Un consumidor habitual de alcohol y cocaína, (desde hacía tiempo acudía a la Unidad de Conductas Adictivas de Elche) perpetró una masacre destrozando a martillazos a su mujer y dos hijos (de 6 y 2 años). No había antecedentes penales ni denuncias domesticas y su vida familiar era tranquila. Si estas afirmaciones se confirman, la incorporación de estos casos (como se hace siempre) a un expediente de violencia de género o domestica no ayuda a luchar contra ese problema. Hay que distinguir al asesino pasional, al bestia criminal, al enajenado, al asesino compulsivo, al ser violento. Este asesino (de esa palabra no hay duda) durante su periplo dejó herido de gravedad a uno de sus compañeros de juerga de un mazazo. Llevando esto al extremo, un tipo que esté enfadado con la familia y, conduciendo temerariamente, mate a todos en un accidente sería un maltratador y es solo un irresponsable. El maltratador obedece a una clara tipologia. Machaca al ser indefenso de continuo y lo quiere suyo. La violencia de género viene a ser un castigo continuado y lastimoso, abusando de la posición de dominio físico, mental y/o económico del agresor.
La existencia de un vinculo familiar entre los participes de este desastre solo nos lleva al parricidio, al crimen común, no al problema social específico del maltrato o violencia domestica, que es un problema de educación. La gestión de esta epidemia desarbolada es un absoluto descontrol. Recuerdo cuando en una visita a Caritas veía a un civil laico (un santo, por otra parte, que pasaba el día currando sin cobrar un duro. Allí solo cobraba la sobrina de la delegada socialista del gobierno) repartiendo condones a todo el mundo. Era su forma obsesa de arreglar el caos que veía. En la violencia de género se arregla todo persiguiendo varones que cometan crimenes y metiendolos en una estadistica gruesa, inflada, sin matiz. No es el método.
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