viernes, septiembre 19, 2008

Horror WANTED

Es dificil ver una mierda tan cara, que se tome a si misma tan poco en serio (parece que no hablo de WANTED, sino de myself).
Por la mañana, con las piernas aún llenas de moratones, me hice con dificultad (el biceps femoral saltaba) los 9.689 metros en 1:04. Lento. Luego quedé con la Oberon Clinic para el día 21 de octubre a las 12:30. 102 euros de vellón. El matarife me verá antes: 10 octubre a las 17:15. La tralla final era mi buena obra del día: llevar a sillator al cine y hacer la compra. Escogió este episodio de infollable con retarded hero. ¿Por qué, Oh Lord, me castigas así? Al menos por la mañana me hice con ChiRunning (libro muy carete) y el mítico texto of Paul Kennedy's The Rise and Fall of the Great Powers: Economic Change and Military Conflict from 1500 to 2000 (1987) por 9 euritos.
Once their productive capacity [is] enhanced, countries...normally find it easier to sustain the burdens of paying for large-scale armaments in peacetime and of maintaining and supplying large armies and fleets in wartime. It sounds crudely mercantilistic to express it this way, but wealth is usually needed to acquire and protect wealth. If, however, too large a portion of the state's resources is diverted from wealth creation and allocated instead to military purposes, then that is likely to lead to a weakening of national power over the longer term. In the same way, if a state overextends itself strategically--by, say, the conquest of extensive territories or the waging of costly wars--it runs the risk that the potential benefits from external expansion may be outweighed by the great expense of it all--a dilemma which becomes acute if the nation concerned has entered a period of relative economic decline. -Paul Kennedy, The Rise and Fall of the Great Powers.
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jueves, septiembre 18, 2008

El niño perdido

Sabes que te dolió el golpe. Pasa el tiempo y ves, sorprendentemente, que es lo de menos. Las cicatrices tiran. Luego añoras los cafés. La simple calle. Reconoces meses despues el dolor primigenio, abisal. Mueres a gotas. Ya no te reconocias. Vuelves a saludar al niño perdido. Miedo al tiempo libre. Ganas de dormir.
Luego el niño resulta que tiene 43 tacos y le machacan a radiografias y ecografias. Ya cuesta hasta correr. Ayer me dió caña el fisio y hoy me han calcado. Ningun día de los dos corrí.

Otra reedición de Stefan Zweig

Editorial Sequitur reedita El misterio de la creación artística, una pequeña joya en forma de conferencia que incluye una serie de cartas que Stefan Zweig escribió a su mujer desde Argentina sólo dos años antes de su suicidio conjunto, y en las que, a modo de prefacio, el propio autor relata el ambiente y circunstancias que rodearon la preparación de la conferencia que forma el núcleo del libro. El volumen se complementa con la oración que pronunció Zweig en el funeral del poeta y compositor Hugo von Hofmannsthal y con el artículo “Retrato de Toscanini”, que sirvió de prólogo al libro de Paul Stefan sobre el músico italiano.

“Donde no preguntamos, nada aprendemos, y donde no buscamos, no encontramos nada”. Así se expresa Stefan Zweig en El misterio de la creación artística, una conferencia pronunciada en Buenos Aires después de su exilio y no mucho antes de su triste y desesperanzado suicidio en el Brasil. Esta frase hábil, casi retórica, lúcida y luminosa por encima de cualquier otra consideración, refleja al Zweig más íntimo y crepuscular, aquel “humanista retrasado y fuera de tiempo” como lo definió Claudio Magris, otro pensador o escritor hermosamente crepuscular. La frase contiene, en apenas dos formulaciones paralelas, la obsesión primordial del escritor vienés, una obsesión a la que volvería una y otra vez en casi todas su obras, inmerso en su alentadora persecución de lo inexplicable: el misterio latente en aquellas obras únicas, en los momentos clave de la historia, en la capacidad transformadora de algunos hombres y mujeres, en su ansia de rebeldía y su voluntad inquebrantable de permanecer.

¿Qué se oculta en una obra de arte? ¿Cómo pudo un hombre –Mozart o Bach o Wagner- alcanzar los límites de lo aprehensible y acercarse tanto a lo divino, a lo no explicable? A estas preguntas dedica Zweig su conferencia, una breve indagación sobre el enigma del nacimiento de una obra maestra a través de postulados lógicos y argumentos hilados desde el profundo conocimiento y el sincero amor por lo bueno y lo bello. Porque Stefan Zweig, digámoslo ya, fue él mismo un artista y, por ello, para Zweig, intentar descubrir el misterio del arte (tarea imposible y titánica, abocada al fracaso hermenéutico) es gozar del arte mismo. En su análisis del proceso de creación Zweig enfrenta la facilidad de un Mozart a la esforzada y sufriente búsqueda de un Bach sin poder decantarse entre uno u otro a la vista de sus resultados.

Fascinado por la lucha de una voluntad individual enfrentada a mil obstáculos, incapaz de dilucidar el modo adecuado o la fórmula exacta, Stefan Zweig encontrará la clave en la “fe en la ley suprema del arte”, una fe que sabemos que viene y va con el tiempo pero que, en él, aparece como inapelable y necesaria, casi como lo único a lo que aferrarse en tiempos de desdicha. Su defensa del individuo trasciende, así, lo político para situarse en un lugar más evanescente pero también más firme, pues la obra de arte, si es tal, finalmente acabará por imponerse. Se hará así cierta esa idea encontrada en unas notas antiguas sobre otro libro de Zweig (Castelio contra Calvino) y robada de un tercer libro asimismo misterioso. En ella, el incomprensible (e incomprendido) Jacques Lacan, otro curioso optimista, aconseja escribir, y hacerlo “bajo la suposición de que la letra llega siempre a destino… sin importar los siglos que transcurran”. Letra o música, color o volumen, el arte –dice Zweig- merece la pena y sus escritos, poco a poco y a veces con tardanza, van llegando afortunadamente a su destino.

AMBITO CULTURAL ES LA WEB CULTURAL DE EL CORTE INGLES (!!!)

    • Carta de una desconocida de Stefan Zweig
      (HIPOGRIFOS COPYRIGHT)
      Ayer, mientras me disponía a dormir en la antigua habitación que me correspondía en la casa de mis padres, decidí leer un relato corto antes de quedarme dormido. Echando un vistazo rápido me quedé con un libro pequeñito de Zweig, que me pareció lo más apropiado. Grande sería mi sorpresa,cuando empiezo a leer las primeras líneas del segundo párrafo: “mi hijo ha muerto ayer. Durante tres días y tres noches he estado luchando con la muerte, queriendo salvar esta pequeña y tierna vida, y durante 40 horas he permanecido sentada junto a su cama, mientras la gripe agitaba su pobre cuerpo, ardiente de fiebre día y noche. Al final he caído desplomada. Mis ojos no podían ya más, y se me cerraban sin que yo me diera cuenta. he dormido durante tres o cuatro horas en la dura silla, y mientras dormía se lo ha llevado la muerte.” El relato es extremadamente descarnado y deja a la luz la fuerza intempestiva del carácter del autor. El amor se vive en esas páginas como algo que nunca ha de ser visto, como si nuestras sombras vivieran por nosotros y la noche se convirtiese en nuestro día. Si a alguien le interesa adentrarse en el mundo de Zweig
      , acá les dejo el sobregogedor cuento del cual les estoy hablando.
      Carta de una desconocida

América

El hombre, el que tiene luces y el mas fundidito, ha sostenido sus días mas tristes, mas oscuros, gracias a la mera posibilidad de satisfacer una busqueda. Historicamente, el paradigma de ese ansia ha encontrado su casa original en América. Si, ya. Tierra de oportunidades. Pero se trata de un trozo de tierra como otro cualquiera, que puede comprar alguien cualquiera con dinero, que oculta bajo las entrañas sus evacuaciones, donde el hierro se oxida y los huesos se quiebran, como los bancos. Hoy, como Kafka en su día, busco como quedarme en América, dejando atras un pasado vergonzante. Pero luego viene el cabrón genial de Constantino y te dice que la ciudad, el continente, el barrio, irá en ti siempre. Volverás a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez; en la misma casa encanecerás. Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-ni caminos ni barco para ti. La vida que aquí perdiste la has destruido en toda la tierra.

miércoles, septiembre 17, 2008

El hábito: 3:10 to Yuma, regular

En esta peli cojonuda, 3:10 to Yuma, el personaje de Russell Crowe reivindica la maldad con la que gestiona su vida, su banda, y afirma que la bondad, la moral, el sentido de lo correcto viene a ser un injerto de la infancia que se convierte en un hábito. Nos agrada la expresión de agradecimiento en los demás y continuamos así. La verdad es que la bondad es una sombra que solo ve el bobo que la proyecta. Para ello debe mirar al suelo. Bajar la cabeza. Y hace de esa sumisión una parte no reconocida del hábito.

Hispanomania

La tesis de este último libro de Tom Burns es clara y rotunda: los extranjeros que viajan a España en los siglos XIX y XX crean una imagen de España como país diferente, y esa imagen acaba siendo asumida por los españoles.
Tom Burns se ha ocupado en el libro principalmente de sus compatriotas -Gerald Brenan, George Borrow, Richard Ford, el duque de Wellington, George Orwell- aunque también incluye, cómo no, al ineludible Hemingway (hay tascas del Madrid viejo que usan como reclamo la leyenda de que allí nunca comió Hemingway). Y se muestra bastante crítico y desmitificador con todos ellos.
En su opinión, hicieron lo que esos insectos que patinan por la superficie de un estanque y no se enteran de lo que pasa bajo el agua. «Ni Brenan ni Borrow ni Hemingway se relacionaron con sus equivalentes sociales en España; no les interesaba la España urbana que se estaba modernizando, sino los gitanos, los arrieros, los bandoleros, los toreros, lo rural y lo tópico». Todo lo cual no implica que España no fuera importante para ellos.
La desmitificación que lleva a cabo Tom Burns alcanza cotas muy altas en el caso de Gerald Brenan, al que ve como una versión inglesa de la picaresca española. «Su amigo el crítico Cyril Connolly, acuñó el término brenanismo, que venía a significar acostarse con las chicas del pueblo, beber, ser bohemio, excéntrico. El caso es que Brenan podía ser más Brenan en España que en Inglaterra». Por contra a Brenan se le escaparon vivos personajes de su tiempo como García Lorca, Falla o Fernando de los Ríos.
Junto a estos curiosos impertinentes como los llama Tom Burns, se ocupa de un español como Blanco White, que es una especie de reverso de George Borrow. «Lo interesante de Blanco White, es que, con su mezcla de costumbrismo y de crítica feroz a la Iglesia Católica, contribuye mucho a la imagen de la España por un lado intolerante, y por otro tópicamente folclórica». Gitanos, toreros, bandoleros, guitarristas, cigarreras. Todos estos tipos eran otros tantos polos de atracción para los curiosos impertinentes.
Tom Burns dedica un capítulo a esa cuestión y analiza el fenómeno de los jóvenes intelectuales ingleses que cambian las aulas de Cambridge y Oxford por los frentes de la Guerra Civil. «Poetas, chicos idealistas que enlazan perfectamente con los que un siglo antes llegaron a España para luchar junto a unos liberales como los que ellos habían conocido en el exilio de Londres».
Entre estos románticos, esta vez en un sentido cronológicamente estricto, estaba nada menos que el poeta Lord Tennyson y Robert Boyd.

Losantos y Jaime Bayly: "El Canalla sentimental"










El Jueves, la leyenda urbana y Aznar: una querella necesaria.











martes, septiembre 16, 2008

Soy un antiguo



Con todo lo que he visto yo en la vida y con un pie en la tumba, aún me sorprenden ciertas noticias.
The lesbian pair are said to be deeply in love and are planning to cement their relationship by going public with it reports The Sun.
Fiona - Harry's aunt Petunia in the films - is 45. And Saffron, Trojan warrior Hector's wife Andromache in Troy, is 14 years younger at 31.
But the age gap has not affected their romance - and Fiona has now moved into Saffron's £500,000 penthouse in Clerkenwell, North London.
A friend said: "They are a couple in love. They are so happy and they know they have a future. "They have been together for a while but the relationship has moved up a gear and they want to commit to each other. Moving in together is their way of saying it's forever."
A neighbour of the pair said: "They make a lovely couple."
Saffron became close to ex-President Bill Clinton while filming in America - but admitted in a magazine interview she fancied his wife Hillary more.
She has refused to discuss her sexuality in detail, saying: "I don't think who I sleep with is of any interest to anyone. I have a beautiful life and it is precious and private."

Federico se me muere

Sigue mi misterioso asesino obrando en mi derredor. Mi hamstring derecho petó, he vuelto a darle a la cerveza y Federico agita angustiosamente su pecho. Me mira mucho. No se que decirle.

lunes, septiembre 15, 2008

Achilles Tendon

Dean Karnazes











La plaga

Hay momentos de negritud espiritual en mi vida con una nefasta vis atractiva/expansiva. Doy mala suerte. Arrastro por los pelos a Murphy y su teoría. Y me llevo por delante a la gente equivocada.
No puedo negar mi deseo de devastar la vida de muchas personas. Mi negatividad está a flor de piel. Me rozan y mato. Pero resultan defenestrados individuos que pasan por ahí. Jung diría que mi represión ha creado una fuerza maléfica que obra descontrolada.
Ya pasó cuando murió Guillen y yo apuntaba a Requena. En esta fase ha caido Madurga, cuando la mira estaba puesta, llena de cariño, en la gorda y besuga presencia de Costa. Ahora me preocupa saber quien ha resultado mi victima en mi cruzada previa. ¿Quien habrá muerto en MUNDO F.?
La intensidad de mi furia la convierte en plaga. ¿A quien odiaba cuando me cepillé a David Foster Wallace? Tengo delegado a un autista que, además, como enajenado interprete de mi partitura loca me facilita coartadas impecables. Eso si lo hace bien. Ahora dicen que mi David ya había hablado de sus tendencias suicidas, que hace unos años, el propio escritor pidió que lo internaran en una unidad de vigilancia hospitalaria pues no se sentía capaz de controlar su pulsión suicida. Se ahorcó en casa. La plaga y Lehman Brothers. La plaga y Maria Teresa Campos. La plaga y Jose Luis Cuerda. La plaga y Antonio Gala. La plaga y el Bilbao o la Real Sociedad. No estoy loco. Estén atentos.

domingo, septiembre 14, 2008

No sabes como te entiendo, Gazza

'Dejadme morir': Paul Gascoigne.



Boyero la lía

CARTA AL DIRECTOR DE “EL PAIS” (yo simplemente transcribo).

Señor Director:

Una vez más, “El País” da cuenta del desarrollo de uno de los principales festivales cinematográficos desdeñando casi todo lo que en ellos se ofrece de innovador o arriesgado, y propagando la idea de que la mayor parte del llamado “cine de autor” que hoy se hace en el mundo carece de interés. En el caso de la reciente Mostra de Venecia, el cronista de turno, Carlos Boyero, imitándose a sí mismo -tratando de tarados, cursis, snobs, plastas y otras lindezas a cuantos cineastas y críticos puedan discrepar de sus opiniones-, además de reiterarnos día tras día su inmenso hastío, no ha tenido reparo alguno en pregonar su abandono de la proyección de la última película de Abbas Kiarostami. Una anécdota que pone en evidencia que su protagonista no sólo ha renunciado a la crítica, sino que ha faltado a su deber como informador, demostrando su falta de respeto hacia los lectores....

La carta firmada
por Miguel Marías, Víctor Erice, José Luis Guerín, Álvaro Arroba y más de cien personas relacionadas con la crítica y la práctica cinematográfica.
 
El texto completo de la misiv con los más de cien firmantes (entre los que se incluye vuestro s.s.) de la iniciativa.








sábado, septiembre 13, 2008

Running NYC y Walser


Flushing Meadows-Corona Park.
Esta mañana solo lo hice en 52´36. Creo que medí mal la distancia.









viernes, septiembre 12, 2008

Viernes de dolores

Garmin Forerunner 205 es (en realidad el nuevo Garmin’s new Forerunner 405 pero no tengo foto) el capricho que distrae mi apocalipsis. El médico me encarga dos radiografias y una ecografia. Alucina el muchacho con mi rutina de gomas y asfalto. Luego, la única opción de socializarme me la pasan a febrero. Me enteré porque envié YO un SMS desde este centro de dolor. España es apenas ya nada.
Luego vi los tiempos del Run for the Parks 10K y me dió caquita.
Hoy me hice la ruta universitaria en menos de 1 hora. Me piqué con un mermao. En la noche del jueves al viernes me dolió un huevo.

El engaño de la SOJA?

El engaño de la SOJA: 

"La soja está matando la agricultura de Latinoamérica"
• La experta alerta sobre el perjuicio de esta oleaginosa en niños y embarazadas

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Comentarios literarios: Koestler, el lobo solitario

Comentarios literarios: Koestler, el lobo solitario

 El escritor húngaro sigue suscitando polémicas. Este año, se publicaron varios libros sobre el autor de El cero y el infinito, la célebre narración sobre los juicios en el Moscú de los años 30. La obra de Arthur Koestler, nacido en Budapest hace un siglo, no ha tenido ni remotamente la suerte de la de Sartre, de cuyo nacimiento también se cumplió este año el centenario. No hubo largos programas conmemorativos por televisión. La plaza principal de Saint Germain-des-Prés hoy lleva los nombres de Sartre y Simone de Beauvoir, pero ninguna calle o plaza de París, Londres o Budapest lleva el de Koestler... sigue en el link









CHI RUNNING

RealClearPolitics - Opinion, News, Analysis, Videos and Polls

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jueves, septiembre 11, 2008

La nueva dueña de Living Deadly: Sunny Leone

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Hartazgo

10 k. en 1:01. Facil pero sin mejora. Sin spring en la zancada. El inicio cuesta de cojones. A los 40 minutos carburo mejor. Saturación.
Libros interesantes: Raimundo Paniker, el de Judt y uno de Betty Edwards sobre pintura y lado derecho. Me dan envidia los cuadernos que muestra de Van Gogh y Walser. Llenos de intensidad, vigor y detalles. Yo solo me parezco en la letra diminuta, en nada mas. Ellos murieron de forma desastrosa.

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Mejor Western

La Western Writers of America ha votado los 100 mejores de la historia.

Shane, el clásico de George Stevens (un director infravalorado) está en primer lugar, seguida de Sólo ante el peligro y The Searchers de Ford. Precisamente Centauros del desierto está en el primer lugar de la encuesta del AFI, en dura pugna con El hombre que mató a Liberty Valance. Naturalemente es una broma que Bailando con lobos esté por encima de Liberty, de Río Rojo o Grupo Salvaje (atención al ciclo de la Filmoteca de Andalucía y a El tren de las 3.10 a Yuma, en el 27º, actualmente en las salas cinematográficas)

Judt. REAPPRAISALS. Reflections on the Forgotten Twentieth Century.


Without going back as far as Herodotus (who gave us the word “history” from the Greek for “enquiry”), and leaving aside Caesar and Churchill, who first made history and then wrote it, or Gibbon and Macaulay, who both sat as members of Parliament, the “engaged historian” belongs to a long and often honorable tradition. It was on display 20 years ago when The New York Times carried a full-page advertisement rebuking President Reagan, “A Reaffirmation of Principle,” signed by 63 public intellectuals (for want of a less irritating name) who included such eminent historians as Arthur Schlesinger Jr. and Fritz Stern.
That ad is mentioned by Tony Judt in “Reappraisals,” his exhilarating new collection of essays, by way of another rebuke, this time to liberals who “acquiesced in President Bush’s catastrophic foreign policy,” but then he is himself one of the latest adornments of that engaged tradition. A Londoner by origin and a New Yorker by adoption, Judt was educated at Cambridge, and is now a professor at New York University and director of its Remarque Institute. N.Y.U. is no ivory tower, as it turns out: in a memorable article not included here, he described looking downtown from his office window on 9/11, to see the 21st century begin. His original scholarly subject was modern France, which led Judt from studies of the French left to the excellent recent “Postwar,” a panoramic history of Europe since 1945, by way of his acidulated “Past Imperfect” on the Parisian intelligentsia in the postwar decade and, perhaps my favorite among his books, “The Burden of Responsibility,” essays on Léon Blum, Albert Camus and Raymond Aron. Like those heroes, Judt has increasingly spread his wings as a commentator on contemporary politics.
In “Reappraisals,” he looks back at the tragedy of Europe in the 20th century — although one should really say the four decades from the outbreak of World War I until the death of Stalin — and in particular at the Jewish tragedy. Judt writes informatively about Manès Sperber, tenderly about Primo Levi, enthusiastically about Hannah Arendt: an enthusiasm I wish I could share. Even apart from the fact that her supposed magnum opus, “The Origins of Totalitarianism” is, as Judt admits, “not a perfect book,” nor “particularly original,” that gifted writer had something missing. Arendt is clever and she is formidable, but her heart’s in the wrong place.
Another survivor from the wreckage of Jewish Europe was Arthur Koestler, whom Judt defends from his detractors and who leads Judt on to the riveting question of Communism and its foes. He is generous toward Eric Hobsbawm, a fine historian to be sure, but someone whose own engagement has been not so much perverse as grotesque. In reply to Hobsbawm’s sneering words that “there are certain clubs,” meaning ex-Communists, “of which I would not wish to be a member,” Judt points out that it is precisely the members of those clubs — Jorge Semprún and Margarete Buber-Neumann as well as Silone, Camus, Sperber and Koestler — who have written some of the best accounts of their age.
Although Judt rightly says that Hobsbawm is an excellent writer, he curiously adds that so are E. P. Thompson, Raymond Williams and Christopher Hill, “his erstwhile companions in the British Communist Historians’ Group.” But Thompson, at any rate at his worst, was not only patronizing and insular but bombastic and garrulous, while Williams was a dreadful writer. The judgment is the odder coming from Judt, who writes admirably himself.
In one judicious examination of this subject, Judt observes that European progressives have been better than their American counterparts at allowing “that there might really have existed a secret Communist underground” — and a real mortal, moral conflict, one could add. The Communist-turned-anti-Communist Ignazio Silone once told Palmiro Togliatti, the Italian Communist leader, that “the last battle” of the 20th century would be waged between the two camps they personified, and there is a great book to be written on this subject one day. If Judt doesn’t write it, one of the rest of us will have to.
While gazing about contemporary Europe, Judt encounters a very striking recent phenomenon, a confection of nostalgia, commemoration, invented tradition, “heritage industry” and la mode rétro. He praises the marvelous seven volumes of “Les Lieux de Mémoire,” a collaborative work on national memory edited by the historian Pierre Nora, while perceptively seeing that this absorption with the “world we have lost” is a reaction to the breathtaking changes that have overtaken France since 1945, not to mention the fact that there is nothing very glorious or confident about French history since 1918, despite de Gaulle’s heroic efforts to prove otherwise.
Then after crossing the Channel to the country where he grew up, Judt finds England awash with whimsical “heritage” — as opposed to things that actually work — epitomized by former mining villages Disneyfied into theme parks. Sharp-eyed as he is, political prejudice colors his account here. There is a long riff on the decayed state of British railways (à qui le dîtes-vous; tell me about it: some of us have to use them regularly), compared with French railways, so good that riding them is a pleasure in itself. But then Judt and I don’t pay French taxes, and he might have addressed the plausible argument that, at least in the British context, state subsidy of public transport — as of higher education and the arts — represents a net transfer of wealth from poor to rich.
He displays an understandable contempt for Tony Blair (à qui le dîtes-vous again: some of us had to live under his government), although from the perspective of an impenitent social democrat. While Judt says that “Communism defiled and despoiled the radical heritage,” he could have added that the cause of even moderate British socialism was completely discredited by the failures of Labor governments in the 1960s and ’70s. And while Judt has few good words for Margaret Thatcher, he might try to see that she compares favorably with her epigone Blair at every point, not least in her far less servile attitude toward Washington.
An essay on the “strange death of liberal America” wonders, perhaps with some exaggeration, why the liberal intelligentsia has had so little to say “about Iraq, about Lebanon or about recent reports of a planned attack on Iran.” He has in mind particularly the dread “liberal hawks,” whom he has also attacked on the New York Times Op-Ed page for the rhetorical cover they gave the Bush administration and its court (“In today’s America neoconservatives generate brutish policies for which liberals provide the ethical fig leaf”).
And yet Judt, while an opponent of the Iraq war, was himself an interventionist hawk over Kosovo. Although he tries to distinguish between them, he must have an inkling of the difficulty this poses for those like him. No very casuistical argument was needed to link the two, and it was neither surprising nor necessarily illogical that a bomber flight path was lighted up from Belgrade to Baghdad. Once the principle is accepted that we can attack other countries that have nasty governments but offer us no threat, where do you stop?
“You don’t have to be Jewish to understand the history of Europe in the 20th century, but it helps,” Judt writes, and while it has certainly helped him as a historian, he has also made a very striking personal pilgrimage. In the 1960s he was an ardent young socialist-Zionist, spending time on a kibbutz and flying to Israel in her hour of need when the 1967 war began.
He is now a caustic opponent of Israeli policy, and of American policy toward Israel also, even offering sympathetic words about the widely anathematized “Israel Lobby,” by John Mearsheimer and Stephen Walt. Not only does Judt lament that the United States has suffered a catastrophic loss of international influence in recent years, thanks to “self-defeating and even irrational” conduct, in the Middle East above all; he says that the reflexive charge of anti-Semitism against critics of Israel, and of the American alliance with Israel, must ultimately be “bad for Jews — since it means that genuine anti-Semitism may also in time cease to be taken seriously, thanks to the Israel lobby’s abuse of the term.” Anyone who writes on this subject is asking for trouble (à qui ...), and Judt’s notably brave and forthright essays have brought him much obloquy. Yet whatever else may be said, he is unarguably right about one thing. The “historian of Opinion,” in Keynes’s phrase, cannot fail to see a huge “change of mood that proved lasting and with the consequences of which we are living still.”
At the time of the 1967 war, it was possible for Israelis to bask in glory, and to cheer when Abba Eban said that “never before has Israel stood more honored and revered by the nations of the world.” Those words would be impossible to utter today, even if, as Judt observes, many Americans don’t seem to have caught up with the great shift of sentiment throughout the rest of the world.
Looking back from our latest fin de siècle, the theme that stands out in Judt’s account is lost time, not in the Proustian sense but in Goethe’s: the moment that, once lost, Eternity will never give back. That is true of the West since the fall of the Berlin Wall and the implosion of Soviet Russia, years of “wasted opportunity and political incompetence on both sides of the Atlantic,” but true first of all of Israel, which after 1967 threw away a priceless chance for peace and for her own ultimate security.
In one of his endnotes, Judt says that his essay on the 1967 war was his last appearance in The New Republic, from which he has since been excommunicated. Just a few months earlier, he had appeared in the same magazine with a ferocious assault on “Koba the Dread,” by Martin Amis (unofficially known in literary London as “Stalinbad” — the book in which Amis “says that Stalin was a bad man”).
That evisceration was unkind, but not unfair. And it served as a reminder that, especially by comparison with the literary gentlemen and ladies — all the novelists, poets and playwrights with their preening political fatuities — historians have had a good record in this field. Few are better than Tony Judt, not only a historian of the first rank but (in a word we need an equivalent for) a politicologue who gives engagement a good name.
Uno de los ensayos de Judt en Reappraisals es un estupendo retrato de Leszek Kolakowski. Ahí menciona el intercambio epistolar entre Edward Thompson y el filósofo polaco. Judt califica la respuesta de Kolakowski a la invectiva del marxista inglés como una demolición intelectual perfecta: la más fina en la historia del argumento político. Los archivos del Socialist Register nos permiten asomarnos a las dos cartas. De Thompson a Kolakowski; de Kolakowski a Thompson. La respuesta de Kolakowski también puede leerse en un libro reciente que lleva precisamente el título de la carta: Por qué tengo razón en todo. Lo publica en España la editorial Melusina.
Tony Judt recoge en Reappraisals que tras la guerra fría llegó un optimismo iluso que proclamaba novedades en abundancia. Si la historia había llegado a su fin parecían innecesarios los recuerdos. Olvidamos por proyecto, no por amnesia. El historiador se pregunta si hemos aprendido algo. Concluye que, en lugar de huir del siglo XX, habría que regresar a él para aprender de nuevo lo elemental. Por ejemplo, que la guerra degrada a los ganadores tanto como a los perdedores.
El libro de Judt ha recibido mucha atención crítica. John Gray celebra al historiador heterodoxo: "un pensador liberal dedicado de desmitificar las ilusiones liberales." El Economist es menos entusiasta: sus punzadas son certeras pero el paisaje que pinta del siglo es nebuloso. Tim Rutten en el Los Angeles Times apunta que el libro es como su autor: "fascinante, edificante y frustrante."



AVN :: ‘Casting Madrid' Exposes Spanish Newcomers

AVN :: ‘Casting Madrid' Exposes Spanish Newcomers
Solo vienen para Casting de mariquitas!!

miércoles, septiembre 10, 2008

”Je me souviens”, o la puta costumbre de Arcadi y el francés

Como la mayor parte de sus contemporáneos, [Luckács] dio muestras de un sentido moral muy agudo frente a crímenes cometidos a miles de kilómetros, al otro lado de la frontera ideológica, y de un bendito desconocimiento de los asesinatos cometidos ante sus ojos. Como cualquier plumífero partidario, siempre estuvo dispuesto a comerse sus propias palabras y a escribir con entusiasmo sobre las dementes ocurrencias de sus líderes: fue capaz incluso de rebajarse en una arrebatada disertación sobre la sabiduría de la última y evidentemente senil contribución de Stalin a la filosofía marxista: la teoría de que al final todas las lenguas evolucionarán para convertirse en el lenguaje del comunismo (es decir, el ruso.»

(de George Lukács: equivocal Hero, publicado en The Guardian el 29 de enero de 1970

Truth and lies in literature. Stephan Vizinczey.

A QUIEN APLICAR ESTA DISERTACIÓN, HOY DIA?

Si, es así de tonto

Tuve que sufrirle. Si. Es tonto.

Yogui en calle Ayala. El humilde Ramiro Calle

Ana Avellano y Miguel Pato (PD)-. Con quince años le llegó la noticia de la existencia de una técnica ancestral de relajación y meditación. Desde ese momento lo practica y tras años de formación en varios países del mundo, en 1971 abre un centro de Yoga en Madrid por el que han pasado medio millón de personas y que aun hoy sigue activo. Él es Ramiro Calle y acaba de publicar el libro “La ciencia de la Felicidad”.

¿La ciencia de la felicidad es un libro de autoayuda?

No, es un libro de superación personal. Ese es un término muy desacreditado. Es un libro de autoconocimiento, de superación. Estos libros los ha habido siempre desde Séneca, Marco Aurelio…

Precisamente desde los primeros filósofos la felicidad ha sido siempre una meta, ¿Cree que, después de tantos siglos, hemos alcanzado esa meta?

No, al revés. Cada día estamos más lejos de ella porque no ponemos los medios adecuados para conseguir la felicidad. Creemos que la felicidad está fuera de nosotros y así la confundimos con la diversión, entretenimiento, distracción… Pero la felicidad es un estado más permanente, íntimo. Está bien mejorar la calidad de vida externa pero tenemos que mejorar, sobre todo, la calidad de vida interna. Si una persona está llena de conflictos, de miedo, de odio, de avidez… cómo va a sentirse feliz. Y lo que más se aproxima a la dicha o a la felicidad es la paz interior.

¿Cómo llegar a conseguir ese estado?

Es importante esta pregunta porque mucha gente y desde hace mucho tiempo busca la felicidad pero no la encuentra, es como un espejismo. Y el problema es que siempre estamos pensando hacia fuera, ansiando logros y metas porque estamos pendientes de expectativas inciertas que incluso nos llenan de angustian.

Tenemos que cambiar el enfoque: La paz interior se gana y la felicidad se conquista. ¿Cómo? Cambiando muchas actitudes, evitando conflictos, tratando de poner en práctica técnicas como el Yoga, la meditación… Hay que lograr que la mente no esté en el pasado o en futuro atormentada sino que pueda centrarse en el aquí y en el ahora.

La mente está llena trucos que en lugar darnos felicidad nos dan mucho dolor. En lugar de ocuparnos nos pre-ocupamos, cuando la mente no tiene problemas reales los busca imaginarios. Siempre está condoliéndose de los que pudo haber sido y de lo que podría ser.

De hecho, como explico en el La ciencia de la Felicidad la mente es un obstáculo. La mente es la que bombardea y sabotea constantemente nuestros intentos de felicidad. Por eso hay que aprender a gobernar la mente. Y en este libro muestro algunas de las técnicas, ancestrales algunas, para lograrlo.

Entonces, siempre positivos...

Sin duda. No olvidemos esa viaja lección del Yoga que dice: “Así como pensamos, así somos”. El pensamiento es muy poderoso para bien y para mal. Lo que tenemos es queb conseguir pensar de una manera constructiva y que el pensamiento nos sirva, no sólo servir nosotros al pensamiento.

¿Cómo nació en usted el deseo de impartir clases de relajación, yoga…?

Con quince años escuché por primera vez qué era el Yoga y empecé a practicarlo, a buscar maestros, a viajar a la India… Así me fui formando hasta que en 1971 abrí un centro de Yoga que sigue en activo en la calle madrileña Ayala en el número 10. Por él ya han pasado ya medio millón de practicantes y ahí sigo…

¿Y cómo es esto de hacerlo a través de Internet?

Eso es orientativo. En www.ramirocalle.com hay técnicas de relajación de meditación y posturas de Yoga. Pero, claro, después si alguien quiere profundizar debe acudir a un centro especializado.

¿Cualquier persona puede acudir a estos centros?

Cualquier persona. El Yoga es para sanos, para enfermos, para niños, para ancianos… Se ha dicho que ya los practicas 300 millones de personas en el mundo y cada día proliferan más profesores y escuelas.

Con lo que esto tiene de bueno y de malo porque muchos profesores no están suficientemente preparados porque les dan títulos en 20 días o en un mes.

Otra cosa que hay que tener en cuenta es que hay tantos profesores que es difícil colocarse. Lo peor es que les cobran 3.000 euros por ese título y les engañan con la promesa de que podrán dar clases.

Y para terminar me gustaría saber, ahora que estamos en crisis, ¿en la sociedad percibe más psicosis que crisis?

Crisis hay siempre porque siempre hay gente muy desafortunada porque esta sociedad cada día es más voraz y codiciosa. Y es que, lamentablemente, para cientos de millones de seres humanos en este planeta siempre hay crisis.

Y esto no cambiará mientras no cambie la mente la humana y logremos que abone generosidad. Respondiendo a tu pregunta es muy importante que no nos hundamos en desesperación y ahí juegan un papel fundamental las técnicas del yoga que nos enseñan a relajarnos a desbloquearnos… Y luego la práctica de la meditación.

Dos brujas y un destino

Encontré esto en mi movil viejo. San Martin de Castañeda. Dos brujas currándose una merienda.

Pajarón al 21:30

Según la joya de http://www.gmap-pedometer.com/ me hice en un tiempo de 01:04 la distancia de 10 kilometros y 202 metros. Ayer y antes de ayer no hice nada. Según mi tester debo parar varios días para ver si pierdo peso engañando al cuerpo. Dice que me machaco tanto que mi organismo retiene todo lo que puede. Hacia el minuto 21:30, cerca de un rio y en pista de arena me dió un yuyu que me hizo detenerme 10 minutos, con lo que se altera la medición. Una penita. Sigue dolor en psoas y tendón.

Oh tiempos (Sofia´s Sheraton)

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Corre, cabrón, corre

Abbey Brooks









Cesare Pavese, el solitario de las colinas · ELPAÍS.com

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Tzvetan Todorov - Wikipedia, la enciclopedia libre

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