Me entero hoy, un mes mas tarde, de la muerte de Don Raimon. Falleció a media tarde del 26 de agosto, en su casa del pueblo barcelonés de Tavertet, el escritor y
filósofo Raimon Panikkar a los 91 años de edad, según informó la Fundación Vivarium.
Nació en Barcelona en 1918, hijo de un industrial indio y de madre catalana. Panikkar es un título nobiliario del sur de India y Raimon utilizaba el nombre indio, mientras su hermano Salvador, también filósofo, optó por el más castellano Pániker. Ligado en los últimos años a la ciudad que le vio nacer, su figura humana e intelectual dejó una indudable impronta, tal como recordó ayer el alcalde la Ciudad Condal, Jordi hereu, quien afirmó que el fallecido hizo del diálogo "la esencia de su vida y la manera de relacionarse con los otros".
Ordenado sacerdote en 1946, a lo largo de su vida Panikkar publicó más de ochenta libros en los que defendió siempre el diálogo entre personas y religiones. Las diferentes religiones de sus padres, así como el hecho de haber vivido también en Roma, Estados Unidos y la India, favorecieron su mensaje tolerante y su defensa de la paz y el consenso. Enamorado de la India, nunca perdió el contacto con el país asiático desde que en 1955 lo visitase por primera vez. "Me fui cristiano, me descubrí hindú y vuelvo budista, sin haber dejado de ser cristiano", solía decir el filósofo en una aplicación práctica de su defensa de la convivencia entre religiones.
Doctor en Filosofía, Química y Teología (Roma), enseñó en las universidades de Madrid, Montreal, Varanasi, Bangalore y Santa Barbara. Después de su ordenamiento, entró en el Opus Dei, aunque después lo abandonara. Después de su estancia en la India, marchó a Latinoamérica para impartir cursos sobre filosofía y religiones de India. Su periplo prosiguió en Roma, donde fue nombrado "Libero" docente, y Harvard, donde en 1966 fue nombrado profesor de la Harvard Divinity School, pasando 20 años a caballo entre los Estados Unidos e India. Entre 1971 y 1978 impartió clases de estudios religiosos en la Universidad de California, que más tarde creó un galardón con su nombre con el que cada año se premia al mejor estudiante en filosofía de las religiones. En 1987 volvió a Catalunya y se instaló en Tavertet, donde ha permanecido hasta su muerte.
Nunca quiso confirmar que fuera corresponsal y consejero del papa Ratzinger. Entre sus complicidades, destaca su amistad con Jürgen Habermas y Hans Küng.
La labor de Panikkar fue reconocida, entre otros, con el Premio Español de Literatura en 1961 y con la Creu de Sant Jordi de la Generalitat en 1999. Asimismo, el Ayuntamiento barcelonés le concedió en marzo de 2009 la Medalla d'Or al Mèrit Cultural durante la clausura del programa Barcelona Diàleg Intercultural. Su trabajo fue galardonado también en el extranjero: el año 2000 recibió el título de 'Chevalier des Arts et des Letres' de manos del Gobierno francés, y en 2001 fue el Gobierno italiano quien le otorgó la Medalla de la Presidencia de la Republica Italiana.
Autor de 80 libros, Panikkar ostentaba la presidencia de la organización no gubernamental Inodep (París), del Center for Crosscultural Religious Studies (California), fundador y presidente de Vivarium, una fundación dedicada a promover el diálogo intercultural, del Centre d"Estudis Interculturals de Catalunya, de la Sociedad Española de las Religiones (Madrid), y era miembro del Institut Internacional de Philosophie (París) y del Tribunal Permanente de Pueblos (Roma), entre otras organizaciones.
Entre sus publicaciones cabe destacar: "Invisible Harmony" (1955); "Il "daimon" delle politica" (1955); "The Vedic Experience" (1977); "The Intra-religious Dialogue" (1978) y "Myth, Faith an the Hermeneutics" (1979); "Der Wahrheit eine Wohnung bereiten" (1991). En castellano ha publicado, entre otras, "La trinidad y la experiencia religiosa" (1989); "El Cristo desconocido del hinduismo" (1994), "Ecosofía" (1994), "El silencio de Buddha. Una introducción al ateísmo religioso" (1996), "La experiencia trantropocósmica". "Filosofía y Mística". "Invitación a la Sabiduría"."La plenitud del hombre". "Elogío a la sencillez" (1993) o "La experiencia religiosa de la India" (1997).
Sergio Vila-Sanjuán: Siempre me pareció fascinante el que dos de las mayores figuras del pensamiento catalán - y español-contemporáneo fueran hermanos, y cuando supe que llevaban veinte años prácticamente sin hablarse, mi interés por su relación se acrecentó. A lo largo de los años había tratado a menudo a Salvador Pániker, el más joven de los dos, figura de la escena cultural y editorial barcelonesa, cuyo libro Aproximación al origen,defensor de una visión retroprogresiva, que mira a la vez al origen y al futuro, me había impresionado mucho.
Por otra parte, mientras cursaba un máster en EE. UU., había constatado el prestigio de Raimon Panikkar en los ámbitos teológicos y sociológicos internacionales, yel propio Peter Berger me había hablado con admiración de su trabajo de síntesis entre cristianismo e hinduismo. A mi vuelta de Boston en 1992 fui a visitar a Raimon al nido de águilas de Tavertet, donde se había instalado, y aunque su filosofía me convencía menos que la de su hermano, me impresionaron su vivacidad y su magnetismo.
A Raimon y Salvador, las circunstancias familiares, pero también las discrepancias intelectuales, les habían separado. Me costó un año y medio de gestiones de alta diplomacia convencerles para que protagonizaran un reencuentro que a la vez fuera un debate. Mediaron a favor Agustín Pániker, hijo de Salvador y editor de Kairós, y Jordi Pigem, próximo a ambos. Finalmente accedieron a verse en un punto intermedio, y este fue un "no lugar", un hotel de Vic neutro y anodino, sin el sabor y el carácter cultural que caracteriza a sus respectivas residencias.
¿De qué hablaron? De la conciliación entre Oriente y Occidente, a través de una perspectiva que no fuera monocultural; de la crisis del capitalismo, evidente y definitiva para Raimon, matizable y hasta superable para Salvador; de los valores universales y de los que no pueden serlo; de las Iglesias - Raimon seguía siendo sacerdote, aunque sin duda muy a su manera; Salvador abogaba por una "religión a la carta"-…Intentaron honestamente entenderse aquella mañana y también se lanzaron más de una pulla: Salvador reprochó a Raimon su "postura demagógica" en la denuncia de la ciencia, y Raimon a Salvador su "fe supersticiosa" en ella… Hubo una conclusión: "Raimundo y yo somos homo religiosus,cada cual a su manera" (Salvador dixit). El extracto de la conversación, ilustrado con magníficas fotos de Pedro Madueño, apareció en el suplemento Libro de La Vanguardia del 28 de abril del 2000. Tras transcribirla me reafirmé en que, como ocurre con los Mann o los Machado, el pensamiento de los Pániker es en cierta forma complementario, y desde luego más comprensible cuando se aborda en clave de familia.
Raimon Panikkar. 90 años entre Oriente y Occidente (Jordi Pigem - Cultura/s LaVanguardia)Raimon Panikkar nació en Sarrià en 1918, en la noche del 2 al 3 de noviembre. "Nací precisamente a las doce de la noche", repitió cuando lo visité hace unos días. No sorprende que naciera a caballo entre dos fechas un hombre que iba a profundizar en disciplinas, culturas y tradiciones tan diversas que cabe decir que ha vivido varias vidas en una.
Al ser preguntado por su edad, Panikkar suele afirmar que tiene seis mil años, pues se siente plenamente heredero de loa acaecido en la historia. Goethe escribió que vive en la oscuridad quien no es consciente de los últimos tres milenios; Panikkar ha ido tres milenios más lejos para intentar abrazar al máximo el conjunto de la aventura humana sobre la Tierra. Ello le ha llevado a ser peregrino en las orillas del Ganges y catedrático en California; a obtener doctorados en Filosofía, en Ciencias y en Teología; a sumergirse en lenguas clásicas como el sánscrito, el griego y el latín; a escribir y a dar conferencias inspiradoras en inglés, alemán y francés, además del catalán materno y el español que hablaba con su padre, y a publicar cincuenta y siete libros de enorme rigor intelectual que cuentan con ediciones en más de una docena de idiomas. Existen tesis doctorales sobre Raimon Panikkar en diversas lenguas románicas así como en inglés, en alemán e incluso en chino.
Octavio Paz se refería a Panikkar en estos términos en "Vislumbres de la India": "Imposible no recordar a un catalán hindú, a un tiempo teólogo y ave viajera en todos los climas, de Benarés a Santa Bárbara". A continuación lo describía como "hombre de inteligencia eléctrica". Y es cierto. Los razonamientos e intuiciones de Panikkar a menudo se despliegan como relámpagos, uniendo en su luminoso zigzag temas e ideas que parecían inconexos. Sus dotes como orador también han sido excepcionales: maestro de la palabra y del silencio, capaz de hacer confluir las preguntas dispares de un auditorio en un río que da de beber a todos, con una memoria rebosante de citas precisas en nueve lenguas y de anécdotas injundiosas de todas las culturas.
Su pensar mandálico contrasta con el pensar lineal al que estamos más acostumbrados, pero es pertinente para una época en la que incluso la ciencia deja atrás las fórmulas simples y las dinámicas lineales. Panikkar considera que "la identidad humana es transcultural y no puede tener por tanto un único punto de referencia", y que una cultura no puede conocerse a fondo hasta que aprendemos a ver la vida con sus ojos y a oír cómo habla el mundo en su lengua. De ahí lo que el actual arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, ha elogiado como "el pluralismo cultural radical" de Panikkar: cada cultura es una fuente válida de conocimiento.
Hijo de madre catalana y católica y de padre indio e hindú, desde su infancia Raimon Panikkar se sintió impulsado a armonizar las dos tradiciones que convivían en su casa. Su madre, Carme Alemany, hija de una familia de la alta burguesía, fue una mujer culta y de ideas claras, asidua de las tertulias que Carles Riba lideraba en Viladrau. El padre, Ramun Paniker, originario de Kerala, había ido a Inglaterra a estudiar ingeniería química y al estallar la Guerra Europea se estableció en Barcelona. Ramun introdujo a Raimon en los fundamentos de la cultura india y prosperó en la industria de la piel hasta su muerte en 1954. A finales de aquel mismo año Raimon Panikkar marchó a la India.
Panikkar fue ordenado sacerdote en 1946 y lleva décadas adscrito a la diócesis india de Benarés. "Sigo creyendo en el sacerdocio, pero no en la Iglesia actual", afirma preocupado. Su estancia en India fue transformadora: "Marché cristiano, me descubrí hindú y vuelvo budista, sin haber dejado de ser cristiano". De hecho, Panikkar se declara simultáneamente cristiano, hindú, budista y secular, no en el sentido de un sincretismo o mestizaje sino como miembro de pleno derecho de cada una de estas tradiciones religiosas y de la tradición secular moderna.
Carme Alemany, amante de la música y de las artes, también era amante de la libertad. Jordi Pujol recuerda afectuosamente la visita que ella y Raimon Panikkar le hicieron en los años sesenta cuando estaba encarcelado en Zaragoza. Es también a partir de los años sesenta cuando el autor que hasta entonces era conocido como Raimundo Pániker empieza a firmar Raimon Panikkar, nombre y apellido más fieles a su doble raíz catalana y malayalam (lengua dravídica con treinta y seis millones de hablantes). Panikkar es un apellido relativamente común en el Estado indio de Kerala. Se transcribe de diversos modos en lenguas occidentales (como Paniker y Panickar), pero Panikkar parece la transcripción más precisa del nombre original. Entre los Panikkar famosos destaca en el siglo XIV Rama Panikkar, poeta que representa para la literatura en malayalam algo semejante a lo que Ramon Llull para las letras catalanas. Raimon Panikkar, por su parte, guarda también ciertos paralelismos con Llull. Los dos filósofos más radicalmente innovadores, prolíficos e internacionalmente reconocidos entre los surgidos del ámbito cultural catalán han sido ambos viajeros infatigables y visionarios multilingües, especialmente dedicados al encuentro entre culturas. No sorprende que Panikkar prologara la edición alemana del "Llibre del gentil e dels tres savis", la bella obra en la que Llull hace dialogar a las religiones judía, cristiana y musulmana.
Hace ahora veinte años, el 15 de octubre de 1988, Panikkar constituyó en Tavertet (Osona) la Fundació Vivarium, centro de estudios interculturales que ahora se encarga de administrar su legado. La enorme biblioteca intercultural de Panikkar, miles de volúmenes que durante dos décadas han respirado el aire del Collsacabra, será acogida en la Universitat de Girona gracias a la mediación del profesor Josep-Maria Terricabras, quien apadrinó a Panikkar el pasado 28 de abril cuando dicha universidad le concedió el título de doctor honoris causa. También hace veinte años desde que Panikkar impartió en Edimburgo las "Gifford Lectures", prestigiosa serie de conferencias que en su día pronunciaron William James, Bergson, Whitehead y Hannan Arendt. Panikkar ha estado revisando y puliendo durante dos décadas el texto que preparó para aquella ocasión, "The Rhythm of Being", testamento intelectual que verá la luz dentro de los dieciocho volúmenes de su "Opera Omnia".
En sintonía con diversas tradiciones de Oriente y Occidente, Panikkar a menudo ha descrito la realidad a partir de tríadas y estructuras triples. Y ha mostrado una especial predilección por la triple tríada: el nueve. Es común que sus artículos y conferencias se estructuren alrededor de nueve puntos clave. Ahora, cumplidas nueve décadas, su obra está completa.
- Metafísico y teólogo (Salvador Pániker).Mi hermano Raimon y yo hemos discrepado en bastantes ocasiones -empezando por el apellido, Panikkar frente a Pániker-, pero nuestras diferencias han sido siempre desde el cariño y el respeto mutuo. Y bien mirado, intelectualmente hablando, puede que sea más lo que nos une que lo que nos separa.
Veamos. De entrada, mi hermano es un genuino metafísico, es decir, alguien capaz de asombrarse radicalmente frente a las cosas. Abundan poco los animales metafísicos, lo cual genera una cierta incomunicación entre ellos y los demás. En segundo lugar, mi hermano es un verdadero teólogo, es decir, un teólogo apofático. Un Dios que no sea ausente es un simple ídolo, escribe Raimon. En efecto, la misma palabra Dios -tan sobada y descastada- ya es un ídolo. Mi hermano se declara, a la vez, cristiano, hinduista y budista. Una manera de reconocer que nuestra identidad es siempre múltiple. Así, desde el cristianismo, Raimon pone el énfasis en la noción teológica de Trinidad para escapar el absolutismo piramidal monoteísta. En tanto que hinduista asume la doctrina de la no-dualidad ("advaita"), y confiesa que Jesucristo es para él su "Ishta Devata", algo así como su "dios favorito", el aspecto bajo el cual cada hindú elige representarse lo divino. En tanto que budista, explica que tampoco le es ajena la experiencia catártica del ateísmo. Añadiré que mi hermano ha recogido también la influencia jainista, y de ahí su profesión de la "anekantavada", doctrina del no-absolutismo, una actitud que constata que la realidad no se deja englobar bajo una sola perspectiva. No existen verdades absolutas ni teorías definitivas. Filosofía de la relatividad y el pluralismo. Finalmente, recordaré que mi hermano reivindica los tres ojos del conocimiento, el sensorial, el racional y el místico, para obtener una visión completa de lo real.
Pues bien, todo esto define al Raimon Panikkar del cual me siento próximo y cómplice, un genuino metafísico, un teólogo que sustituye la sustancia por la relación, un hombre que trata de vivir sin miedo.
Autorretrato de RAIMON PANIKKAR
No puedo escribir sobre mí mismo. En primer lugar, por que no soy capaz. Ni siquiera tengo una lengua propia. En segundo lugar, soy demasiado consciente de que, si lo intentara, el yo acerca del cual escribiría no sería el yo que soy, puesto que soy un sujeto y no un objeto. En tercer lugar, escribir sobre aspiraciones y decisiones es como hacer proyectos. Puede ser interesante para los amigos o para las personas con las que tengo una relación personal, pero su interés se limita a este ámbito.
Y sin embargo escribo. No sobre mí mismo, sino que me escribo a mí mismo. Todo aquello que escribo es, al menos, una parte de mi yo. Todo lo que escribo es autobiográfico. Sólo pongo por escrito pensamientos que yo mismo he pensado como palabras. Yo mismo soy aquello de que escribo y escribo como alguien que habla.
Soy especialmente sensible a dejar que la palabra hable, a permitir que el lenguaje se desarrolle a sí mismo. El yo que también reside en el lenguaje (y que es diferente del ego), habla y se revela a sí mismo en la medida en que dice lo que ha de decir. Por eso el yo no se expresa completamente, y el proceso de devenir lenguaje no se produce automáticamente. El yo tiene necesidad de mí como de un mediador necesario. Soy un elemento activo de esta revelación; gran parte depende de mi transparencia, además de mi atención y otros factores.
Recuerdo un ideal: cada párrafo que escribo, cada frase, debería reflejar, en la medida de lo posible, toda mi vida y ser expresión de mi ser. Se debería reconocer mi vida entera en una sola frase, del mismo modo que puede reconstruirse el esqueleto completo de un animal prehistórico a partir de un solo hueso.