domingo, noviembre 12, 2006

Verdad incomoda vs Bjorn Lomborg

Bjorn Lomborg

Llaman gore al documental perpetrado por el ex vicepresidente norteamericano Al Gore. Los críticos (son los menos) llaman pseudodocumental científico o documental por pretender advertir sobre los terribles efectos del cambio climático para el futuro de la Tierra bajo el provocador título de Una verdad incómoda.
Es facil la postura de los movimientos ecologistas, tomando docenas de decisiones de tremendo calado mientras de forma acrítica se leen boletines de Greenpeace y las soflamas (muchas justificadas) de Earth First o se ven los documentales de Al Gore pero no se estudia a Bjorn Lomborg, a Patrick Michaels, a Patrick Moore y a otras voces críticas del ecologismo.
Los que cientificamente cuestionan eso, sufren la conspiración de silencio de sus colegas y se ven obligados a buscar foros alternativos para transmitir su opinión, aun enfrentándose al estamento académico que los ha educado y que no pueden evitar venerar (¿se acuerdan de Lomborg?) El propio Bjorn Lomborg lo confesaba un día en Copenhague:
"Sé que hay legiones de científicos que piensan como yo, pero nadie quiere arriesgarse a que le inscriban en las filas de la derecha intelectual por criticar a los ecologistas. Necesitan un Lomborg, pero no quieren ser ellos. Ecologistas deciden, por ejemplo, denegar el acceso a toneladas de maíz transgénico a países con terroríficas hambrunas, o evitar la construcción de centrales térmicas en territorios del planeta aquejados de un doloso déficit energético. 
Prefieren renunciar a la energía nuclear y cercenar así las posibilidades de desarrollo de muchos pueblos. Conducen a la ruina a miles de negocios familiares por considerar acríticamente que la agricultura intensiva es un atentado contra el medio ambiente costero. Prohíben el uso del DDT en el combate contra la malaria... para desdecirse 40 años y varios millones de muertos después."

Bjorn Lomborg no  niega la delicada situación en ciertas materias y en muy deteminados paises (hola, China) pero ataca las políticas de gasto, desmonta el negocio que otorga extrañas prioridades asistemáticas y es perseguido hasta la agresión física. Existe el fundamentalismo, el fanatismo ecologista.
"En los noventa yo era el prototipo perfecto del activista urbano -recuerda-. No salía pintado de cebra a ningún lado, pero escribía cartas a los diarios alertando que el mundo estaba al borde del desastre y, por supuesto, tenía pegado en mi cuarto un póster con la frase: «Solamente cuando se haya talado el último árbol, contaminado el último río y pescado el último pez, el hombre se dará cuenta de que no se puede comer el dinero»."

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