viernes, junio 12, 2015

El grotesco periodismo deportivo

Stephen Curry #30 of the Golden State Warriors shoots a layup against the Dallas Mavericks
Stephen Curry #30 of the Golden State Warriors shoots a layup against the Dallas Mavericks


¿Puede llamarse periodismo?

El deporte mueve millones y millones de dólares, influencias políticas y pasiones de gentes de todo el mundo; pero del mismo modo que se ha reprochado a los periodistas durante mucho tiempo la falta de una formación más profunda en temas económicos, energéticos, socio-políticos, industriales, etc., nadie se cuestiona la carencia de una base más sólida (desde la más sencilla disciplina académica hasta sistemas de juego) en el área deportiva. ¿Circo, teatro, periodismo?






Jeff Van Gundy entrenó a los New York Knicks y a los Houston Rockets. Ahora es un reconocido comentarista, lleno de entusiasmo y pasión por el baloncesto. Ya bien en su faceta como entrenador como en la periodística aporta información, amor al juego y una desmesurada energía.

En las últimas NBA Finals, Van Gundy ha dado muestras de un notable hartazgo por las desmesuradas críticas que reciben los entrenadores por parte de los medios. Con el propósito de aliviar la situación, suele utilizar un cierto sarcasmo, lleno de sentido del humor, que no le impide al mismo tiempo aportar una profunda visión del juego, las estrategias y el desempeño de los jugadores.  

Con motivo de las actuales NBA Finals, las presiones contra  David Blatt, entrenador de Cleveland Cavaliers o Steve Kerr, de los Golden State Warriors, han sido directamente proporcionales a los extraoordinarios resultados de audiencia televisiva.  Al amparo de un cliché muy utilizado en los medios españoles (especialmente en la cadena COPE, de la mano de Paco González) David Blatt ha sufrido una serie de informaciones, como no, de fuentes cercanas al equipo (anónimas, por supuesto). A este respecto Van Gundy se pronuncia sobre un enorme deterioro del periodismo deportivo.

Es difícil en España encontrar grandes espacios deportivos en los que más del 15% de su tiempo se dediquen al análisis del juego, el posicionamiento de los jugadores, el estudio del despliegue ofensivo y el repliegue defensivo. Todo se sustenta en los chismes, la psicología de baratillo, el escrutinio exhaustivo de las muecas de los protagonistas, sus mujeres, la banalidad y todo ello un lenguaje propio del tabernáculo mas chabacano y oscuro del último gueto gitano de Albania.

Van Gundy abunda en su queja en esa reiteración de la fuente anónima, cercana al equipo, que utiliza el articulista como el más cobarde método de desestabilización de una institución que se juega el patrimonio y el prestigio. En otro tipo de industria estas noticias serían objeto de querellas por daño. En España es paradigmático el caso Casillas, con el que se ha producido un asesinato de su carrera, en virtud de un periodismo repulsivo, que alimenta guerras, estimula enfrentamientos, incendia vestuarios.  Para Van Gundy la cobardía de los ataques ad hominem sin identificar fuentes ni aportar datos destruyen el verdadero periodismo. No conoce España.  

Parte de la degradación del periodismo (aparte de las faltas de ortografía, el uso predominante de los símiles bélicos, la instauración de escenarios de gran crispación en los grandes eventos, la ausencia de ética, el menosprecio del protagonismo de jugadores y entrenadores, la instigación a la violencia, la generación de un subgénero en torno al espectáculo de hundir a las leyendas vivas, las patadas a la semántica, el abandono y desprecio de la sintaxis básica en cada frase, la adopción de los presentadores de una jerga cheli y un tono atrabiliario, la perdida de las formas de cortesía elementales... ) se debe adicionalmente al predominio de la estadística. 

El mundo de los números elude los territorios intermedios. Han devastado los espacios intermedios. Todo es alto o bajo. No hay grises. Se obvia la dificultad específica de cada partido, de cada misión adjudicada a cada jugador en cada instante del encuentro. Todo se simplifica. La sencillez de una bandeja (layup) se ridiculiza. Las acciones cobran valor solo por si mismas, sin tener en cuenta la pericia del rival, o sus características de juego concretas. Proteger los movimientos de Stephen Curry no tiene importancia. Y 50 puntos siempre serán considerados un logro importante mientras que lograr 20 contra la defensa más dura no es valorado. Queda solo el dígito. Y el juego, la pericia o complejidad de cada faceta del juego, esa alegría, desaparece.

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