jueves, abril 01, 2010

Comprar nuevo libro: Historia de Europa de TCW Blanning

Reseñando el último libro de Bernanrd Wasserstein, Barbarie y civilización, van y me recomiendan este otro libro de Blanning.
Se han escrito muchas Historias de Europa. La mejor, desde mi punto de vista, es la colección Historia de Europa, Oxford, que editó T. C. W. Blanning y que en nuestro país publicó la editorial Crítica. Ciertamente, la idea europea, no pasa hoy por su mejor momento, pero sigue flotando, entre los muchos problemas que abruman a la Unión Europea, el viejo sueño del papel de faro cultural del mundo que tuvo el Viejo Continente desde la ya tan lejana ilusión imperial carolingia.
La Historia de Europa siempre ha sido la de la dialéctica entre civilización y barbarie. Los proyectos racionalistas del erasmismo o de la Ilustración se han conjugado históricamente con siniestras experiencias de intolerancia inquisitorial y despotismo estatal. Europa ha sido un laboratorio de situaciones controvertidas, con el reto añadido de servir de constante referencia y de pauta a los demás continentes. Las contradicciones entre sueños y realidades se han puesto especialmente de manifiesto en el siglo XX, etapa histórica a la que se han dedicado no pocos estudios globales (Hobsbawm, Mazower, Vinen, Joll...).
Rupturas y tensiones. El libro de Bernard Wasserstein, profesor de Historia en la Universidad de Chicago, constituye una nueva y excelente aportación al respecto. El autor adscribe «nuestro tiempo» al «corto siglo XX» que empezaría, según él, en 1914 y acabaría en los albores del siglo XXI, con los conflictos subsiguientes a la caída del comunismo. Europa, para Wasserstein, en buena parte del siglo XX, no ha sido sino una ficción.
Nadie puede negar, en verdad, la trascendencia rupturista que tuvo la Primera Guerra Mundial, que sirve de hito inicial del volumen, pero también es evidente que había habido ya muchas rupturas antes de la guerra, empezando por el arte, con el surgimiento de los «ismos» entre 1905 y 1912, y acabando con las grandes innovaciones tecnológicas de finales del siglo XIX. Las tensiones sociales y políticas en la transición de los dos siglos XIX y XX marcaron el horizonte de previsiones fatalistas mucho antes de la guerra (Kavafis, Durkheim, Weber...). Las tristezas del siglo XX empiezan antes de la guerra de 1914.
Los historiadores han variado a la hora de atribuirle una nota distintiva a la Historia de Europa en el siglo XX. Eric Hobsbawm lo etiquetó como «la era de los contrastes», de la polarización entre fascismo y democracia. Mark Mazower encontró el distintivo de la «Europa negra», es decir, la Europa de las vergüenzas. Richard Vinen renuncia a la interpretación global y se detiene en la «Europa de los fragmentos». Por su parte, Bernard Wasserstein ha apostado por la Europa ambivalente que mezcla barbarie y progreso. El nacionalismo será la fuerza más negativa del siglo, a su juicio. No es la lucha de clases el eje de los conflictos sino el problema identitario étnico. La guerra, según este historiador, ha sido la realidad sangrante más visible del siglo XX. Su coste demográfico es bien conocido: doce millones de muertos en la Primera Guerra Mundial, cerca de un millón en la guerra civil rusa, medio millón de muertos en la Guerra Civil española, cincuenta y cinco millones en la Segunda Guerra Mundial.
La Primera Guerra Mundial daría paso a la Europa revolucionaria de 1917-1921, ésta a la «recuperación de la burguesía» de 1921 a 1929, antesala de la «depresión y el terror» entre 1929 y 1936, y pórtico, a su vez, de la espiral hacia la guerra, que tendrá a un Hitler triunfante de 1939 a 1942, y en proceso hacia la derrota de 1942-1945. El autor del ensayo desbroza magistralmente la partición de Europa de 1945 a 1949, la recuperación de Europa occidental, paralela a la escalada estalinista y las tensiones en la Europa liberal desde 1960, mientras se desarrolla el proceso de crisis del comunismo que desembocaría en su derrumbamiento de 1985 a 1991.
En el libro ni se idealiza el régimen liberal ni se estigmatiza el régimen comunista. La Europa del nuevo milenio, que se apunta al final del trabajo, refleja la conciencia de una cierta devaluación del papel del Viejo Continente en el mundo, al mismo tiempo que la reducción de las diferencias intraeuropeas, un declive demográfico pese a la inyección alternativa de la inmigración, la liberalización de las conductas sexuales, el debilitamiento del socialismo como ideología, la revolución de las comunicaciones, los cambios en el sistema educativo, la apertura en la era del ocio y los nuevos valores en la era postcristiana.
La conclusión es más bien fatalista. Europa es el testimonio de que el progreso comporta la necesidad de cubrir con un manto los males que engendra. Se echa de menos en el balance final un análisis más profundo del terrorismo islamista y de los problemas que tiene hoy la Unión Europea. No obstante, en definitiva, se trata de un libro muy útil como reflexión general.
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