Si buscamos el término Carmel, en las portadas de los diarios nacionales, aparecen casi nulas referencias. Estamos asistiendo de forma privilegiada a un master en el arte de la propaganda. Todos empezamos a pensar, sin datos objetivos, que el CARMEL es un edificio de Madrid de la zona financiera. Creemos que el rascacielos Windsor se ha venido abajo por un error en unas obras dirigidas por el Ayuntamiento de Madrid para mejorar el Metro. Oímos la SER y deducimos responsabilidades de Gallardón. ¿No es increible? Gallardón es alcalde de Barcelona; es un inepto al pretender ahorrar en la construcción del suburbano para la Olimpiada y ha matado a miles de personas al hundirse un mal edificio. Propaganda, un arte...
¿Recuerdan el Prestige y el Nunca mais? ¿Recuerdan el No a la guerra? ¿Recuerdan lo del avión que se estrelló? ¿Conocen a Pilar Manjon o al peluquero de Aznar o al pariente en 5ª generación de Zaplana? ¿Y la campaña para el asalto al BBVA? La increible empresa que desarrolló estas campañas, premiadas con un gobierno de La Moncloa, nos ofrece su última creación, que acompaña dos campañas en una. El edificio Windsor sufre un incendio terrible. No se cae, no hay victimas y está asegurado. El Carmel es un barrio humilde destruido por un error de un Ayuntamiento al ahorrar en la construcción del Metro. ¿De que creen que se habla mas?
The Fine Art of Propaganda: "It is essential in a democratic society that young people and adults learn how to think, learn how to make up their minds. They must learn how to think independently, and they must learn how to think together."
Every day we are bombarded with one persuasive communication after another. These appeals persuade not through the give-and-take of argument and debate, but through the manipulation of symbols and of our most basic human emotions. For better or worse, ours is an age of propaganda.
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