domingo, agosto 19, 2007

Me duele mucho

La tendinitis de Aquiles puede ser causada por:
  • uso excesivo del tendón de Aquiles
  • músculos tensos en la pantorrilla
  • tendón de Aquiles tenso
  • correr mucho en subidas
  • aumento de la cantidad o intensidad del entrenamiento deportivo, a veces usando calzado que tiene la suela poco elevada
  • pronación excesiva, un problema en el que los pies giran hacia adentro y se hacen más planos que lo normal cuando uno camina o corre
  • uso de tacos altos en el trabajo y zapatos de taco bajo para hacer ejercicio.
  • El tendón de Aquiles se puede romper cuando se comienza una actividad de golpe. Por ejemplo el tendón se puede romper cuando uno salta o empieza a correr.

Manu, el pobre y patético diablo

Memorandum de contradicciones o como ser un simbolo sin saber nada de nada y estando todo el día colgado.
Son las cinco de la tarde y Manu confiesa que acaba de levantarse.
"A veces, algún músico se queja. Puede que, tras seis horas de ensayo, hagamos un concierto de tres horas. Además, luego sigue la fiesta y podemos terminar a las siete de la mañana".
"Cuando me sienta demasiado seco o cansado, dejaré la música y estudiaré medicina, para curar dolores musculares, de huesos. Por ejemplo, los que trabajan en un estudio de grabación tienden a terminar con la espalda destrozada y yo sé arreglarlo. Lo hago de forma intuitiva, pero quisiera tener más conocimientos".
"Para grabar funciona muy bien algo de marihuana. Sin embargo, fumar no le viene bien al directo, es preferible un chupito de algo. El alcohol es peligroso en el estudio; al rato, lo que quieres es dejar la computadora e irte a un bar. La maría también tiene consecuencias: no te deja soñar, puede darte pesadillas".
"No les concedo el derecho a regular lo que yo hago con mi cuerpo".
"En Cuba funciono con ron, como todos los nativos. Sé que hay marihuana, y dicen que muy buena, pero nunca he hecho nada por conseguir algo".
"En Mexico, yo paseaba empeyotado por sus calles y nada me pasó".
"Yo he recurrido a un brujo cuando alguien me quería hacer mal. Me dijo que debía blindarme, para que el odio rebotara hacia quien me lo enviaba. Y resultó, te lo aseguro".
"Después de todo, yo también me formé con copias piratas, casetes que nos intercambiábamos".
"Estaba en Madrid con Fernando [León de Aranoa] y me puso su Princesas. Me quedé tan emocionado que inmediatamente, raaak, me salió la canción para la película, Me llaman calle. De un tirón, como un orgasmo. Lo menciono ya que no es lo normal".
"Las prostitutas son personas muy fuertes, con humor y un sentido auténtico de la solidaridad. Cuando vivía en Madrid, las veía en la calle del Desengaño -vaya sarcasmo- y me salió el tema Malegría. Diez años después estaba en la misma calle, donde ha abierto la sede su asociación, Hetaira. Iba a llevarles el goya que me dieron por su canción y aproveché para tocarles unas rumbitas. Uno de esos momentos en que sientes que hay una lógica en la vida".
"Celentano me mandó llamar a su casa del lago de Como, una mansión muy... celentanesca. Tiene el estudio de grabación en el salón, nada de sótanos sin luz. Charlamos de música, no tocamos la política. Para mí, Celentano está por encima del bien y del mal, como Elvis o Maradona".
"De Maradona me gustó su forma de ser: tiene interiorizados los códigos del barrio pobre donde creció. Y vive a flor de piel, vive al momento".
"Detesto que me consideren el líder de los antiglobalización, los altermundialistas o como quieras llamarlo. Primero, es un movimiento que no admite líderes. Perfecto: lo más fácil del mundo es corromper a un líder. Segundo, nadie me ve como líder, a algunos les gustará mi música y otros pensarán que soy un payaso. Tercero, es peligroso. Estuve en los actos contra el G-8, en Génova, donde la represión fue fortísima, hubo hasta un muerto. Ahora, los policías han reconocido que tenían orden de machacarnos. No quiero que me confundan con lo que no soy y vayan contra mí".
"En Mali descubrí que lo lento no es negativo, como nos enseñan en la escuela. Para un drogadicto de la velocidad como yo, supone una bofetada en la cara. Debes entender que quedar para tomar un té y comer puede ocuparte todo el día. Aprendí que dormir no es perder el tiempo; es un derecho, al que no voy a renunciar. Dormir diez horas, pasar un día sin hacer nada son libertades bonitas".
Y el gran remate de la irresponsabilidad en su entrevista (como no) en EL PAIS:
"Yo rechazaba la paternidad, no quería esa responsabilidad. Aún hoy, con 46 años, me niego a reconocerme como adulto: siempre odié la idea del núcleo familiar, los padres y el niño encerrados en su pisito o en su chalé. Tampoco creo que padres e hijos deban estar todo el tiempo juntos. Vi la última vez a mi niño en diciembre, pero sé que está bien y eso me basta. A veces, cuando voy allí, sólo me le encuentro a la hora de comer: tiene su vida, anda con su pandilla, va a la playa. Allí, igual que en África, los niños son un proyecto de la comunidad entera, los adultos cuidan de todos. A su lado he revivido algo que había perdido: el sentido poético de la existencia, la capacidad para vivir lo onírico, el reino de la fantasía. Veo una chispita en sus ojos que me maravilla: así era yo... Y me alegro de ser padre".

José Tomas el sábado 18 de agosto

DOS COGIDAS EN MALAGA Y SERENIDAD.

miércoles, agosto 15, 2007

Semana UFO

Me roban este sábado en mi coche en Lavapies, durante el curro y me quedo sin mi movil atómico. Rompieron dos ventanas. En Haiti aparece esto. Supongo que hay un sitio donde no pasan estas cosas. Mas allá de Marte. Al menos se ha confirmado la demencia de XIRINACS en la misma semana. Algo de certeza tenía que dar a luz en periodos tan oscuros.

miércoles, agosto 01, 2007

El sueco murió ayer. Y el italiano.

Muere el cineasta que dio voz al silencio
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Reseña de Los monstruos de la razón

En 1978 se suicidaron en la Guyana, "por la gloria del socialismo", 912 personas. Se trataba de los felices habitantes del Templo del Pueblo, Jonestown. Allí, en plena selva, había asentado su secta el antiguo pastor baptista James Jones, tras verse obligado a abandonar EEUU. Antes de darse al suicidio colectivo, Jones y los suyos asesinaron a Leo Ryan y a parte de quienes habían acompañado a este congresista hasta Jonestown para investigar las prácticas del reverendo. La tragedia comenzó a gestarse en 1956, cuando Jones fundó en Indianápolis su particular paraíso terrenal; "la primera sociedad comunista americana", según sus propias palabras. Semejante hazaña no hubiera sido posible sin la inestimable colaboración de esa izquierda exquisita magistralmente retratada por Tom Wolfe; de hecho, la esposa del presidente Carter contribuyó a recolectar los fondos para el traslado del Templo a la Guyana.
¿Que cómo vivían? La propiedad privada no existía (bueno, la del reverendo sí). Jones se ocupaba de la manutención de sus adeptos, así como de formalizar y disolver sus matrimonios. Naturalmente, Dios no existía. Los hijos se repartían según las necesidades del Templo, y todos trabajaban prácticamente de sol a sol –sobra decirlo, a las órdenes del reverendo–. Se promovía la delación, y se impartían lecciones de ruso, la lengua de la "tierra prometida".
La de Jonestown es una de las utopías, felizmente fracasadas o tan sólo planeadas, que se reseñan en Los monstruos de la razón, amenísima obra del periodista italiano Rino Cammilleri. No estamos ante una enciclopedia de las utopías y las sociedades secretas, sino ante un repaso personalísimo de algunas de ellas.
Desde la ironía y el "catolicismo militante" (tal adscripción corre por cuenta del prologuista de la obra, Vittorio Messori), Cammilleri se suma a lo postulado en su día por Tocqueville:
"Es preferible siempre un modesto administrador, un político mediocre, al más brillante de los intelectuales. Mejor, mucho mejor para todos es la prosa del burócrata que el brillo, por fascinante que sea, de aquello que por oficio hacen los inteligentes."
Al político se le censura en las urnas; en cambio, al intelectual utopista que interviene en política resulta casi imposible pasarle factura. Y ya se sabe que, como reza el célebre grabado de Goya en el que se inspira el título de esta obra, "el sueño de la razón produce monstruos".
Por estas páginas desfilan variopintas propuestas de ingeniería social, a cuál más extravagante y liberticida. Así, se nos habla de El testamento de Jean Meslier (a juicio de Voltaire, "un catecismo perfecto para Belcebú"), de El verdadero sistema y La voz de la razón de Deschamps; del reinado de los anabaptistas en Münster, con el sastre y tabernero Jan Bockelson en el trono (duró un año, de 1534 a 1535); hasta de la aterradora Reorganización de la sociedad europea propuesta por Saint-Simon, que también diseñó una sociedad tecnócrata en la que la no asistencia al Mausoleo de Newton, que habría de erigirse en Roma, sería objeto de "gravísimas sanciones" .
Como apunta Cammilleri, "la obstinación utópica ha tenido siempre las mismas connotaciones, siempre viene presentada como novedad, pero las ideas que subyacen en ella son muy antiguas". Por ejemplo, para parir al hombre nuevo siempre hace falta lo mismo: abolir la propiedad privada y el matrimonio, suprimir o modificar la religión, dejar el Gobierno en manos de los sabios, poner en marcha un ejército de comisarios y delatores...
Cammilleri dedica un capítulo especial a "las costumbres del joven Marx". Apoyado en las revelaciones del pastor protestante rumano
Richard Wurmbrand, en tiempos militante marxista, da cuenta del extraño cambio de comportamiento que experimentó aquél tras padecer una enfermedad que a punto estuvo de llevárselo a la tumba.
Durante su paso por las Escuelas Superiores, el joven Marx escribirá poesías como la "Invocación de un desesperado":
Quiero vengarme del que reina por encima de nosotros (...)Quiero construirme un trono en las alturas, su cima será glacial y gigantesca, tendrá por baluarte un terror supersticioso, por mariscal la agonía más tétrica.
En Sobre Hegel será aún más explícito: "Enseño palabras enroscadas en una confusión diabólica, así cada uno puede creer verdadero lo que quiera pensar". También en Oulanem (anagrama invertido de "Manuelo", Emmanuel): "Mira esta espada: el Príncipe de las tinieblas me la ha vendido".
Sociedades secretas, el mito de Esparta, la masonería, el polvorín francés prerrevolucionario... Cammilleri aborda decenas de personajes y delirios y nos muestra la perversidad de la pulsión liberticida que anida en la planificación social. Ahora bien, hay ocasiones en que desliza opiniones harto discutibles: así, deja entrever, por ejemplo, que no desautoriza la posibilidad de la existencia de un plan oculto desde la noche de los tiempos, y no descarta identificarlo con el mismísimo Apocalipsis... Además de esta más que opinable elucubración, cae en cierta confusión terminológica a la hora referirse al liberalismo y al capitalismo, y muestra cierta aversión a la revolución tecnológica. También resultan confusas sus reflexiones sobre la tecnocracia.
En fin, más allá de alguna que otra exageración, como por ejemplo citar a los Beatles en el contexto del satanismo, Cammilleri ha elaborado un particular, recomendable y divertido ensayo repleto de anécdotas y batallas de buena parte de "lo mejor de cada casa", esos que están siempre dispuestos a organizarnos la vida "dejando aparte los hechos", como quería Rousseau.
RINO CAMMILLERI: LOS MONSTRUOS DE LA RAZÓN. Homo Legens (Madrid), 2007, 228 páginas. MIGUEL GIL.