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viernes, junio 12, 2015

Regreso al no tiempo/no lugar de Franz Kafka





La farsa investigada



«Two men were standing behind the grave and were holding a tombstone between them in the air; scarcely had K. arrived when they thrust the stone into the earth and it stood as if cemented there» 
(«A Dream»).


Los procesos

Este es un tiempo pesaroso para los escritores verdaderos. Es un tiempo para volver a Franz Kafka. Tiempo lleno de castillos tomados y procesos sin rostro. Una época de depuración. Nos convertirán en insecto y la enfermedad pronto despachará a muchos. Según Franz Kafka, un hombre con el que se emparejan muchos de los que lo hacen con Pessoa y Borges, un primer signo del comienzo del entendimiento es el deseo de morir. 

Decía Martin Walser del checo:

Ya no nos hará falta recurrir [...] al poeta mismo, puesto que la obra lo es todo en sí misma. En el caso de Kafka la vida debe ser esclarecida a la luz de la obra, mientras que la obra puede prescindir del esclarecimiento que surge de la realidad biográfica.  

Puede resultar una declaración excesiva. Solo el ciego argentino ha tenido, en este tiempo que vivimos, un tamaño suficiente de erudición, de vida íntima tan sucintamente literaria, que pueda dar a entender una experiencia vital desde el pensamiento que translucen sus esotéricos (por herméticos), sus inmateriales y sincréticos escritos. 
Doodle Google Franz Kafka La Metamorfosis
Doodle de Google en homenaje a La Metamorfosis

Pero inexorablemente siempre existe la obra previa. Jorge Luis no se enamoró muchas veces, pero la equivalencia en su psiquis pudo ser la lectura de Quevedo, de Oswald Spengler, de Samuel Taylor Coleridge, o William Wordsworth.  

Borges, vincula (como templo de la crítica que siempre consultaremos) la literatura del oficinista de Praga a que los escolásticos ya llamaron el "regregresus in infinitum", que no dejaba de ser una oda al absurdo de la lógica y por la lógica. Residía la locura matemática en el hecho de que si el tiempo se compone de instantes y el espacio está hecho de puntos, eternamente divisibles, resultaría que una cantidad cualquiera no puede agotarse JAMÁS. Según el genial coloso ciego, "la diferencia esencial con sus contemporáneos y hasta con los grandes escritores de otras épocas, Bernard Shaw o Chesterton, por ejemplo, es que con ellos uno está obligado a tomar la referencia ambiental, la connotación con el tiempo y el lugar... Kafka, en cambio, tiene textos, sobre todo en los cuentos, donde se establece algo eterno."

Se celebra el centenario de la edición de ‘La metamorfosis’ y el hombre occidental sigue viviendo la pesarosa sensación de transitar sometido a una fría máquina, a un estado sin rostro, a una logia implacable. Era una de las ideas de Kafka, también apuntada por el oráculo bonaerense. "Se puede pensar que se redactó en Persia o en China y ahí está su valor. Y cuando Kafka hace referencias es profético. El hombre que está aprisionado por un orden, el hombre contra el Estado, ese fue uno de sus temas preferidos."  
Franz Kafka

William James, en sus Elementos de Psicología, mencionó la misma paradoja con respecto a "un cuarto de hora..." , pero como el número de fracciones es infinito resulta que se saca como consecuencia que no puede pasar nunca un cuarto de hora. Lo planteó antes Zenón de Elea en Grecia, y cinco siglos antes de la era cristiana, un pensador chino, Lie Tsu la formulaba en China bajo la forma de leyenda, algo que hubiera complacido más a Kafka. 

Kafka fue el primero, o uno de los primeros, que lo aplicó a la literatura. Procede este planteamiento de la naturaleza de su sangre semita y lo críptico, hermético de la literatura de la kabbalah. Kafka se sentía cómodo en los acertijos y laberintos, propicios paisajes insondables en los que ocultarse con su enfermedad perpetua, como la soledad del gnosticismo, de los hijos del Zohar, de Dionisio Areopagita o Meister Eckhardt. Navegantes sin casa aquí.


Ese ser neurótico, débil, tremendamente acobardado por la presencia del padre, y básicamente obsesionado con la escritura, redactó en 21 días, entre el 17 de noviembre y el 7 de diciembre de 1912, La Metamorfosis, (¿o es La transformación?) una de las obras maestras de la literatura de todos los tiempos. Siempre existe en los estudiosos una idea que no se atreven a mostrar de frente pero que ante la infantil especie de sus cartas a Felice se refuerza. Kafka era tan asustadizo que escribía de forma oscura ante la amenaza de ser descubierto por su progenitor. Pidió quemar su obra a su muerte por pudor. Tal era la vergüenza que sentía por si mismo, por mostrarse. 

“Mi vida, en el fondo, consiste y ha consistido siempre en intentos de escribir, en su mayoría fracasados. Pero el no escribir me hacía estar por los suelos, para ser barrido”. Kafka, por la propia naturaleza de su terrible literatura, será siempre un autor sin hogar, espacio ni tiempo. Ha sido compartido por muchos y no se han visto el rostro. Robert Musil, De Quincey, Borges, Cervantes, Rimbaud...

domingo, marzo 06, 2005

Regreso a Kafka







La farsa investigada



«Two men were standing behind the grave and were holding a tombstone between them in the air; scarcely had K. arrived when they thrust the stone into the earth and it stood as if cemented there» 
(«A Dream»).


Los procesos

Este es un tiempo pesaroso para los escritores verdaderos. Es un tiempo para volver a Franz Kafka. Tiempo lleno de castillos tomados y procesos sin rostro. Una época de depuración. Nos convertirán en insecto y la enfermedad pronto despachará a muchos. Según Franz Kafka, un hombre con el que se emparejan muchos de los que lo hacen con Pessoa y Borges, un primer signo del comienzo del entendimiento es el deseo de morir. 

Decía Martin Walser del checo:

Ya no nos hará falta recurrir [...] al poeta mismo, puesto que la obra lo es todo en sí misma. En el caso de Kafka la vida debe ser esclarecida a la luz de la obra, mientras que la obra puede prescindir del esclarecimiento que surge de la realidad biográfica.  

Puede resultar una declaración excesiva. Solo el ciego argentino ha tenido, en este tiempo que vivimos, un tamaño suficiente de erudición, de vida íntima tan sucintamente literaria, que pueda dar a entender una experiencia vital desde el pensamiento que translucen sus esotéricos (por herméticos), sus inmateriales y sincréticos escritos. 
Doodle Google Franz Kafka La Metamorfosis
Doodle de Google en homenaje a La Metamorfosis

Pero inexorablemente siempre existe la obra previa. Jorge Luis no se enamoró muchas veces, pero la equivalencia en su psiquis pudo ser la lectura de Quevedo, de Oswald Spengler, de Samuel Taylor Coleridge, o William Wordsworth.  

Borges, vincula (como templo de la crítica que siempre consultaremos) la literatura del oficinista de Praga a que los escolásticos ya llamaron el "regregresus in infinitum", que no dejaba de ser una oda al absurdo de la lógica y por la lógica. Residía la locura matemática en el hecho de que si el tiempo se compone de instantes y el espacio está hecho de puntos, eternamente divisibles, resultaría que una cantidad cualquiera no puede agotarse JAMÁS. Según el genial coloso ciego, "la diferencia esencial con sus contemporáneos y hasta con los grandes escritores de otras épocas, Bernard Shaw o Chesterton, por ejemplo, es que con ellos uno está obligado a tomar la referencia ambiental, la connotación con el tiempo y el lugar... Kafka, en cambio, tiene textos, sobre todo en los cuentos, donde se establece algo eterno."

Se celebra el centenario de la edición de ‘La metamorfosis’ y el hombre occidental sigue viviendo la pesarosa sensación de transitar sometido a una fría máquina, a un estado sin rostro, a una logia implacable. Era una de las ideas de Kafka, también apuntada por el oráculo bonaerense. "Se puede pensar que se redactó en Persia o en China y ahí está su valor. Y cuando Kafka hace referencias es profético. El hombre que está aprisionado por un orden, el hombre contra el Estado, ese fue uno de sus temas preferidos."  
Franz Kafka

William James, en sus Elementos de Psicología, mencionó la misma paradoja con respecto a "un cuarto de hora..." , pero como el número de fracciones es infinito resulta que se saca como consecuencia que no puede pasar nunca un cuarto de hora. Lo planteó antes Zenón de Elea en Grecia, y cinco siglos antes de la era cristiana, un pensador chino, Lie Tsu la formulaba en China bajo la forma de leyenda, algo que hubiera complacido más a Kafka. 

Kafka fue el primero, o uno de los primeros, que lo aplicó a la literatura. Procede este planteamiento de la naturaleza de su sangre semita y lo críptico, hermético de la literatura de la kabbalah. Kafka se sentía cómodo en los acertijos y laberintos, propicios paisajes insondables en los que ocultarse con su enfermedad perpetua, como la soledad del gnosticismo, de los hijos del Zohar, de Dionisio Areopagita o Meister Eckhardt. Navegantes sin casa aquí.


Ese ser neurótico, débil, tremendamente acobardado por la presencia del padre, y básicamente obsesionado con la escritura, redactó en 21 días, entre el 17 de noviembre y el 7 de diciembre de 1912, La Metamorfosis, (¿o es La transformación?) una de las obras maestras de la literatura de todos los tiempos. Siempre existe en los estudiosos una idea que no se atreven a mostrar de frente pero que ante la infantil especie de sus cartas a Felice se refuerza. Kafka era tan asustadizo que escribía de forma oscura ante la amenaza de ser descubierto por su progenitor. Pidió quemar su obra a su muerte por pudor. Tal era la vergüenza que sentía por si mismo, por mostrarse. 

“Mi vida, en el fondo, consiste y ha consistido siempre en intentos de escribir, en su mayoría fracasados. Pero el no escribir me hacía estar por los suelos, para ser barrido”. Kafka, por la propia naturaleza de su terrible literatura, será siempre un autor sin hogar, espacio ni tiempo. Ha sido compartido por muchos y no se han visto el rostro. Robert Musil, De Quincey, Borges, Cervantes, Rimbaud...