domingo, abril 24, 2005

La soberbia y Hans

Hace años Hans se citaba con Ratzinger en un café de Roma. El nuevo Papa acudía en bici. Hans, siempre sin sotana, en un exclusivo AlfaRomeo. Un teólogo católico es aquel que gozando de la legítima libertad científica, investiga sobre el contenido de la Revelación –escritura y tradición– para penetrarlo y enseñarlo, haciéndolo más asequible al pueblo fiel; dentro de la fidelidad al magisterio de la Iglesia, a quien compete el deber de custodiar el depósito de la fe –doctrina y costumbres– recibido de los apóstoles. Hans Küng ha rebasado los límites siempre, en contradicción, en el dogma y en la moral, con la doctrina de la Iglesia, obligando a la Congregación para la Doctrina de la Fe a declarar que no puede ser considerado como teólogo católico y que no puede ejercer como tal el oficio de enseñar. Para jugar debes cumplir con las reglas. Küng machacó a Juan Pablo II, a quien calificó de retrógrado autoritario, acusándole de "cerrar las ventanas de la Iglesia" y de oponerse al diálogo, causando grandes males a la Iglesia. Llamó "gran inquisidor" al entonces cardenal Ratzinger. Hoy Hans tiene los cojonazos de dar 100 días de gracia para Benedicto XVI. El desacuerdo de Küng con el Magisterio viene de mucho antes.
Hans Küng (Suiza/1928) se licenció en filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En 1954 fue ordenado sacerdote. En 1957, se doctora en teología por la Sorbona de París y ya suscita reservas sobre su ortodoxia. En 1962, gracias a Juan XXIII es consultor del Concilio Vaticano II y da conferencias sobre la esencia del Concilio, pero la Catholic University of America de Washington ya le prohíbe que imparta clases en sus aulas. En 1963, en pleno Concilio Vaticano II, se incoa un proceso contra su libro Estructura de la Iglesia, y en 1965 es amonestado a causa de un informe negativo sobre el Concilio, en el que hoy tan insistentemente dice apoyarse. Es muy mala la soberbia.
Tras numerosos incidentes, a consecuencia de diversos libros que sigue publicando, en especial La Iglesia e ¿Infalible?, una pregunta, en 1975 la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, de la que era prefecto el cardenal Francisco Seper, publica una Declaración en la que puede verse que el tratamiento que la Congregación ha dado al problema no tiene nada que ver con la acusación de régimen inquisitorial que Küng y sus corifeos propinan a la Curia vaticana. En efecto, la Congregación hizo saber al autor las dificultades que encontró en las mismas, invitándole a que expusiera por escrito en qué modo sus opiniones no contradecían la doctrina católica. Ante la falta de respuesta, la Congregación ofreció al profesor Küng una nueva oportunidad de explicarse, mediante un coloquio. Küng no aceptó el ofrecimiento, pero en su respuesta no probó que sus opiniones no contradecían la doctrina católica.
En vista de ello, a fin de evitar la confusión de los fieles, la Congregación declaró que en las antedichas obras del profesor Küng se contienen opiniones que en diverso grado se oponen a la doctrina de la Iglesia católica, señalando los tres errores de mayor importancia. Primer error: La opinión del profesor Küng que "pone en duda el dogma de la infalibilidad" de la Iglesia en materia de fe y costumbres, "contradice la doctrina definida en el Concilio Vaticano I y confirmada en el Concilio Vaticano II". Segundo error: Küng contradice la doctrina según la cual los obispos en la Iglesia son "doctores auténticos, dotados de la autoridad de Cristo, que predican al pueblo a ellos confiado la fe que se ha de creer y aplicar a las costumbres". Tercer error: Según Küng en su libro La Iglesia, la Santa Misa "puede ser válidamente celebrada, al menos en caso de necesidad, por bautizados carentes del orden sacerdotal", contradice la doctrina de los concilios Lateranense IV y Vaticano II. A pesar de la gravedad de tales errores, en aquel entonces, 15 de febrero de 1975, la Sagrada Congregación, por mandato del Sumo Pontífice Pablo VI, decidió, "por ahora", advertir a Küng que no podía continuar enseñando tales opiniones, recordándole "que la autoridad de la Iglesia le concedió la licencia de enseñar Sagrada Teología en el espíritu de la doctrina de la Iglesia y no las opiniones que subvierten esta doctrina o la ponen en duda". Ahora se muestra decepcionado con la elección de Joseph Ratzinger, aunque opina que hay que darle una oportunidad. Gracias, notarra.

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