No se puede dejar de intuir cierta ingeniería social cuando se llega al estatus de gran celebrity, al mundo de lo publico. Todas las personas de cierta notoriedad parecen vivir en un mundo súbitamente afín en el que todos se conocen, se encuentran, quedan para jugar al golf, cenar o confabular. Que Fernando Alonso pertenece a esa fauna escueta está claro pero no todo es soportable en esa instancia. Me parece bien que sea celebrado como el icono de la incorporación de lo mas genuinamente patrio a la modernidad. Pero Michelle es mía. Lucy Pinder y Michelle Marsh han sufrido mi sentida mirada desde este solipsismo del voyeur. Ahora Alonso no deja de observar su piel, mi piel...
miércoles, julio 13, 2005
Otros sitios: Michelle Marsh
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario