miércoles, marzo 17, 2010

Aquarius- The Age of Evil - 2010 Trailer

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miércoles, marzo 10, 2010

Idries: El Camino Del Sufi

Idries El Camino Del Sufi

Burton el explorador

Leo estos días la biografia editada por Siruela de Sir Richard Francis Burton (1821-1890). Se trata del explorador, orientalista, traductor, místico y escritor que descubrió el nacimiento del Nilo. Para mí ese hecho carece de importancia en comparación con el resto de su aventura en este mundo. Nada le era ajeno y pasaba inadvertido en cada lugar lejano en que se perdía. Llegó a conocer mas de 25 lenguas y fué el segundo occidental que, disfrazado de arabe, concluyó la peregrinación a La Meca. Se preparó tan minuciosamente para la tarea con estudio y práctica, que se hizo circuncidar para reducir más el riesgo de ser descubierto. Hizo una expedición a Harar, la capital Somalí, en la que no había entrado ningún europeo (de hecho había una profecía que decía que la ciudad entraría en decadencia si un cristiano era admitido en su interior). Tambien en el caso del Tanganyika, Burton fue el primer europeo que vio el lago. Dicen que se follaba hasta las amapolas. Un hombre valiente que hasta en eso devoraba la vida.
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domingo, marzo 07, 2010

Placebo y nocebo: la mente cura y mata

Placebo y nocebo: la mente cura y mata

Alicia en ABC Cultural, estupendo.

¿Para qué sirven los libros sin ilustraciones?, pregunta Alicia al principio de la novela. A Alicia no le gustan los «grandes libros» profundos, moralistas y secos que lee su hermana: ella quiere imágenes, quiere ver. ¿Será esta la primera (aunque ciertamente no la última) razón de la fascinación que sigue ejerciendo sobre nosotros? A Alicia le hubieran encantado el cine, la televisión, los ordenadores. Carroll, su creador, no lo olvidemos, era un apasionado de la fotografía. Quizá por eso entendía la literatura como un arte de imágenes. Y de juegos de palabras. Y de lógica. Pero sobre todo de imágenes.
El mundo victoriano creó el mito de la «tarde orlada de oro», un mundo idílico, perfecto, delicado, perfumado, maravilloso, inocente, romántico, melancólico y con un cierto olor, por debajo de las muselinas y las rosas de té, a agua estancada. Un mundo de imágenes bidimensionales. Un mundo de estampas que jamás existió, pero en el que todos deseamos creer. En la época de la locomotora, los victorianos evocan al rey Arturo.
Alma sin alma. Alicia en el País de las Maravillas es una de las creaciones más mágicas y deliciosas de esa época fabulosamente reprimida y mitófaga, pero es, al mismo tiempo, su curioso reverso tenebroso. Sería difícil encontrar en toda la literatura universal un libro que sea, al mismo tiempo, tan luminoso y tan oscuro, tan divertido y tan siniestro. Sería difícil encontrar un libro que tanto se diferencie de sí mismo, que se deconstruya a sí mismo con tanta saña. Nada más empezar la obra, después de renegar de los libros sin imágenes, Alicia se hunde en el inframundo. Allí es donde viven esas sombras a las que Virgilio llama «imago», y que en su latín significa algo así como «fantasma». «Vagaré como una imagen», dice Dido, sabiéndose condenada al infierno. Una imagen, un espíritu errante, un alma sin alma. El inframundo de Alicia está poblado de conejitos blancos, de dodos, de gatos que sonríen, de tea parties, de jardines de rosas. Pero a pesar del aspecto encantador de estos paisajes de cuento infantil, este Wonderland es en realidad el infierno. El Bosco inventó un «infierno musical» en su célebre tríptico de El Jardín de las Delicias. Carroll inventa un infierno de las imágenes.
El Electrodist Project, un grupo de artistas de inspiración situacionista, ha creado un vídeo llamado Alicia... o ¿quién es Guy Debord? que reproduce la película de Walt Disney con una nueva banda sonora. En esta versión, que los intrépidos situacionistas colocaban discretamente en videoclubs para que los consumidores la llevaran a su casa creyendo que iban a ver la inocua película original, Alicia se pasa toda la película buscando a Guy Debord y comentando pasajes de La sociedad del espectáculo. El resultado podría parecer pedante, pero lo cierto es que resulta increíblemente divertido.
Cuchillo ensangrentado. El elemento siniestro e inquietante de Alicia en el País de las Maravillas aparece ya en su primera versión cinematográfica de 1903. Cabe preguntarse por qué la obra de Carroll, el cuento más onírico y «fantástico» de todos, y también el menos carnal y sangriento, posee esa capacidad de evocar el misterio y el terror. En el videojuego American McGee´s Alice, Alicia es una adolescente con mirada de asesina que se mueve por sombríos subterráneos con un cuchillo ensangrentado en la mano. En la versión teatral de Lindsay Kemp, el conejo (que suele ser el heraldo del horror ctónico) aparecía transformado en un horrible esqueleto. Alicia no perdía por eso su sonrisa. La mejor de las versiones cinematográficas, la del animador checo Jan Svankmajer, es una película sin música que describe un mundo hostil de objetos vivientes, de mecanismos, de autómatas, de ruidos, de habitaciones viejas y polvorientas, en medio de los cuales una niña, la encantadora Kristýna Kohoutová, intenta sobrevivir escondiéndose en los rincones y observando a hurtadillas. También es muy interesante la versión en blanco y negro que dirigió en 1966 Jonathan Miller para la BBC, muy poco florida, sin apenas efectos especiales (y tanto más eficaz y misteriosa por esa razón), en la que Alicia es una adolescente de gesto hostil y mirada enigmática y sensual. Y se aburre.
Sí, el hecho es que Alicia va al país de los sueños y se aburre. ¡Es el colmo! Su emoción preponderante no es el miedo de los niños, sino el hastío de la adolescencia. Pero su aburrimiento puede también tener una lectura feminista. Ya que Alicia es una mujer en un mundo de personajes masculinos que la agotan con su lógica absurda, con sus monólogos desquiciantes, con su deseo obsesivo de tener razón. Alicia no entra dentro de ningún arquetipo femenino de la época: no es ni una mujer-ángel ni tampoco una belle dame sans merci, no es ni la sílfide ni el vampiro, no es ni la mujer abnegada ni la mujer cruel. Se define sobre todo por su inteligencia. Es una señorita bien educada y algo estirada, pero lo cuestiona todo y no acepta ninguna tontería.
El propio yo. Alicia, poema cuántico en el que, como en el Parsifal de Wagner, «el tiempo se convierte en espacio». Fábula protofeminista. Repertorio de rimas sin sentido y de geniales asaltos a la lógica. Fantasía llena de rabiosos ecos de nuestro mundo, como ese conejo blanco que va encadenado a su reloj y cuya obsesión es no llegar tarde. ¡No llegar tarde en el dreamtime! ¡No llegar tarde en un sueño! Repertorio de imágenes estremecedoras, como la de la niña encerrada en una habitación de la que no puede salir porque es demasiado grande o demasiado pequeña, una habitación que es el propio cuerpo, el propio yo. A través del ojo de una cerradura, Alicia ve un jardín maravilloso. Pero no puede llegar a él. Y entonces se pone a llorar, y sus lágrimas forman un mar. Y en ese mar de lágrimas flotan todo tipo de animales. ¿Quién no ha mirado alguna vez con ardiente nostalgia por ese ojo de cerradura? ¿Quién no ha deseado salir a ese jardín? En ese mar de lágrimas flotamos todos. Y también flotas tú, querido lector, y también quien esto escribe. Y esto es un cuento de niños. ¿Sólo un cuento de niños?
Fantasía sin límites
Todas las Alicias por Luis Alberto de Cuenca.
Las niñas que se llaman Alice o Alicia en todo el mundo saben que, por el mero hecho de que sus padres les hayan puesto ese nombre, nunca van a poder sustraerse del todo a la fascinación que su homónima Alice, la niña rubia de Lewis Carroll, va a ejercer sin remedio en sus existencias, porque nadie después de 1865, fecha en que vio su primera luz Alice´s Adventures in Wonderland, puede llamarse Alicia impunemente, como bien saben todas las que se llaman así o todos los que tenemos la suerte de convivir con una de ellas.
La Alicia de Carroll se llamaba en el mundo real Alicia Liddell y era hija de Henry George Liddell, un célebre helenista oxoniense que da nombre -junto a Robert Scott y Henry Stuart Jones- al célebre Greek-English Lexicon que aún seguimos utilizando los filólogos clásicos en nuestras prospecciones lexicográficas. Lewis Carroll se llamaba en realidad Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898) y repartió su vida entre las matemáticas, que enseñó en el Christ Church College de Oxford, y su pasión por las preadolescentes rubias y por las letras fantásticas (en el sentido más lato del término), género este último en que brilló hasta límites insospechados gracias a dos obras maestras, llenas de humour y nonsense e inspiradas por su amiguita Alicia Liddell: Alicia en el País de las Maravillas y A través del Espejo (1871).
Inagotable actividad. Qué pocos mitos literarios universales circulan por ahí con los poderes simbólicos e iconográficos que confluyen en la Alicia de Carroll. Coleccionar Alicias ilustradas, por ejemplo, es una actividad inagotable, pues a lo largo de los últimos ciento cuarenta y cinco años son legión las ediciones que han aparecido, en todas las lenguas del orbe, de ese libro -y nunca mejor dicho- maravilloso. Hace mucho tiempo, allá por los felices 70 del siglo pasado, los jóvenes de entonces nos descolgábamos por Londres con una facilidad y una frecuencia extraordinarias. Estaba todo baratísimo, Tolkien iniciaba su hegemonía y en las librerías de viejo de Charing Cross Road se encontraban primeras ediciones de Agatha Christie con la sobrecubierta intacta (ahora también, pero salen mucho más caras). Eran los años en que se fumaba en los cines londinenses y en que mis idolatrados pintores prerrafaelistas empezaban a ponerse de moda. Había en Kensington Church Street unos grandes almacenes de siete pisos dedicados íntegramente a la moda retro -parecían una gigantesca y genial tienda de disfraces- que creo recordar se llamaban Biba. Todo ello hacía de la capital del Reino Unido el destino soñado para cualquier españolito de entonces con pulsiones artísticas y bibliográficas, y yo estaba aquejado de ambos males.
Por menos de dos libras. Allí, en Londres, compré, en 1972, un libro titulado The Illustrators of Alice, que me costó menos de dos libras. Su editor (a la inglesa) era Graham Ovenden, y contaba con una espléndida introducción de John Davis. El sello editorial no era otro que Academy, especialmente atento por aquel entonces a publicar monografías de ilustradores, haciendo especial hincapié en los de época victoriana. Aquel libro, que hoy tengo en las manos, reproducía en su última página una fotografía de una preciosa niña, tan blonda al menos como Iseo, la novia de Tristán: era Mary Hilton Badcock, un delicioso caramelo rubio que sirvió como modelo para la Alicia de Sir John Tenniel, el primero y más célebre intérprete gráfico del personaje. Junto a aquella fotografía se congregaban en el libro los mil y un ilustradores de Alicia, desde Arthur Rackham a los hermanos Robinson, de Mabel Lucie Attwell a Willy Pogany, de Mervyn Peake (¡maestro!) a Blanche McManus, protagonistas todos ellos de la Edad de Oro de la ilustración británica.
Recuerdo haber leído tarde una edición como es debido de Alicia en el País de las Maravillas. Fue en 1971, poco antes del viaje a Londres en que compré Los ilustradores de Alicia. Tengo también la prueba de aquella primigenia lectura bajo la especie de un modesto, pero para mí mitológico, volumen de la benemérita colección «El libro de bolsillo» de Alianza: la impecable versión española que de Alicia había llevado a cabo Jaime de Ojeda, con cubierta de Daniel Gil e ilustraciones del citado Tenniel.
El gato de cheshire. El color amarillo ha sido siempre mi favorito. Aquel librito de Alianza, editio princeps de una larguísima serie de reimpresiones, tenía la cubierta amarilla, pudiendo verse en ella a la Alicia de Tenniel en animada conversación con el inefable Gato de Cheshire. Tenía yo veinte años cumplidos cuando me sumergí en la lectura de ese libro, y yo creo que, de algún modo, me quedé a vivir en él para siempre. De pequeño, había buceado en la historia de Alicia a través de la adaptación que de la obra de Carroll hiciese María Martí, con ilustraciones de María Barrera, en la popular colección «Historias» de Bruguera a finales de los 50. Pero toparme con la Alicia de verdad poco o nada tenía que ver con mi encuentro infantil con su sucedáneo en lo que a embrujo se refiere.
He conocido luego a expertos en la obra de Carroll tan conspicuos como Santiago R. Santerbás, y me he honrado con su amistad, y he disfrutado lo indecible con su prodigiosa versión de Silvia y Bruno (1889-1893), la otra joya de la corona carrolliana. Pero para mí -y para casi todos- Lewis Carroll será siempre Alicia, y Alicia aquella niña victoriana fotografiada en el libro The Illustrators of Alice y prodigiosamente dibujada por Tenniel en las páginas de aquel libro amarillo de Alianza.

domingo, febrero 28, 2010

Pauwels, Louis y Bergier, Jacques - El Retorno de Los Brujos

Pauwels, Louis y Bergier, Jacques - El Retorno de Los Brujos

Lucifer

Para la tradición esotérica occidental, Lucifer es el dios del Fuego ó Portador de la Luz ó Sabiduría, y no es el Diablo ni Satán. Para los luciferinos y sus tradiciones esotéricas, Lucifer es la figura divina por excelencia, el verdadero dios espiritual de luz, opuesto al Demiurgo ó dios material, creador del universo físico (doctrina seguida por maniqueos, cátaros y gnósticos antiguos). 
Para muchos luciferinos la figura de Lucifer es la misma que se representa con diferentes dioses paganos como el nórdico Odín, el egipcio Thot, el griego Prometeo, el celta Cernunus y el etrusco Lupercus, etc. Diferentes tradiciones esotéricas occidentales son luciferinas como por ejemplo la Teosofía -la revista oficial de la Sociedad Teosófica llevaba por nombre Lucifer-, el gnosticismo, el rosacrucismo, la Orden Hermética del Alba Dorada, la Sohnschaft der Schwarzen Sonne (Hermandad Serranista del Sol Negro), todos los anteriores rechazan ser organizaciones satánicas y aseguran que el luciferismo y el satanismo no son la misma cosa.
Todos aquellos que conjugan las cualidades metafísicas y el conocimiento oculto del saber luciferiano, creen profundamente que en medio "de la maldad puede surgir la luz" . Y en lo que también se puede estar totalmente de acuerdo, es que Lucifer viene a ser el Portador de Luz, esto es, del logos; pero también viene a ser el arquetipo del supremo Rebelde, del primer separatista y autonomista universal, en aras de la libertad.








Adios, Renfe, el próximo sábado

lunes, febrero 08, 2010

GP003 Simon Magus and Gnostic Christianity

GP003 Simon Magus and Gnostic Christianity


domingo, enero 24, 2010

Lolo entrena

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Pinto shooting o como rodar pasando de los jefes y por internet.


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Leganes para Plural




domingo, enero 17, 2010

EXTREMISTAS: MIS AVENTURAS CON LOS RADICALES

de Jon Ronson, un tipo que trabaja para la BBC.
Them: Adventures with Extremists by Jon Ronson.
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Gnosis Trailer DVD

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Gnosis. No sabe nadie nada.

Los 11 alimentos saludables que debería estar comiendo y que ni siquiera prueba según PD

Algunos los ve a diario en el supermercado pero no los compra, aunque otros son menos habituales clipping. 1. Remolacha Muy rica en ácido fólico y pigmentos rojos que ayudan a prevenir el cáncer. ¿Cómo comerla? Cruda, fresca y rallada en ensalada. Conservar en frío porque el calor le hace perder su poder antioxidante. 2. Repollo Cargado con nutrientes, como el sulforafano, que también ayudan a prevenir el cáncer. ¿Cómo comerlo? Ensalada al estilo asiático o como un crujiente en sustitución de la lechuga en hamburguesas y sandwiches. 3. Acelgas: Una verdura de hoja verde lleno de carotenoides que protegen a los ojos de envejecimiento. ¿Cómo comerlas? Cortar y freír en aceite de oliva. 4. Canela Ayudar a controlar el azúcar en la sangre y el colesterol. ¿Cómo comerla? Espolvoreada en el café o en los cereales del desayuno. 5. El jugo de granada Ayuda a bajar la presión arterial y está cargado de antioxidantes. ¿Cómo tomarlo? Bebido. 6. Ciruelas secas Son como las ciruelas pasas, pero están llenas de antioxidantes. ¿Cómo comerlas? Envuelta en jamón serrano y al horno. 7. Las semillas de calabaza La parte más nutritiva de la calabaza. Mucho magnesio (altos niveles de este mineral están asociados con un menor riesgo de muerte prematura). ¿Cómo comerlas? En ensalada o como pipas. 8. Sardinas Comida saludable de lata. Ricas en Omega-3, prácticamente no contienen mercurio y están llenas de calcio. También contienen hierro, magnesio, fósforo, potasio, zinc, cobre y manganeso, así como un complemento de vitaminas B. ¿Cómo comerlas? Latas de sardinas en aceite de oliva o la sardina a la plancha tradicional. En ensaladas, sobre tostadas o puré con mostaza dijon y cebolla. 9. Cúrcuma La reina de las especias. Propiedades anticáncerígenas y antiinflamatorias. ¿Cómo comerla? En huevos revueltos o en cualquier plato de verduras. 10. Arándanos congelados Aunque el proceso de congelación puede degradar algunos nutrientes en las frutas y verduras, los arándanos congelados están disponibles todo el año y no se estropean. Se asocian con una mejor memoria en estudios con animales. ¿Cómo comerlos? Mezclado con yogur o leche de soja y espolvoreados con almendra picada. 11. Calabaza Alta en fibra y estimulantes del sistema inmune (vitamina A). Llena mucho y apenas tiene calorías. ¿Cómo comerla? Cocida con un poco de aceite de oliva, canela y nuez moscada. ___ Listado realizado a partir del libro del Dr. Bowden The 150 Healthiest Foods on Earth. Periodista Digital, SL CIF B82785809 - Avenida de Asturias, 49, bajo - 28029 Madrid (España) - Tlf. (+34) 91 732 19 05

lunes, enero 04, 2010

Vivir... por decir algo, por Gabriel Albiac, ABC

DESESPERADA, física y anímicamente rota, Simone Weil retorna de su breve experiencia en la guerra de España con la certeza de que nada en política es ya posible; que la política es ese dúplice juego en el cual sólo los asesinos y los ladrones tienen sitio: un horrendo basurero. Y en el otoño de 1937, tras haber escapado de la Barcelona en la cual los sicarios de Stalin -y aquellos locales capataces suyos, de los cuales don Santiago Carrillo podría aún contarnos tantas cosas que no nos contará nunca- exterminan a los últimos trotskistas, Weil relee a un joven autor de cuatro siglos atrás: Étienne de la Boétie había sido el amigo entrañable al cual cantara Montaigne en L´Amitié, el más bello de sus Ensayos y uno de los momentos más altos en la lírica del siglo de Pierre Ronsard. La Boétie murió a los 33 años, asistido hasta el último instante por su amigo. A los 18, había escrito un desconcertante y breve ensayo que lleva el título de Discurso de la servidumbre voluntaria y que es la más lúcida voladura de todos los ensueños acerca del supuesto amor por la libertad que los apologistas de las buenas intenciones atribuyen a la inhóspita especie humana. No hay tal cosa, concluía el compañero de Montaigne, «lo único que los hombres no desean es la libertad, y no por otra razón que ésta: porque, si la deseasen, la obtendrían». La lógica del joven Étienne de la Boétie sigue dejándonos atónitos -como dejó a la casi tan joven Simone Weil- por su rara voladura de todos los lugares comunes acerca de lo político. No hay pulsión más honda en los hombres que la de servidumbre, concluye. No hay despotismo posible sin la deleitada complicidad activa del siervo. Y La Boétie pone en ello la «enfermedad mortal» de lo humano: el placer del esclavo, su abestissement, ese «embrutecimiento» al cual llaman los hombres vida. «¿Es eso, acaso, vivir feliz?», se pregunta irónicamente. Y, con desgarro aun más ácido, reduplica la pregunta: «¿Es eso, acaso, vivir?». No hay mejor guía espiritual, setenta y dos años después del crucial ensayo de Simone Weil sobre la obediencia totalitaria, que este sucinto y sorprendente Discurso de la servidumbre voluntaria, que da a la desarraigada pensadora judeo-católica la clave con la cual cerrar su lúcida -su trágica- decepción de lo político. Lo fascinante de los ya casi seis años con Rodríguez Zapatero al frente de la nave ebria del Estado es esto: jamás en las sociedades ilustradas, de las que bien que mal formamos parte, un gobernante ha exhibido tales dosis de ignorancia, tanta capacidad para mentir sin cuidarse siquiera de que no se note, jamás un tono de infantilismo semejante se ha exhibido con tal complacencia en el espacio público, jamás la percepción de estar siendo gobernados por un sujeto con la edad mental de un adolescente-LOGSE de no más de doce o trece años ha sido así de inequívoca... Y, sin embargo, funciona... Pocos ejemplos hay tan puros de aquel placer del siervo que el escritor de siglo XVI diseccionara, como esta España identificada con el mejor gestor de su catástrofe. Como esta España que se empeña en no ver lo esencial: que a aquel que nos oprime «no es siquiera preciso quitarle nada, que basta con no dárselo; que no hay siquiera necesidad de que el país se moleste en hacer nada a favor de sí mismo, que basta con que nada haga en contra de sí mismo», para que tal tipo de parásitos funestos se volatilizaran. Pero no, no hay nada de eso. Eso requiere ser libre. Y la libertad, «la libertad es precisamente lo único que los hombres no desean». Mejor ser siervos: más fácil, más seguro. ¿Llamamos a eso vivir? Lo hacemos.

domingo, enero 03, 2010

LEY DEL SIETE O DE LA OCTAVA

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viernes, enero 01, 2010

Joseph Pérez: «La Leyenda Negra contra España es falsa, de mala fe»

Biógrafo de Felipe II, Joeph Pérez, nacido en el año 1931 en Laroque d'Olmes (Francia) de un matrimonio de emigrantes valencianos, es un sabio de la España de los siglos XVI y XVII. Estuvo al frente de la Casa de Velázquez en Madrid y dirigió la Universidad de Burdeos. En «La Leyenda Negra» (editorial Gadir) ofrece una lección apabullante, magistral, incontestable sobre lo que ya es Historia: aquella noche oscura que arreció contra España. —¿Por qué debemos ya dar por superada la Leyenda Negra? —Felipe II puso precio a la cabeza de Guillermo de Orange, el príncipe protestante de Flandes, y éste recusó su legitimidad y se enfrentó a su poder exagerando lo peor de su contrincante: que si fue capaz de asesinar (lo que era falso) al príncipe don Carlos, su hijo, que si se sirvió de la Inquisición para acallar a la oposición... A nivel académico, todos los historiadores, sean o no españoles, están de acuerdo en subrayar que las acusaciones que contiene la Leyenda Negra son falsas, de mala fe y muy exageradas. En este aspecto hay unanimidad. —¿Quedan prejuicios pendientes? —Una vez desaparecido el fundamento de la Leyenda Negra, permanecen prejuicios, por ejemplo, sobre la importancia o la influencia que pudo tener la Inquisición, la intolerancia, la poca disposición que se dice que tienen los españoles para las actividades económicas... Hay una serie de opiniones que circulan y que no merecen mención especial, pero que son muestra de la ignorancia que se tiene todavía, en varios casos, de España. —Se habla de la Inquisición, pero en la España de Felipe II murió menos gente por la Inquisición que en ningún otro país, según los expertos. —Sí, precisamente es lo que forma parte de esos prejuicios; no se tiene suficientemente en cuenta que la intolerancia, las guerras de religión, la conflictividad religiosa es un fenómeno común a toda Europa. España en ese aspecto no tiene ningún monopolio ni ninguna exclusividad. Si uno mira lo que pasa en Francia, por ejemplo, en una época tan tardía —finales del XVII— cuando Luis XIV decide expulsar a los protestantes, ello supone una barbaridad tremenda que se puede comparar con la expulsión de los judíos o de los moriscos. —¿Por qué siempre se opinaba contra «lo español»? —Esto es lo que procuro desmontar en el libro sobre la Leyenda Negra. Al principio de todo está la reacción contra la superioridad española del siglo XVI, que es indudable. Hay una gran admiración por las cosas de España, por la lengua —se habla español en casi toda Europa—, por la literatura, las artes, las ideas religiosas, la moda... Se admira todo lo que viene de España, pero al mismo tiempo la gente, en Italia, Inglaterra, Francia, Países Bajos, Alemania... tiene miedo de lo que se cree, se supone, son las intenciones de España que quiere dominar a toda Europa. —¿Con qué potencia compararía hoy aquella España titánico-hegemónica? —Hay un rechazo que yo comparo a lo que está ocurriendo actualmente en los Estados Unidos. El país que preside el señor Obama también ha provocado una especie de leyenda negra, de rechazo: se admiran las cosas de América —cine, literatura, los modos de vivir...— pero se les reprocha a los norteamericanos su buena conciencia, su arrogancia, su imperialismo, su voluntad o la pretensión que tienen de dominar todo el mundo. En un principio, de la Leyenda Negra está la reacción de rechazo, de temor a lo que se cree que es el imperialismo español. Se supone que España pretendía dominar a Europa y el mundo. —¿Se le acusó de imperialista? —Andando el tiempo, si a esto se añaden dos o tres fenómenos después de 1648, de los Tratados de Westfalia, España ya ha perdido la hegemonía en Europa, de modo que la acusación de imperialismo no puede funcionar. El relevo lo han tomado otras naciones —Inglaterra, Francia...— pero quedan contra España dos ideas que poco a poco van a permanecer hasta el siglo XX: primero, la del progreso, la civilización, las luces... todo ello es fruto de la Reforma; y como España, Italia y Portugal y en parte Francia han rechazado la Reforma estas naciones están por ello mismo condenadas al subdesarrollo, al oscurantismo, a la intolerancia... —La idea que circula hasta entrado el siglo XX es que el progreso, las luces, la civilización es fruto de la Reforma. —En este sentido, España aparece como la nación que se ha resistido a la Reforma por antonomasia. Y hay también en las naciones del norte, que son protestantes y anglosajonas, otra idea que surge y que va a tener mucho éxito: la superioridad de la raza anglosajona sobre la latina. Estos son los prejuicios que han alimentado la Leyenda Negra hasta bien entrado el siglo XX, pero ya han sido rechazados por los historiadores. No cabe duda de que durante mucho tiempo eso ha influido en la imagen que se tenía en el extranjero de España. En el siglo XVIII España sigue siendo una gran potencia —la tercera de Europa—, pero ya no tiene la misma supremacía intelectual. Los rasgos fundamentales de la Leyenda Negra ya no se pueden sostener. —¿Y por qué se ha mantenido durante siglos esa Leyenda Negra? —Porque desde finales del siglo XVII hasta bien entrado el XX parecía que todo iba a favor de los anglosajones y de los protestantes. Si se compara lo que ocurre en el siglo XIX después de la emancipación del imperio español de América, a partir de 1825 se da el contraste entre las antiguas colonias inglesas —los Estados Unidos actuales— en plena prosperidad frente a un continente suramericano —las antiguas colonias españolas— sumido en el subdesarrollo, caudillismo, miseria. Cuando Francia a mediados del XIX forja el concepto de América Latina, en España algunos protestan porque dicen que hay que hablar de América Iberoamericana o Hispanoamericana. —¡Francia no atacaba a España! —No. Cuando los franceses en el siglo XIX hablan de América Latina están reaccionando contra la América anglosajona. En realidad, en aquel momento Francia se considera como parte también de los prejuicios que los anglosajones tienen en relación con las naciones latinas y reacciona a su manera tratando de crear un frente entre las naciones latinas para oponerse a la arrogancia y a la pujanza del mundo anglosajón. Y esto lo notamos en algunos sectores. Carlos Fuentes expone muy bien en sus libros que todavía en Estados Unidos no han desaparecido los prejuicios contra México y contra las poblaciones mestizas, católicas, latinas al sur del río Bravo. —¿Franco contribuyó a mantener la Leyenda Negra? —Creo que sí. Sin quererlo, desde luego, y para reaccionar contra las acusaciones que venían del extranjero, Franco tuvo dos ideas: una, la excepcionalidad de España, España es diferente. Y dos, el régimen de Franco dio la impresión de identificarse con la España imperial, con el Reinado de los Reyes Católicos, con Carlos V, con Felipe II, es decir, con los aspectos más discutidos de la Leyenda Negra. —¿Los Reyes Católicos fueron los inspiradores de la gran España? —Después de la Transición me llama la atención la reacción de la izquierda española: en el siglo XIX los liberales españoles, la izquierda española, sentía bastante simpatía con los Reyes Católicos, porque habían restablecido la unidad de España, habían combatido el poder exagerado de la Nobleza. Se veía a los Reyes Católicos como los modernos inspiradores de la gran España, algo que podía servir de modelo. Y la parafernalia en torno a los Reyes Católicos y la idea imperial han contribuido hasta cierto punto a desprestigiar esta época. —¿Cuál es la posición de la izquierda española en relación a esa leyenda? —Los historiadores que yo conozco, sean de izquierdas o de derechas, coinciden en decir que todo esto forma parte de un pasado superado y que no tiene ningún motivo para permanecer. Durante el siglo XIX y las dos terceras partes del XX la Inquisición era motivo de polémica intensa. Hoy, se le ha quitado muchísima polémica. —Usted da la razón a los comuneros. ¿Por qué motivo? —Porque en 1520 presentían, receleban, que con la conversión de Carlos V de Rey de Castilla a Emperador del Sacro Imperio, Castilla iba a tener que defender una opción política que no era la suya, sino de la Casa de Austria. Temían que ello acarrearía para España una serie de sacrificios: en hombres, dinero, etc... —¿Castilla, entre espada y pared? —Al final del siglo XVI, en unas Cortes que celebra Felipe II, varios procuradores se oponen a su política diciendo que la defensa del catolicismo en Europa, en Flandes, no le toca especialmente a Castilla, ni a España. El interés de Castilla (en 1580) es retirar sus tropas del Norte de Europa, defender la Península contra los ataques de los turcos y de los corsarios berberiscos, defender las relaciones con América. Desde los comuneros hasta la oposición en las Cortes en tiempos de Felipe II se tuvo conciencia en España de que los soberanos en realidad defendían, se identificaban más con la Dinastía que con el Reino, como se decía, hoy diríamos con la Nación. A Castilla no le interesaba un Rey emperador. —Hoy en España se tilda a Rodríguez Zapatero como «la catástrofe». ¿Puede el presidente del Gobierno reverdecer los laureles de la Leyenda Negra? —Esto no tiene nada que ver. La Leyenda Negra partió de un estado de opinión de unas gentes que veían en España una amenaza.

sábado, diciembre 12, 2009

Cenas no atendidas

Aniversario del Blog (Ricardo) from blog marioconde on Vimeo. Un video confeccionado íntegramente por Ricardo para la cena de aniversario y encuentro de trabajo del dia 11.12.09.

martes, diciembre 08, 2009

domingo, diciembre 06, 2009

Fedor documental