jueves, septiembre 20, 2007

Vasili Grossman- Vida y Destino

Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores tras cuatro años de negociaciones publica la primera edición en castellano traducida del ruso de la novela 'Vida y destino', obra cumbre del escritor Vasili Grossman (Berdíchez,1905-Moscú, 1964). Jruschov prohibió en su día este libro y el escritor no pudo ver publicado en vida el texto, confiscado por la KGB en 1960, al relatar la sociedad de la URSS y los campos de exterminio nazi, en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
Vasili Grossman nació en Berdíchev en 1905. Su madre judía murió en manos de los alemanes en 1942. Vida y destino está llena de referencias científicas -Grossman fué ingeniero químico en una mina-, como está llena de comentarios literarios y de observaciones sobre la producción artística de aquellos años. Cuando el ejército de Hitler invadió Rusia en 1941, Grossman se presentó para alistarse voluntario en el Ejército Rojo: lo rechazaron por enclenque. Unos meses después lo aceptaron como corresponsal de guerra al Frente Central, luego acompañó al 50º Ejército. Contó lo que pasaba en Stalingrado y fue el primero en dar cuenta del campo nazi de Treblinka.
Vida y destino está construida con el material de aquel tiempo. Es una obra maestra casi desconocida en España. En los años ochenta se publicó en Seix Barral, pero pasó inadvertida.
El historiador británico Antony Beevor, con Luba Vinogradova, recuperaron los cuadernos de notas que Vasili Grossman había escrito durante la Segunda Guerra Mundial mientras acompañaba al Ejército Rojo y el libro se editó en España -Un escritor en guerra (Crítica, 2005).
Son más de mil páginas. Centenares de personajes, pero con asombrosos minúsculos movimientos de conciencia de sus protagonistas. Hombres y mujeres corrientes. Grossman cuenta cómo en un campo de concentración soviético en la lejana Kolyma un prisionero común asesina a un compañero ante la indiferencia del resto de los reclusos en la atmósfera en la que se convierte la vida cotidiana cuando los totalitarismos imponen sus condiciones.
Grossman ratifica el análisis de Hannah Arendt: nacionalsocialismo y comunismo pueden subsumirse bajo el mismo concepto. Utopías que trituran seres humanos con la promesa del paraíso terrenal. Auschwitz, Hiroshima y Stalingrado son los laboratorios donde se construye el hombre nuevo. Pero el hombre nuevo es Shtrum, obligado a firmar un documento infame, que incrimina a inocentes y niega la verdad. Es indiscutible que Grossman pensaba en su propia debilidad, firmando una carta oficial que solicitaba un castigo ejemplar para los médicos judíos implicados en un falso complot contra Stalin. Con la batalla de Stalingrado como centro narrativo, el personaje de Shtrum (podríamos decir Grossman), intelectual judío fascinado por la relatividad y la física cuántica, encarna perfectamente la perplejidad de una época ante sus propios logros y su incapacidad para dominarlos. Es posible dividir el átomo, transformar la materia en energía, eliminar a millones de seres humanos a una velocidad inconcebible.
La novela se desarrolla en escenarios diferentes: un campo de concentración nazi y un campo de trabajo soviético, la prisión de Lubianka, la retaguardia y el frente durante la batalla de Stalingrado, Kazán (donde se refugiaron algunos moscovitas) o de Kuíbishev... Grossman escribió Vida y destino en la década de los cincuenta. Tiene puntos de contacto con Tolstói, Dostoievski y Chéjov y se dice que es la Guerra y paz del siglo XX. La terminó en 1960. Hubo suerte: le había regalado una copia a un amigo, que la colgó de una percha bajo unos abrigos en su dacha. Se dice que fue Andréi Sájarov el que la descubrió. Consiguió que pasara en un microfilme a Suiza, donde se publicó por primera vez en los años ochenta.
Es imposible medir la repercusión de un libro. Las páginas de Vida y destino están dedicadas al sufrimiento de los soldados, a las penalidades de los judíos, al dolor de las miles de familias que enviaron a sus hijos al frente mientras sufrían las privaciones de la retaguardia y las arbitariedades de un régimen que mostraba el mismo desprecio por el ser humano que el Sexto Ejército del mariscal von Paulus. Vida y destino, con sus decenas de historias que giran sobre la guerra, ciudades sitiadas, el apego a la tierra y a los seres queridos, las dudas políticas, morales y religiosas, la tenacidad del existir y la fatalidad del azar, se enfrenta a los aspectos más terroríficos del siglo.
Grossman percibe el campo de concentración como el estrato más profundo de nuestra cultura. Su capacidad de organizarse por sí mismo pone de manifiesto que el poder ya no es un centro visible, sino un sistema que puede prescindir del hombre para seguir controlando la historia. Aunque sea en el campo de la ficción, podemos afirmar que Grossman ha conseguido penetrar en las cámaras de gas, un espacio nunca filmado o fotografiado en su terrible funcionamiento. Claude Lanzman afirmaba que entre esas paredes se hallaba la verdad de nuestro tiempo. El sacrificio de Sopia Osipovna, que desprecia la oportunidad de salvarse para morir junto a David, un niño casi desconocido, produce tanto horror como ternura. Es la misma ternura que desprende la carta de la madre de Shtrum, que escribe a su hijo antes de ser evacuada del gueto, sabiendo que nunca podrá leer sus palabras. La adaptación teatral de la carta corrobora el poder narrativo de una obra que sólo necesita unas páginas para urdir una historia. Shtrum, como Grosmann, Jean Améry o Primo Levi, nunca habían pensado en el hecho de ser judíos. “El antisemitismo es un fenómeno único porque el destino histórico de los judíos es único”. Su participación en la ciencia, las artes y la política confirman que el progreso y la barbarie avanzan de la mano, como ya advirtió Walter Benjamin. “El siglo de Einstein y Planck es el siglo de Hitler y Stalin”. La admiración que produce Vida y destino no puede evitar la náusea moral y la congoja. Vida y destino es la prueba de que el Ángel de la Historia recoge el dolor de las víctimas para ofrecerles un mañana y convocar a los vivos para que atiendan su anhelo de paz y justicia. (NARBONA en ABC).
Vasili Grossman
Desde la orilla del Volga a las puertas de Berlín
En cierto hexámetro de Homero se lee que “los dioses tejen desgracias para que a las generaciones de los hombres no les falte qué cantar”, lo que parece cierto a la luz de la experiencia del siglo XX, en el que la tupida madeja de horrores sin fin ha contado con ‘rapsodas’ geniales de la talla de Vasili Grossman (1905-1961). Judío ucraniano, químico, periodista bélico de urgencia, sus famosas crónicas en la II Guerra Mundial para “Estrella Roja”, desde la orilla ardiente del Volga, en la Stalingrado arrasada que señala el principio de la derrota nazi, hasta las mismas puertas de Berlín, dibujan el más impresionante panorama de la guerra desde el lado soviético. Grossman fue uno de los primeros en investigar el Holocausto del que dio cuenta en el Libro Negro. Sus dos últimas novelas (Vida y destino y Todo fluye) fueron secuestradas en la URSS y a duras penas lograron salvarse del olvido.

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