lunes, junio 08, 2015

Las élites según un funambulista o el sermón de Joaquín Estefanía desde la decadencia moral de un imperio



Prisa contra las élites

Joaquín Estefanía
El crack Estefanía


Es difícil leer sin cierta estupefacción y bochorno un texto de un "involuntario, casi forzado" (risas enlatadas) pastor del capitalismo, negando tal condición. Joaquín Estefanía ha vivido amamantado por el pecho de una madre imperial durante gran parte de su vida, proporcionando evangelios sofistas de corte económico y moral desde un emporio comercial que ha decidido gran parte de las políticas económicas de España, que ha vivido siempre en situaciones de privilegio y proteccionismo estatal, que ha dominado y controlado severamente, los medios de comunicación y las plataformas culturales y educativas en España y en Latinoamérica.


Ayer sábado incluía en el diario EL PAIS, en las páginas del otrora oráculo de la cultura y el pensamiento, Babelia, un artículo en torno a La rebelión contra las élites. Paris Hilton evangelizando contra la minifalda. Warren Buffet representa la victoria del capitalismo, del mal. Jamás menciona a Carlos Slim, el rival de Warren en la carrera por ser el hombre mas rico del mundo, mas cercano al entorno del economista prisaico. La diferencia entre ambos magnates reside en que el mejicano adquirió su estatus sin conocer la libre competencia, por medio de concesiones graciosas.  

Estefanía es el apóstol de lo vacío, de las imposturas intelectuales, del trilerismo de lo impalpable, de las teorías con solo gaseosa. Desde el magnífico edificio de la Cadena SER a la sala mas cara del Circulo de Bellas Artes, pasando por la librería del que fue Vicepresidente del Gobierno socialista, transita negándose que cualquier error del capitalismo es un error del hombre, de la miseria humana, no de un sistema puro de competencia y meritos. El capitalismo como manifestación de la avidez humana por la conquista del beneficio existe desde que el hijo prodigo se fundió los ahorros, o los judíos adoraron un becerro de oro. El capitalismo pandillero es otra cosa. 

Estefanía habla sin pudor de la Casta (respeto con gran pulcritud y la nariz tapada los textos tendenciosos que él cita en su panfleto propagandístico) en la que lleva residiendo durante más de 40 años preñados de comidas en Zalacaín, fusiones oportunistas para amiguetes, expropiaciones inexplicables, encarcelamientos de banqueros divergentes y dos devastadoras crisis económicas propiciadas por los gobiernos no solo corruptos sino, lo que es peor, absolutamente incompetentes, designados por el verdadero Boletin del Estado de esos gobiernos, su diario independiente de la mañana.


Menciona unas ilusorias "fuertes tensiones entre la democracia y el capitalismo", y arremete contra un enemigo invisible, el capitalismo, "dados los extraordinarios abusos que se han cometido durante la primera parte del siglo XXI." Evidentemente, entre esos a
busos no acusa los propiciados por el partido que más tiempo ha hundido este país (y que él defiende), como las cadenas otorgadas al grupo empresarial que le ha criado, las subvenciones a sus emisoras de radio (tan interesadas en visitas nocturnas), su acceso sin impedimento a las mas turbias instancias del poder (como la policía, la agencia tributaria, las cajas de ahorro) para dañar a rivales políticos, o los archiolvidados crímenes de estado. Parece no referirse a esto cuando reivindica el vital "papel de las instituciones en el buen funcionamiento económico" (El Estado emprendedor). Las instituciones. Nada mas lejos de la libre competencia que tanto detestan los oligopolios, de la igualdad en el mercado. Porque todos sabemos quien interesa a Don Joaquín que ocupe las instituciones. Y a quien quiere "emprendiendo" dentro del Estado y en favor de quien.

Del mismo modo que algunas ONGs han hecho creer a medio mundo que en España hay graves problemas de malnutrición (Caritas quien te ha visto y quien te sufre, sin citar el problema de obesidad en nuestra infancia) o que la izquierda no tiene casos de corrupción, Estefanía insiste en que vivimos "la fractura que divide a la sociedad entre los de arriba y los de abajo" (citas El establishment, un equivalente en versión mentirosa a El Sistema de Mario Conde al que tanto despreciaste y en cuyo acuchillamiento interviniste, Joaquín, tu y Ekaizer) y continua la falacia con economistas de revista de peluquería (como Thomas Piketty o Yaris Varoufakis, con su grotesco Economía sin corbata de ninguna competencia acreditada fuera de sus bibliotecas incompletas con datos alterados, como Marx en su día) en torno a "la desigualdad como factor determinante —e irresistible— de una época" (La economía de las desigualdades) y una casposa literatura neocomunista de "los desequilibrios crecientes en el binomio entre capitalismo y democracia" (No tenemos sueños baratos). 

Estefanía miente cuando no quiere identificar y reconocer que el nacimiento de competencia en nuevos lugares del mundo propicia inexorablemente "que si las clases medias crecen en una parte del planeta, se proletarizan en otra". Estefanía quiere seguir viviendo de glorias pretéritas e intervenidas desde un ministerio ideando nuevos sofismas para falsarios o irresponsables como ese concepto de "nuevo grupo muy numeroso: el precariado" (La movilidad social en España). Y es que la fiesta terminó. No tiene nada que ver con la terrible banca (que ahora forma parte del consejo de administración de PRISA gracias a la intermediación de un gobierno conservador para convertir su  enorme deuda en acciones), la crisis, o las políticas de austeridad. Tiene que ver con la emergencia de nuevos competidores que crean, inventan, construyen y distribuyen a precio mejor y con mas calidad que nosotros.


Antes la economía era una ciencia, pero hoy hay que pagar las facturas y esa es una "solución simple", así que alteramos el sofisma con un truco nuevo e interviene como timón de pueblos la política (la dedicación mas desacreditada del IAE junto al periodismo), y si hace falta sacarse una conferencia de hace mil años en un Teatro de la Comedia de Madrid de Don José Ortega y Gasset pues ahí que vamos, crack Joaquín.

El articulista funambulista no cita libros no pertenecientes al fondo de Anagrama u otra editorial del grupo de sus anhelos (o mas bien propiedad de instituciones financieras; ellos los llaman Fondos Buitre, mientras toman el dinero). Utiliza para defender sus tesis un texto de un profundo darwinismo, que parece no haber entendido. Es el libro de hace apenas dos años de los economistas Daron Acemoglu y James Robinson (Por qué fracasan los países). No trata en absoluto el tema que angustia a nuestro amigo súbitamente preocupado por algo que no ha vivido en puridad en nuestro país: el capitalismo. Aquí las cajas eran de los políticos y la competencia pura no ha existido ni en el fútbol. Para Estefanía "la confrontación entre élites y pueblo, casta y resto de los ciudadanos, ha superado el concepto de "élites extractivas". Lo escribe un fiel empleado de Polanco. Y usando un libro que toma como referencia el tercer mundo y paises emergentes. Grande. No veo el capitalismo. En realidad no se encuentra en España.

Otro aspecto que no afronta nuestro sabio es que si el gran poder nos plantea este trato siempre podemos rechazarlo. La sumisión a un hipoteca, la escueta movilidad geográfica, un trabajo alienante, un salario impropio, no es obligatoria. El peso de la libertad individual no es citado por este marqués. No existen conspiraciones por mucho que cite a elefantes heridos como  Joseph Stiglitz (que no ha sabido generar un dolar en su larga vida), Eric Hobsbawm (que ya no se enteraba de nada ese año) y hasta al pobre burguesito Camus, de mamporrero en mamporrero, usado como un trapo, que así de paso mencionamos el nazismo (pero no a los americanos que los derrotaron). La crisis nace a resultas de los pozos de crédito impagado que crece tras la expansión hipotecaria fomentada por Clinton. No interviene ni la política, ni conservadores con cuernos, ni Rockefeller. España se duele más por la inoperancia de Zapatero (al que tiene los colgajos de defender). 

Con argumentos de Mayo del 68 (hoy todos sus lideres prósperos negociantes) se arrebata, se viene arriba, desde la planta noble del Txistu con un párrafo vomitivo de primero de Ciencias Políticas, propio de un rastafari entre porro y porro: 

En el extremo, la ira y la indignación de la población es monocausal: una forma de progreso económico que, orientada a la creación de riqueza privada, es indiferente a la idea de bienestar colectivo, justicia social y protección ambiental.

No tiene el valor de recordar a los críos desnortados que manipula que sin riqueza privada nada nace. Ni impuestos, ni competencia, ni competitividad, ni empleos. Tampoco se atreve a citar el libro que en realidad inspira este artículo aunque tal vez porque no está a su altura o porque no lo edita su fondo Liberty. ¿O era buitre? El texto es La rebelión de las élites y la traición a la democracia, del historiador y sociólogo estadounidense Christopher Lasch, de gran exito hace muchos años. Fíjate Joaquín. Lo escribe un capitalista yankee que ha entendido a Ortega y Gasset y su libro La revuelta de las masas, enterito. ¡Y antes de la crisis! A ver si se refería a otra cosa...

Para terminar, en un alarde de desvergüenza infinita, y casi a modo de amenaza conspiranoica como autodenominado "intelectual", el articulista cita al rival de Keynes, el liberal Von Hayek (Keynes versus Hayek. El choque que definió la economía moderna):


"Los puntos de vista de los intelectuales determinan las políticas del mañana. (…) Lo que a un observador de nuestros días le parece una disputa surgida de un conflicto de intereses, en realidad se ha decidido mucho antes en una confrontación de ideas que ha tenido lugar en círculos más restringidos".

Nota: cuando Hayek menciona "círculos mas restringidos" o se refiere a reservados en restaurantes de postín. 

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