viernes, enero 19, 2007

Se va de viaje Art Buchwald

El 18 de enero, a los 81 años, fué el último día del columnista Art Buchwald (aquí columnas de Washington Post), uno de los grandes maestros del periodismo estadounidense. Aquí sus columnas se leían en Triunfo. Lo suyo fue la crítica política y la sátira social y su final si que fue de satira. En febrero de 2006, Buchwald se fue a morir a un hospital de enfermos terminales cuando renunció a someterse a la diálisis que debía mantenerlo vivo y a salvo de un fallo renal irreversible. Los médicos pronosticaron no más de tres o cuatro semanas de vida. A lo largo de esos días de febrero, amigos y autoridades desfilaron por su residencia para despedirse de él , "como si estuviesen visitando Lourdes", dijo el propio Buchwald en 'The Washington Post'.
Pero, a la contra y como siempre, Buchwald no murió tan rápidamente. Mientras esperaba la muerte, llegó a escribir un libro, 'Too Soon to Say Goodbye' ('Demasiado pronto para decir adiós') sobre su experiencia. En las últimas semanas, su salud empeoró rápido y el columnista aprovechó para despedirse, esta vez definitivamente, de sus seres queridos. Su hijo, Joel, dijo que su padre murió tranquilamente en su cama, como quería hacerlo.
Art ganó el premio Pulitzer en 1982, escribió más de 8.000 columnas y más de 30 libros. Su humor está ligado a su dura experiencia infantil, cuando creció entre orfanatos junto a sus hermanas, después de que ingresasen a su madre en un hospital psiquiátrico. Su madre ingresaba en un psiquiátrico, mientras que su padre sufría problemas de depresión y dramas financieros. A los 17 años se alistó en los marines y pasó tres años en el Pacífico durante la II Guerra Mundial. Allí se inició en las letras y el periodismo, donde editó el diario del cuerpo. Tras la guerra se inscribió en la Universidad de California, donde se hizo con el cargo de editor de la revista satírica del campus y escribió sus primeras columnas.
Durante 40 años, fué uno de los pilares del periodismo estadounidense y la escena política en Washington. Art tenía cáncer y dejó de recibir tratamiento hace un año, porque pensaba que moriría pronto. Como decía ayer su hijo, Joel, se fue "como siempre quiso, fijando sus condiciones". Aunque Art no temía a la muerte, según dijo en su propia biografía en 1995, como su padre fue víctima de la depresión en dos ocasiones. Buchwald espetó en una entrevista : "Soy conocido en este hospital como El hombre que no morirá". Con ese título publicó una columna en marzo de 2006, una de las últimas que hizo, cuando estaba a punto de mudarse a su casa.
Buchwald decía, de hecho, que lo fácil en esta vida era morir. Su principal preocupación tras dejar el hospital era saber si la gente le seguiría visitando, porque, como decía, estaba pasando la "mejor época de mi vida". No le faltó durante este tiempo la compañía de familiares, amigos y compañeros. El humor, dijo en sus memorias, tituladas Leaving Home, fue su salvación. Ya en 2000 sufrió un infarto y los doctores tuvieron que amputarle hace un año una pierna debido a problemas circulatorios, algo que fue muy traumático para él y que según los doctores podría estar detrás de su rechazo a la diálisis.
Art reconocía que atacar al establishment con saña y durante mucho tiempo tenía el riesgo de "terminar formando parte de él". El humor, explicaba, era la mejor venganza. El trabajo periodístico de Buchwald, que le mereció el Pulitzer en 1982, estuvo presente en más de medio millar de diarios en todo el mundo. Sus columnas salían dos veces por semana en The Washington Post y se distribuían por todo el planeta a través del Tribune Media Services. Cuatro años después de ser galardonado con el premio más prestigioso del periodismo fue elegido miembro de la Academia de las Artes y las Letras de EE UU.
París está en el origen de su carrera. Vivió allí 14 años. En la capital francesa ejerció como corresponsal para Variety en 1948. El Herald Tribune neoyorquino le reservó al poco tiempo un espacio titulado Paris After Dark. La influencia de París le acompañó siempre, y qué mejor ejemplo que el título de su libro Siempre me quedará París. En 1962 regresó a Estados Unidos. En ese momento comenzó a cargar con su sátira política contra el inquilino en la Casa Blanca, John F. Kennedy. Y también tuvo su choque con la poderosa industria de Hollywood. Buchwald llevó a los tribunales al gigante Paramount Pictures por haberle robado la idea de hacer una película sobre un príncipe africano que llegaba a EE UU buscando novia, y que previamente le había rechazado el estudio.
Como recuerda en sus memorias 'Leaving Home' ('Irse de casa'), "debía de tener como seis o siete años, estaba terriblemente solo y confuso, cuando me dije: 'Esto apesta. Me haré humorista'". En una de sus últimas lecciones de vida, matizaba: "Morir es fácil, lo difícil es encontrar aparcamiento". Ahora, Buchwald espera reunirse con Ava Gardner, Grace Kelly, Marilyn Monroe, Rita Hayworth y Judas, que forman el peculiar Olimpo que espera encontrarse en el cielo.

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