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sábado, mayo 16, 2015

Michel Houellebecq



Sumisión


Sus novelas Las partículas elementales, El mapa y su territorio o Plataforma constituyen hitos en la nueva narrativa francesa. Es «la primera star literaria desde Sartre» según Le Nouvel Observateur. La primera vez que fijé mi atención en este francés diminuto y feo fue cuando me dijeron que odiaba a su madre. Eso es lo peor que se puede decir de alguien. No llega a los 60 años (Saint-Pierre, isla de La Reunión, 1958 según él, su madre dice 1956). Aparenta estar muerto.

Durante mucho tiempo dijo que su madre falleció, hasta que una octogenaria apareció en el año 2008 y le amenazó con "romperle los dientes". Según Lucie Ceccaldi, su madre, es una suerte de bohemia, comunista, hippie degenerada que "prefería a sus amantes antes que a sus hijos". Como siempre, algo de su madre hay en su nuevo libro. Ella se convirtió al Islam "por llamar la atención, durante un tiempo". 




Con sorpresa leo que Houellebecq es ingeniero agrónomo. Se casó y en 1981 tuvo un hijo. Se separó pronto, sufriendo una depresión y a varios ingresos en centros psiquiátricos. Todos sus ulteriores matrimonios han fracasado. Su degeneración física en tan corto periodo de tiempo es absoluta




"Mis padres se desinteresaron de mí cuando era niño. Hasta mi muerte, seré un niño pequeño abandonado, aullando de miedo y de frío, hambriento de caricias".


Su estudiado desaliño y apatía, según me dijeron colaboradores de su aventura como documentalista en 'El secuestro de Michel Houellebecq', no deja de ser una petición de auxilio, una forma de mostrar que no quiere presión, que se tiene por nada talentoso. Para empastar aún mas el personaje, su casa de París se encuentra en el Barrio Chino, y visita asiduamente una de nuestras provincias mas deprimidas, Almeria.

Todo ese malditismo entra en conflicto con aquello que lo ha puesto en mi foco de interés. Ha escrito Sumisión. Es un acto de suicidio por escrito que lo asimila a uno de los mas grandes iconos del valor en el periodismo (algo que hoy resulta extinto fuera de los territorios en guerra declarada) Oriana Falaci. Soumission fue, en tan solo tres días, el libro en idioma extranjero más vendido en España. El texto plasma a Francia al borde de la guerra civil. Un profesor de universidad cuarentón, François, que observa el auge del islamismo político moderado en Francia.  

Houellebecq es atractivo para la Francia cultural aun cuando dice odiar el «humanismo» y el «afeminamiento» de la cultura europea. El Islam opinaría lo mismo que él. De ahí lo alambicado y turbio de su discurso, como siempre provocador. Detesta la Francia oficial y meliflua pero afirma (y tiene mi apoyo) “que mi novela no es islamófoba... y también que uno tiene el derecho de escribir una novela islamófoba si quiere”. 

En su historia corre el año 2022. La República Francesa sufre un radical cambio. El partido conservador no es nada. El Frente Nacional de Marine Le Pen es la fuerza más votada. Un nuevo partido, la imaginaria Hermandad Musulmana, liderada por el joven Mohammed Ben Abbes, logra el segundo lugar pero logra formar gobierno tras aliarse con los socialistas. La conversión de Francia en Estado islámico se inicia. De una forma dúctil, ambigua y ladina retrata a Ben Abbes como un político moderado y tolerante que dice proteger a las tres «religiones del libro». Houellebecq muestra que el socialismo prefiere los juegos multiculturales y aliviar el complejo de una Europa «racista» a su modernidad laicista. 

La Hermandad Musulmana es generosa con la Iglesia Católica (no tanto con los judíos que se van yendo del país). Pero al tiempo fomenta el patriarcado, envía a la mujer a cuidar a los hijos, regula la poligamia y exige que todos los docentes se conviertan al islam (los profesores de la Sorbona o se convierten o se jubilan) y las estudiantes comienzan a usar el velo. La Sharia avanza de forma ligera. La convulsión afecta a toda Europa: gobiernos de coalición en Holanda, Inglaterra y Alemania,  los países del norte de África se unen a la Unión Europea.  

El uso juguetón que hace Houellebecq en su discurso  narrativo de dos pensadores reales como Huysmans (esteta que se convierte al catolicismo) y Guenon (gran ocultista que abrazará el misticismo islámico) genera equívocos. Traslada la revolución cotidiana de una nación pero Europa, a través de medios muy distintos a los que hubiera imaginado, se muda en aquello que Houellebecq, en múltiples provocaciones, ha relatado como deseable en muchos aspectos. Resurge una sociedad que con certeza será mejor, que recuperará el orden perdido. Desaparece esa nostálgica debilidad de la putrefacta Europa y encuentra la coherencia interior del Islam. Y es que al autor le interesa la vida eterna del catolicismo, pero no tanto  el perdón o la caridad.


 En Occidente la palabra masculina ha desaparecido. Lo que los varones piensan, nadie más lo sabe. Una hipótesis horrible, pero verosímil, es que no han cambiado; sólo han aceptado cerrar la boca. El varón occidental ya no habla; la mujer sí. La vida mental masculina ahora es algo desconocido, y por eso es verosímil pensar que el varón estaría dispuesto, si se presentara el caso, a una vuelta inmediata al patriarcado


Michel Houellebecq tiene escolta oficial y más tras la muerte de sus amigos de Charlie Hebdo. Parece cómodo con la situación. Se equipara su obra con El suicidio francés, de Éric Zemmour, o El gran reemplazo, de Renaud Camus por su conexión ideológica: la era judeocristiano se apaga mientras los musulmanes nos asedian silenciosamente. El pequeño Michelle plantea el futuro del europeo vacío de ideologías, débil, amanerado y a la moda, que observa cómo la religión vigorosa que daba sentido a su civilización antes de la tormenta política es domesticada y encuentra reemplazo en una nueva odisea medieval que, aunque le es ajena, le dará certezas. La natalidad francesa está en manos de unos visitantes, en un país con cada vez mas pobres, que no creen a nadie, liderados por un socialista débil y promiscuo. Francia ya es parte del sur. Y no se ha suicidado, como el brillante Michelle. Ha sido asesinada.