS se les encierra en habitaciones mugrientas, sin luz, donde pasan el resto de sus días consumidos por el frío, el hambre y las infecciones. Y en Costa de Marfil los locos son encadenados a un madero y torturados. La barbarie no tiene fronteras. China, Filipinas, Bolivia, Cuba, Corea...
Aproximadamente 450 millones de seres humanos sufren un trastorno mental. La poblacion carcelaria mundial es de nueve millones de personas. Uno de cada siete reclusos y reclusas padecen psicosis o depresion profunda que pueden conducir al suicidio, mientras unode cada dos hombres y una de cada cinco mujeres sufren desordenesde personalidad. Imaginense si llegas ya loco al recinto penitenciario.
En nuestra limpia sociedad no hay sitio para lo feo, para lo enfermo (no deben existir las instituciones mentales para presos); no cabe el loco en la calle o en un hospital, no deben estar cerca los pobres, los yonkies o los borrachos. Es parte de un proceso deshumanizante, aséptico, que invade los libros, las televisiones, las revistas, las escuelas, la vida. Las cárceles son los asilos mentales del siglo XXI, el cajón de sastre. Se usa un photoshop ario con los indeseables, los inutiles para nuestro limpio mundo civil para borrarlos.
Noelia
seguramente queria ser libre de todos y dejó de medicarse al sentir la vergüenza social que contamina la vida del loco, la imposición del estigma de la inferioridad, de la maldita condena atavica del delirante. Sus padres, incluso, ocultarian su demencia para no verla muerta civilmente. Ahora hay tres muertos. Noelia tambien muere lentamente en una carcel, rodeada de todo aquello que estorbaba en las calles; todo aquello que no cumplió con las expectativas de una familia, de un mundo limpio y sin locos.

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