Bacon ha sido siempre despreciado como actor. No perdonan su Footloose o Quicksilver. Con The Woodsman manda todo a tomar por culo. Kevin Bacon interpreta a un monstruo en manos de una mujer, Nicole Kassell, directora de la cosa con corto bagaje y solemne resultado. La historia apesta a tristeza en la mirada del ex-niño guapo. La moralidad con la que se impregna todo crimen sexual es casi tan repugnante como el propio delito. La percepción de un delincuente como un ser incontrolado y dañino para si mismo siempre se elimina de nuestro calculo al encontrarnos con estas catastrofes. La película humaniza a la bestia con mucho valor aunque el final es algo complaciente. Buena película. Grande, Kevincito. Grande, viejo y tristísimo. Que aprenda Alberto SanJuan y el mamao de Toledo, que vocaliza con el ojete. Ese ojete que se come el progre patrio con la boca de Carmen Calvo.
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