España es así. Los principales grupos son «Latin King», «Ñetas» y «Maras»-, que se agrupan en los «Salvatruchas» y «Calle 18» ó «K 18», extremadamente peligrosa con numerosas víctimas en su haber en su país de origen, El Salvador. Creadas por puertorriqueños -las dos primeras- y salvadoreños, respectivamente, dieron el salto a EE.UU. al calor de la inmigración y se propagaron por diversos países suramericanos -Ecuador, Colombia, Bolivia...- y centroamericanos -Honduras, Guatemala, República Dominicana...-, principalmente. En Madrid, Latina, Carabanchel, Tetuán, el distrito Centro y el distrito Fuencarral-El Pardo son algunas de las zonas en las que se mueven.Tambien la liaron en Barcelona y Gijón (Asturias). Hasta el momento, el cálculo realizado por las autoridades apunta a que hay alrededor de 400 jóvenes que, en mayor o menor medida, se relacionan con estos grupos o se consideran miembros de bandas. En España, empezó a hablarse de bandas latinas hace apenas un año, quizá algo antes. Son producto de las últimas corrientes migratorias: las estadísticas del Ministerio del Interior anuncian que la cifra de inmigrantes sudamericanos, y en especial ecuatorianos, va en alza en nuestro país. Las primeras bandas aparecieron en Madrid: en Lavapiés, los hijos adolescentes de los inmigrantes modestos se ataron a la cabeza un pañuelo amarillo, se pintaron en la camiseta una corona amarilla de tres puntas, se dejaron caer los tejanos, adoptaron el nombre de latin kings (como sus paisanos de Quito, Guayaquil o Nueva York, con quienes se mantienen en contacto a través de Internet) y salieron a tomar las calles. La policia, encantada con la politica migratoria socialista, dice que «cuando conseguimos que un joven abandone estos grupos, tenemos que cambiarlo de instituto, de barrio, de ciudad y, si hace falta, hasta de país.» Las palizas, dicen, son normales entre los miembros de las bandas. «Cuando uno se convierte en un latin king, hace un voto de obediencia y de respeto a sus tres principios básicos. Si los quebranta, recibe una paliza. Si provocan peleas, sacan malas notas o no pagan la cuota, también son apaleados.»
«Cuando salgo por la calle / Me juego la cabeza / Anda los putos reyes / Me miran como presa / Puto perro de mierda / Se creen de la realeza / Vestidos de rottweiler / Métele ñeque colega / Con la Ñeta no se juega/ Si te metes conmigo ya has marcado tu destino /».
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