Como mi portatil no rulaba bien, y en este pais iba a necesitar mucho de internet, pedí a su viuda, la enérgica Lucia, que me prestase el PC de mi difunto Antonio. Un icono del cine español es olvidado en un plis-plas. Antonio me enseñó algunas de las miserias de este oficio y las sufrió en su salud hasta que se lo llevó la marea, subitamente, con 50 años. En la carpeta de Mis Imagenes, he encontrado esta última foto de mi jefe. Hay rostros que ya anuncian todo, hasta en presencia de su niña Gabriela. Ahora descansa ya de nosotros, de este trabajo expoliador. Nos vemos, Antonio.
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