jueves, diciembre 21, 2006

A por José Manuel Martín Medem!!

Un mamarracho llamado José Manuel Martín Medem ha escrito (una deposición en realidad) en un papelucho de título laRepública.es: ¡A por Fraga! 15:55h. del Miércoles, 13 de diciembre. 

Axel Buchheister es un propagandista del terrorismo de Estado de Pinochet que trabaja para el Instituto Libertad y Desarrollo,vinculado con la UDI (Unión Demócrata Independiente) que es el partido chileno de la estirpe del dictador. En su intervención en Chile contra la Ley de Control de Armas, Buchheister escribió lo siguiente: "La posibilidad de poseer un arma de fuego constituye una medida de la libertad de las personas. Es sintomático que el país más libre de la tierra, Estados Unidos, garantice constitucionalmente a sus ciudadanos el derecho a poseer armas de fuego. El derecho de tener armas es símbolo de la libertad". 
 
El diario madrileño EL MUNDO publica hoy un artículo de Axel Buchheister que contiene una apología del terrorismo al justificar que Pinochet decidió "aplicar la fuerza" como respuesta "al odio y a la violencia de la izquierda" para producir "una enorme revolución econòmica, social e institucional" que ha llevado a Chile a "una democracia sólida, estable y eficiente". EL MUNDO sólo identifica a Buchheister como miembro del Instituto Libertad y Desarrollo y no aclara su ubicación polìtica en el fascismo chileno que adora a Pinochet. 
 
Resulta ademàs contradictorio que en la misma edición EL MUNDO denuncie lo que ha dicho Fraga ("Podrá haber cometido algunos excesos pero en principio Pinochet deja un país mejor de lo que se lo encontró") y publique un artìculo elogiando esos "excesos" y sus criminales consecuencias. Como consecuencia de estas lecturas, creo que ya es hora de ir a por Fraga y hacerlo en Chile para mantener simultaneamente la memoria insurgente contra Franco y Pinochet. Si en España se pudo denunciar a Pinochet apelando a la justicia universal, ¿por qué no se elabora una denuncia similar contra Fraga (los especialistas sabrán cual es el procedimiento adecuado) para llevarla ante los tribunales chilenos con el argumento incontestable de que este complice de las barbaridades de la dictadura franquista se ha beneficiado en España de la impunidad impuesta por la transición a la democracia? Julián Grimau se lo merece.









Halliburton

What if Halliburton's CEO came clean?

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Navidad 2006. Lorenzo triunfa en los Escolapios.

Iñaki Gabilondo pide disculpas de aquella manera...

Siguiente misión. El Desastre de ANNUAL (17-Julio / 9-Agosto de 1921)

"El pueblo que no se siente ante sí mismo deshonrado por la incompetencia de su organismo guerrero es que se halla profundamente enfermo e incapaz de agarrarse al planeta." Ortega y Gasset. "Nación y Ejército" (El Sol, 1922). 

El Desastre de Annual tuvo lugar en el transcurso de la Guerra de Marruecos o Guerra del Rif, el 22 de julio de 1921, cerca de la localidad marroquí que da nombre a la derrota,  Annual. La dimensión de los sucesos fue tal que supuso un giro vertiginoso en la política colonial de España y el inicio del fin del reinado de Alfonso XIII (llamado «el Africano») con la ulterior instauración de la Dictadura de Primo de Rivera y la ominosa Segunda República. El deseo de dar satisfacción a la corona, en una época de una enorme pérdida de poder internacional, iniciada ya a finales del siglo XIX, fue el detonante de la tragedia. 


general Manuel Fernández Silvestre
Silvestre, retratado por Kaulak

En febrero de 1920 el general Manuel Fernández Silvestre toma posesión del cargo de Comandante General de Melilla. Pretende neutralizar a las tropas rifeñas de Alhucemas. Constituyen ese contingente la tribus más fieras y se pretende, siguiendo las ordenes del general, efectuar una serie de ataques intermitentes para ganar terreno a lo largo de todo el año al oeste de Melilla. El avance fue, hasta la primavera del 1921, sin violencia, pactando pagos con los líderes locales de cada zona ocupada. 

Se edificaron en las zonas mas elevadas pequeños fuertes o blocaos. Los emplazamientos se encontraban entre si a una distancia de 20 a 40 kilómetros. Las fuerzas se repartían de una forma no equitativa, no tenían suministros, las ratas eran algo corriente y los cambios de temperatura entre el día y la noche castigaron a los desasistidos soldados. Un gran error añadido fue la escasez de agua que obligaba a peregrinajes casi diarios con reatas de mulas.
Desde Melilla hasta el campamento principal en unas colinas cerca de Annual había tres blocaos con unos 30 km entre sí. Los otros pequeños fortines solo contaban de una tropa que variaba entre 100 y 200 soldados. Hasta mayo de 1921 solo tuvieron lugar pequeñas refriegas casi sin bajas. En contra de la estrategia establecida por el Alto Comisario de España en Marruecos, el general Berenguer, el día 29 de mayo el general Silvestre decidió avanzar por el monte Abarran, pereciendo todos los soldados. Silvestre se escudó en el apoyo indirecto del rey Alfonso XIII
Al efecto de proteger el flanco sur del campamento de Annual, el día 7 de junio se estableció otra posición en el monte Igueriben, defendida con 355 hombres al mando del comandante Mingo. Solo sobrevivieron 11 tras el ataque del 21 de julio. La falta de agua fue crucial en el largo asedio. 
Mohamed Ben Abdelkrim El Jatabi lideró a la tropa rifeña. Era un antiguo funcionario de la Administración española en la Oficina de Asuntos Indígenas en Melilla y uno de los dirigentes de la cábila rifeña de los Beniurriagel (Ait Waryagar), situada en las cercanías de la Bahía de Alhucemas.
La defensa del cerco de Annual fue un desastre total. El general Silvestre no puso de acuerdo a sus oficiales en como evacuar la plaza. Bajo fuego enemigo, se ordenó  retirada y las tropas huyeron en desbandada del recinto de Annual. Hubo militares que, conociendo los despiadados hábitos de los rifeños, acordaron dispararse mutuamente si llegase el momento de ser capturados. Algún oficial mantuvo la compostura y salvó su unidad con un relativo pequeño número de bajas; pero casi todos los soldados corrieron en completo desorden, produciéndose la carnicería en la huida hacia Melilla. El legendario Regimiento Alcántara cargó de forma heroica hasta la extenuación  en defensa de los soldados que regresaban, sufriendo el mayor número de bajas de un cuerpo de caballería contemporáneo. Nunca se recuperó el cuerpo del general Silvestre. 


Izquierda a derecha, Coronel Araujo, General Navarro, Tte. Coronel Manuel López Gómez, Tte. Coronel Eduardo Pérez Ortiz y Comandante de Caballería José Gómez Zaragoza, embarcados de vuelta a Melilla tras poner fin a su cautiverio.
Izquierda a derecha, Coronel Araujo, General Navarro, Tte. Coronel Manuel López Gómez, Tte. Coronel Eduardo Pérez Ortiz y Comandante de Caballería José Gómez Zaragoza, embarcados de vuelta a Melilla tras poner fin a su cautiverio.

El general Navarro, segundo jefe de la Comandancia de Melilla, logró llegar con las pocas fuerzas que pudo salvar hasta el campamento de Monte Arruit, donde fueron cercados sin suministros. El general Berenguer autorizó la rendición el 9 de agosto pero los rifeños no respetaron las condiciones. Degollaron a una multitud soldados. Hicieron prisioneros al general Navarro y a unos 600 efectivos de los 3000 sitiados.



A pesar de la heroica defensa de su tropa que efectuó el desafortunado general Navarro (sufrió la derrota de Filipinas, la de Annual, un juicio severísimo sin causa y fue fusilado en Paracuellos por los comunistas) solo regresaron a casa 60 militares. Mantuvieron con vida una pequeña parte para canjearlos por dinero, para servirse de sus habilidades (sanitarios o artilleros) y para evitar que España atacara con armas químicas ("bombas envenenadas" en la terminología utilizada por algunos rifeños), que dio la victoria final a España.

Murieron aproximadamente entre 10.000 y 20.000 españoles y unos 1.000 rifeños. Para Indalecio Prieto, en las Cortes: «Estamos en el periodo más agudo de la decadencia española. La campaña de África es el fracaso total, absoluto, sin atenuantes, del ejército español». El general Juan Picasso, por orden del ministro de la Guerra, creo una comisión de investigación y elaboró el informe conocido como Expediente Picasso. 

Se señalaron múltiples errores militares, pero por presiones no se llegó al fondo de las responsabilidades políticas e incluso del propio rey, que según algunos testimonios había animado la penetración irresponsable de Silvestre hasta puntos alejados de Melilla sin contar con una defensa adecuada en la retaguardia. Según esos testimonios, nunca probados ya que el documento en cuestión no se encontró, el rey envió un telegrama, animando a Silvestre en sus acciones, con el texto: "Ole los hombres".
Antes de que el informe Picasso se debatiera en las Cortes, el General Miguel Primo de Rivera dio un Golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923. Con la victoria de Alhucemas, se obtuvo una posición fuerte tras el desastre de Annual.

Referencias bibliográficas
  • Leguineche Bollar, Manuel (1996), Annual 1921 : el desastre de España en el Rif, Madrid: Ed. Alfaguara. ISBN 84-204-8235-8.
  • Palma Moreno, Juan T. (2001), Annual 1921 : 80 años del desastre, Madrid: Almena Ediciones. ISBN 84-930713-9-0.
  • Carrasco García, Antonio (1999), Annual 1921 Las imágenes del desastre, Madrid: Almena Ediciones. ISBN 84-96170-20-9.
  • Película:
  • El desastre de Annual- España 1970. Director: Ricardo Franco. Intérpretes: Tomás Aznar, María Bravo, Ricardo Franco, Francisco Llinas, Gabriel Ruiz, Franciso Vidal.

En Madrid, a 21 del 12 de 2006.

martes, diciembre 19, 2006

CARMEN LUVANA: Refugio...

What is Love? Dios existe!

La propaganda agiganta a cualquiera

Maria Sharapova feels pretty: grande.

Audrey Hepburn is Maria

West Side Story: "I Feel Pretty

Tony Robbins Reaction on 9/11: que gran show...

domingo, diciembre 17, 2006

Gaza, campo de batalla

Gaza, campo de batalla: jauria de perros. Donde esten los judios...

Diamante de Sangre Trailer Español

Blood diamond ten minutes con cabecita
Blood Diamond Trailer

Extracto de LA MEMORIA OCULTA DEL PSOE EN LA GUERRA CIVIL, de ALFREDO SEMPRÚN, publicado por Libros Libres.

Azaña conocía perfectamente el dilema que había paralizado la voluntad de Casares Quiroga: cómo hacer frente a la rebelión militar sin desencadenar la revolución proletaria.
Era preciso un pacto, un auténtico acto patriótico, pero que dejara en manos del gobierno los resortes del poder. Y eligió a su viejo correligionario Diego Martínez Barrio, presidente del Parlamento, gran maestre de la masonería, republicano y conservador, aunque enemigo implacable de la derecha católica, para una misión desesperada: formar un gobierno de concentración nacional, lo más amplio posible, para hacer frente a la rebelión. Quedarían excluidos los comunistas y las derechas no republicanas; es decir, medio país, pero a cambio se prometía un gobierno fuerte que recondujera la situación del orden público y acabara con las provocaciones revolucionarias. Y, como garantía, ofrecía nada menos que las carteras de Guerra y Gobernación a los militares que dieran más confianza a las asustadas e indignadas derechas.
Después de la guerra, Martínez Barrio le escribió a Salvador de Madariaga su versión de lo sucedido, para culpar directamente de su fracasado gobierno a los socialistas de Largo Caballero:
Empecé las gestiones hablando con Marcelino Domingo y Sánchez Román. Ambos me ofrecieron su cooperación. En el intervalo tuve una conversación telefónica con el presidente [Azaña], que me dijo que no hiciera requerimiento alguno al señor Maura, porque éste se negaba a formar parte del gobierno proyectado. Seguí entonces las conversaciones, dirigiéndome a los socialistas. Estos, que horas antes habían ofrecido su colaboración directa y personal a Santiago Casares Quiroga, me la negaron a mí. El gobierno murió a manos de los socialistas de Caballero y de los comunistas. Y de algunos republicanos irresponsables.
La diputada radical Clara Campoamor, una política adelantada a su tiempo, precursora del feminismo y artífice de la concesión del derecho al voto de las mujeres, cargó sobre las espaldas de Indalecio Prieto la responsabilidad principal del fracaso. A la Campoamor, socialistas como Prieto y Margarita Nelken le eran especialmente repulsivos; políticos, a su juicio, que primaban los intereses electorales sobre los derechos fundamentales. En Prieto y la Nelken había tenido dos furibundos opositores al voto femenino, porque afirmaban que las mujeres en España se dejaban dirigir por sus confesores y le habían de dar el triunfo a las derechas (...) Dice la diputada radical sobre aquella noche:
Por desgracia, [Martínez Barrio] no gobernó (…) Una de las condiciones planteadas por su presidente era que se detendría la distribución de armas al pueblo. Los socialistas y los comunistas se opusieron violentamente a que ese gabinete de conciliación tomara las riendas del gobierno. Una manifestación pública que protestaba contra Martínez Barrio y pedía continuar la lucha "hasta el aplastamiento del fascismo" fue organizada por los marxistas en la Puerta del Sol y marchó al Palacio Nacional. En su interior, el señor Azaña escuchaba, cabizbajo, las amonestaciones de los socialistas Largo Caballero y Prieto. Este último calificó el nuevo gobierno de "Gabinete de catafalcos" (…)
El gobierno Martínez Barrio murió antes de nacer. En su lugar se nombró un gabinete compuesto por los mismos miembros que el gabinete anterior, pero con una sensible modificación: el presidente Casares Quiroga (...) era sustituido por el señor Giral, miembro también de Izquierda Republicana y todavía más títere de Azaña que su predecesor.
El primer acto de aquel gobierno fue el de seguir distribuyendo armas al pueblo. El gobierno republicano, que (...) desde hacía cinco meses se sentía desbordado por los extremistas, tomaba deliberadamente la decisión más grave por sus consecuencias para el país. Dejándose arrastrar así por los socialistas (...) el gobierno entregó la España gubernamental a la anarquía (…) Así, cupo al señor Prieto dar el finiquito a un régimen que, entre las manos de Martínez Barrio, podía haberse salvado. Pero Prieto esperaba sacar sus cualidades de estratega a la luz del día y, merced a un rápido triunfo sobre los alzados, imponerse a sus enemigos internos, los socialistas revolucionarios de Largo Caballero.
La acusación de Clara Campoamor tiene mucho de veraz: de hecho, y sin nombramiento alguno, Indalecio Prieto ocupó, aunque sería mejor escribir "okupó", el Ministerio de Marina y Aire y puso allí su oficinilla. El asunto es que su rival Largo Caballero, el Lenin español y líder indiscutible de la poderosa UGT, maniobraba con los ojos puestos en la inminente revolución. Porque, en el ánimo de los movimientos obreros, el golpe militar no era un problema; era una oportunidad. [...]
En La Granja, en Segovia, Miguel Maura, el viejo monárquico reconvertido en el ala derecha de la República, esperaba la resolución de la crisis para acudir a Madrid. Había puesto una sola condición para participar en el gobierno de salvación nacional: que éste ejerciera un periodo dictatorial, la Dictadura Republicana, hasta que revolucionarios y rebeldes fueran metidos en cintura.
Pero no habría ocasión. Azaña, desalentado, toma el teléfono cuando empieza a rayar el alba del día 19 de julio.
– ¿Don Miguel Maura? Le llama de nuevo el presidente de la República.
– Diga, diga, amigo Azaña. Sí, soy yo mismo…
- Buenas noches, le he hecho esperar la respuesta, pues deseaba hablarle sin testigos. A su propuesta se han adherido la mayoría: Martínez Barrio, Giral, Prieto, Besteiro, Viñuales, Amós Salvador, Fernando de los Ríos, Sánchez Román… Pero, amigo Maura, Largo Caballero ha manifestado que él se oponía, y que desencadenaría la revolución social. Una amenaza que no sé si puede calificarse siquiera de velada…
– En ese caso, señor presidente, es completamente inútil que vaya a Madrid.
– Hemos de esforzarnos todos, amigo Maura; con la oposición decidida de las masas obreras con que Largo Caballero nos ha amenazado, no podíamos intentar nada. Amigos y enemigos nos hacen la jornada difícil.
– Lo comprendo, pero no puedo ni quiero intervenir en lo que venga. No me alcanza la menor responsabilidad en el actual estado de las cosas. No pienso mezclarme en el desenlace. Adiós, amigo Azaña, le deseo buena suerte.
Martínez Barrio tiró la toalla cuando comprendió que su gobierno iba a nacer muerto. Tampoco había conseguido convencer a los del otro bando, a los jefes rebeldes. De todas las versiones que existen de su conversación con el general Mola, ya sublevado en Pamplona, ésta, debida a los recuerdos del ayudante de Mola y a los del propio Martínez Barrio, parece la más fiable:
– En este momento, los socialistas están dispuestos a armar al pueblo. Con ello desaparecerán la República y la democracia. Debemos pensar en España. Hay que evitar a toda costa la guerra civil. Estoy dispuesto a ofrecerles a ustedes, los militares, las carteras que quieran y en las condiciones que quieran. Exigiremos responsabilidades por todo lo ocurrido hasta ahora y repararemos los daños causados.
– Con la misma cortesía y nobleza que usted me habla voy a contestarle. El gobierno que usted tiene encargo de formar no pasará de intento; si llega a constituirse, durará poco; y antes que de remedio, habrá servido para empeorar la situación.
– Habría de tener las mismas desconfianzas de usted, que no las tengo, y la conveniencia general me impondría el deber de aceptar la tarea. Lo que yo pido a todos es que como yo cumplo el mío, cumplan el suyo. España quiere tranquilidad, orden, concordia. Pasadas que sean las horas de fiebre, el país agradecerá a sus hombres representativos que le hayan evitado un largo periodo de horror.
– No lo dudo. Pero yo veo el porvenir de distinta manera. Con el Frente Popular vigente, con los partidos activos, con las Cortes abiertas, no hay, no puede haber, no habrá gobierno alguno capaz de restablecer la paz social, de garantizar el orden público, de reintegrar a España a su tranquilidad.
– Con las Cortes abiertas y el funcionamiento normal de todas las instituciones de la República estoy yo dispuesto a conseguir lo que cree usted imposible. Pero el intento necesita de la obediencia de los cuerpos armados. Esa es la que pido, antes de ser poder, y la que impondré e intentaré imponer cuando lo sea. Espero que en este camino no me falte su concurso.
– Lo que usted me propone es ya imposible. Las calles de Pamplona están llenas de requetés. Desde mi balcón no veo más que boinas rojas. Todo el mundo está preparado para la lucha. Si yo digo ahora a estos hombres que he llegado a un acuerdo con usted, la primera cabeza que rueda es la mía. Y lo mismo le ocurrirá a usted en Madrid. Ninguno de los dos podemos dominar a nuestras masas. Es tarde, muy tarde. [...]
El último intento de evitar la guerra, quizá tardío e incompleto al no contar con el principal partido de la derecha, la CEDA de Gil Robles, había fracasado. El nuevo gobierno, el de José Giral, abrió los polvorines y repartió las armas que la revolución precisaba.
Compartí chófer con el Campesino por José Antonio Martínez-Abarca
'El crimen que desató la Guerra civil', por Alfredo Semprún
Enviado un explosivo al subdirector de La Razón, Alfredo Semprún
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