Ella obedece a mi ideal de belleza; pero no imagino nada furtivo. Solo representa un icono que me traslada lejos de donde estoy. Es la gran madre, fuerza protectora, naturaleza bravida pero indulgente. No me importa si es estúpida, si tiene poca conversación o no sabe leer su extracto del banco. Solo es un refugio. Una mentira consentida. Un instante de lucidez en el que se aniquila cualquier escrutinio de la realidad. Me gusta cuando no se pinta. Eso favorece mi tesis. Es humana. Me engaño y observo el producto como algo que, bajo el ticket del precio en dolares, me dedica una milesima parte de segundo. Todo es mentira. Mi trabajo, el futuro, los hombres y mujeres, las ideas, los prejuicios, las remuneraciones, la memoria, los intercambios, las transacciones, las leyes, lo fatuo y lo solemne. Ella (y miento de nuevo y siempre) no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario