Llevo ya mucho tiempo hasta la punta de la plazoleta de lo alto de la polla y algo hasta los huevos del listo de Juan Marse. Un personaje sobredimensionado por esa gente cambiante que toma decisiones en el mundo del cine español y de la literatura para dormitorios patrios. Si sus libros constituyen todo un canto al narcótico, conocerle es todo un prodigio para el insomne. Un hombre amargado, que se toma mas en serio que un entierro, siempre mal encarado, que participa en toda clase de jurados para cobrar y decir que los premios abominan de la condición del artista y viceversa. En esta ocasión su afan de perpetuar su criterio infalible (infumable) y su irrefutable conocimiento de lo que es o no es literatura sobrepasó cualquier límite. Ya en la jornada previa este mermado resentido anticipaba que la calidad literaria de las obras finalistas era "baja" y a tramos "subterránea" y que se verían obligados a votar a la "menos mala".
En la rueda de prensa tras concederse el premio Planeta volvió a cuestionar la novela ganadora de Janer, de la que dijo que se veía la "carpintería literaria". La galardonada le calificó de "enfant terrible" que " a veces se pasa". "Yo hablo de literatura, no de ambientes literarios", remachó el nefasto personaje, incapaz de otorgar el protagonismo a la dama en semejante dia. El mamarracho dimitió al día siguiente, porque solo sabe decir "la verdad". Patético ególatra. O bien esperó a la concesión para llevarse la paga o, si fue gratis, no aceptó la democracia que tanto peleó a Franco en el jurado. Vete al pedo, abuelo, que la guerra civil se acabó como argumento y ya te has sacado una fortuna de los presupuestos (via Andres Vicente Gomez y Fernando Trueba, que dos grandes hombres) del ministerio del cine.
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