Alguien no sabe hacer bien su trabajo. Si estos datos son ciertos, todo debia ir mucho mejor. ¿Quien la esta cagando? ¿Quien controla esto?
Reducir a la mitad el hambre en los países más pobres para el año 2015 costaría medio euro al mes a cada persona que vive en la zona rica de la Tierra. Esta es una conclusion de la revista Science.
Los autores, el cubano Pedro A. Sánchez de la Universidad de Columbia, y el indio M.S. Swaminathan, responsable de la fundación que lleva su nombre, parten de un panorama desolador de 854 millones de malnutridos crónicos, la mayoría en Africa subsahariana.
En ese retrato, la miseria fruto de hambrunas, guerras y desastres naturales representa sólo el 10% del total, mientras que hay un hambre oculta que, en diverso grado, afecta a 2.000 millones de personas. La mitad de ellas viven en pequeñas granjas, un 20% carece de tierras, un 10% son pastores o pescadores y otro 20% reside en suburbios de las ciudades. En total, identifican 313 lugares donde habitan el 79% de los hambrientos. Y mientras en Asia o América latina el desempleo es la razón principal de la falta de alimentos, en Africa tropical lo es la baja productividad agrícola.
Adiós a la corrupción. El segundo es acabar con la corrupción en los países pobres.
Recomiendan a estos gobiernos que gasten al menos el 10% de sus presupuestos en agricultura y nutrición, pero relacionando ambos sectores para lograr más efectividad. Además, les aconsejan duplicar las inversiones en investigación agrícola.
Mejores abonos y semillas.La mitad de los hambrientos del mundo (y el 75% de los africanos) vive en granjas familiares. Deben combinar bien fertilizantes minerales y orgánicos. Con un suelo restaurado, las cosechas se pueden triplicar. El segundo paso es que vendan esos productos a las escuelas y los programas comunitarios de nutrición, de forma que se evite que los precios se desplomen por un aumento de la producción.
El cultivo de transgénicos, siempre con las medidas de seguridad adecuadas, ayudarán, dicen, a aumentar el valor nutricional de los alimentos.
Nutrición 'local'. Los menores de dos años y las embarazadas deben ser el objetivo prioritario de las campañas de nutrición, que consideran que deben realizarse con productos locales, no con ayuda exterior y recomiendan complementos vitamínicos. Y para los escolares y adolescentes, aconsejan que sean las escuelas las que les den una comida equilibrada, y gratuita, también con productos locales. Calculan que esta mejora atraerá a los colegios al 40% de los niños africanos que hoy no van a clase y ayudará a las niñas a aprender de nutrición antes de ser madres. Paralelamente, defienden las campañas de vacunación infantil.
Actuación en las crisis. Ante un desastre, como un tsumani o un huracán, Sánchez y Swaminathan recomiendan poner en marcha sistemas adecuados de predicción del clima, dotar a estos países de capacidad de respuesta en caso de emergencia. Ambos expertos señalan que los desastres no deben afectar
Los grandes organismos internacionales deben dejar de hablar de políticas para pasar «ya» a la acción.
a los fondos para los programas de desarrollo a largo plazo. Es más, añaden que «las inyecciones de dinero y alimentos pueden distorsionar las economías locales», añaden.
Mercados. Los campesinos también necesitan mercados en los que vender a precios justos. «La desnutrición tiene mucho que ver con la falta de asfalto», aseguran. Al menos, creen que cada aldea debería tener un vehículo y un lugar adecuado para almacenar los granos y así reducir las pérdidas por plagas. Otra de las carencias de los más pobres es la falta de información sobre los precios de mercado. Dado que las grandes superficies se están convirtiendo en clientes de países en desarrollo, animan a los gobiernos a convencerles de que sigan políticas socialmente responsables que estimulen la producción local.
Conservación medioambiental. La degradación ambiental amenaza directamente a la seguridad alimentaria. En este campo, abogan porque sean empresas verdes.
El coste de acabar con el hambre no es excesivo . Los expertos creen que es factible y barato. «Ahí están las medidas; si los países contribuyentes las adoptan y la aplican en los países pobres, la situación puede cambiar», aseguran.
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