sábado, noviembre 26, 2005

The Genius of Robert Walser

Con mi trabajo se conoce a gente muy famosa, de reconocido prestigio artistico. Mi trabajo es desmitificador. Percibes en primerisima persona el derrumbe de cualquier leyenda. Son gente que gestionó de forma mas o menos afortunada su talento y todo resulta terriblemente dudoso. Son seres pendientes de un hilo. Por el contrario, accedes a seres anonimos y oscuros; autenticos hitos al infortunio. Genios abandonados a si mismos, abducidos por su obra y una vida amputada por sus mismas manos. Walser vive en Madrid, en Barcelona, en Sofia y Coruña, en Londres e Ibiza. Estos dias Siruela presenta su primer tomo de una serie de tres sobre los inmensos cuadernos (traducidos penosamente ante semejante monumento minimalista), folios poblados de letra diminuta, avergonzada de existir, tratando de comprenderse a si mismo con la sintesis que representa un solo folio. Son las 526 hojas en letra gótica microscópica que la hermana de Walser había entregado a su albacea Carl Seelig en una caja de zapatos. Walser había escrito ésta y otras hojas entre 1924 y 1933, la mayoría antes de su reclusión psiquiátrica, y algunas ya ingresado en el sanatorio de Waldau; ninguna, sin embargo, a partir de su traslado forzoso al manicomio de Herisau, donde permaneció los últimos 24 años de su vida. Seelig consideró "una escritura secreta indescifrable" lo que Walser había escrito a lápiz sobre un soporte de tamaño y calidad diversos.
Ejemplo de su microescritura.
On Christmas Day, 1956, the police of the town of Herisau in eastern Switzerland were called out: children had stumbled upon the body of a man, frozen to death, in a snowy field. Arriving at the scene, the police took photographs and had the body removed.
The dead man was easily identified: Robert Walser, aged seventy-eight, missing from a local mental hospital. In his earlier years Walser had won something of a reputation, in Switzerland and even in Germany, as a writer. Some of his books were still in print; there had even been a biography of him published. During a quarter of a century in mental institutions, however, his own writing had dried up. Long country walks—like the one on which he had died—had been his main recreation.
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En el mundo, nos dice Walser, es muy difícil no ser rico o mendigo, cuerdo o loco. La inteligencia y la libertad de pensamiento forman una barrera demasiado frágil entre la miseria y la alienación. Rober Walser nunca tuvo mucho éxito en vida (a pesar del entusiasmo de lectores como Kafka, Walter Benajmin o Elías Canetti) y hoy, mientras lo publican en editoriales de lujo como Siruela, bien encuadernados, algunos pagamos con gusto el alto precio de sus libros para leer sus relatos de hombre libre. Pero él murió congelado, cubierto de nieve como una pálida película de la angustia que le había hecho vivir en un sanatorio mental durante los últimos años de su vida.

El bosque (lapeitx) El paseo - (lapeitx) Robert Walser, César Vargas (Casa del Tiempo) Robert Walser, José Morella (espacioluke.com) La muerte por la nieve, María do Cebreiro Rábade Villar (cdecritica.com) Ciudades de la imaginación, Nicolás Gelormini Menos que cero, Alan Pauls (radar) Archiv Robert Walser El ayudante, Lola Mayo (elciervo.es) Jakob von Gunten, Antonio Campoy Martínez (invierno en panama)

Muerte de Walser, en el transcurso solitario de uno de sus paseos.

Aunque es de gran valor el homenaje que brinda a su figura Vila-Matas en la obra Doctor Pasavento, resulta imprescindible leer PASEOS CON ROBERT WALSER; Carl Seelig Libros del Tiempo nº 120. Son las notas de Carl Seelig sobre sus Paseos con Robert Walser y no tienen equivalente en la historia de la literatura. Retratan a alguien que ha enmudecido, un poeta que «tuvo el tacto suficiente como para apearse de la vida». Al cumplir los cincuenta años, Walser deja de escribir y se contenta con su vida de paciente de un sanatorio mental. Carl Seelig, que quería ayudarle a él y a su obra, en apariencia condenada al fracaso, visita regularmente a Walser en el sanatorio, y durante veinte años «se les autoriza a salir a pasear». Las notas relativas a estos paseos son inusuales, pues Seelig pone su escritura al servicio de la transmisión de las auténticas palabras de Robert Walser. Nadie sabe si este paciente está enfermo, pero, en cualquier caso, es sabio. Sus conocimientos de literatura son inmensos; sus manifestaciones dan como resultado la poética de su propia obra; sus juicios políticos son certeros y enigmáticos. Walser pasea con Seelig por el paisaje de Appenzell y por la noche regresa al manicomio. Pero de esta tragedia brota el consuelo de este libro: «Sin amor el hombre está perdido». La edición reproduce seis fotografías realizadas por Carl Seelig a Robert Walser.

ESCRITO A LÁPIZ. MICROGRAMAS I (1924-1925) Robert WalserEdición de Bernhard Echtey Werner MorlangTraducción de Juande Sola LlovetMadrid. Siruela, 2005. 338 páginas. 16,90 euros.

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