viernes, febrero 25, 2005

Vivir y morir en London

No estoy pasando una buena época. Todo supone una suerte de flagelación que debo vivir humildemente. Hoy es cuando debo mirar de frente a todos mis hijos. Aquellos que me ponen a prueba por un secreto designio. Esos que me vienen de la mano de Dios.
Esos hijos que residen en mi carne. El rostro de Judas edifica mis dias. La soledad del traidor debe cumplirse pudorosa. Los fantasmas acosan los días mas turbios. Venid a mi. Traidores que serán dioses.
Nadie nos comprende, ni verá la razón del hombre cuando encuentren nuestros cadáveres, lentos y desmenuzados. Solo los débiles vemos tu rostro y nos hermanamos, por vagas madrugadas, en las paradas desiertas de autobus, en sociedad con las cuitas del perdido. ¿Que evitará mi amor por todos mis hijos? ¿Que mayor adoración a mi padre? Solo Judas fue un hijo completo. Consuela mi mano. Llena de mi propia sangre. Solo lo hago por todos vosotros.

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