domingo, marzo 28, 2010

Armit, de nuevo: The Quantum Activist

The Quantum Activist : Dr. Amit Goswami Movie Trailer from BlueDot Productions on Vimeo.

San Isidro 2010

FERIA DE SAN ISIDRO
  • Jueves 6 de mayo. Toros de Salvador Domecq para Curro Díaz, Juan Bautista y Eduardo Gallo.
  • Viernes 7 de mayo. Toros de José Luis Pereda para Leandro, Iván Fandiño y Morenito de Aranda.
  • Sábado 8 de mayo. Toros de Antonio Bañuelos para Uceda Leal, El Capea y Javier Cortés (confirmación de alternativa).
  • Domingo 9 de mayo. Toros Dolores Aguirre para Rafaelillo, Joselillo y Fernando Cruz.
  • Lunes 10 de mayo. Novillos de Carmen Segovia para Thomas Jouber, Juan del Álamo y Miguel de Pablo.
  • Martes 11 de mayo. Toros de Martelilla para Miguel Abellán, César Jiménez y Arturo Macías (confirmación de alternativa).
  • Miércoles 12 de mayo. Toros de Luis Terrón para Rui Fernandes, Andy Cartagena y Leonardo Hernández.
  • Jueves 13 de mayo. Toros de Parladé para Diego Urdiales, Matías Tejela y José Manuel Más (alternativa).
  • Viernes 14 de mayo. Toros de Alcurrucén para Uceda Leal, El Cid y Miguel Tendero.
  • Sábado 15 de mayo. Toros de Garcigrande para El Juli, Sebastián Castella y Daniel Luque.
  • Domingo 16 de mayo. Toros de Los Bayones para Gabriel Picazo, Emilio de Justo e Israel Lancho.
  • Lunes 17 de mayo. Novillos de Moreno Silva para Paco Chaves, Miguel Hidalgo y Antonio Rosales.
  • Martes 18 de mayo. Toros de Puerto San Lorenzo para El Cid, Sebastián Castella y Rubén Pinar.
  • Miércoles 19 de mayo. Un toro de Luis Terrón para rejones y seis de Núñez del Cuvillo para Moura hijo, José María Manzanares, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante.
  • Jueves 20 de mayo. Toros Baltasar Ibán para Eugenio de Mora, Serafín Marín y Luis Bolívar.
  • Viernes 21 de mayo. Toros de Juan Pedro Domecq para Julio Aparicio, Morante de la Puebla y José María Manzanares.
  • Sábado 22 de mayo. Toros de Flores Tassara para Sergio Vegas, Diego Ventura y Álvaro Montes.
  • Domingo 23 de mayo. Toros Cuadri para López Chaves, David Mora y Salvador Cortés.
  • Lunes 24 de mayo. Novillos de Guadaira para Luis Miguel Casares, Arturo Saldívar y Cristian Escribano.
  • Martes 25 de mayo. Corrida de la Prensa. Toros de distintas ganaderías para El Juli, Miguel Ángel Perera y Cayetano.
  • Miércoles 26 de mayo. Toros de Samuel Flores para Juan José Padilla, Luis Miguel Encabo e Iván García.
  • Jueves 27 de mayo. Toros Javier Pérez Tabernero para El Fundi, Sergio Aguilar y Luis Bolívar.
  • Viernes 28 de mayo. Toros de Palha para Fernando Robleño, Jesus Millán y Francisco Javier Corpas.
  • Sábado 29 de mayo. Toros de Adolfo Martín para El Fundi, Javier Valverde y Rafaelillo.
  • Domingo 30 de mayo. Toros de Los Espartales para Sergio Galán, Diego Ventura y Leonardo Hernández.

FERIA DEL ANIVERSARIO

  • Lunes 31 de mayo. Toros de Valdefresno para Diego Urdiales, Miguel Tendero y Rubén Pinar.
  • Martes 1 de junio. Toros de El Vellosino para Juan Mora, Javier Conde y Curro Díaz.
  • Miércoles 2 de junio. Beneficencia. Toros de Núñez del Cuvillo para Morante de la Puebla, Cayetano y Daniel Luque.
  • Jueves 3 de junio. Toros Victoriano del Río para El Fundi, José Tomás y Sebastián Castella.
  • Viernes 4 de junio. Toros de La Palmosilla para Julio Aparicio, El Fandi y Matías Tejela.
  • Sábado 5 de junio. Toros de El Cortijillo para Miguel Abellán, Juan Bautista y Arturo Macías.
  • Domingo 6 de junio. Toros de Fermín Bohórquez para Andy Cartagena, Diego Ventura y Manuel Lupi (confirmación).
  • Sábado 12 de junio. Toros de El Ventorrillo para Manolo Sánchez, José Tomás y Alejandro Talavante.

Los Escritores secretos

Copiado de Algun día en alguna parte.
Texto: Héctor Abad Faciolince. Babelia. El Pais.com. 20/03/2010.
La muerte de J. D. Salinger ha puesto de moda el tema de los artistas que evitan cualquier contacto con el público, bien sea en persona o a través de los medios de comunicación. Se hacen listas: Pynchon, que no habla en televisión; Joseph Beuys, que se envolvía en sábanas para que nadie lo viera; Philip Roth, que se precia de no haber sonreído jamás en una foto. De todos los esquivos que en el mundo han sido, ninguno me fascina tanto como Amedeo Furst. De Furst me habló por primera vez Santiago Gamboa, hace ya mucho tiempo, y me hizo jurar que no revelaría su secreto. Hoy rompo mi palabra, porque conviene que se sepa de él. Amedeo Furst es un gran autor del Cantón Ticino y un artista de tan extrema discreción que no sólo no ha sido fotografiado nunca, sino que nadie lo ha visto jamás. Su caso es tan especial, y llega tan lejos su discreción, que nunca ha querido publicar ningún libro, porque no sólo no quiere que lo vean, sino que tampoco quiere que lo lean, pues para él escribir no es más que una forma sutil de exhibicionismo, en el que incluye incluso a aquellos escritores que, aunque no se dejen ver, cometen la desvergüenza de publicar. Ustedes se preguntarán cómo se ha tenido noticia de las tesis de Furst, o de su nacionalidad, e incluso de su nombre, si nunca las ha escrito ni expuesto de viva voz. Yo también me lo pregunto. En realidad hay quienes sostienen que sus libros sí existen y que son magníficos, pero que nadie está seguro de cuáles son, pues suele publicarlos en editoriales menores y bajo nombres absolutamente anodinos, en oscuros idiomas que muy pocos entienden, como el muinane y el vasco. A mí esto no me consta. Los escritores secretos, en realidad, tienen un modelo importante: el más grande de todos los escritores invisibles es Dios. El Espíritu Santo ha dictado, al oído de apóstoles y profetas, algunos de los más sugestivos textos literarios: versículos del Nuevo Testamento, proverbios de los Salmos, profecías de los mayas, versos del Cantar de los Cantares, suras del Corán… ¿Y quién lo ha visto nunca? Nadie, porque el Altísimo no se deja ver y, en sentido estricto, ni siquiera tiene nombre. Dios es tan famoso, y vive en boca de todo el mundo, tanto de devotos como de detractores, gracias precisamente a su invisibilidad. Los escritores que no se dejan ver se quieren volver invisibles, como Dios, y como Él hablar solamente a través de la Palabra. No hay culto más puro y más profundo que el culto por aquello que no se conoce. Un rostro humano, indudablemente, humaniza. No tener cara ni cuerpo, en cambio, en cierto sentido diviniza. Muchos adoran a los grandes escritores escurridizos, a esos que, de algún modo, viven bajo el burka del anonimato sin rostro, como esas bellas imágenes de Mahoma velado. El mecanismo psicológico de su idolatría, si uno lo piensa bien, es bastante elemental: cuando un escritor, un intelectual, no se siente suficientemente reconocido por los medios, cuando le parece que no hay correspondencia entre la popularidad de unos mediocres y la propia oscuridad (siendo él un genio comparado con tantos deficientes mentales), entonces su predilección, y más aún su devoción, se concentra en esos escritores que, pudiendo ser célebres, se resisten a cualquier aparición mediática, y se esconden en una austera intimidad, rechazando los premios, odiando la televisión, los periódicos, las entrevistas y en general cualquier aparición pública. “Ése sí es un tipo digno, pulcro, discreto; no como otros…”, recalcan los artistas oscuros e incomprendidos. En aquellos que a pesar de ser célebres no se dejan celebrar está su desquite. Aunque éstos sean invisibles voluntarios, los invisibles involuntarios se sienten vengados por los famosos escurridizos. -

Planes para mañana: mi último filmete

martes, marzo 23, 2010

Una mala tarde...

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La izquierda y Borges o como no entender a un tio listo

23 de Marzo de 2010 - 14:04:14 - Mario Noya
Una de las sorpresas que me llevé cuando llegué a España hace más de treinta años fue la afición de la izquierda por Jorge Luis Borges. "Todos somos borgianos", me dijo a comienzos de los ochenta Ernest Lluch. (...) En su última conversación con Julia Otero en Onda Cero, Smiley declaró su predilección por Borges, y añadió que también Obama admira al escritor argentino. ¿Qué les pasa a los progresistas con Borges? Dirá usted: no les pasa nada, porque a Borges, con razón, lo aprecia gente de toda propensión ideológica. Es verdad, pero no deja de ser llamativo que la devoción que le profesan los izquierdistas esté tan extendida, situándose Borges en las antípodas del progresismo.
El profesor Martín Krause, de la escuela de negocios porteña Eseade, que ha trabajado el pensamiento político de Borges, me apunta que se acerca más al liberalismo que a otra cosa: se decía anarquista pero no aborrecía toda norma, aunque sí creía que el Estado era el problema de nuestro tiempo. Sus ideas, empero, no aparecen claras en la ficción o en la poesía, y no demasiado en la prosa: sólo son patentes en algunos diálogos, porque los periodistas a menudo le preguntaban sobre temas políticos y de actualidad. Se declaró spenceriano, pero esto es menos nítido de lo que parece porque Herbert Spencer unió a sus incuestionables postulados liberales una inquina contra la propiedad privada de la tierra, error por otra parte típico del liberalismo decimonónico. Sobre esto añade Krause que a la izquierda le gusta más la literatura fantástica de Borges, porque en sus páginas históricas, ensayísticas o gauchescas hay vetas más conservadoras. Todo esto es muy interesante y está lejos de mí la pretensión de zanjarlo aquí, pero tengo una conjetura. Borges era un hombre de principios, y si creía que había que apoyar a Pinochet a cambio de perder el premio Nobel, lo hacía. Además era austero, elitista y fabulador. Smiley tiene tales ingredientes, aunque mezclados lamentablemente de modo distinto: fabula con que tiene principios, es austero e integra una valiosa elite de amigos de la humanidad.
Carlos Rodríguez Braun, "A Smiley le gusta Borges", en La Razón del 10 de abril de 2009 y en los Panfletos liberales II, de marzo de 2010. Habrá que volver a entrevistarle.
***
Borges y la izquierda
Sobre el comunismo, dice: "A la gente le gusta, porque les da un carácter y un grupo de amigos. En cuanto a las opiniones, también las dan desde Moscú, y como esas opiniones cambian según los momentos, nadie se aburre".
Adolfo Bioy Casares, Borges; entrada del 1-I-1955.
Dice que odia tanto a los soviéticos que no puede concederles pensamiento o previsión: los imagina como dragones o demonios, que hacen el mal sin saber por qué, de puro estúpidos.
Ob., cit.; entrada correspondiente al 10-X-1956.
En Estados Unidos se espera que uno sea partidario de los indios, que hable mal del país y que sea comunista. Cuando me niego a estas tonterías, a veces defraudo a los que me escuchan.
En una entrevista con Carlos Alberto Montaner recogida en Montaner, De la literatura considerada como una forma de urticaria, Playor, Madrid, 1980.

domingo, marzo 21, 2010

Muere Margaret Moth - Fearless - CNN Camerawoman

Obituario
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viernes, marzo 19, 2010

Cuartos de Champions. Esto se anima.

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jueves, marzo 18, 2010

Sadie West, nuevos talentos

Las hijas de Edward Darley Boit, 1882, John Singer Sargent

Que grande la visita de las primas de Las meninas a El Prado.

Santiago Carrillo y la memoria selectiva



«Decálogo del joven socialista», un texto de 1934 de Santiago Carrillo.

Su decálogo, recogido en el Blog de Antonio Manuel Barragán-Lancharro:

1. Los jóvenes socialistas deben acostumbrarse a las movilizaciones rápidas, formando militarmente de tres en fondo.
2. Cada nueve (tres filas de tres) formarán la década, añadiéndole un jefe, que marchará al lado izquierdo.
3. Hay que saludar con el brazo en alto -vertical- y el puño cerrado, que es un signo de hombría y virilidad. (Cáspita, homofobia.)
4. Es necesario manifestarse en todas partes, aprovechando todos los momentos, no despreciando ninguna ocasión. Manifestarse militarmente para que todas nuestras actuaciones lleven por delante una atmósfera de miedo o de respeto.
5. Cada joven socialista, en el momento de la acción, debe considerarse el ombligo del mundo y obrar como si de él y solamente él depende la victoria.
6. Solamente debe ayudar a su compañero cuando éste ya no se baste a ayudarse por sí solo.
7. Ha de acostumbrarse a pensar que en los momentos revolucionarios la democracia interna en la organización en un estorbo. El jefe superior debe ser ciegamente obedecido, como asimismo el jefe de cada grupo. (Esto parece una fórmula fascista.)
8. La única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro en que el socialismo sólo puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor, consciente o inconscientemente.
9. Cada día, un esfuerzo nuevo, en la creencia de que al día siguiente puede sonar la hora de la revolución.
10. Y sobre todo esto: armarse. Como sea, donde sea y "por los procedimientos que sean". Armarse. Consigna: Ármate tú, al concluir arma si puedes al vecino, mientras haces todo lo posible por desarmar a un enemigo.
Si estas consignas, publicadas en febrero de 1934, tres meses después de la victoria de la derecha pacífica en las elecciones parlamentarias y ocho meses antes de la Revolución de Octubre, las hubiese firmado por ejemplo el cardenal Segura, el juez Garzón lo habría procesado por genocidio.

miércoles, marzo 10, 2010

Idries: El Camino Del Sufi

Idries El Camino Del Sufi

Burton el explorador

Leo estos días la biografia editada por Siruela de Sir Richard Francis Burton (1821-1890). Se trata del explorador, orientalista, traductor, místico y escritor que descubrió el nacimiento del Nilo. Para mí ese hecho carece de importancia en comparación con el resto de su aventura en este mundo. Nada le era ajeno y pasaba inadvertido en cada lugar lejano en que se perdía. Llegó a conocer mas de 25 lenguas y fué el segundo occidental que, disfrazado de arabe, concluyó la peregrinación a La Meca. Se preparó tan minuciosamente para la tarea con estudio y práctica, que se hizo circuncidar para reducir más el riesgo de ser descubierto. Hizo una expedición a Harar, la capital Somalí, en la que no había entrado ningún europeo (de hecho había una profecía que decía que la ciudad entraría en decadencia si un cristiano era admitido en su interior). Tambien en el caso del Tanganyika, Burton fue el primer europeo que vio el lago. Dicen que se follaba hasta las amapolas. Un hombre valiente que hasta en eso devoraba la vida.
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domingo, marzo 07, 2010

Placebo y nocebo: la mente cura y mata

Placebo y nocebo: la mente cura y mata

Alicia en ABC Cultural, estupendo.

¿Para qué sirven los libros sin ilustraciones?, pregunta Alicia al principio de la novela. A Alicia no le gustan los «grandes libros» profundos, moralistas y secos que lee su hermana: ella quiere imágenes, quiere ver. ¿Será esta la primera (aunque ciertamente no la última) razón de la fascinación que sigue ejerciendo sobre nosotros? A Alicia le hubieran encantado el cine, la televisión, los ordenadores. Carroll, su creador, no lo olvidemos, era un apasionado de la fotografía. Quizá por eso entendía la literatura como un arte de imágenes. Y de juegos de palabras. Y de lógica. Pero sobre todo de imágenes.
El mundo victoriano creó el mito de la «tarde orlada de oro», un mundo idílico, perfecto, delicado, perfumado, maravilloso, inocente, romántico, melancólico y con un cierto olor, por debajo de las muselinas y las rosas de té, a agua estancada. Un mundo de imágenes bidimensionales. Un mundo de estampas que jamás existió, pero en el que todos deseamos creer. En la época de la locomotora, los victorianos evocan al rey Arturo.
Alma sin alma. Alicia en el País de las Maravillas es una de las creaciones más mágicas y deliciosas de esa época fabulosamente reprimida y mitófaga, pero es, al mismo tiempo, su curioso reverso tenebroso. Sería difícil encontrar en toda la literatura universal un libro que sea, al mismo tiempo, tan luminoso y tan oscuro, tan divertido y tan siniestro. Sería difícil encontrar un libro que tanto se diferencie de sí mismo, que se deconstruya a sí mismo con tanta saña. Nada más empezar la obra, después de renegar de los libros sin imágenes, Alicia se hunde en el inframundo. Allí es donde viven esas sombras a las que Virgilio llama «imago», y que en su latín significa algo así como «fantasma». «Vagaré como una imagen», dice Dido, sabiéndose condenada al infierno. Una imagen, un espíritu errante, un alma sin alma. El inframundo de Alicia está poblado de conejitos blancos, de dodos, de gatos que sonríen, de tea parties, de jardines de rosas. Pero a pesar del aspecto encantador de estos paisajes de cuento infantil, este Wonderland es en realidad el infierno. El Bosco inventó un «infierno musical» en su célebre tríptico de El Jardín de las Delicias. Carroll inventa un infierno de las imágenes.
El Electrodist Project, un grupo de artistas de inspiración situacionista, ha creado un vídeo llamado Alicia... o ¿quién es Guy Debord? que reproduce la película de Walt Disney con una nueva banda sonora. En esta versión, que los intrépidos situacionistas colocaban discretamente en videoclubs para que los consumidores la llevaran a su casa creyendo que iban a ver la inocua película original, Alicia se pasa toda la película buscando a Guy Debord y comentando pasajes de La sociedad del espectáculo. El resultado podría parecer pedante, pero lo cierto es que resulta increíblemente divertido.
Cuchillo ensangrentado. El elemento siniestro e inquietante de Alicia en el País de las Maravillas aparece ya en su primera versión cinematográfica de 1903. Cabe preguntarse por qué la obra de Carroll, el cuento más onírico y «fantástico» de todos, y también el menos carnal y sangriento, posee esa capacidad de evocar el misterio y el terror. En el videojuego American McGee´s Alice, Alicia es una adolescente con mirada de asesina que se mueve por sombríos subterráneos con un cuchillo ensangrentado en la mano. En la versión teatral de Lindsay Kemp, el conejo (que suele ser el heraldo del horror ctónico) aparecía transformado en un horrible esqueleto. Alicia no perdía por eso su sonrisa. La mejor de las versiones cinematográficas, la del animador checo Jan Svankmajer, es una película sin música que describe un mundo hostil de objetos vivientes, de mecanismos, de autómatas, de ruidos, de habitaciones viejas y polvorientas, en medio de los cuales una niña, la encantadora Kristýna Kohoutová, intenta sobrevivir escondiéndose en los rincones y observando a hurtadillas. También es muy interesante la versión en blanco y negro que dirigió en 1966 Jonathan Miller para la BBC, muy poco florida, sin apenas efectos especiales (y tanto más eficaz y misteriosa por esa razón), en la que Alicia es una adolescente de gesto hostil y mirada enigmática y sensual. Y se aburre.
Sí, el hecho es que Alicia va al país de los sueños y se aburre. ¡Es el colmo! Su emoción preponderante no es el miedo de los niños, sino el hastío de la adolescencia. Pero su aburrimiento puede también tener una lectura feminista. Ya que Alicia es una mujer en un mundo de personajes masculinos que la agotan con su lógica absurda, con sus monólogos desquiciantes, con su deseo obsesivo de tener razón. Alicia no entra dentro de ningún arquetipo femenino de la época: no es ni una mujer-ángel ni tampoco una belle dame sans merci, no es ni la sílfide ni el vampiro, no es ni la mujer abnegada ni la mujer cruel. Se define sobre todo por su inteligencia. Es una señorita bien educada y algo estirada, pero lo cuestiona todo y no acepta ninguna tontería.
El propio yo. Alicia, poema cuántico en el que, como en el Parsifal de Wagner, «el tiempo se convierte en espacio». Fábula protofeminista. Repertorio de rimas sin sentido y de geniales asaltos a la lógica. Fantasía llena de rabiosos ecos de nuestro mundo, como ese conejo blanco que va encadenado a su reloj y cuya obsesión es no llegar tarde. ¡No llegar tarde en el dreamtime! ¡No llegar tarde en un sueño! Repertorio de imágenes estremecedoras, como la de la niña encerrada en una habitación de la que no puede salir porque es demasiado grande o demasiado pequeña, una habitación que es el propio cuerpo, el propio yo. A través del ojo de una cerradura, Alicia ve un jardín maravilloso. Pero no puede llegar a él. Y entonces se pone a llorar, y sus lágrimas forman un mar. Y en ese mar de lágrimas flotan todo tipo de animales. ¿Quién no ha mirado alguna vez con ardiente nostalgia por ese ojo de cerradura? ¿Quién no ha deseado salir a ese jardín? En ese mar de lágrimas flotamos todos. Y también flotas tú, querido lector, y también quien esto escribe. Y esto es un cuento de niños. ¿Sólo un cuento de niños?
Fantasía sin límites
Todas las Alicias por Luis Alberto de Cuenca.
Las niñas que se llaman Alice o Alicia en todo el mundo saben que, por el mero hecho de que sus padres les hayan puesto ese nombre, nunca van a poder sustraerse del todo a la fascinación que su homónima Alice, la niña rubia de Lewis Carroll, va a ejercer sin remedio en sus existencias, porque nadie después de 1865, fecha en que vio su primera luz Alice´s Adventures in Wonderland, puede llamarse Alicia impunemente, como bien saben todas las que se llaman así o todos los que tenemos la suerte de convivir con una de ellas.
La Alicia de Carroll se llamaba en el mundo real Alicia Liddell y era hija de Henry George Liddell, un célebre helenista oxoniense que da nombre -junto a Robert Scott y Henry Stuart Jones- al célebre Greek-English Lexicon que aún seguimos utilizando los filólogos clásicos en nuestras prospecciones lexicográficas. Lewis Carroll se llamaba en realidad Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898) y repartió su vida entre las matemáticas, que enseñó en el Christ Church College de Oxford, y su pasión por las preadolescentes rubias y por las letras fantásticas (en el sentido más lato del término), género este último en que brilló hasta límites insospechados gracias a dos obras maestras, llenas de humour y nonsense e inspiradas por su amiguita Alicia Liddell: Alicia en el País de las Maravillas y A través del Espejo (1871).
Inagotable actividad. Qué pocos mitos literarios universales circulan por ahí con los poderes simbólicos e iconográficos que confluyen en la Alicia de Carroll. Coleccionar Alicias ilustradas, por ejemplo, es una actividad inagotable, pues a lo largo de los últimos ciento cuarenta y cinco años son legión las ediciones que han aparecido, en todas las lenguas del orbe, de ese libro -y nunca mejor dicho- maravilloso. Hace mucho tiempo, allá por los felices 70 del siglo pasado, los jóvenes de entonces nos descolgábamos por Londres con una facilidad y una frecuencia extraordinarias. Estaba todo baratísimo, Tolkien iniciaba su hegemonía y en las librerías de viejo de Charing Cross Road se encontraban primeras ediciones de Agatha Christie con la sobrecubierta intacta (ahora también, pero salen mucho más caras). Eran los años en que se fumaba en los cines londinenses y en que mis idolatrados pintores prerrafaelistas empezaban a ponerse de moda. Había en Kensington Church Street unos grandes almacenes de siete pisos dedicados íntegramente a la moda retro -parecían una gigantesca y genial tienda de disfraces- que creo recordar se llamaban Biba. Todo ello hacía de la capital del Reino Unido el destino soñado para cualquier españolito de entonces con pulsiones artísticas y bibliográficas, y yo estaba aquejado de ambos males.
Por menos de dos libras. Allí, en Londres, compré, en 1972, un libro titulado The Illustrators of Alice, que me costó menos de dos libras. Su editor (a la inglesa) era Graham Ovenden, y contaba con una espléndida introducción de John Davis. El sello editorial no era otro que Academy, especialmente atento por aquel entonces a publicar monografías de ilustradores, haciendo especial hincapié en los de época victoriana. Aquel libro, que hoy tengo en las manos, reproducía en su última página una fotografía de una preciosa niña, tan blonda al menos como Iseo, la novia de Tristán: era Mary Hilton Badcock, un delicioso caramelo rubio que sirvió como modelo para la Alicia de Sir John Tenniel, el primero y más célebre intérprete gráfico del personaje. Junto a aquella fotografía se congregaban en el libro los mil y un ilustradores de Alicia, desde Arthur Rackham a los hermanos Robinson, de Mabel Lucie Attwell a Willy Pogany, de Mervyn Peake (¡maestro!) a Blanche McManus, protagonistas todos ellos de la Edad de Oro de la ilustración británica.
Recuerdo haber leído tarde una edición como es debido de Alicia en el País de las Maravillas. Fue en 1971, poco antes del viaje a Londres en que compré Los ilustradores de Alicia. Tengo también la prueba de aquella primigenia lectura bajo la especie de un modesto, pero para mí mitológico, volumen de la benemérita colección «El libro de bolsillo» de Alianza: la impecable versión española que de Alicia había llevado a cabo Jaime de Ojeda, con cubierta de Daniel Gil e ilustraciones del citado Tenniel.
El gato de cheshire. El color amarillo ha sido siempre mi favorito. Aquel librito de Alianza, editio princeps de una larguísima serie de reimpresiones, tenía la cubierta amarilla, pudiendo verse en ella a la Alicia de Tenniel en animada conversación con el inefable Gato de Cheshire. Tenía yo veinte años cumplidos cuando me sumergí en la lectura de ese libro, y yo creo que, de algún modo, me quedé a vivir en él para siempre. De pequeño, había buceado en la historia de Alicia a través de la adaptación que de la obra de Carroll hiciese María Martí, con ilustraciones de María Barrera, en la popular colección «Historias» de Bruguera a finales de los 50. Pero toparme con la Alicia de verdad poco o nada tenía que ver con mi encuentro infantil con su sucedáneo en lo que a embrujo se refiere.
He conocido luego a expertos en la obra de Carroll tan conspicuos como Santiago R. Santerbás, y me he honrado con su amistad, y he disfrutado lo indecible con su prodigiosa versión de Silvia y Bruno (1889-1893), la otra joya de la corona carrolliana. Pero para mí -y para casi todos- Lewis Carroll será siempre Alicia, y Alicia aquella niña victoriana fotografiada en el libro The Illustrators of Alice y prodigiosamente dibujada por Tenniel en las páginas de aquel libro amarillo de Alianza.