Me hace gracia ver como hasta los mas modernos y curtidos periodistas (pro-aborto, pro-condón, pro-eutanasia, pro-divorcio, pro-cura copulante, pro-mujer cura) tratan de adueñarse del atávico y milenario rito católico que implica la despedida de un Papa, un poderoso lider que dormia en el suelo en señal de mortificación y penitencia.
Angels e Hilario dejan el estudio de diseño y se trasladan penosamente a un hotel de 5 estrellas y con dietas a cubrir la noticia. Un final de papado de estas dimensiones tiene que ser suyo por cojones. Somos como el periodista de "las sandalias del pescador". Ponen hasta cara pía. Hoy todo es ponderación y cuidado con lo que se dice. El sabado, cuando la audiencia esté en el bote share-semanal, ya maldecirán su historia.
Karol Wojtyla, tras su periplo por la orfandad, seminarios clandestinos y canteras, fue consagrado obispo a los 38 años, en 1958. Dicen que, como pasa con Zapatero (1 dia de luto en una pais con millones de fieles), su vida no cambió. Siguió viviendo en su pequeño piso y desplazándose en bicicleta por la Cracovia. Me llamó la atención saber que mantenía sus sotanas raídas y sus zapatos gastados. Y ayer volvieron los zapatos... Ayer vistieron al Papa con unos zapatones rojos, gastados, llenos de filis y remaches. El lider que aglutinó mas fieles en el orbe no estrenó zapatos para su último paseo. Quiso, literalmente, sus zapatos de "proletario". Como Angels Barceló.
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