La bahía de Kara Bogaz, en principio situada entre el delta del Volga y el mar de Aral, fue protagonista de alguna de las novelas heroicas sobre la construcción del socialismo en la URSS (La bahía de Kara Bogaz, de Konstantin Paustovski) y, subitamente, desapareció de los mapas. Aquí está ocurriendo algo parecido. La negación de lo físico, la amputación de la memoria. Allí colaboró Máximo Gorki, líder indubitado de los escritores rusos tras su regreso a la patria; aquí participa una suerte de estado paralelo al de los soviets, el grupo PRISA.
Gorki fué el gestor de Stalin en la creación de los escritores "ingenieros del alma", edificando valores y su concepto del comunismo, configurando el homo sovieticus. Objetivo: destrucción de la inteligencia individual y de los libros "políticamente perjudiciales" o "de ningún valor para el lector soviético": casi 25 millones de ejemplares destruidos entre 1938 y 1939.
"Nuestros tanques son inútiles" -explica Stalin-, "cuando quienes los conducen son almas de barro. La producción de almas es más importante que la producción de tanques...". Gorka, El Amargo, se negó a sí mismo ante Stalin el tirano, matando escritores y alimentando la tragedia.
Emblema de todo: la construcción del canal Belomor, destinado a unir Leningrado y el mar Blanco, que dio lugar a una devastadora batalla entre escritores e ingenieros hidraulicos. En palabras de Máximo Gorki era el tema principal "que debe inspirarnos a nosotros, los escritores". No hablaba de la mano de obra esclava de 126.000 presos, sin apenas instrumentos de trabajo, que tuvieron que excavar 227 kilómetros en unos meses, el canal que resultó inútil. "Os habéis transformado en nuevas personas", dijo Gorki a los destrozados supervivientes. España aborda ya la etapa de lo fisico. La entrada del arquitecto en el ámbito de lo no corporeo. Un final imposible.
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