lunes, septiembre 29, 2008

MC y el Tao

Fundación Ananta: ¿Qué querría que recordara de usted su nieto Fernando, que figura como autor de Memorias de un año de vida? Mario Conde: Lo que cuenta ese libro. Lo hice para su primer cumpleaños el verano pasado; su abuela materna estaba viva todavía. Está destinado a que entienda un poco mi filosofía. Me gustaría que la entendiera y que la aplicara. Las personas no son sus palabras; ni siquiera son sus actos; son su conducta. Yo sólo creo en las conductas. El libro cuenta quién es él y cómo va naciendo la idea del “yo”, diferente a los demás… Me da pena. Es bonito el libro, es muy bonito. Cuando él lo lea, yo ya no estaré por aquí, al menos en esta forma; se dice en el libro.

FA: También dice “tenemos toda la eternidad para charlar”. Es una expresión muy elocuente… MC: La eternidad existe, nosotros aquí estamos muy de paso. Hay algunos que creen que estamos sin ningún sentido, y otros, como yo, que creen que nuestra gran tarea es averiguar el sentido de la existencia. A mí me resulta inconcebible que estemos aquí porque estamos y que después sencillamente dejamos de estar. Esa es una idea que se ha ido poniendo en marcha a partir del triunfo del materialismo y del racionalismo, que ahora se están encontrando con problemas muy serios y son incapaces de encontrar dónde está la materia última. A medida que profundizan en la física cuántica, se alejan del concepto de materia para encontrar un vacío. Es un vacío que está lleno de lo que nosotros llamamos Espíritu. El sentido de la existencia, por qué estamos aquí, es absolutamente capital. Unos dicen “para nada, simplemente para morir”; otros, “para mejorar”. En todo caso, retornamos. Unos creen que retornamos con una individualidad; otros, con una individualidad matizada, como Sri Aurobindo; otros creen que sencillamente retornamos a una vacuidad, pero para volver a volver. Unos creen que las gotas del océano mantienen su individualidad; otros, que vuelven al océano y eso es todo; unos creen que la reencarnación es volver a vivir un mismo yo -una idea muy primaria y poco profunda, otros creen que la reencarnación es la consecuencia de que el Espíritu se manifiesta en un proceso progresivo…

FA: Y usted, ¿Cuál considera más acertada? MC: Es muy complejo. Distinguir la personalidad del yo es muy fácil. La personalidad es un conjunto de atributos externos que no tiene ningún valor: “me llamo así, he nacido aquí, pertenezco a no sé qué familia…”. El yo, en cambio, es el “trozo” del Espíritu que se guarda en nosotros. Eso tiene una cierta individuación en la forma, pero sólo una cierta individuación en la forma. Nosotros creemos que somos individuos, pero es porque hacemos referencia a los factores externos de la personalidad. Yo tengo muchas dudas de que ese “trozo” del Espíritu, cuando regresa, regrese con el mantenimiento de una cierta individualidad; no tengo ninguna duda de que no regresa manteniendo toda la individualidad. Es el tema capital, es donde se mueve el individuo y donde personajes como Sri Aurobindo tratan de encontrar una solución que satisfaga, como explica Vicente Merlo, que es un experto en Sri Aurobindo, y de quien yo he leído todo.

FA: ¿Están recogidas sus creencias en los autores que menciona? MC: Al final, yo trato de evitar las creencias; las creencias me parecen peligrosísimas. Los que hemos estado en la industria farmacéutica sabemos lo peligrosos que son los analgésicos, porque no curan, sólo adormecen el dolor. Las creencias, para mucha gente, funcionan como adormecedores de angustias. Yo lo que quiero no es adormecer mis angustias sino encontrar un camino espiritual sabiendo que tengo que renunciar a muchas cosas, como la autoestima. Hay mucha gente que cree que el camino espiritual se construye sobre el intelecto: “yo soy más espiritual que tú porque soy más erudito que tú, porque soy más que tú, porque he entendido mejor al Tibetano”. Ese es un camino hacia la erudición, y la erudición y la espiritualidad no son lo mismo. O, sencillamente, “yo renuncio a todo eso y tengo una creencia muy sólida y creo porque creo y si no creo, creo”. Bueno, de acuerdo, al que le funcione así…

FA: ¿Desde cuándo está en esa búsqueda? MC: A los 17 años intenté llegar a un Dios católico y llegué casi por percusión. Estudiaba en Deusto, iba todos los días a misa, comulgaba catorce veces, no salía de la iglesia… Aquello no funcionó. Era un dios muy inmediato, muy amigo mío, con el que yo procuraba mantener un diálogo y me di cuenta de que la única manera de hablar con Dios es sin palabras. El lenguaje de Dios es el silencio, el lenguaje de los humanos son las palabras. Lo pasé mal, porque me noté que aquello no me satisfacía; evidentemente hubiera podido acudir a las creencias, adormecer mis angustias, refugiarme en el dogma y tirar para delante, como tanta gente. Entonces hubiera transformado el espíritu en religión. Uno de los grandes problemas es que la espiritualidad se viste de religión y se pierde. Caí entonces la náusea sartriana, que estaba tan de moda entonces, en 1968. En aquel entorno católico, hice un análisis muy profundo sobre La Náusea (Jean Paul Sartre, 1938) en un examen de religión. Pensé que tenía obligación de hacerlo aunque supuse que a lo mejor me echaban de la Universidad, pero era lo que sentía. Recuerdo que me llamó el profesor de religión para comprobar si no sería una extravagancia de la gauche divine de la época, y me dio matrícula de honor. No era la solución. La vacuidad budista puede ser una respuesta, pero la nada sartriana, no. No podía dormir; me di cuenta de que había caído en un insomnio del Espíritu. Estaba permanentemente despierto, buscando. El Espíritu por dentro no dormía, el cuerpo, sí. Yo le pedía que me enseñara el camino, y lo único que me decía es “anda”; y andando, andando fui por el camino del esoterismo y el esoterismo me llenó.

FA: El esoterismo no está bien visto siempre. MC: Hay un esoterismo mal entendido y un esoterismo bien entendido. Al final te das cuenta de que cuando profundizas en los asuntos esotéricos, las religiones convergen, que es una de las tesis de los iniciados, como René Guenon. Hay un esoterismo cristiano, un esoterismo budista, un esoterismo hinduista, un esoterismo islámico… Hay un libro maravilloso de dos tomos, muy difícil de leer, que se llama Sufismo y Taoismo, del japonés Izutsu Toshihiko. En dos de mis tres estancias en la prisión de Alcalá-Meco trabajé sobre este libro. Entendí la fuerza brutal esotérica del islamismo, por mucho que digan que es una religión violenta. Yo creo que algunos católicos deberían hablar con más cuidado de la violencia de las religiones, porque la Iglesia Católica ha causado muchas muertes en determinados momentos de su historia, como en los siglos XIII y XIV, en los que se cometió el genocidio cátaro, que fue un auténtico genocidio para mí. Bien es verdad que dio lugar al auténtico nacimiento de Francia y el rey de Francia estaba encantado con eso… Mientras estuve en el mundo de las finanzas tuve que parar un poco por razones laborales -vamos a decirlo así-, no tenía tanto tiempo. Y afortunadamente, cuando me metieron en prisión pude retomar. Mi familia comentaba que no se me veía triste; y mi mujer decía que lo complicado iba a ser sacarme de ahí, porque decía que estaba en mi mundo y en lo que me gustaba desde pequeño, que era lo que yo le comentaba cuando éramos novios. Fui caminando… el budismo tiene aspectos muy atractivos en cuanto ciencia de la mente. Poco a poco, los nuevos descubrimientos científicos le van dando la razón a los planteamientos budistas, pero no alcanzo a que en mi torrente sanguíneo se haya metido íntegramente la idea de la vacuidad. Entiendo la impermanencia de lo manifiesto, pero no la idea de la vacuidad como última respuesta al planteamiento del Espíritu. Estoy más cerca de la vacuidad que de la pervivencia de la híperindividualidad después de esta manifestación, pero no por eso me atrevería yo a decir que profeso el budismo. Creo que me siento todavía un cristiano, previo al siglo XIII, en el sentido de que la figura de Cristo como avatar, como encarnación de la divinidad, y su mensaje me resulta no solo muy atractivo, sino muy revolucionario en el buen sentido de la expresión. Otra cosa es que en el mensaje original cristiano y la realización empírica del cristianismo no se parezcan en nada.

FA: Excluye claramente todo dogma MC: Sí, absolutamente. El camino espiritual construido a base de creencias es muy cómodo pero el camino religioso en demasiadas ocasiones no es espiritual, es epidérmico. El camino espiritual es muy duro, muy difícil; exige un esfuerzo y una constancia. Y, sobre todo, una renuncia a esa vanidad ridícula de creerse que porque uno es más inteligente, más listo, más culto, va a tener un mayor grado de realización.

FA: ¿Lo que motivó su reclusión en Alcalá-Meco pudo ser un empujón del Espíritu? MC: Seguro, nada sucede sin más. Yo creo que a lo largo de mi vida, en todas las encrucijadas vitales he ido tomando las decisiones más dolorosas para mí. En aquel accidente yo hubiera podido elegir otro camino, pero elegí uno que sabía que más tarde o más temprano tenía que producir mi ingreso en prisión. Recuerdo que lo hablé con mi padre. Y me dijo “esto es así, esto te toca”. Uno puede apuntarse a la tesis del materialismo puro y duro, pero yo creo que las cosas son así porque tienen un sentido, aunque algunas personas no lo puedan entender. Incluso la muerte de Lourdes, que es el acontecimiento de mi vida, se produce en este momento por algo; no es "porque sí”. Cuando le detectaron el tumor, al poco tiempo de la operación, tuve una conversación con ella y le dije: “esto pinta mal, pero se puede pactar con la vida; si tu vida tiene un sentido, podemos alargarlo, lo que tenemos que hacer es trabajar en tu interior”. Y ella, que me conocía, trabajó conmigo y murió muy bien, murió en paz, y la enseñanza de la muerte de Lourdes es un norte para mí, una guía de cómo vivir. Es evidente que algo ha muerto de mí, algo muy potente, pero me ha dejado una libertad para seguir mi camino espiritual. Y ése es mi compromiso conmigo mismo. Lourdes ha muerto ahora, en este momento, ¿por qué? Bueno, pues porque había alcanzado su nivel de realización, y porque yo tengo una viudedad formal, pero no soy emocionalmente viudo. Y espiritualmente estoy complementado, en el sentido de que es un camino en el que me va a ayudar. Lo de la cárcel pudo ser un empujón, del Espíritu y de la vida, y me dio la oportunidad de recuperar todo mi trabajo personal. Lourdes comprobó a qué velocidad. Me ha permitido que el año y pico que hemos podido estar juntos, yo haya tenido mucha más dedicación y la haya ayudado mucho. Ahora la gente se mueve por los parámetros al uso con las tonterías de “todavía eres joven”, “tienes no sé qué…” tratan de encasillarte en las soluciones convencionales para problemas que son espirituales, no entienden que estás en otro sitio.

FA: Todo eso ayuda a perdonar a quien provocó que le privaran de libertad MC: No tengo ningún tumor en el cuerpo pero, sobre todo, tampoco en el alma. Eso es lo único que me parece importante. El perdón ya implica “yo bueno, tú malo; yo te perdono”. No. No funciona eso. Todo lo que sucede, sucede porque hacemos que suceda. En este caso concreto yo estaba allí y podía no estar; yo sabía cómo funcionaba la política en este país y seguí adelante. De alguna manera, asumí las consecuencias de mis propios actos. Entiendo que las cosas no son como estudiamos en los libros de Derecho y que la vida es muy dura. Goethe dijo “Me preguntas qué es lo justo; te diré `lo que conviene a quien lo aplica´”. La conveniencia como principio motor de la convivencia es terrible, es uno de los cánceres de la civilización occidental. La conveniencia acaba con todo. Yo no tengo por qué perdonar; yo no participo de la idea orteguiana de buscar a otro como responsable de mis males. Nuestras conductas son causas que van generando efectos, y yo provoqué de una manera directa o indirecta el que a mí me metieran en la cárcel, porque estaba en un sitio equivocado a la hora equivocada, porque decía unas cosas que no se correspondían… Aunque me metieron en la cárcel por unas razones que nada tenían que ver con las oficiales, como es natural. ¿De qué me puedo arrepentir? ¿De qué les tengo que perdonar? ¿Les tengo que perdonar que me hayan dado esta oportunidad? No. ¿Les tengo que perdonar de que me hayan dejado demostrar a mis hijos que los hombres no somos nuestras cosas y que por tanto somos el mismo estando en Banesto que paseando por el patio de presos? ¿Eso les tengo que perdonar? Eso se lo tengo que agradecer. ¿Tengo que perdonar el que me haya demostrado que no tengo miedo a verme a mí mismo en el silencio? ¿A reconocerme en las madrugadas carcelarias y ver que ni estoy tan bien ni estoy tan mal, que estoy normal, y que estoy relativamente contento conmigo mismo, y que tengo perseverancia para trabajar?... todo eso se lo tengo que agradecer. Probablemente, si todo eso no hubiera pasado, a lo mejor estaría muerto físicamente, pero eso es lo de menos. Seguramente estaría mucho más cortocircuitado espiritualmente. Tendría miedo a morirme, y ahora no, al revés. No es que lo desee, porque la muerte está al margen de desear o no desear. En prisión escribí un libro al que di el nombre de Cosas del camino y que espero publicar pronto. En una de ellas me dije: “Me asomé a la casa de la muerte y lo que vi fue una esplendorosa vida”.

FA: ¿Entienden esto los que fueron sus “adversarios”? MC: No lo sé. Hay veces que pienso “madre mía, ahora que me ven, ¿qué estarán pensando?”. El otro día me encontré con un hombre -no doy más detalles- uno de los que estuvo muy, muy directamente involucrado en los documentos oficiales de mi ingreso en prisión, digamos que uno de los responsables al menos en el plano ejecutor, y vino a saludarme, encantador, me presentó a su mujer. Yo noté que yo estaba bien y creí percibir de él que de alguna manera sufría. Y eso es compasión en el sentido budista: lo que me duele es que sufra. Yo estoy bien porque no he perdido nada, y sí he ganado… Un día Lourdes me dijo respecto a mi comportamiento en prisión: “siempre me ha impactado cómo eres, pero ahora mucho más”. Simplemente oír esa frase ya es ganar.

FA: Es liberador escuchar esto, pero habrá a quien le resulte difícil de creer. MC: El camino del Espíritu exige una sinceridad total, si mientes, si dices lo que no sientes, si hablas de lo que te gustaría ser y no de lo que eres, haces un agujero muy importante en el equilibrio y se paga caro. Yo no me atrevería a decir esto ni algo parecido si no fuera porque a lo largo de mi conducta -no de mis palabras- lo he notado. Cuando me dejo ir, por así decir, cuando los veo, no siento absolutamente nada. Primero, no me han hecho daño -en lo material sí, pero eso no tiene importancia-. Mis relaciones familiares se intensificaron; el respeto mío por mi mujer y por mis hijos aumentó exponencialmente y el suyo hacia mí. Es muy fácil caminar por las moquetas de los salones financieros, no es tan fácil caminar por los patios de la prisión y sin embargo el que caminaba era el mismo. Y, segundo: sabía lo que hacía, nadie me obligó.

FA: La libertad es entonces honestidad con uno mismo… la certeza de que uno es capaz de caminar en paz por un patio de presos… MC: Al final, la libertad no es un asunto físico; por mucho que te encierren en un entorno físico. Te imposibilitan para una serie de cosas, pero no te privan de la libertad verdadera, que es la del espíritu. ¿Cuándo se es libre? Cuando se es digno. Y la dignidad es uno de esos conceptos que no cabe mediopensionista: o se es digno o no se es. Una mínima indignidad contamina todo. En mi camino espiritual, un día traté de buscar una síntesis, el verdadero patrón: ¿la individualidad? ¿la vacuidad?... No: la limpieza de corazón. Punto. El lenguaje del corazón es un leguaje común a los esoterismos. Trasciende las palabras -es lo que dice Zhuangzi: “¿cuándo encontraré un hombre con el que pueda hablar sin palabras?”- y va más allá. No trates de responder con abstracciones mentales; simplemente sé limpio de corazón; límpialo. Yo practico un mantra, por así decirlo, a diario; me digo que el Espíritu no cabe en una estancia sucia, además es muy meticuloso, es muy pesado, como haya la más mínima suciedad, se va. Entonces tienes que limpiar las cavidades del alma de todo tipo de olores, de suciedades, hay que tener el corazón limpio para ser digno. Y si eres digno, eres libre. Si no tienes el corazón limpio estás esclavizado por el demonio de turno, que es tu vanidad, tus cosas… Cuando era presidente de Banesto dije un día a mi secretaria, que todavía está aquí: “Paloma, el hombre que es sus cosas, con sus cosas muere. Ahora estamos aquí y esto es muy importante, pero esto es una cosa nada más… trátalo así y serás libre, si lo tratas como si fueras tú, serás una esclava. Si algún día nos lo quitan, si yo soy yo, seré yo y no pasará absolutamente nada”. Nos lo quitaron y aquí sigo.

FA: ¿No está en la materia el Espíritu? MC: La materia como concepto excluyente del Espíritu es una barbaridad, el Espíritu fluye por todos lados. Hay que cuidar el cuerpo, porque es el vehículo que nos ha sido dado para almacenar este “trozo” de Espíritu y seguir progresando. Por eso la austeridad tiene sentido en la medida en que los abusos del cuerpo se pueden transformar en suciedades en esa cavidad del alma y hacer que se vaya el Espíritu. Estoy dando vueltas al principio de continuidad de la forma. La materia aparentemente es densa, pero cuando profundizamos, no hay nada. Entonces, en el orden vibratorio de los 9,8 metros por segundo al cuadrado (la aceleración que determina la fuerza de gravedad) que es donde estamos, las cosas tienen una forma. Si aumentamos la presión, nos morimos: si la disminuimos, nos expandimos. Cuando una persona muere, en realidad lo que ocurre es que se produce una disgregación, pero no una eliminación de vida. ¿Hay alguna posibilidad de demostrar que no pervive un cuerpo con un orden vibratorio distinto? No hay ninguna posibilidad. Probablemente es más fácil de demostrar que algo de eso se produce, que lo contrario. Yo creo que ese orden vibratorio no tiene forma porque, al no obedecer a la presión de 9,8 metros por segundo al cuadrado, no necesita de forma, pero está. Entonces inunda corazones. Cuando Lourdes moría yo le decía que no se preocupara –no sé si era consciente o no- porque iba a vivir siempre en mi corazón y en el de las personas que la queremos. Eso, que suena bonito, que suena romántico, lo más importante es que es cierto. Y no es cierto en el plano literario, que también, sino en el plano metafísico, en el sentido estricto hay una vibración que se va prolongando y continuando en los siguientes. Es decir, cuando yo muera, tendré sitio en el corazón de mis hijos y Lourdes tendrá su sitio. Esa es la humanidad: tu sitio, mi sitio, nuestro sitio… no hay ningún sitio, sólo hay un sitio.

FA: ¿Es el sitio del amor en estado puro? MC: Claro. Cuando se casó mi hija Alejandra yo le decía: “en el amor no hay dos que se transforman en uno; hay ninguno”. Si hay uno, ya no es amor. El amor puro es ninguno, es fundirse en todo. Siempre ha existido una física y una mística del amor que algunos no han entendido bien. Y por eso el borde de lo sensual en los místicos cristianos, tanto en Eckhart como en Santa Teresa por ejemplo; porque es la manera más adecuada que tenemos de expresar el amor. Como también el dolor. Cuando una persona profundamente amada se va, por mucho que sean tus convicciones potentes, hay un dolor inexplicable. Es un dolor terrible, que nace de las profundidades de la tierra… porque te estás muriendo. Cuando lo amado cambia de dimensión, estás muriendo y en ese momento estás renaciendo. El día que Lourdes se murió, algo de mí murió y estoy renaciendo en sentido estricto además. Esta vez tutelado por su vida, por su obra, por su ejemplo, y por esa vibración de otro orden que sigue viva.

FA: La poesía mística se entiende aunque no pueda explicarse… MC: La palabra no sirve para el mundo del Espíritu pero no tenemos otra cosa y a veces es una tragedia. Por eso voy a publicar La palabra y el Tao. Yo me encontré con tres versiones del Tao te ching con contenidos a veces divergentes. ¿Cómo era posible? Aprendí entonces el papel distorsionador del lenguaje. Yo escribía en cartulinas las tres versiones de un mismo aforismo y las ponía en la mesa de la celda para tratar de encontrarles el sentido, y encontré una cosa: el literalismo, el atender a la palabra es una idolatría. Trasciende la palabra y encontrarás el sentido. De repente sentía que había comprendido algo, aunque no lo pudiera explicar. Krishnamurti habla de incorporarlo al torrente sanguíneo. Aunque no sepamos cómo entra, cuando está, ya no se va.

FA: ¿Por qué madruga tanto? ¿Qué le reporta el silencio? MC: Me levanto a las cuatro y media de la mañana. Antiguamente, cuando estaba Lourdes, tenía que evitar hacer ruido… ahora, lo echo de menos. Y me gusta el silencio. Es mucho más que gustarme, me parece imprescindible. En el silencio nos escuchamos a nosotros mismos. Hay mucha gente que no le gusta lo que escucha y entonces prefiere que la aturda el ruido externo. Pero sin silencio no se puede caminar en el Espíritu. Rezar es silencio, meditar es silencio. Amor es silencio. El amor con ruido es ruido. Quien no es capaz de estar en silencio no es capaz de estar en si mismo con mayúsculas. El ruido permite estar con el sí mismo con minúsculas, con la personalidad. El ruido sirve para Mario Conde-presidente de Banesto, pero no para la divinidad de la que somos posada transitoria. El silencio permite ser honesto y limpio de corazón, permite revisar los verdaderos impulsos de lo que se hace. Por ejemplo, permite discernir si damos una entrevista por vanidad o para ayudar. Nadie es inmune a la vanidad y yo la he sentido en muchas ocasiones. Ahora soy libre porque no tengo vanidad; yo ya no mido las consecuencias de mis actos ni de mis palabras en términos de que repercutan o no sobre mí, sino si sirven o no para terceros. La razón por la que he dado una segunda entrevista en televisión fue porque me llegaron muchas cartas de personas que estaban sufriendo y que me decían que les había ayudado, y pensé “pues ahí voy otra vez”. Y ahora han sido miles, las personas que han puesto correos… bastaría con una. Hay una persona que me ha llamado, que tiene lo mismo que Lourdes y que simplemente quería que le dijera dos palabras.

FA: Ha estado recientemente en un monasterio del Císter. ¿Se necesita acudir a retiros para luego estar en el mundo de todos los días conectado a esa limpieza de corazón? MC: Desde pequeño, las películas que me gustaban eran de monjes y de samuráis. Sabía que más tarde o más temprano iba a ir a un monasterio. Lourdes lo presentía e incluso creo que llegó a comentarlo con sus hijos. Tenía esa asignatura pendiente. Allí se tiene la experiencia del silencio. Cualitativamente no es distinto a mi vida, pero hay más tiempo de soledad, menos ruido… El silencio es una actitud, no necesariamente un resultado físico, así que claro que se puede estar en mitad del ruido de todos los días con el silencio interior que da la limpieza. Aunque el silencio físico ayuda. Yo tengo el sueño de crear un centro para nutrir el Espíritu, igual que hay sanatorios para adelgazar. Sería un lugar de silencio y absolutamente ajeno a cualquier confesionalidad, con momentos para lo que los monjes llaman “capítulo”, uno o dos al día, para exponer temas que tengan que ver con el mundo espiritual, y donde la gente pueda ir sinceramente a encontrarse consigo mismo o a encontrarse con lo que sea pero envuelto en silencio. Además de los centros de meditación cristianos, budistas o hindúes, existen los de las nuevas colectividades, como Findhorn o Auroville. Todo está muy bien y creo que son utilísimos, pero sueño con un sitio neutro para estar en silencio.

FA: ¿Hasta dónde llega su capacidad de ayuda, después de su trayectoria vital? MC: Hasta dónde llega no lo sé. Hay un hecho crucial en mi vida que es la muerte de mi mujer, que ha desarrollado una necesidad casi biológica de ayudar en el terreno en donde creo que más desesperada está la gente, que es la ausencia no sé si de referente, de sentido a sus vidas. En tanto en cuanto yo haya crecido, habrá crecido mi capacidad de ayuda, porque la capacidad de ayuda de uno depende de lo que se tenga dentro. En los momentos de percepción mediática que vivimos tengo que aceptar que cosas como las entrevistas de televisión han ayudado mucho. Por ejemplo, uno de los correos que he recibido es de una chica muy inteligente, con una enfermedad de glucogénesis que le genera una incapacidad permanente. Me ha mandado sus fotos y es impresionante. Con una sonrisa enorme y con un texto que decía que mis palabras habían sido un impulso. Lo más gratificante que me puede pasar es que me diga algo así una persona lisiada. Todo por una entrevista, por unas palabras. Eso es lo que yo quiero. Quiero más posiblemente. Quiero restaurar la idea… han fracasado los materialistas. La religión puede ser un producto tóxico, pero el materialismo puede ser heroína pura. No se puede hacer nada ni mejoraremos política, ni cultural ni económica ni socialmente si no recuperamos el papel del Espíritu en nuestras vidas. Cuando me dicen que estamos mejor que hace no sé cuánto tiempo, yo digo “¿Mejor? Cuando mueren 5.000 niños al día, cuando hay genocidios, cuando un país está mejor que antes porque han muerto cientos o cientos de miles de personas, ¿eso es mejor?”. El problema no está ni en los sistemas políticos, ni en la democracia: está en el hombre. El producto humano que está en estos momentos dirigiendo el mundo, al verse desconectado del sentido de la trascendencia, no sabe dónde anclar valores tales como la dignidad, ¿dónde se ancla? Hablan mucho de la ética laica, bien, pero la ética laica, sin un sentido de trascendencia es a mi juicio muy frágil, tremendamente frágil y la historia lo demuestra.

FA: ¿Bastaría con madurar como personas y poner en valor la capacidad de servicio? MC: Y darnos cuenta de que no es que mueran 5.000 niños, es que los estamos matando. No hay nada de lo que está ocurriendo en el mundo de lo que no seamos absolutamente culpables. No hay un tema de otros que no sea de nosotros. Occidente se ha desentendido… Simplemente, con que asumiéramos que todas esas cosas están pasando porque estamos consintiendo que pasen, simplemente con eso, el mundo cambiaría. Pero nos han enseñado a que “yo soy yo, y los otros son los otros, mis actos no tienen nada que ver con los actos de los otros…”. Eso es sencillamente falso: metafísica, física, económica, cultural y socialmente.

FA: ¿Está cambiando todo eso? ¿Hay algún indicio? MC: Yo creo que sí. La Iglesia Católica en España, por ejemplo, que ha sido el modelo dominante durante siglos, está cayendo en la percepción de la juventud, pero no toda ella se está refugiando en el nihilismo ni en el hedonismo. Lo que ocurre es un cambio de conceptos. La solidaridad ha dejado de ser un planteamiento político para ser un planteamiento humano, como la noción de la comunidad y de la convivencia; las consecuencias dramáticas de un capitalismo brutal se están transformando en términos de convivencia. La sensación que había hace diez años de que estábamos ante el fin de la historia es rotundamente falsa. Estamos en el principio de la historia afortunadamente. Creo que lo que dicen del Kaliyuga es verdad, en el sentido de que se están descomponiendo los restos de una civilización basada en la no trascendencia, y se está recomponiendo. Yo veo que hay muchos que no se dan cuenta de que esto está pasando pero afortunadamente pasa, lo de menos es que se den cuenta o no. La Nueva Era, factores más o menos anecdóticos aparte, tiene un fondo, tiene un fondo crístico, un fondo profundo que está llamando a mucha gente y eso es muy positivo. Con que eso pase estamos ayudando. No arreglaremos nada, absolutamente nada, con modificar leyes políticas o sociales, si no arreglamos antes al hombre. Hay que empezar desde los cimientos -la educación es la clave- y darle al hombre el sentido de trascendencia que tuvo siempre al margen de la religión en concreto. El ensayo que hemos hecho de un hombre sin trascendencia nos ha conducido a esto.

FA: ¿Los cimientos del hombre desde uno mismo? MC: Absolutamente. Pero desde uno mismo, no como separado de todos sino como integrado en todos, y empezar por todos a la vez.

FA: Solo unas palabras sobre su estado interior y su ánimo, para terminar. MC: Hay un dolor frío; podemos convivir con el dolor, pero no tenemos derecho a convivir con la tristeza, la tristeza es en el fondo un egoísmo y es una cobardía; el dolor es un sentimiento sano; la tristeza es epidérmica, es social, y el dolor es profundo. Hay un dolor interior que no se ha ido porque no se puede ir, pero al mismo tiempo hay una percepción de que eso sucedió por algo y para algo. Y ahora tengo un tipo de contento diferente, es una alegría distinta, es una alegría que no se olvida de su amigo el dolor pero que me permite hacer cosas como las que hemos hablado y muy tranquilo. El día que me estaban haciendo el tac, -esto es absolutamente verdad- miré para arriba y pensé “ahora suponte que te dicen que tienes un tumor de pulmón como el que cuentan por la calle, ¿cómo te enfrentas a la muerte?”. La primera reacción fue “bueno, ¿tengo el valor que tuvo Lourdes?” y seguí: “ése es un término de comparación; bien, al margen de esas comparaciones, ¿cómo te enfrentas?”. Y me di cuenta de que estaba sonriendo. Todo está bien. Lola Bastos

http://www.fundacionananta.org%3c/i%3E

Lou and Andy (Little Britain) Recopilatorio

Mortgage Calculator

Carrera

Y esta pareja...acabó!!!

viernes, septiembre 26, 2008

Javier Fesser se cubre de caca


Alfredo González-Barros, hermano de Alexia, la niña en la que Javier Fesser se inspiró para 'Camino', filme sobre la hija de una familia del Opus Dei, que falleció tras una dolorosa enfermedad y que actualmente está en proceso de canonización, está muy molesto con la escena de la muerte y los aplausos. 

La familia ha enviado esta carta abierta a Javier Fesser, que ayer presentó en el Festival de San Sebastián 'Camino' —nombre que la niña recibe en el largometraje— en la que el hermano escribe: "Te ruego que rectifiques públicamente tu aserto -que quiero creer fruto de un grave error inocente por tu parte- de que los padres y hermanos de Alexia se despidieron de su hija y hermana con un aplauso". 
 
Javier Fesser, que siempre ha asegurado que se ha documentado y ha investigado mucho para hacer la película, pero que nunca ha tratado con la familia, a la pregunta de ayer de un periodista de si la parte del filme en la que los familiares y el equipo médico aplaude a la niña en el momento de su muerte eran reales o ficticios, él contestó que ese momento existió de verdad. 
 
Alfredo González-Barros y González, hermano de Alexia, a la que considera "inequívoca protagonista de la película", escribe a Fesser en su carta que ayer se sentó para ver la rueda de prensa en el Festival de San Sebastián con un objetivo: "Quería oír cómo argumentabas ante los periodistas que nunca te pusiste en contacto con nosotros y por qué no has atendido nuestra petición formal de que retirases de tu película la referencia explícita a Alexia". 
 
"En esa carta que te enviamos todos los hermanos, se decía que nuestra petición en nada afecta a la libertad de expresión y creación, que nosotros compartimos como un valor fundamental de toda convivencia libre y democrática"; y añadíamos: "No dudamos de que su hombría de bien entenderá esta petición y pondrá los medios pertinentes para acogerla con la mayor prontitud". 
 
El hermano recuerda que Fesser les hizo una promesa y recupera estas palabras del cineasta: "Para vuestra tranquilidad os comunico que ni desde la productora, ni desde la distribuidora hemos utilizado nunca ni pensamos utilizar el nombre de Alexia, ni hacer referencia a ella o a su proceso de beatificación como parte de la publicidad de la película. Tenéis mi palabra". "Lamentablemente no ha sido así", asegura el hermano, quien relata: "tu afirmación de ayer de que el aplauso al morir la protagonista, se produjo en la realidad cuando murió Alexia (el periodista que hizo la pregunta dijo su nombre) me ha dolido en el alma por lo injusto y terrible de tal aseveración". "No debería hacer falta que te diga que mi hermana Alexia no murió rodeada de aplausos. Murió rodeada de cariño. Cariño de sus seres queridos: padres y hermanos y con el silencio respetuoso de las enfermeras, doctores y enfermos que "motu proprio" se acercaron a la habitación de Alexia", comenta y pide a Fesser que rectifique sus palabras.









Strength for Life - Shawn Phillips

Strength for Life - Shawn Phillips
  • Solo 41 minutos.
  • Carmen, Ecografia, Casa del Libro, dorsales, Mister Muscle.
NUTRICIÓN PARA DEPORTISTAS - Ed. Desnivel - Libreria de montaña - Barrabes.com

Running the Spiritual Path - Joslin, Roger D. - 9780312308 - Comprar libro - Venta de libro - Libro en español e ingles

Running the Spiritual Path - Joslin, Roger D. - 9780312308

jueves, septiembre 25, 2008

Facebook mano muerta y nada mas

No run. Jose me machacó las piernas. Cardenales. No me siento la mano izquierda.

miércoles, septiembre 24, 2008

Masó y Arretxe

El mismo día que Arretxe la lía en San Sebastian (con el forradito niño bien Rosales March) coge y se muere Pedro Masó. Ambos representan el desastre actual del cine español. Pedro Masó, guionista de 'La gran familia', falleció a los 81 años tras dirigir y producir mas de cien pelis (: cerca de 150 guiones, 14 películas dirigidas y 82 producidas). Le oí decir a una fría y celebre actriz que dijese el texto con el coño. Era un tipo como Pedro Costa, con muchos cojones, self-made, amor por el dinero, carisma y severidad de pequeño dictador. El ex de su hija, inició la lista de mis estafadores. A Guillén lo masacró.
Arretxe es, mas como yo, un mercenario pero en plan juguetón. Ya no sufre rodando. Capaz de participar en la serie sobre Miguel Angel Blanco y en su reverso, la humanización del asesino. El panorama del cine patrio está poblado ahora de gente mas próxima a Ion Arretxe. Masó, logicamente, salió por patas.

martes, septiembre 23, 2008

SHYLA STYLEZ

Enternecedora biografia en Wikipedia:
Shyla nació y creció en un pequeño pueblo llamado Armstrong, en la provincia de Columbia Británica en Canadá. Desde los 17 años supo que quería ser actriz porno. Tras terminar el instituto, a los 18 años, se mudó a Vancouver, Canadá, y comenzó a trabajar como stripper y como modelo para pequeños sitios porno de internet, lo que la llevó a conocer al también actor y director porno canadiense Erik Everhard, que la introdujo en la industria del porno y junto a quien rodó su primera escena.






Re-inventarse Re-nacimiento Bildung

No se sabe cuando es el tiempo para la reforma. Llevo toda la vida con lo del conocimiento inutil, el Bildung que daba categoria a los alemanes del XVIII/XIX, como dice Rosa Sala en esa interesante cosa de El misterioso caso alemán. Pero yo con humor.

He pensado que es hora de deconstruir todo. La duda que surge es hacia donde tirar. Si me reinvento, todo lo que soy no traspasa la categoria de lo futil y en consecuencia solo puedo edificarme desde las mas diminutas e irreciclables astillas. Es como pretender que nos de un consejo practico valioso el tramposo de Marina, el cursi/cuentista de Goleman o Savater el bizco. Especializarse en la nada tiene esas cosas. Puedes hacerte un hombre de conversación abstracta, feroz e inmanejable. Como buen alemán de esa época, detestas la práctica de cualquier disciplina. Te quedas en la mera teorización. Y si ese ideal que ha cimentado tu vida encima reivindica lo feo... Entonces no solo debes deconstruir tu vida. Tienes que dar el paso mas allá. Koestler.

Prostituidor

Search Now:

Veo en la red que una mermada me llama ahora así en el programa de A.R. Añade la pandilla de beatonas de Channel (Paloma Barriento, etc) que la prostitución debe ser abolida. Parece ser que no trabajan en el mundo real. Todos somos prostituidos. Puedo entender que no conocen el mundo laboral, donde me masacran a diario, que no pagan a hacienda, que no son multados por aparcar o no llevar el cinturón de seguridad, que no les obligan a estar localizado las 24 horas, que no se llevan tareas a casa. Todos hacemos cosas que nos gustan y que detestamos. La vida es así. Desde hace 10000 años.

lunes, septiembre 22, 2008

Carrera perfecta, este domingo

Tolstoi revisitado

Mortgage Calculator
Search Now:
Google
No lo dudes... descarga tu furia

El punk de Ben Kingsley

Sir Ben Kingsley STOMPS into the shoes of Minor Threat's Ian MacKaye from Mean Magazine on Vimeo.
Este vídeo apareció la semana pasada en la web de la revista de tendencias estadounidense 'Mean'. El actor británico, que a sus 64 años goza del título de Caballero de la Orden Británica, que interpretó a Mahatma Gandhi y que tiene un Oscar en su casa (o en el trastero, lo mismo da), hace playback de la canción de 1981 'Minor Threat' , como un homenaje al grupo del mismo nombre, que liderara Ian MacKaye.

The Fabulous Stains: Diane Lane con 15 años o el delito

Mortgage Calculator
Search Now:
Google
No lo dudes... descarga tu furia

domingo, septiembre 21, 2008

Ken Wilber - I Amness

No estoy de acuerdo. No existe invariable. Es el vacio de lo que habla. Emptyness.

sábado, septiembre 20, 2008

Randy Pausch y el maestro




Chatarra

Hoy, sábado, este desecho de tienta tomó por 2ª vez su dosis de GSN-Pro (FB2000). Ayer fue la primera. El morlaco solo trabajó, gazapeando, 41 minutos.

Criteria & Ciudadela

Y ver tambien Europa y la fe de Hilaire Belloc, Las ideas tienen consecuencias de Richard M. Weaver, Reflexiones sobre la Revolución en Francia de Edmund Burke, El hombre eterno de G. K.Chesterton (con reservas, es muy cursi), Edmund Burke de Russell Kirk y La libertad traicionada o Francisco Giner de los Rios. Pedagogía y poder de José María Marco.

viernes, septiembre 19, 2008

Horror WANTED

Es dificil ver una mierda tan cara, que se tome a si misma tan poco en serio (parece que no hablo de WANTED, sino de myself).
Por la mañana, con las piernas aún llenas de moratones, me hice con dificultad (el biceps femoral saltaba) los 9.689 metros en 1:04. Lento. Luego quedé con la Oberon Clinic para el día 21 de octubre a las 12:30. 102 euros de vellón. El matarife me verá antes: 10 octubre a las 17:15. La tralla final era mi buena obra del día: llevar a sillator al cine y hacer la compra. Escogió este episodio de infollable con retarded hero. ¿Por qué, Oh Lord, me castigas así? Al menos por la mañana me hice con ChiRunning (libro muy carete) y el mítico texto of Paul Kennedy's The Rise and Fall of the Great Powers: Economic Change and Military Conflict from 1500 to 2000 (1987) por 9 euritos.
Once their productive capacity [is] enhanced, countries...normally find it easier to sustain the burdens of paying for large-scale armaments in peacetime and of maintaining and supplying large armies and fleets in wartime. It sounds crudely mercantilistic to express it this way, but wealth is usually needed to acquire and protect wealth. If, however, too large a portion of the state's resources is diverted from wealth creation and allocated instead to military purposes, then that is likely to lead to a weakening of national power over the longer term. In the same way, if a state overextends itself strategically--by, say, the conquest of extensive territories or the waging of costly wars--it runs the risk that the potential benefits from external expansion may be outweighed by the great expense of it all--a dilemma which becomes acute if the nation concerned has entered a period of relative economic decline. -Paul Kennedy, The Rise and Fall of the Great Powers.
Search Now:
Google

jueves, septiembre 18, 2008

El niño perdido

Sabes que te dolió el golpe. Pasa el tiempo y ves, sorprendentemente, que es lo de menos. Las cicatrices tiran. Luego añoras los cafés. La simple calle. Reconoces meses despues el dolor primigenio, abisal. Mueres a gotas. Ya no te reconocias. Vuelves a saludar al niño perdido. Miedo al tiempo libre. Ganas de dormir.
Luego el niño resulta que tiene 43 tacos y le machacan a radiografias y ecografias. Ya cuesta hasta correr. Ayer me dió caña el fisio y hoy me han calcado. Ningun día de los dos corrí.

Otra reedición de Stefan Zweig

Editorial Sequitur reedita El misterio de la creación artística, una pequeña joya en forma de conferencia que incluye una serie de cartas que Stefan Zweig escribió a su mujer desde Argentina sólo dos años antes de su suicidio conjunto, y en las que, a modo de prefacio, el propio autor relata el ambiente y circunstancias que rodearon la preparación de la conferencia que forma el núcleo del libro. El volumen se complementa con la oración que pronunció Zweig en el funeral del poeta y compositor Hugo von Hofmannsthal y con el artículo “Retrato de Toscanini”, que sirvió de prólogo al libro de Paul Stefan sobre el músico italiano.

“Donde no preguntamos, nada aprendemos, y donde no buscamos, no encontramos nada”. Así se expresa Stefan Zweig en El misterio de la creación artística, una conferencia pronunciada en Buenos Aires después de su exilio y no mucho antes de su triste y desesperanzado suicidio en el Brasil. Esta frase hábil, casi retórica, lúcida y luminosa por encima de cualquier otra consideración, refleja al Zweig más íntimo y crepuscular, aquel “humanista retrasado y fuera de tiempo” como lo definió Claudio Magris, otro pensador o escritor hermosamente crepuscular. La frase contiene, en apenas dos formulaciones paralelas, la obsesión primordial del escritor vienés, una obsesión a la que volvería una y otra vez en casi todas su obras, inmerso en su alentadora persecución de lo inexplicable: el misterio latente en aquellas obras únicas, en los momentos clave de la historia, en la capacidad transformadora de algunos hombres y mujeres, en su ansia de rebeldía y su voluntad inquebrantable de permanecer.

¿Qué se oculta en una obra de arte? ¿Cómo pudo un hombre –Mozart o Bach o Wagner- alcanzar los límites de lo aprehensible y acercarse tanto a lo divino, a lo no explicable? A estas preguntas dedica Zweig su conferencia, una breve indagación sobre el enigma del nacimiento de una obra maestra a través de postulados lógicos y argumentos hilados desde el profundo conocimiento y el sincero amor por lo bueno y lo bello. Porque Stefan Zweig, digámoslo ya, fue él mismo un artista y, por ello, para Zweig, intentar descubrir el misterio del arte (tarea imposible y titánica, abocada al fracaso hermenéutico) es gozar del arte mismo. En su análisis del proceso de creación Zweig enfrenta la facilidad de un Mozart a la esforzada y sufriente búsqueda de un Bach sin poder decantarse entre uno u otro a la vista de sus resultados.

Fascinado por la lucha de una voluntad individual enfrentada a mil obstáculos, incapaz de dilucidar el modo adecuado o la fórmula exacta, Stefan Zweig encontrará la clave en la “fe en la ley suprema del arte”, una fe que sabemos que viene y va con el tiempo pero que, en él, aparece como inapelable y necesaria, casi como lo único a lo que aferrarse en tiempos de desdicha. Su defensa del individuo trasciende, así, lo político para situarse en un lugar más evanescente pero también más firme, pues la obra de arte, si es tal, finalmente acabará por imponerse. Se hará así cierta esa idea encontrada en unas notas antiguas sobre otro libro de Zweig (Castelio contra Calvino) y robada de un tercer libro asimismo misterioso. En ella, el incomprensible (e incomprendido) Jacques Lacan, otro curioso optimista, aconseja escribir, y hacerlo “bajo la suposición de que la letra llega siempre a destino… sin importar los siglos que transcurran”. Letra o música, color o volumen, el arte –dice Zweig- merece la pena y sus escritos, poco a poco y a veces con tardanza, van llegando afortunadamente a su destino.

AMBITO CULTURAL ES LA WEB CULTURAL DE EL CORTE INGLES (!!!)

    • Carta de una desconocida de Stefan Zweig
      (HIPOGRIFOS COPYRIGHT)
      Ayer, mientras me disponía a dormir en la antigua habitación que me correspondía en la casa de mis padres, decidí leer un relato corto antes de quedarme dormido. Echando un vistazo rápido me quedé con un libro pequeñito de Zweig, que me pareció lo más apropiado. Grande sería mi sorpresa,cuando empiezo a leer las primeras líneas del segundo párrafo: “mi hijo ha muerto ayer. Durante tres días y tres noches he estado luchando con la muerte, queriendo salvar esta pequeña y tierna vida, y durante 40 horas he permanecido sentada junto a su cama, mientras la gripe agitaba su pobre cuerpo, ardiente de fiebre día y noche. Al final he caído desplomada. Mis ojos no podían ya más, y se me cerraban sin que yo me diera cuenta. he dormido durante tres o cuatro horas en la dura silla, y mientras dormía se lo ha llevado la muerte.” El relato es extremadamente descarnado y deja a la luz la fuerza intempestiva del carácter del autor. El amor se vive en esas páginas como algo que nunca ha de ser visto, como si nuestras sombras vivieran por nosotros y la noche se convirtiese en nuestro día. Si a alguien le interesa adentrarse en el mundo de Zweig
      , acá les dejo el sobregogedor cuento del cual les estoy hablando.
      Carta de una desconocida

América

El hombre, el que tiene luces y el mas fundidito, ha sostenido sus días mas tristes, mas oscuros, gracias a la mera posibilidad de satisfacer una busqueda. Historicamente, el paradigma de ese ansia ha encontrado su casa original en América. Si, ya. Tierra de oportunidades. Pero se trata de un trozo de tierra como otro cualquiera, que puede comprar alguien cualquiera con dinero, que oculta bajo las entrañas sus evacuaciones, donde el hierro se oxida y los huesos se quiebran, como los bancos. Hoy, como Kafka en su día, busco como quedarme en América, dejando atras un pasado vergonzante. Pero luego viene el cabrón genial de Constantino y te dice que la ciudad, el continente, el barrio, irá en ti siempre. Volverás a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez; en la misma casa encanecerás. Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-ni caminos ni barco para ti. La vida que aquí perdiste la has destruido en toda la tierra.

miércoles, septiembre 17, 2008

El hábito: 3:10 to Yuma, regular

En esta peli cojonuda, 3:10 to Yuma, el personaje de Russell Crowe reivindica la maldad con la que gestiona su vida, su banda, y afirma que la bondad, la moral, el sentido de lo correcto viene a ser un injerto de la infancia que se convierte en un hábito. Nos agrada la expresión de agradecimiento en los demás y continuamos así. La verdad es que la bondad es una sombra que solo ve el bobo que la proyecta. Para ello debe mirar al suelo. Bajar la cabeza. Y hace de esa sumisión una parte no reconocida del hábito.