Agassi y Graff |
Hay gente escogida para señalar un tiempo. Gente que siempre capitanea su vida, gobernando hasta los mas terribles fracasos. André Agassi es uno de esos iconos que sobrevive a una calvicie terrorífica, un divorcio con la novia de América y el paso del tiempo en forma de 35 años llenos de lesiones y agotamiento. André ha sonreído en las derrotas y su boda con la Graff ha sido un éxito cuando en cualquier otro caso las risas llegarían hasta aquí. Su emblemática melena oxigenada con jeans prohibidos no ha sufrido ese tránsito hacia la brillante alopecia de un padre dedicado. Todo ha parecido sencillo.
Mary Pierce |
Otros seres, como Mary Pierce, siempre han reflejado el sufrimiento de un oficio con un glamour de sostenimiento delicado. Mary era maltratada por su padre yankee, que humillaba en público sus errores de tenista adolescente. Era el bollito de escote generoso que los francesitos necesitaban para reflotar un torneo que solo encontraba representación gala en un chaval negro muy cachondo, un rasta con muñequeras de Camerun.
Mary no soportó la adopción masiva de sus compatriotas y se metió en el gimnasio. No se sabe que la llevo a esa obesidad impropia de un tenista. La medicación, la bulimia de la presión, la obsesión por las pesas. La vedette devino vacaburra y sufría en sus lumbares la ciática, los desgarros en los muslos copiosos. Mary ha jugado este año 2 finales de Grand Slam y ha perdido ambas. Ha abrazado a la otra gorda, una belga fatigosa. Sabe perder empaticamente. Ya no es la pena derrotada. Casi la quiero. Siendo francesa y todo.
Mary no soportó la adopción masiva de sus compatriotas y se metió en el gimnasio. No se sabe que la llevo a esa obesidad impropia de un tenista. La medicación, la bulimia de la presión, la obsesión por las pesas. La vedette devino vacaburra y sufría en sus lumbares la ciática, los desgarros en los muslos copiosos. Mary ha jugado este año 2 finales de Grand Slam y ha perdido ambas. Ha abrazado a la otra gorda, una belga fatigosa. Sabe perder empaticamente. Ya no es la pena derrotada. Casi la quiero. Siendo francesa y todo.
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