Don Julián era «un pozo de sabiduría, de inteligencia, de sagacidad, de patriotismo, de religiosidad, un hombre con una ternura emocionante, con una bondad de niño, con unas ingenuidades increíbles», lo esculpió Santiago Castelo. Y ese hombre de la «visión responsable» es vindicado a partir de mañana en un Congreso Internacional organizado por la Asociación Española de Personalismo, la Complutense -que concederá a Julián Marías a título póstumo su medalla de oro- y CEU-San Pablo. El Colegio de Doctores y Licenciados le nombrará Colegiado de Honor, y Páginas de Espuma reedita las memorias de Marías, «Una vida presente».
El hispanista Harold C. Raley, de la Universidad de Texas, amigo personal del pensador, que clausurará el Congreso, define a Julián Marías como un dechado de rectitud intelectual, y moral; una persona superior: «Hubiera sido un excelente americano», matiza. Raley considera que «sin Marías la filosofía de Ortega queda manca. Inexplicable sin él, irreductible sin él. Don Julián dio unos pasos más allá de Ortega, y más acá. Él es previo a Ortega, cuyo pensamiento sitúa en un contexto amplio, universal, en la tradición occidental. Te ayuda el sentido cristiano que mantiene, del que hay mucho en Ortega. Y está el impacto de Unamuno. Los escritos de Marías son esenciales para comprender a Ortega».
Para Raley, la manera de pensar de Marías «hace mucha falta en EE. UU: su filosofía de la persona, porque se tiende a interpretar las cosas desde un plano secundario, en términos políticos, sociológicos, económicos. Y falta lo fundamental: la antropología de la persona. Me interesan sus ideas sobre la persona como objetivo estético, su interpretación de la persona, y su manera de filosofar dentro de un un contexto religioso, de una fe personal. Marías me enseñó cómo ser intelectual, y me sirvió de maestro de lengua inglesa. Mis dos maestros de inglés han sido españoles: Ortega y Marías».
Juan Manuel Burgos, presidente de la Asociación Española de Personalismo, señala la plena vigencia del pensamiento de Marías, «muy leído, pero poco estudiado, muy vital y actual». Francisco Javier Jiménez, responsable de la reedición de las Memorias, sostiene que Marías es «un filósofo con el que España tiene una deuda importante. Él nos invita a un ejercicio coherente y responsable de preguntarnos por el sentido de la persona».
miércoles, febrero 06, 2008
Marias resucita gracias a un yankee
ABC./ Julián Marías Aguilera (1914-2005) fue un maestro de energía: escribiendo, pensando, leyendo... Infatigable, sabio, siempre regresaba al verso de Cervantes: «Tú mismo te has forjado la ventura». Se fue un invierno de hace dos años, entre el frío de una España oficial que fue bastante cicatera y tacaña con él: un «bien cultural». Sufrió represalias por parte del franquismo, y luego por los gobiernos de uno u otro signo, pero nunca le importó. A Julián Marías, casi toda su vida ligado a ABC, le importaban sus lectores, que eran legión, dentro y fuera de España. Su lema «Que por mí no quede» lo fue hasta su final, «pese a las muchas traiciones que alguien con tal carácter inevitablemente padece, como cuando paró en la cárcel al terminar la guerra denunciado por quien había sido hasta entonces su mejor amigo, y eso no le impidió seguir creyendo en la gente...», escribió en ABC Javier Marías, que le debe «mucho como escritor» a un padre al que siempre recuerda trabajando.
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