sábado, junio 30, 2007

Busco este DVD: Echos Of Enlightenment


Solo lo encuentro en DVD USA. Quiero región Europa. Echos Of Enlightenment de Dan Coplan; HAY QUIEN DICE QUE ES HORROROSA.
Everyday, somewhere in America, a middle aged man leaves his home, his family, and never returns. Daniel, who knows the meaning of dreams and visions, is one such man. 60 days after Daniel disappears, his wife Mary, is determined to find him. She retraces his path, meets all the people he touched before he vanished, and makes a startling discovery. The answer to what happened to Daniel is resolved in a remarkable life affirming ending.

'Ordinary Citizens, las víctimas de Stalin'

Fue este rostro el que me llevó a fijarme en esta exposición. Las mujeres asustadas paralizan mi atención.
Se trata de más de cien imágenes procedentes de las colecciones Memorial Society de Moscú, David King Collection de Londres y Reinhard Schultz de Berlín.
Las víctimas de Stalin es una producción del Centro Andaluz de Fotografía.
Compila un conjunto de retratos de personas asesinadas durante la dictadura estalinista.
Exposición comisariada por David King que puede verse en el Teatro Circo Price hasta el 22 de julio.

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jueves, junio 28, 2007

Paul Johnson segun J.M. Marco

Paul Johnson enhebra una historia del siglo XX que combina con soltura los datos –apabullantes en cantidad y precisión– y las biografías. De las que conozco, Tiempos modernos es la historia del siglo XX mejor escrita y la que mejor se lee, y eso que la primera edición data de 1985.
En sí misma, Tiempos modernos es toda una declaración. La historia del siglo XX ha suscitado interpretaciones de todas clases, en particular marxistas. El pasado fue, además, un siglo fecundo en nuevas formas de hacer historia, como la de los Anales en Francia. En realidad, retomaban concepciones muy antiguas, desde la cristiana (Bossuet) a la hegeliana. Eso no les resta valor, y de hecho reivindicaban un hecho central: la desaparición del individuo de la escena de la Historia. La Historia la protagonizaron desde entonces ideologías, clases, tendencias sociales o económicas, últimamente “narrativas”.
Para Johnson es al revés. El individuo es la clave última de la Historia. El oficio de historiador requiere cierta humildad: sin Churchill, Roosevelt, Hitler, Lenin o Stalin, el siglo XX habría sido distinto. Hay un núcleo inexplicable ante el que sólo queda la constatación y, como insiste el propio Johnson, la cronología. En otras palabras, la narración. Ahí está el arte del historiador.
Johnson parte del principio de que nada está predeterminado. Y lo más asombroso es que consigue contar una historia que conocemos como si nos colocara en el punto en que todavía está haciéndose. Es la señal de los historiadores de primera fila. Si se suma esta calidad a la de la primacía otorgada al individuo y a la narración, empieza a entenderse la causa de la amenidad de Tiempos modernos, como la de muchas otras obras suyas.
¿Quiere esto decir que la historia que cuenta Johnson no tiene sentido alguno? No, claro que no. Está primero el esqueleto de la cronología, un punto sobre el que el autor insiste, y con razón. Es ese hilo, el del tiempo, lo que permite entender mucho mejor que todas las teorías las razones de lo que ocurre. Se necesita un narrador de temple para sacar adelante la urdimbre de una historia tan monstruosa, en apariencia, como la del siglo XX. Johnson lo consigue.
Y además está lo que el Novecientos ha aportado a la Humanidad. La hipótesis del marxista Hobsbawm de que el pasado fue un siglo corto que empezó en 1914 y terminó en 1989 ha gozado de gran predicamento. Johnson, más respetuoso con la cronología, fija su fecha de nacimiento en otro momento. Quien haya leído Tiempos modernos ya sabe de lo que estoy hablando; quien no lo haya hecho… mejor que lo descubra por su cuenta. Lo dejaremos aquí, por tanto. Pero hay que aclarar que Johnson está hablando de lo que algunos llaman “nihilismo” y él denomina “relativismo”.
Es la idea de que todo vale, de que no hay valores morales fuertes, absolutos; de que la ley natural se ha volatilizado; de que, de alguna manera, todo es posible. Una vez desplomada la fe cristiana, no hay límite alguno para la voluntad del hombre. Ese núcleo fundamental permite a Johnson explicar fenómenos tan variados como los totalitarismos, la forma de la guerra en el siglo XX (con los bombardeos masivos de ciudades, por ejemplo) y el terrorismo; incluso una organización tan surrealista, como no sea entendida desde la desaparición de cualquier fundamento moral de la acción política, como la ONU.
En este breve muestrario el lector habrá encontrado fenómenos nuevos, propios del siglo XX, y otros ya conocidos antes de 1900. El totalitarismo, por ejemplo, no es nuevo: véanse las páginas dedicadas al islam, en la última parte del libro; sí lo son, en cambio, los medios técnicos, o el gigantesco e irreversible crecimiento del Estado, que multiplica hasta el infinito la capacidad destructiva o asesina del individuo. También lo es la emergencia de las “ciencias sociales” –entre ellas la Historia– que justifican la “ingeniería social”, como si el ser humano fuera un material maleable sin límite alguno. Y lo es, sin duda, el desplome de la religión cristiana en Occidente, como lo es la incapacidad o la negativa a resistir al proyecto totalitario.
Paul Johnson insiste en este último punto, que constituye uno de los hilos de su obra. Eso explica la actitud de buena parte de Occidente ante la revolución soviética y ante la toma del poder por los nazis, así como lo que Johnson llama el intento de “suicidio” de la última Arcadia, es decir de Estados Unidos. Es lo que Pascal Bruckner ha llamado, en un reciente ensayo, el “masoquismo occidental”. Lo ejemplifican a la perfección los años 70 y la actual Europa pacifista, rendida preventivamente ante casi cualquier grupo terrorista.Hay que leer o releer las páginas que Johnson dedica al pacifismo en su capítulo sobre “El fin de la vieja Europa”. O la larga cita de las líneas que escribió Goebbels en 1940 acerca de la actitud de sus enemigos, que se negaron a dar crédito a lo que Hitler, como ahora los etarras o los terroristas islámicos, había proclamado una y otra vez: que su objetivo único era acabar con la democracia, con la libertad, con cualquier asomo de civilización.
El recuento de las atrocidades que lleva a cabo Johnson es siniestro, y aunque obras posteriores, propiciadas por la apertura de muchos archivos, han permitido perfilarlos, las líneas generales y casi todos los detalles siguen siendo los correctos. Como Johnson rechaza el principio de las leyes históricas, los individuos quedan siempre enfrentados a su responsabilidad. Johnson, en este aspecto, no se arredra ante el antiguo papel asignado a la Historia: aprender de los ejemplos morales que nos dieron nuestros antepasados.
Por eso Tiempos modernos no se reduce a un catálogo de catástrofes y al llanto sobre el abismo de sufrimiento provocado por el “relativismo” del siglo XX. También incita a un cierto optimismo. Como dice Aznar en el prólogo de esta nueva edición, nada está jugado de antemano. Sin salir de la historia del siglo XX, y a modo de ejemplo, es una realidad que Estados Unidos no sucumbió a la tentación del suicidio, que los disidentes consiguieron triunfar sobre el totalitarismo comunista y que la religión, en lo que quizá sea el hecho más asombroso del siglo XX, no ha desaparecido. Al contrario.
Yo añadiría otra cosa. El solo hecho de que se haya escrito una obra como Tiempos modernos es de por sí una demostración de que el ser humano no tiene por qué resignarse a la derrota de la civilización. Leerla nos invita a resistir a esa ola de “todo vale” que ahora mismo, en España, ha reventado las madrigueras de los departamentos universitarios y de los terroristas hasta inundar las más altas instancias del Estado. Imprescindible.
PAUL JOHNSON: TIEMPOS MODERNOS. Homo Legens (Madrid), 2007, 1.124 páginas. Prólogo de JOSÉ MARÍA AZNAR. Pinche aquí para acceder a la web de JOSÉ MARÍA MARCO, autor de LA NUEVA REVOLUCIÓN AMERICANA.

domingo, junio 24, 2007

AZAÑA, UNA BIOGRAFÍA por José María Marco

Efectivamente, como se le acusó en 1934, en octubre de 1932 Azaña estuvo implicado en un intento de suministrar armas a un grupo de revolucionarios portugueses que aspiraban, o eso decían, a instalar un régimen "amigo" en el país vecino. Azaña justificó aquella voluntad de intromisión en la política de un país soberano en nombre de la democracia y los intereses de la República. El ensayo revela un amateurismo notable, como muchas cosas en Azaña, y una voluntad de injerencia que, con toda probabilidad, los progresistas encontrarán justificable por ser quien era su promotor.
Se ha aclarado aún más el papel de Azaña en los días posteriores a las elecciones de 1933. En su espléndido estudio Los orígenes de la Guerra Civil Española, Pío Moa ha subrayado que Azaña, como ya se tenía noticia a través de otros documentos, quiso que el jefe del Estado, Alcalá-Zamora, suspendiera la reunión de las Cortes recién elegidas, constituyera un gabinete con los partidos de izquierda y organizara otra consulta electoral. Era la propuesta, dice Pío Moa con razón, de "un golpe de Estado en regla".
Azaña, siguiendo el reflejo clásico de la izquierda progresista española, no reconocía a la derecha legitimidad ninguna para gobernar en democracia. Más aún, la República, según Azaña, sólo podía ser gobernada por los republicanos. Resultaba inconcebible que la derecha llegara al poder. Conocemos el resultado de este designio al que se sometieron las instituciones, por llamarlas de alguna manera, de la Segunda República. También hay que intentar imaginar cómo Azaña pensaba gobernar "en republicano" con las Cortes cerradas por decreto presidencial y luego ganar unas elecciones habiendo censurado el resultado de las que habían dado por resultado una estrepitosa derrota de la izquierda, en particular de su propio partido…
Aparece aquí otro rasgo fundamental del personaje, que es la frivolidad. Esa misma frivolidad caracteriza su posición a primeros de octubre de 1934, cuando se queda en Barcelona tras el entierro de Carner, ministro de Hacienda con él y uno de los escasos personajes que no trata en tono despectivo en las Memorias. Eran los días previos al intento de revolución socialista y a la proclamación del Estado catalán en Barcelona. Los estudios posteriores a la edición de 1998 de esta biografía confirman lo que aquí se dice. Que Azaña, sin adherirse a lo que le parecía una estupidez y, además, la quiebra de cualquier consenso constitucional por parte de la izquierda, no se quedó del todo en vano en Barcelona. Tal vez podía aprovechar lo que se ha llamado un "pronunciamiento pacífico".
¿Qué será eso de un "pronunciamiento pacífico"? ¿Se puede violentar las instituciones sin recurrir a la fuerza? ¿Qué valor tienen entonces las instituciones democráticas? ¿Y a quién o a qué recurren quienes se sienten amparados, en su vida y su libertad, por esas mismas instituciones violentadas "pacíficamente"? El caso es que aquel "pronunciamiento pacífico", al que Azaña tan ambiguamente no prestó nunca su apoyo, arruinó cualquier credibilidad democrática que le quedara a la izquierda española en los años treinta y socavó, en consecuencia, los fundamentos mismos del régimen republicano. También provocó la muerte de unas cincuenta personas en Barcelona.
La inconsistencia de la posición de Azaña en aquellos momentos aclara el alcance de su voluntad de participar y encabezar el Frente Popular. A él le gustaba hablar del Frente Popular como de una "coalición electoral". No era sólo eso. Azaña, que no podía dejar de saber la naturaleza revolucionaria de la sublevación socialista del año 34, se alió con el PSOE en un proyecto sobre cuya voluntad antiliberal y antidemocrática tampoco albergaba la menor duda.
Los estudios más recientes sobre las víctimas y la represión de la Guerra Civil, en particular la ejercida en el Madrid republicano, han precisado la atrocidad de la violencia desatada por los "defensores de la legalidad republicana". Confirman todas y cada una de las observaciones que Azaña dejó anotadas en sus cuadernos de Memorias, en los llamados Apuntes de memoria y en La velada en Benicarló.
Está claro que Azaña dio por terminada la Segunda República al derrumbarse el Estado tras la sublevación del 18 de julio. Entonces llegó aquella extraña revolución que no quería tomar el poder y se desvaneció cualquier asomo de legalidad. Azaña mismo, presidente de una revolución que había hecho suya sabiendo que no lo era, se sabía acosado, maniatado y censurado. No albergaba duda alguna acerca de la suerte que le tocaría correr a él mismo si ganaban "los suyos". Como mínimo, el exilio.
Así que huyó de Madrid a Cataluña en vez de a Valencia, donde ejercía el gobierno, que también había huido del Madrid asediado. Azaña ni siquiera se instaló en Barcelona. Lo hizo en la abadía de Montserrat. Quien se había puesto al frente de los "batallones populares" para guiarlos en el camino de la libertad y el progreso se preparaba con cuidado la vía de salida. Se fiaba tan poco de sus correligionarios como de los adversarios, aquellos que había hecho todo lo posible por convertir en enemigos. Aquella tragedia era, en muy buena parte, obra suya y Azaña, a diferencia de muchos de sus seguidores, lo sabía bien.
Más aún, se había propuesto expiar su responsabilidad. Probablemente por eso, descontada la cobardía, no dimitió de la Presidencia de una República en la que ya no creía, como no creyó nunca en el Frente Popular. Sabía el papel que estaba jugando, que era prestar legitimidad a una causa que consideraba derrotada y peor aún, perdida ante la Historia. Pero es que antes había puesto todo su empeño en convertirse en el rostro de un régimen que se propuso desde el primer momento, desde el mismo 14 de abril de 1931, eliminar a una parte de España de la vida pública.
En pura lógica, aquel régimen desembocó en una guerra civil y acabada esta en otro régimen que debía ser radical, represivo y duradero, fuera cual fuera el desenlace del conflicto. Después de la experiencia de la Segunda República y la guerra civil –un bloque, como dijo Clemenceau de la Revolución Francesa–, no quedaba otra alternativa.
A Azaña le atormentaba, mucho antes de la guerra civil, una culpabilidad avasalladora. Se especializó en proyectarla sobre los demás y sobre la realidad que le rodeaba, sin llegar a anularla nunca. La inteligencia –la inteligencia republicana– quedó así convertida en resentimiento, un resentimiento contra todo o contra nada, incapaz de ser satisfecho. Azaña hizo de esa tensión, jamás resuelta, entre la voluntad de exoneración y la seguridad íntima de ser el protagonista de algo inconfesable, la raíz de su literatura y de su posición política. La aplica a los agustinos del Escorial en El jardín de los frailes, pulverizados en una pura parodia. También al liberalismo español –y a la figura de su padre– en la novela inacabada Fresdeval. A la historia entera de España y sus tradiciones, sobre las cuales "ninguna obra podemos fundar". A sus colaboradores en el proyecto de rectificación que fue la Segunda República y, una vez desplomado el nuevo régimen, a las ruinas que aquella "empresa de demoliciones" había dejado en el camino.
Un proyecto parecido se ha puesto en marcha desde 2004, con la legislatura socialista. El presidente del Gobierno español vuelve a querer hacer borrón y cuenta nueva de la historia de España. Como Azaña, aunque sin su talento literario, alucina la fundación de una España inédita y se permite soñar, en democracia, con el arrinconamiento definitivo de sus adversarios políticos, a los que, según el, la democracia española nada debe. Será una nueva versión de otros "pronunciamientos pacíficos".
Las referencias a la Segunda República (...) han abundado cada vez más en estos últimos años. Salen a relucir banderas y retratos, algunas invocaciones, ciertas frases y eslóganes escogidos. No todas, ni mucho menos. Hay medio-biografías de Azaña que se han quedado sin completar, por lo que se ve para siempre. Es curioso que los progresistas demuestren tan poco interés por biografiar en serio a sus héroes. Bien es cierto que el caso Azaña resulta particularmente peligroso. Pocas críticas más duras se habrán formulado de la Segunda República y del proceso revolucionario y criminal que se puso en marcha en 1936.
No es sólo un análisis claro y contundente, como cuando Azaña se declara "absolutamente incompatible" con un documento en que "se habla de republicanos españoles, catalanes y vascos". Hay más. Azaña nunca dejó de hablar, con nombres y apellidos, de los llamados "defensores de la legalidad republicana". El "gordo", el "corchotaponero", el "piafante", "Napoleonchu" y el "yerno del cochero" son algunos de los motes que le merecen los más eminentes miembros de aquella elite que iba a salvar la libertad en España.
El progresismo español, que prefiere ignorar estos accidentes, construye un altar a un santo (laico, obvio es decirlo) cuya santidad jamás habría sido reconocida por el propio beatificado. En el fondo, los que se salvan a sí mismos son los propios progresistas. Más felices que Azaña, carecen de su mala conciencia y se reconcilian a su costa con un pasado falsificado. Se ve que estos neorrepublicanos no siguen el consejo de su mentor:
Si hemos de pasar como españoles de muerte a vida –recomendó Azaña–, si nuestro país no ha de ser un pudridero donde la víctima y el verdugo se corrompan juntos, si ha de lograrse una transfiguración del espíritu nacional (…) será volviéndose de cara a la realidad del sentir español (…), quemando no solamente las bambalinas y los bastidores, sino la letra y la solfa de las representaciones caducadas.
Hay quien dice que esa actitud es nueva, propia de estos últimos años del nuevo socialismo radicalizado en torno al 2002. Es posible, pero el sectarismo estaba ahí mucho antes. Los progresistas españoles no han aceptado jamás ninguna versión de los hechos, en particular de la Segunda República y la guerra civil, que no fuera la suya, aquella que los deja limpios de cualquier responsabilidad. Mi primer libro sobre Azaña, que estudiaba la evolución de su pensamiento hasta 1930, fue bien acogido. No planteaba, obviamente, ningún problema. La primera versión de esta biografía fue acogida ya con silencio. La segunda, así como los estudios previos, ni siquiera aparece en algunas bibliografías presuntamente académicas o universitarias. Lo mismo ocurre con otros trabajos, míos también y de otros muchos. Ese es y ha sido siempre el auténtico rostro de la tolerancia y la fidelidad a la verdad de que hacen gala los progresistas en España. La historia de este libro es también la biografía de ese otro resentimiento inagotable. Sus obras conforman hoy el paisaje vital y político de los españoles.
El resultado, en cuanto al pasado, es paradójico y un poco grotesco. No se puede hablar de ciertas cosas, porque sólo los progresistas tienen la legitimidad para hacerlo, pero como los progresistas no lo van a hacer, porque si se ponen a trabajar se enfrentarán a una verdad que no quieren ver, buena parte de los abuelos de los progresistas se quedan en el limbo de los intocables. Por ejemplo, está prohibido hablar de la posible homosexualidad de Azaña… excepto desde postulados progresistas. O bien es un asunto irrelevante (pero en una biografía nada lo es: vuelven aquí los prejuicios contra la homosexualidad vigentes en la izquierda hasta hace bien poco), o bien se convierte al personaje en protomártir del Orgullo gay… Mejor dejarlo aquí.
No era esa la actitud de algunos españoles que nos dejamos fascinar, hace años, por la figura de Azaña. Compartí esa atracción con personas como Federico Jiménez Losantos y José María Aznar, aunque hablo única y exclusivamente, como es natural, de mi propia experiencia. A mí me atrajo en primer lugar la prosa de Azaña, tan clásica y al tiempo tan castiza, tan profundamente española, encerrada en los cuatro gruesos volúmenes que destacaban por su cubierta morada en la biblioteca del estudio de mi padre, que se los hizo traer de México a finales de los años sesenta.
También fue un desafío comprender de verdad lo que se estaba diciendo en aquel español nuevo para mí. Había, era obvio, algo oscuro y profundamente contradictorio en lo que allí se estaba expresando. Desentrañarlo no fue tarea fácil. La prosa de Azaña, como la de los grandes escritores autobiográficos, esconde aquello a lo que apunta. En su caso, da forma a una violencia inaudita, siempre dirigida contra un objeto espléndidamente adornado, para mejor disimular el íntimo alivio con que el autor recibe la brutalidad con la que le rebota el improperio.
Al final, una vez apurado el esfuerzo de comprensión de la auténtica realidad que toda aquella escenografía ocultaba y desvelaba a la vez, quedó el patriotismo de Azaña, la evocación de una España por encima de cualquier régimen y fundada en la voz de los muertos, los muertos por España, que imploran "paz, piedad y perdón" de sus compatriotas empeñados en continuar la carnicería.
La posibilidad de un patriotismo liberal, racionalizado y al tiempo enraizado en una vivencia histórica, inmediata y sentimental de la identidad nacional fue lo que nunca dejó de atraerme de Azaña. Hoy, después de muchos años sin volver a tratar la figura, y a pesar de que los estudios más recientes han ennegrecido aún más el personaje, esa emoción sigue ejerciendo su seducción. Es posible que surja sólo de un fabuloso dominio de los medios expresivos. También lo es que allí se expresara algo más.
El caso es que nosotros nos acercamos, con curiosidad, con interés, con respeto e incluso con devoción, a la obra y a la figura de Azaña. Pronto, en cuanto aparecieron las contradicciones del personaje y de su legado, llegaron las descalificaciones personales, los insultos, el silencio. Ni una sola vez ha habido un intento de diálogo, una aproximación amistosa o movida por la simple curiosidad. Los progresistas, ya lo sabemos, no se resignan a perder el monopolio de la historia y aspiran a promulgar la ley del silencio.
No ha sido así, gracias a Dios. Sin duda que Azaña no es ni representa aquello que yo creí en un momento dado. Pero ni su prosa, ni su obra memorialística, ni sus discursos ni su significado en la historia de mi país van a depender de lo que digan de él unos progresistas empeñados en falsificar y en mentir. No hay monopolios sobre la historia de España. Tampoco sobre la vida y la obra de don Manuel.
NOTA: Este texto es una versión editada del epílogo de la nueva edición de AZAÑA, UNA BIOGRAFÍA, que acaba de publicar la editorial
Libros Libres.
Pinche aquí para acceder a la web de
JOSÉ MARÍA MARCO.

Ética de Spinoza según Albiac


La Ética no quiere ser fragmento o espejo del universo. Es universo. ¿Cómo puede glosarse el infinito?
Yo he anotado la Ética en vagones de metro que cruzaban París de Neuilly a Vincennes hace treinta y cinco años, en hoteles de una noche, en largos vuelos transatlánticos, que imponen un paréntesis al mundo donde nada de uno mismo permanece, en oscuros despachos de desconchadas paredes, sobre mesas que devora el polvo, en playas más cegadoras que ninguna luz soñada, en el intervalo muerto de una cafetería de la plaza Edmond Rostand entre dos citas, en una sombría chambre de bonne junto a Boulogne-Billancourt, en la casi ceguera que queda tras la noche en blanco de los días de exámenes, anfetas y diecisiete años, en un banco del Luxemburgo, buscando un parapeto huidizo cuando el tiempo corría demasiado despacio, anclado a su inmovilidad grave cuando el vértigo de los relojes revestía el aliento entrecortado de algunas de las imágenes de Jean-Luc Godard, acotando como un metrónomo las pocas horas en que fui feliz (o me inventé serlo, es lo mismo), las muchas en que no.
Desde hace veintiséis años, el ejemplar sobre el cual anoté ha sido el mismo: la primera edición en la Editora Nacional de la traducción que hizo Vidal Peña. Cuatro o cinco veces ha visitado al encuadernador. Ahora, se me deshoja a cada página que paso y que subrayo de nuevo. Salvo por una mínima errata (afecto por efecto en el escolio de la proposición IV de la Parte V), que sobrevivió a los sucesivos correctores y las numerosas reediciones, es perfecta. La osadía de soñar mejorarla está excluida. Para quien sepa, al menos, lo que se trae entre manos.[...]
El recelo hacia las derivas utópicas marca el nacimiento de ética y política, modernas, sobre la consigna lanzada por Maquiavelo: "conocer el tiempo y el orden de las cosas y acomodarse a ellos". A ese llamamiento a favor de una desengañada cautela (...) tendrá que dar concepto el siglo XVII.
¿Es pensable una ética que se ajuste a las solas exigencias de la razón? ¿Y una política? No otro es el envite cuya entidad dibujará Spinoza al comienzo de esa inacabada prolongación de la Ética que quiso ser el Tratado Político. "Si la naturaleza humana estuviera dispuesta en el modo adecuado para hacer vivir a los hombres bajo el solo imperio de la razón, sin tender a cosa otra alguna, entonces el derecho de naturaleza... no estaría determinado más que por la potencia de la razón. Pero...".
Y en ese pero se juega el primordial antiutopismo spinoziano: ... pero ... no es el intellectus quien rige las relaciones humanas. Muy al contrario: "los hombres son conducidos más por el deseo ciego que por la razón". La política no apuntará, pues, a establecer entre los individuos relaciones verdaderas: no concierne la verdad a la política. Lo suyo es descifrar y manufacturar las estrategias afectivas que tejen la determinación de las mentes. "De ahí que la potencia natural de los hombres (es decir, su derecho) deba ser definida, no por la razón, sino por todo apetito que los determine a actuar y mediante el cual se esfuercen por conservarse". No será, así, la política, virtud de esa potencia autodeterminativa del hombre libre a la cual Spinoza llama –con ambigüedad calculada– amor intelectual de Dios. No podría serlo, a no ser que se ignore hasta qué punto "los deseos que no provienen de la razón son más bien pasiones que acciones humanas".
La fundamentación conceptual de lo político, y las paradojas que, al cabo, de ello resultan, han sido tópico mayor de la filosofía del siglo XVII. En el límite, recae sobre los arquetipos paralelos de Pascal y Spinoza el mérito de haberle dado sus formas extremas: las menos plegadas a componenda programática. Desde sus respectivos desiertos personales, el paradojista de Port-Royal y el óptico de Rijnsburg han asentado los límites irrebasables en que pensar lo político encierra al hombre moderno. Hasta nosotros.[...]
(...) aun cuando se tan raro "que los hombres vivan bajo la guía de la razón", aun cuando "tan pronto cuanto dejan de padecer dejen también de ser", esa insostenible soledad de los hombres habrá impuesto a la política spinoziana su trágico envite: organizar las cosas "de manera que de la sociedad común de los hombres" nazcan "muchos más beneficios que daños". Pero la beatitud se juega en otro sitio. Allá donde ese zarandeo por las "causas externas", mediante el cual la "casi inconsciencia" de nosotros mismos nos despoja del "verdadero contento del ánima", cede ante una apuesta muy otra:
El sabio..., considerado en cuanto tal, apenas experimenta conmociones del ánimo, sino que, consciente de sí mismo, de Dios y de las cosas con arreglo a una cierta necesidad eterna, nunca deja de ser, sino que siempre posee el verdadero contento del ánimo. Si la vía que, según he mostrado, conduce a ese logro parece muy ardua, es posible hallarla, sin embargo. Y arduo, ciertamente, debe ser lo que tan raramente se encuentra. En efecto: si la salvación estuviera al alcance de la mano y pudiera conseguirse sin gran trabajo, ¿cómo podría suceder que casi todos la desdeñen? Pero todo lo excelso es tan difícil como raro.
NOTA: Este texto es un fragmento editado del epílogo de GABRIEL ALBIAC a la edición de la ÉTICA DEMOSTRADA SEGÚN EL ORDEN GEOMÉTRICO que acaba de publicar la editorial Tecnos.

Jessica Biel´s Big Asset


Jessica Biel es una actriz nefasta. The Illusionist fué una ocasión malograda. Ponen en la tele estos dias "7th Heaven", una serie horrorosa que la dio a conocer a la masa como adolescente puritana y en la que obedecia a un perfil de machirulo. Sus años en serie B (culminados en Blade: Trinity) han dado un resultado grotesco: es el cuerpo mas deseado de América. Su culo no envidia nada al de Jesse Jane, ToryLane, Shyla Stylez,Lanni Barbie, Angelica Sin, Sunny Lane o Stormy Daniels. 

Es su Big Asset.

Rorty


Dicen en ABC (El secreto de Rorty) que Rorty murió hace dias: el 8 de junio de 2007 en Palo Alto, California, de cancer de pancreas. Modeló (paralelamente a su floja carrera filosófica derivada del pragmatismo de William James, Dewey y Ludwig Wittgenstein ) toda una teoria literaria en torno a Henry James, Marcel Proust y Walt Whitman.

domingo, junio 17, 2007

El mejor curro en la ciudad, con Gemma Atkinson


Así es como definen el empleo del joven de la foto. Asistente aguador de Gemma Atkinson. La modeluqui británica ataca el mercado americano con sus buenas razones. Al menos dos...

"Whose only job seems to be to sprinkle water on her chest. And then when he’s finished his long, hard work day, he gets to chill with Gemma in the hot tub". Cuanta envidia...

miércoles, junio 13, 2007

De donde sacamos a esta gente?

a) Ramón Calderón: Ya sabemos como llegó a Presidente este nota con apellido atlético y varios pisos de protección oficial. Ojala fuera recordado como el presidente que hablaba demasiado. Merece la pena rescatar la intervención de Roberto Palomar, redactor jefe de Marca, anoche en el programa ‘El Mirador’ de Punto Radio, y más tras la aparición estelar del presidente blanco en la mismísima pista central Roland Garros. Hace no mucho humilló a una gloria madridista como Manolo Santana (ganó Wimbledon con el escudo madridista de gratis) por no lograrle unas entradas.
En Paris superó la vergüenza de Zaragoza. Sólo sale en la prensa catalana, en El Periódico para ser más precisos, Calderón se situó en el camino de su celebración y fue la cuarta persona a la que el tricampeón se abrazó -brevemente y por compromiso, eso sí- cuando saltó a la tribuna, después de Toni Nadal (su tío y entrenador) y Carlos Costa (su representante), y antes incluso que a sus padres y su abuela Bel, que por primera vez se desplazó a al torneo parisino. Tras el empate de su equipo en Zaragoza, Calderón nos avergonzó con su celebración y, de corrido, se presentó el domingo en París para asistir a la final, pretextando la buena relación que mantiene con Nadal y su madridismo, públicamente reconocido por el jugador en varias ocasiones y pidió dos entradas para él y su mujer.
Los colaboradores de Nadal gestionaron dos plazas en el palco de autoridades. Una vez iniciada la final, Calderón pretextó alguna incomodidad y se situó en la zona destinada a los acompañantes del tenista mallorquín, unas 50 plazas que ya estaban ocupadas. Una de esas personas tuvo que sentarse en las escaleras para dejarle sitio.
"La familia Nadal no invitó a Calderón, pero él se cambió al palco familiar", aclaró Toni Nadal.
Calderón aprovechó su viaje para invitar al jugador al palco del Bernabéu el domingo, en el decisivo partido de Liga, precisamente ante el Mallorca: "Si quiere, puede subirse al autocar de los campeones para celebrar el título en la Cibeles". "Me parecería muy grave que Rafa subiera al autocar del Madrid; es un autocar que no le corresponde y donde no pinta nada", replicó Toni Nadal.
El jugador ha declinado esta segunda invitación, aunque quizá esté en el palco para presenciar el partido si no debe jugar en el torneo de Queen's. Nadal, además, se mostró muy respetuoso con el club azulgrana. "Soy del Madrid, pero en el Barça jugó mi tío y siempre se ha portado muy bien con todos nosotros".
Lissavetzky siempre en la foto...
b) Lissavetzky: No entramos en lo de ser la salsa en todas partes o en lo de meter de gañote a la parienta y amistades en cinco estrellas y aviones millonarios en el Mundial de Japón, aún sin pagar.
La mujer del secretario de Estado para el Deporte, Pilar Tijeras, el director general del Consejo Superior de Deportes, Rafael Blanco, su mujer María Antonia Carmona y el hijo de estos viajaron a Japón a costa de la manteca pública. Y no han hecho como "La gran familia" cuando se desplazaban a Torrevieja, los tíos, no. Los Lissavetzky and cia. han pillado un fardo público de 22.000 euros, que hace un total de 3.652.000 pesetas, duro arriba, duro abajo. "Código de buen gobierno" lo titularon. Con un par. Administrador que administra y enfermo que enjuaga, algo traga...
En Yakutia (Siberia), la selección catalana de fútbol sala -no reconocida por ninguna entidad oficial deportiva- venció (5-3) a un combinado español, organizado por una presunta Asociación Mundial (ente privado). Los jugadores de la selección española -que ni son los seleccionados ni están entre los mejores, pero tienen su orgullo- amenazaron con no disputar el encuentro si antes no sonaba el himno español. En un primer momento, sonó el himno catalán de Els Segadors y, acto seguido, en vez del español, el inglés God save the Queen. Tras un cuarto de hora de espuera la organización puso el himno español por la megafonía del pabellón de Yakutia.
La expedición española firmó antes del partido una carta de protesta en la que manifiestan a la AMF su "profundo malestar" por presentar "al combinado de Cataluña como nación". En el escrito aseguran que han decidido participar para «evitar cualquier tipo de problemas organizativos a los responsables del evento como compensación al trato recibido desde nuestra llegada al país". También reconocen que temían quedarse tirados a 12.000 kilómetros de España tras haberse costeado el viaje ellos mismos (480 euros) sin subvenciones.
Todo esto es muy grave, ya que los jugadores que se presentaron como la selección española y sus promotores usurparon una representatividad que no les corresponde, utilizando de forma ilegal el himno y la bandera de nuestro país en una competición no oficial. El Consejo Superior de Deportes afirmó que la selección española que disputa la Copa del Mundo de Yakutia es "un combinado de jugadores que no representan a España y que no tienen derecho a emplear el himno y los símbolos del Estado", que forman "una asociación privada" y no son "el fútbol sala de nuestro país".
El portavoz de Deportes del PP en el Congreso, Francisco Antonio González, calificó de "payaso" al vicepresidente Carod-Rovira: "Lo triste es que haya una persona con representatividad institucional que actúe como un auténtico payaso. El señor Carod-Rovira es un clown que nos hace reír a todos con sus declaraciones, pero no puede jugar con sentimientos ni con legalidades".
Carod comentó que Cataluña iba a jugar "con una selección del Sur de Europa que queda muy cerca".
El silencio y la aquiescencia del Gobierno catalán puede enojar, pero no sorprender, puesto que ERC forma parte de él. Lo que, desde luego, no es de recibo es la pasividad con la que el Consejo Superior de Deportes y el secretario de Estado del ramo han contemplado esta parodia.
Lissavetzky asistió a la final del Roland Garros y pasó de trabajarselo.

lunes, junio 11, 2007

Lesbianas


Leisha Hailey ha sido elegida en la cima de las The Lesbian Hot 100. Es protagonista de una serie de TV llamada The L Word

La buenorra de 300(: Lena Headey) tambien triunfa, así como una tal Sarah Shahi, tambien de The L Word. Solo la primera es lesbiana. La verdad es que tienen un gusto exquisito.

Lena Headey
La homosexualidad es toda una industria en otros paises. Las lesbianas yankees no son como las de aquí: formato tamaño tanqueta, indumentaria de operario de caballerizas, pelao marine, hombros cuadrados, amargura masculina...
Sarah Shahi
Tienen su red de hoteles, sus webs (Lesbian life) su emisora de radio en la red (Lesbian Fun World), iconos mas atractivos que la clásica Martina Navratilova, Amelie Mauresmo o Sheryl Swoopes, su serie de televisión (The L Word,) su lista de jamonas (The Lesbian Hot 100 o la criticada The Maxim Hot 100 List), aunque parece que han diseñado su mundo apartado...

Basura ágrafa

Fragmento de la introducción de La libertad en la encrucijada

Muchos estarán de acuerdo en que las dos visiones del futuro más poderosas del siglo XIX pertenecieron a Karl Marx y a Alexis de Tocqueville. De ser esto cierto, es la del último la que parece haber triunfado. El fracaso del comunismo en Europa Central y Oriental y en la antigua Unión Soviética hubiese deleitado a este aristócrata francés, quien durante sus últimos años identificó el emergente movimiento socialista con una nueva amenaza para la libertad.
Sin embargo, según se acercaba el fin de sus días, el propio Tocqueville se tornó claramente más pesimista acerca del futuro de la libertad. A su regreso de América, en 1832, el autor de textos tan influyentes como La democracia en América y El Antiguo Régimen y la Revolución se involucró en la política de la Francia de Orleans. Apesadumbrado, Tocqueville halló la experiencia muy frustrante. Muy pocos políticos entendieron su acertada intuición de que la destrucción del poder aristocrático en la Revolución francesa, el asalto a la Iglesia católica y la centralización de la autoridad del Estado habían destruido eficazmente las principales instituciones que salvaguardaban la autonomía local, de modo que la sociedad francesa se encontraba mal preparada para cuidar y mantener las instituciones libres.
Esto se hizo evidente tras del fracaso del régimen de Luis Felipe, más conocido como el Rey Ciudadano, en 1848. La posterior Segunda República francesa resistió con éxito los intentos de los agitadores jacobinos y socialistas por destruir la nueva democracia, que se extinguiría a raíz del golpe de Estado del presidente de la república y sobrino de Napoleón, Luis-Napoleón Bonaparte, en 1851.
El mundo de la Francia de Tocqueville, una sociedad caracterizada por una inestabilidad política crónica, parece muy lejano cuando miramos hacia el pasado desde la cúspide del siglo XXI. En comparación, las sociedades democráticas occidentales parecen extraordinariamente firmes. Tal vez la reflexión más valiosa de Tocqueville fuera que las amenazas más insidiosas para la libertad en el futuro democrático no procederían de enemigos externos o de aquellos que albergan inclinaciones autoritarias. Una de las ideas centrales de su Democracia en América es que las sociedades libres no aguantarían el declive interno si la moral de la libertad era socavada. Tocqueville insistió en que "no puede decirse más veces: nada es más fértil que el arte de ser libre, pero nada es más duro que el aprendizaje de la libertad".
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Lección para ser cura

"Profanar la Eucaristía supone un desprecio de la muerte del Señor. Un sacerdote debe profundizar siempre en la conciencia del propio misterio eucarístico como un humilde servicio a Cristo y a su Iglesia. La Iglesia vive de esta celebración; más aún, nace de ella, pues es el Señor resucitado quien congrega en torno a su mesa a quienes, por participar de su Cuerpo y de su Sangre, forman el Cuerpo de Cristo, la Iglesia del Señor. Como decía san Agustín, comiendo el Cuerpo de Cristo nos convertimos en aquello que comemos: La Iglesia, Cuerpo del Señor".Y respecto de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, el Arzobispo de Madrid ha explicado que san Pablo recuerda "a quienes no valoraban en toda su grandeza este cambio sustancial" que "quién coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, agregó, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo". Rouco añadió que "examinarse a sí mismo antes de participar en la mesa del Señor -como exige el apóstol- conlleva aceptar el misterio eucarístico como sacramento de la muerte de Cristo, comprenderlo en el marco de la tradición que se remonta al Señor, y confesar de palabra y de obra la fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía que se concreta en la adoración humilde y gozosa de su Cuerpo y de su Sangre. Hemos de lamentar con profundo dolor los abusos y profanaciones de este sacramento de los que hemos sido testigos recientemente en nuestra diócesis (en alusión a la parroquia de San Carlos Borromeo) y que apartan a sus autores de la comunión en la fe y en la vida eclesial, que es el único marco válido de celebración de estos sagrados misterios. Utilizar la celebración de la Eucaristía en contra de la misma Tradición en la que ha tenido su origen es, además de un acto carente de sentido y de valor teológico, un triste y grave atentado contra la comunión eclesial que nace de la obediencia a la fe y al mandato apostólico que procede del Señor. Quienes no tienen fe, injurian a la comunidad creyente simulando participar de sus misterios; y quienes creen, rompen la comunión que Cristo quiso para su Iglesia. Es necesario que los sacerdotes sean conscientes de que nunca deben ponerse ellos mismos o sus opiniones en el primer plano de su ministerio, sino a Jesucristo. Todo intento de ponerse a sí mismos como protagonistas de la acción litúrgica contradice la identidad sacerdotal. Antes que nada, el sacerdote es un servidor y tiene que esforzarse continuamente en ser signo que, como dócil instrumento en sus manos, se refiere a Cristo. Todo reside en la humildad con que el sacerdote dirige la acción litúrgica, obedeciendo y correspondiendo con el corazón y la mente al rito, evitando todo lo que pueda dar precisamente la sensación de un protagonismo inoportuno".
Cardenal y Arzobispo de Madrid, Monseñor Antonio María Rouco


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domingo, junio 10, 2007

No es noticia

Es la condena de los colosos, los mitos en curso. Hasta que te retires o mueras repentinamente nadie valorará la reiteración de la hazaña. Rafael Nadal tiene 21 años y rompe moldes con un tenis que no me gusta. Nunca será Borg. Su mérito, sin embargo, es el de un trabajo titánico, fronterizo, por territorios que ningún español ha transitado y pocos mortales han conquistado. Otro año mas no es noticia. Es la buena noticia.
Otra cosa: ¿Que cojones hacía el trepa de Calderon en el palco?

El Estado Cultural según Fumaroli

Marc Fumaroli (- Dialnet), profesor del College de Francia, eminente crítico e historiador de la literatura francesa, y principal albacea de la integridad de la edición de «Memorias de Ultratumba» de René de Chateaubriand o de Cartas a su hijo de Lord Chesterfield, vapulea en la recién conocida por mi "L'Etat culturel, essai sur une religion moderne" (Editions de Fallois, aquí en Acantilado) al "Estado Cultural" que convierte la cultura en mercadería publicitaria al servicio de una "oligarquía demagógica", una minoría activista y "bonapartista", que, a través de de la usurpación arbitrista del presupuesto gubernamental, tiene como primer objetivo la glorificación de la megalomanía burocrática y presidencial.
Con nombres y apellidos perpetra un análisis demoledor de los mecanismos utilizados por el ex-ministro de cultura y vedette, Jack Lang, degradando la cultura francesa en benefico exclusivo de la propaganda de Estado (francés).
Ya hacia 1.793, los Jacobinos intentaron un primer "asalto a la razón", intentando convertir la cultura en mercancía ideológica al servicio del poder político. Metodos análogos se encuentran en la Kulturkampf de Biskmark, el leninismo cultural, las grandes "fiestas de la cultura" organizadas por el régimen de Vichy, en Francia, y el régimen de Hitler en la Alemania nazi, poniendo a Jack Lang en el borde del concepto de "policía leninista".
Resume todo en estos puntos que explica muy bien Juan Pedro Quiñonero:
  1. El ministerio de la cultura se ha convertido en un mero administrador de mensajes publicitarios al servicio de la glorificación personal del presidente y su burocracia de Estado.
  2. El ministerio de la cultura se ha transformado en una maquinaria de guerra anti-cultural, a través de la comercialización publicitaria del ocio convertido en espectáculo de propaganda.
  3. El ministerio de la cultura esta controlado por una "oligarquía demagógica", esclava de su propia ignorancia y gusto por los fastos de la nadería convertida en religión de Estado.
  4. El ministerio de la cultura se ha convertido en una maquinaria de confiscación de la cultura, convertida en mera mercancía ostentatoria al servicio de la megalomanía presidencial y burocrática. Esa dimensión expresamente publicitaria convierte el activismo gubernamental en una maquinaria de "agit-prop" permanente donde la cultura es un mero "label" publicitario al servicio de una "oligarquía demagógica". Carmen Calvo tomó nota de todo. No se si entendió nada.

Ana Ivanovic


Hace unos días, tras su partido de Roland Garros, Sharapova dijo : "Me siento como una vaca en el hielo". Dadas sus dimensiones, se notaba incomoda en la tierra batida. Días despues perdía con una chiquilla de 19 años, Ana Ivanovic, y yo miraba a la serbia y sus gruesos muslos y pensaba: "Esta es una foca".
ABC titulaba: Ivanovic sucede a Sharapova. ¿En que sucede a la rusa? La respuesta a continuación.

Henin aplasta a Ivanovic y se ofrece su cuarto Roland Garros: ¿A quién le importa?




Niggers 0 - Faggots 1

Si alguien pensaba en el buenismo sobrenatural de feministas, gays, apaches o demás grupos de presión y/o minorias zapateriles, Isaiah Washington tiene algo que contarles desde la cola del Inem.

sábado, junio 09, 2007

El guionista sádico

Emile Cioran, en uno de sus mas vomitivos textos, hablaba de un aciago demiurgo, un ser supremo maligno que castigaba a los humanos sometiéndolos a la nefasta vida terrenal y abandonándolos a una suerte finita y doliente en la Tierra. Ese castigador ideado por el rumano depresivo es un mariquita si lo comparamos con el artista malvado que diseñó la puesta en escena de esta tarde de fútbol.
El Madrid estaba en el peor de los escenarios posibles. David, Roberto, puede que Helguera tenían su última ocasión de ser campeones en el Madrid. El Barça perdió toda su ventaja y el coitus interruptus del Madrid puede ser devastador. Laporta es un separatista peligroso y no es agradable ver el Catalonia is not Spain en la grada. Zapatero es del Barça. Etoo representa, además, el fracaso de la secretaría técnica del Madrid y su rencor es infumable. Pero Ruud van Nistelrooy, siempre discreto, coronó su año interpretando con fe el papel que mejor conoce: un pistolero siniestro, larguirucho, caballudo. Los últimos minutos con mi David Robert Joseph Beckham cojo en la banda fueron insufribles.
Nadie pensaba en un triple empate y los cardíacos veían esa eventualidad como mortal por improbable, inaudíta. El empate de Barça y Madrid en el último minuto resucitaba el Deus ex machina como técnica aún vigente. El Sevilla se echó a un lado y observó boquiabierto como se dilucidan los duelos entre gente con callo que de veras se odia.

Michelle Marsh funda una religión


Michelle Marsh y el grupo constituyente de la nueva religion (el Michelle Marshism) no encontraban templo con semejantes dimensiones. La piscina tuvo que dar cabida al encuentro. La Diosa no se metió en el agua (Lucy Pinder provocó una riada la semana anterior)...

Envidia y Paris Hilton



Mucha gente se parte de risa con el reingreso de esta muchacha en prisión. Es como lo de Marbella. ¿Que mueve a semejante atención? No creo en lo del simple sentido de la justicia. El populacho no conoce de eso...




Paris Hilton ordered back to jail
No tiene talento, no canta, no baila, no es una enorme belleza, no es curranta. Tal vez su gran función sea la de provocar comentarios de los demas; poder ser una privilegiada masacrada por el mundo entero. Ella no daña a nadie pero su desastre nos alegra el día. Yo mismo pongo gesto despectivo al ver su cara en fiestas, sus tetas en vídeos... Luego me pasa rápido por la cabeza mi pepito. ¿Y tu que haces en la vida, majete? Lo mismo que ella. Casi nada...