viernes, junio 05, 2015

El olvido de Gonzalo Torrente Ballester


Gonzalo Torrente Ballester
Gonzalo Torrente Ballester




El domingo 13 de junio de 2010, Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) habría cumplido cien años.


Novelista ferrolano, periodista, profesor de literatura, conferenciante de una densidad extraordinaria (la conferencia dictada en la Escuela Española de Middlebury-Vermont, en EE.UU en 1967, es extraordinaria), Gonzalo Torrente Ballester es uno de tantos talentos inevitables para comprender nuestra narrativa contemporánea y nuestra postguerra, que ya nadie recuerda, y cuyo centenario pasó totalmente desapercibido a todo lector de medio pelaje (como ocurre este año con Santa Teresa). La ausencia de esta casa en la Feria del Libro de Madrid de este año 2105, y un paseo por Salamanca hace unos días nos lo trae a la memoria, sabiendo que esta nota no la va a indexar el ágrafo robot de Google ni de broma, a pesar de la gigantesca dimensión de obras fundamentales como 'Los gozos y las sombras' o 'La saga/fuga de JB'.


Torrente Ballester, a pesar de su aspecto carpetovetónico con gafa de pasta falangista, era un personaje lleno de vivencias y modernísimo. Era muy común encontrárselo solo en el Novelty, la cafetería elegante y provinciana típica de la Plaza Mayor de Salamanca, allí sentadito. Hoy puede verse una estatua de bronce idéntica a su recogida figura  en torno a su habitual mesita de mármol.

Aunque siempre fue vinculado a Salamanca, tuvo una vida movida. Nace y cursa los primeros estudios en Ferrol, se examina en Coruña, prepara el acceso a la universidad en Santiago de Compostela,  se traslada a Oviedo (allí se matricula en Derecho, frecuenta el ambiente literario y publica sus primeros artículos), se vuelve a mudar a Vigo hasta 1931, comienza a visitar Madrid por estudios (conoce a Valle-Inclán y asiste a su tertulia) colavora con el diario anarquista La Tierra, vuelve a Bueu (Pontevedra), se matricular de nuevo en la universidad, pero esta vez  Filosofía y Letras en Santiago de Compostela...

En 1932 se casa con Josefina Malvido y tiene cuatro hijos con ella. Se licencia finalmente en Historia en Santiago. Sigue en sus devaneos anarquistas cuando estalla la guerra que le sorprende en Paris. Para no meterse en líos se hace falangista. Permanece en Galicia hasta que en  1947 se traslada a Madrid como profesor de Historia Universal en la Escuela de Guerra Naval. Escribe y se involucra en la vida literaria de la capital y en 1949 inicia la colaboración con el cineasta José Antonio Nieves Conde, para el que escribe el guión de la película Surcos.En enero de 1958 fallece su mujer, Josefina Malvido. En 1960 contrae matrimonio con Fernanda Sánchez-Guisande, con la que tendría siete hijos. En 1963 su obra Don Juan le causa problemas con la censura. Se recoge en Galicia en 1964, en un instituto de Pontevedra y escribe en el Faro de Vigo. Pero la reclusión gallega es corta. En agosto de 1966 se traslada con su mujer y los niños pequeños, invitado por la Universidad del Estado de Nueva York (SUNY) a enseñar Literatura Española en Albany. Allí permanece hasta 1970. Tras un breve paso por un Instituto de Orcasitas y otro de Vigo, en 1975 llega a su destino final, Salamanca.


Gonzalo Torrente Ballester
Iniciándose con una cámara


Su sinuosa destreza fue capaz de crear entramados complejos rodeado de copas  a medias con escritores melancólicos y desengañados del Movimiento (Rosales, Vivancos, Laín Entralgo, Tovar,  Ridruejo), algún joven comunista como Juan García Hortelano, 11 hijos (uno delincuente, fino estafador), un salario exiguo y mil novelas y artículos en una cabeza cada vez mas ciega. El inesperado éxito de La saga/fuga de J. B. en 1972, considerada como una de las obras maestras de la narrativa española (premio de la Crítica y el Ciudad de Barcelona) hace inevitable su ingreso en la Real Academia. Era la primera vez que Torrente Ballester conseguía un cierto reconocimiento público


Gonzalo Torrente Ballester
Uno de sus pocos vicios, fumar.

La leyenda en tono a las peculiaridades de la personalidad de Torrente es extensa. Practicó una suerte de dandismo galaico con gusto por el modelo de elegancia inglés con acentuadas manías de viejo (al llegar a un sitio buscaba siempre un asiento) como la de caminar con bastón, que había adquirido mucho antes de que sus piernas de verdad lo necesitaran. Le gustaban los objetos por su mera carga sentimental y el reflejo que daban de la pretendida propia personalidad. En palabras de su nieto acusaba de un "enfermizo escepticismo" y como "mitómano que era, se sentía atraído por el pasado". Al contrario que otros plumillas, no tomaba notas. Llevaba una grabadora. Seguramente se debía a sus problemas de vista. El programa de TVE Imprescindibles le dedicó un reportaje que nadie que disfrute de la limpia inteligencia debe dejar de ver. ¿Tiene vigencia su obra novelística? Su primera ovra, de 1943,  'Javier Mariño'. Terminó su carrera literaria medio siglo después con 'La boda de Chon Recalde' y 'Los años indecisos'.


En el año 2005 una encuesta de Sigma Dos encargada por la revista Leer sobre las mejores novelas españolas del Siglo XX recoge dos títulos de Torrente: la trilogía Los gozos y la sombras en el puesto décimo de las obras más sobresalientes por su argumento, y La saga/fuga de J. B. como la quinta más innovadora, la undécima por el estilo, y la octava en una valoración absoluta.


La acogida de La saga/fuga de J.B. da a Torrente un nutrido número de lectores y la atención tardía de la crítica, pero desvirtúa la carrera del escritor, casi treinta años después de la publicación de Javier Mariño. La novela de 1972 no es una sorpresa; es el desenlace natural de un experto en la teoría literaria. El esquema narrativo complejo continua en Fragmentos de Apocalipsis (1977), La isla de los jacintos cortados (1980), Quizá nos lleve el viento al infinito (1984) y La rosa de los vientos (1985). 

La saga/fuga de J.B. recoge el interés de aquellos lectores que desea una más intrincada lectura con diversos episodios y personajes en una quinta provincia mítica que no es reconocida por la centralidad. La retranca de la ironía de Torrente refleja lo que encontró en su Ferrol natal: “una ciudad lógica en un entorno mágico”. Es la reivindicación  del magisterio de Cervantes, de su universalidad y  modernidad. Al contrario que Don Cervantes su valentía nunca lo llevó al dinamismo. Una mala salud de hierro parece ser la culpable.

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