domingo, junio 08, 2008

Nothing to tell

Tras mis lloros, atenuados por la riña que me propina Pascal Bruckner en La tentación de la inocencia, atendieron parte de mis ruegos editores perspicaces. Reeditaron al gran Jacques Barzun y me lo compré (Del amanecer a la decadencia, gracia Taurus). Reeditan al mejor Richard Tarnas y me lo compré (The passion of the western mind, gracias Atalanta). Publica de nuevo Bruckner y me lo compré (La tirania de la penitencia) así como Paul Johnson (Creadores), pero no me ayudan con sus libros agotados. Charlamos de cosas que otros hablan. Tenemos una vida prestada. Leer y correr (el cine está acabado) constituyen el contenido de semejante penosidad ontológica. 

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