Mostrando entradas con la etiqueta Amazon. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Amazon. Mostrar todas las entradas

domingo, mayo 02, 2010

Que nos inventen ellos, en ABC, de Rafael Reig

Siempre he dicho que un novelista no necesita imaginación, sino cuñados (o imaginación para lo real). Sin embargo, hay tres cosas que no tiene más remedio que inventarse: a sí mismo, su tradición literaria y a sus lectores.
Para escribir hay que crear una voz narrativa y convertirse en otro. Es indispensable desaparecer: por eso toda obra es póstuma. Escribir es también una forma de leer la tradición, de elegirla y proponer una nueva Historia de la literatura. Y, por último, toda novela original necesita inventarse a sus propios lectores, puesto que reclama una nueva forma de leer. La fuerza, pongamos, de Faulkner no está sólo en que escribe de una manera diferente, sino sobre todo en que nos enseña a leer de una manera diferente. Leer a uno de los grandes es como aprender una lengua extranjera, nos convierte en lectores distintos (y por lo general mejores). Leer después a un autor menor no cuesta ningún esfuerzo: ya conocemos esa gramática.
En mi juventud era corriente ser bilingüe: leíamos con la misma admiración a Borges y a Cortázar. Nos provocaba la misma sorpresa El Aleph que las Historias de cronopios y de famas, y la misma incrédula y entusiasta pregunta: Ah, pero ¿esto valía? ¿Se puede escribir así? ¿Aceptamos a Borges como narrador y pulpo como animal de compañía?
Es el mismo estupor que dice García Márquez que sintió al leer a Kafka: ¡Pero si así contaba las cosas mi abuela! ¡Yo no sabía que esto se podía hacer, que valía!
Pedantería y papanatismo. Borges inventó una legión de lectores (y no pocos autores sucedáneos), pero no sé si muchos habrán logrado sobrevivir a la epidemia de pedantería y papanatismo que nos asola. Por ejemplo, hace poco leí en un suplemento dominical que ahora hay restaurantes en los que se come en la más absoluta oscuridad, para saborear los alimentos sin reconocerlos de antemano ni dejarse influir por su aspecto. ¿De qué me sonaba eso? Fui a la biblioteca más cercana y, aunque cada vez tienen menos libros (y más tonterías, a las que llaman multimedia), encontré las Crónicas de Bustos Domecq, de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
Allí estaba, en efecto, en una (falsa) crónica sobre gastronomía donde se relata cómo se le ocurrió la idea al genial (aunque inventado) chef Darracq, que «con la seguridad que el genio otorga, ejecuta el acto somero que lo fijará para siempre en la más angulosa y alta cúspide de la cocina. Apaga la luz. Queda así inaugurado, en aquel instante, el primer tenebrarium».
Borges y Bioy ya habían inventado, a finales de los sesenta, los tenebrarium: alta cocina a oscuras. Sí, pero ¡ellos lo hacían de broma! Ahora estas pamplinas se hacen en serio y de buena fe.
En este libro, Bustos Domecq (el detective de Bioy y Borges) escribe sobre arte y eso que ahora se llama «tendencias». Cada crónica parodia un estilo periodístico, desde la entrevista a la crítica literaria. Hay arquitectura (edificios tan funcionales que resulta imposible vivir en ellos), pintura (cuadros borrados y después pintados por encima de negro, y que se venden a precios de escándalo), lo que ahora se llaman «propuestas» (un artista que firma el «espacio» entre dos calles), poderosas nuevas tecnologías («la máquina descansa y el hombre, retemplado, trabaja») y espectaculares avances médicos (la inmortalidad, ni más ni menos, aunque eso sí: convertidos en piezas de mobiliario).
Lengua extranjera. En resumen: el libro, de 1967, trata (en broma) más o menos los mismos asuntos de los que cualquier suplemento dominical contemporáneo habla completamente en serio.
Es una pequeña, casi imperceptible diferencia: la ironía (visionaria, por cierto).
En 1967 la ironía se percibía de inmediato. Un ejemplo: el libro está dedicado «A esos tres grandes olvidados: Picasso, Joyce y Le Corbusier».
Ahora, tras tantos (y tan acerbos) años de corrección política, tras tanto «buenismo» timorato y tras tanta defensa del sagrado derecho de llamarse a agravio, ¿quedará algún lector que pueda disfrutar un texto irónico? ¿Alguno todavía capaz de reírse de sí mismo?
Borges y Bioy siguen siendo un excelente manual de esa lengua extranjera: al leerlos nos inventan como lectores irónicos, tolerantes y un punto maliciosos. Tal y como (a veces) nos gustaría ser.

jueves, abril 01, 2010

Comprar nuevo libro: Historia de Europa de TCW Blanning

Reseñando el último libro de Bernanrd Wasserstein, Barbarie y civilización, van y me recomiendan este otro libro de Blanning.
Se han escrito muchas Historias de Europa. La mejor, desde mi punto de vista, es la colección Historia de Europa, Oxford, que editó T. C. W. Blanning y que en nuestro país publicó la editorial Crítica. Ciertamente, la idea europea, no pasa hoy por su mejor momento, pero sigue flotando, entre los muchos problemas que abruman a la Unión Europea, el viejo sueño del papel de faro cultural del mundo que tuvo el Viejo Continente desde la ya tan lejana ilusión imperial carolingia.
La Historia de Europa siempre ha sido la de la dialéctica entre civilización y barbarie. Los proyectos racionalistas del erasmismo o de la Ilustración se han conjugado históricamente con siniestras experiencias de intolerancia inquisitorial y despotismo estatal. Europa ha sido un laboratorio de situaciones controvertidas, con el reto añadido de servir de constante referencia y de pauta a los demás continentes. Las contradicciones entre sueños y realidades se han puesto especialmente de manifiesto en el siglo XX, etapa histórica a la que se han dedicado no pocos estudios globales (Hobsbawm, Mazower, Vinen, Joll...).
Rupturas y tensiones. El libro de Bernard Wasserstein, profesor de Historia en la Universidad de Chicago, constituye una nueva y excelente aportación al respecto. El autor adscribe «nuestro tiempo» al «corto siglo XX» que empezaría, según él, en 1914 y acabaría en los albores del siglo XXI, con los conflictos subsiguientes a la caída del comunismo. Europa, para Wasserstein, en buena parte del siglo XX, no ha sido sino una ficción.
Nadie puede negar, en verdad, la trascendencia rupturista que tuvo la Primera Guerra Mundial, que sirve de hito inicial del volumen, pero también es evidente que había habido ya muchas rupturas antes de la guerra, empezando por el arte, con el surgimiento de los «ismos» entre 1905 y 1912, y acabando con las grandes innovaciones tecnológicas de finales del siglo XIX. Las tensiones sociales y políticas en la transición de los dos siglos XIX y XX marcaron el horizonte de previsiones fatalistas mucho antes de la guerra (Kavafis, Durkheim, Weber...). Las tristezas del siglo XX empiezan antes de la guerra de 1914.
Los historiadores han variado a la hora de atribuirle una nota distintiva a la Historia de Europa en el siglo XX. Eric Hobsbawm lo etiquetó como «la era de los contrastes», de la polarización entre fascismo y democracia. Mark Mazower encontró el distintivo de la «Europa negra», es decir, la Europa de las vergüenzas. Richard Vinen renuncia a la interpretación global y se detiene en la «Europa de los fragmentos». Por su parte, Bernard Wasserstein ha apostado por la Europa ambivalente que mezcla barbarie y progreso. El nacionalismo será la fuerza más negativa del siglo, a su juicio. No es la lucha de clases el eje de los conflictos sino el problema identitario étnico. La guerra, según este historiador, ha sido la realidad sangrante más visible del siglo XX. Su coste demográfico es bien conocido: doce millones de muertos en la Primera Guerra Mundial, cerca de un millón en la guerra civil rusa, medio millón de muertos en la Guerra Civil española, cincuenta y cinco millones en la Segunda Guerra Mundial.
La Primera Guerra Mundial daría paso a la Europa revolucionaria de 1917-1921, ésta a la «recuperación de la burguesía» de 1921 a 1929, antesala de la «depresión y el terror» entre 1929 y 1936, y pórtico, a su vez, de la espiral hacia la guerra, que tendrá a un Hitler triunfante de 1939 a 1942, y en proceso hacia la derrota de 1942-1945. El autor del ensayo desbroza magistralmente la partición de Europa de 1945 a 1949, la recuperación de Europa occidental, paralela a la escalada estalinista y las tensiones en la Europa liberal desde 1960, mientras se desarrolla el proceso de crisis del comunismo que desembocaría en su derrumbamiento de 1985 a 1991.
En el libro ni se idealiza el régimen liberal ni se estigmatiza el régimen comunista. La Europa del nuevo milenio, que se apunta al final del trabajo, refleja la conciencia de una cierta devaluación del papel del Viejo Continente en el mundo, al mismo tiempo que la reducción de las diferencias intraeuropeas, un declive demográfico pese a la inyección alternativa de la inmigración, la liberalización de las conductas sexuales, el debilitamiento del socialismo como ideología, la revolución de las comunicaciones, los cambios en el sistema educativo, la apertura en la era del ocio y los nuevos valores en la era postcristiana.
La conclusión es más bien fatalista. Europa es el testimonio de que el progreso comporta la necesidad de cubrir con un manto los males que engendra. Se echa de menos en el balance final un análisis más profundo del terrorismo islamista y de los problemas que tiene hoy la Unión Europea. No obstante, en definitiva, se trata de un libro muy útil como reflexión general.
Website counter
Google

viernes, mayo 15, 2009

Amazon.com: Terminator and Philosophy: I'll Be Back, Therefore I Am (The Blackwell Philosophy and Pop Culture Series): William Irwin, Richard Brown, Kevin S. Decker: Books

Amazon.com: Terminator and Philosophy: I'll Be Back, Therefore I Am (The Blackwell Philosophy and Pop Culture Series): William Irwin, Richard Brown, Kevin S. Decker: Books








miércoles, enero 07, 2009

Es este, Chema?

El Pensamiento Económico de Douglass C. North
Dime el nombre completo de los otros (Alvarez, included) y mándame el artículo de la persecución de los cristianos de tu amiguito Wilfred.







domingo, diciembre 14, 2008

Lo dejo; tengo demasiado. Juan Rulfo.



El 13 de marzo de 1973, Juan Rulfo desveló la razón por la que había renunciado a seguir escribiendo: "... Pues porque se me murió el tío Celerino, que era el que me platicaba todo". Fue en la Universidad Central de Venezuela, durante una conferencia, mucho tiempo después de que el autor de Pedro Páramo y El llano en llamas hubiera optado por dedicarse a la fotografía y a los guiones de cine, y fue muchas veces después de que le formularan esa misma pregunta. El mismo camino del portazo a la literatura había tomado, años antes, nada menos que Arthur Rimbaud, quien a los 19 decidió que ya había dicho todo lo que tenía que decir en poesía y se convirtió, entre otras cosas, en traficante de armas. Artículo bueno que sigue AQUÍ.








martes, noviembre 25, 2008

El pesebre patrio mueve toda su maquinaria



Lucía Etxebarria, obligada a elegir estas Navidades entre "el IBI de Ruiz Faraón" y la Barbie Mariposa
(PD).- Lucía Etxeberría ya nos ha contado dos milongas en poco tiempo: la primera, que se veía atrapada en Marruecos y no tenía ni para dormir allí tres noches; la segunda, que se ve obligada a elegir entre "el IBI de Ruiz Farazón" -Gallardón- y la Barbie para su hija. La pobre proletaria que sólo con el Planeta se embolsó 600.000 euros, 100 millones de antes.
En su manera facilona y demagógica de exponer su crítica política, Lucía Etxeberría no duda en ponerse en plan de pobre proletaria. Si hace un tiempo nos deleitaba en su columna en ADN contándonos que se había quedado atrapada en Marruecos y no tenía ni para tres noches de hotel, en este caso es por la subida del Impuesto de Bienes Inmuebles decretada por el Ayuntamiento de Madrid. "Nuestro querido alcalde Ruiz Faraón colocará ocho millones de bombillas, que se dice pronto, para poner mona la ciudad. ¿Y de dónde van a salir los 4,6 millones de euros que cuesta la broma? De mi bolsillo, entre el de otros sufridos ciudadanos que en 2004 pagamos un 17 % más de IBI que en el 2004. En 2005, un 13 % más. En 2006, un 10 % más. Y en 2007, otro 10 % más. El año que viene, el Ayuntamiento espera recaudar 653,58 millones de euros sólo de IBI, un 9,88 % más que en 2006.".
Y se dirige directamente al alcalde.
 "Querido Ruiz Faraón: A mi hija le hace más o menos gracia lo de las bombillitas de Navidad, pero lo que de verdad quiere es una Barbie Mariposa, que vale 30 euracos y un traje de Blancanieves, que cuesta 60. Sí, mi hija es una cursi -usted, que lee a Cervantes, ya sabe que el antojadizo no busca calidad, sino hermosura- pero no tengo otra y la quiero mucho, y me encantaría que los Reyes Majos le trajeran las dos horteradas citadas (que no son menos horteras que el alumbrado navideño, admítalo usted). "Los Reyes me han dicho que vaya eligiendo: o IBI o Barbie. Tan despiadada elección va a partirme el corazón (pareado) y es por ello que desde aquí le ruego, suplico, exhorto e imploro que olvide las bombillas y nos baje el IBI y sé que a mi ruego se unen numerosos ciudadanos que no saben cómo explicarles a sus hijos que hay crisis y que hasta los Reyes se abrochan el cinturón si luego los niños alucinan con el despilfarro de lucecitas que adorna nuestras calles".








jueves, octubre 30, 2008

Étienne de La Boétie: reedición en Trotta



Discurso de la servidumbre voluntaria, de Étienne de La Boétie casaleggio
Étienne de La Boétie 

Muchos han conocido la breve existencia y obra del jurista Étienne de La Boétie (1530-1563, de Sarlat-La Caneda, cerca de Burdeos) gracias a su sentida amistad con una de las más grandes figuras de la literatura universal: el pensador francés renacentista, legendario escéptico, padre del género ensayistico (junto a San Agustín y Marco Aurelio) y mito Michel de Montaigne (1533-1592). La otra vía para conocer a Étienne en nuestra pobre España (y a Spinoza y El Capital y los epicureos y tantas otras cosas) ha sido el amenazado e injustamente menospreciado Gabriel Albiac.




La Boétie murió a los 33 años en los brazos de su amigo Montaigne. Éste se vio motivado a escribir su ensayo “On Friendship”, que retrata tal relación como a una “unión de almas.” Gracias a este reconocido ensayo un mundo más amplio conoce a Étienne de La Boétie.


Michel de Montaigne Essays “Of Custom.” Ensayos
Michel de Montaigne


La magnífica editorial Trotta (¡ay esa libreria Pasajes que feliz ha hecho a tantos!) ha dado tanto cuartelillo a movimientos dolientes para un hombre civilizado y conservador como la Teología de la Liberación, el tonto útil a la vez que hombre bueno que es Cardenal o el aristocrático Hans Küng como espacio muy digno a satisfactorios productos intelectuales sobre San Juan de la Cruz (por medio de la muy interesante y desigual Luce López-Baralt), sobre Carl Jung, John Gray y cien más.

Resultó muy interesante su reedición en 2008 del Discourse of Voluntary Servitude. El ensayo del jurista francés indaga en la aceptación de situaciones humillantes por razón de normas no escritas y convenciones aceptadas. Con 18 años (corre el año 1548) Étienne se pregunta:  «¿Si un tirano es solo un hombre y sus súbditos son muchos, ¿por qué consienten ellos su propia esclavitud?». Michel de Montaigne, tambien cuestionaba el poder de la tradición en su ensayo “Of Custom.”

El ensayo del siglo XVI (en castellano Discurso de la servidumbre voluntaria) observa los mecanismos que hacen posible la dominación y cómo persiste la paradójica tensión entre la innata libertad del hombre y su perturbadora voluntad de someterse a un señor. Lo llama«concepto inconcebible». Pero la gran vigencia de su texto se aprecia en multitud de afirmaciones que podrían titular diarios de hoy: «la causa principal y el secreto de la dominación, el apoyo y la base de toda tiranía es el soborno institucionalizado», ya que  «millones de personas son empleadas en puestos públicos». Los individuos que no podían ser atemorizados bien podían ser comprados. Exacto. Como hoy. En el siglo XXI.

Discourse of Voluntary Servitude Etienne de La Boétie
Discourse of Voluntary Servitude

El Discourse examina la psicología de todos los actores. Sumisos y dominadores, espectadores y ejecutores. Y el arma esencial no es la fuerza. Si un pequeño porcentaje del populacho se revelase todo se detendría inaplicable. Se obedecía sin ser obligado. Se trataba de la “servidumbre voluntaria”. La Boétie plantea la resistencia no-violenta y la desobediencia civil mucho antes que Henry David Thoreau (de 1841, influencia directa de Gandhi de Luther King), pero sin convertirse en un añejo ermitaño naturalista.
El Discourse se distribuyó primero de manera privada (en torno a 1553) por toda Francia. Se vivían tiempos de conflicto entre reyes absolutistas y con sus propios ciudadanos. Todo conduciría a la Revolución Francesa. La Boétie era un culto y privilegiado súbdito del Rey Francisco I, de familia rica e influyente. No conocía nada del hambre y las plagas que cotidianamente sufría la ciudadanía (asaetada por los impuestos) de la nación más rica, más civilizada y más populosa del mundo. Nacía la era de la extractiva administración, maquinaria de abogados por doquier y la venta de títulos nobiliarios para financiar la guerra; mientras obedecía el populacho. La tensión era creciente.

El monarca absoluto era bendecido por la Iglesia Católica pero los hugonotes (protestantes que negaban al rey como representante de Dios) crecían. La importancia de la provincia (leal a quien pagara mejor y muy afín al protestantismo) debilitaba al rey. La  invención de la imprenta facilitaba la difusión de opiniones disidentes (en 1559 aparece la primera lista papal de libros prohibidos). E involuntariamente el Discourse formaría parte de ello. ¿Su gran mérito? La percepción correcta y verdadera del poder de la costumbre, de la capacidad simbiótica de la mente con cualquier circunstancia de sumisión por dolorosa que resulte, que acepta (tras ese descuido inicial que somete su libertad) que en verdad no ha perdido su libertad sino que se ha ganado su esclavitud. Generaciones nacidas “bajo la servidumbre y que luego se nutrieron y criaron en la esclavitud” lo verían como algo natural. Consideraban que la vida siempre había sido de esta manera.

La Boétie era un estudiante de derecho en la Universidad de Orleáns (protestante hugonota) y la redacción del ensayo se vio estimulada por la Revuelta de la Gabela (un impuesto sobre la sal) en Bordeaux, que acabó con manifestantes asesinando al director general de la gabela y a dos de sus oficiales. En los disturbios 140 ciudadanos fueron muertos, otros fueron azotados, y las  multas aplicadas resultaron exorbitantes. Ajeno al sufrimiento y la ira reactiva de la muchedumbre, La Boétie queda ensimismado por los sucesos y la virulencia de estos estallidos aislados de cólera. Nunca presenció un vulgo indómito. Y se pregunta, ¿por qué la gente no se levantaba en masa? La Boétie se plantea entonces, como detalla el historiador francés Pierre Mesnard , “la solución humanista al problema de la autoridad.”
La obediencia colectiva nace de “un vicio para el cual ningún termino puede ser hallado lo suficientemente ruin.” La Boétie denominaba a este vicio monstruoso la “servidumbre voluntaria". Algo que "contradice a la naturaleza". Incluso las propias bestias, aun las hechas para el servicio del hombre, no pueden acostumbrarse al control sin protestar. El tiranicidio no era algo nuevo en Europa, pero La Boétie escribe por primera vez de la resistencia no-violenta. Así no se mataba a un hombre sino a la propia tiranía.  Pero lo imposible seguía siendo el comprender porqué la gente consentía su propia esclavitud.
La Boétie rehusaba darle importancia a los medios por los cuales los tiranos alcanzaban esa incuestionada autoritas. Le interesaba la psicología del tirano aceptado (el populacho pensaría "elegido") que podía ser sólo el  “más soportable”. Podía ser un lider agradecido (save de su pequeña dependencia de la voluntad del pueblo) pero pronto asumía que no “planea jamás renunciar a su cargo.”  
El comienzo de una tiranía es el periodo más complejo. La fuerza bruta podía ser necesaria. En el corto plazo. Sin engendrar mártires. Con el tiempo todo sería sencillo para el tirano. Con la educación en el condicionamiento (no es Cataluña ni las Vascongadas, pero lo anuncia) las generaciones futuras aceptarán los mandatos de forma pasiva y  automática. La Boétie anticipó la extraordinaria importancia de «el monopolio de la información y el control de la prensa». Como  los “juegos, farsas, espectáculos, gladiadores, bestias extrañas, medallas, cuadros, y otros de tales narcóticos” patrocinados por el estado desde los “pueblos antiguos.” Distracciones simples para difuntos en vida que no ven que matan semejantes raciones de alimentos, “el señuelo hacia la esclavitud”, que precede al  ‘Larga vida al Rey!’ Al dotarles de pan y circo, el pueblo es sobornado y entrega su libertad ya que “los tontos no se percataban de que meramente estaban recuperando una porción de su propia propiedad, y de que su gobernante no podría haberles dado lo que se encontraban recibiendo sin primero habérselo quitado a ellos.” 

El mencionado aparato que dota de bienes y empleo público es “la causa principal y el secreto de la dominación, el apoyo y el basamento de la tiranía.” Es el gran soborno institucionalizado: millones de personas empleadas en lo público que reciben fondos de los impuestos. Ellos “se aferraban al tirano”  Los intelectuales apoyados mediante los impuestos (profesores universitarios, becados) serán  la voz del estado a cambio de un salario financiado con impuestos. Estos empleados estatales voluntariamente destruían su propia libertad y la de sus vecinos. Y lo hacían por la fuerza de la costumbre.

Para reducir a la minoría disidente se recurre al control de la prensa (nos suena en España) y monopolizar la educación, ya que los “libros y la enseñanza, más que cualquier otra cosa, le brindan a los hombres el juicio para comprender su propia naturaleza y para aborrecer la tiranía.”  Luego se aplica la reeducación en el concepto del bienestar público, la justicia, la tradición, el patriotismo, la ley y el orden, que el monarca personificaba. Así, oponerse al tirano equivale a oponerse a dichos valores. El tirano aparece como algo más grande que un mero ser humano. Está a la altura de la religión, sostenido en documentos vacíos como una constitución, rodeado de símbolos e  intangibles que se cosifican cotidianamente por medio de muestras de pompa, uniformidad oficial, monumentalismo, rituales fundacionales que mas tarde se reiterarán... Es la mistificación de su poder.

La Boétie pertenecía a una élite (“recuerdan a sus ancestros y a sus situaciones anteriores”) y sólo esos pocos cuestionarán el “peso de la servidumbre,” conscientes de la historia. Estas buenas mentes, entrenadas adicionalmente mediante el estudio y el aprendizaje lucharán. Y si la libertad desapareciese por completo de la tierra, tales hombres la inventarían. Sólo los círculos políticos celebran los puntos de vista de La Boétie sobre la psicología de la tiranía, la desobediencia civil y de la resistencia no-violenta contra la autoridad.

Si, como afirma La Boétie,  la libertad es un impulso humano natural,  la propia naturaleza nos llevará a no cooperar con la tiranía, rechazando tanto a la violencia como a la sumisión.
Reimpreso con autorización. ©Copyright 2003, The Future of Freedom Foundation.

jueves, octubre 23, 2008

Amazing Grace

El próximo día 30 de Octubre a las 19,30h, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, tiene prevista la presentación de La Palabra y el Tao. Intervendrán como introductor Joaquín Tamames, el editor Javier León, el escritor Alfredo Conde y Marito.



<!-- Google Tag Manager



-->

miércoles, octubre 22, 2008

Against the Modern World: Rene Guenon

Against the Modern World is the first history of Traditionalism, an influential yet surprisingly little-known twentieth century anti-modernist movement. Involving a number of important, yet often secret, religious groups in the West and Islamic world, it affected mainstream and radical politics in Europe and religious studies in the United States.
 
Emerging from the 'discovery' in the West of non-Western religious writings, at a time in the nineteeth century when progressive intellectuals had lost faith in the ability of Christianity to deliver religious and spiritual truth, it was fuelled by the widespread religious scepticism that followed World War I. 

It found its voice in Rene Guenon, a French writer who rejected modernity as a dark age, and sought to reconstruct the Perennial Philosophy - the fundamental truth uniting all the world's religions. Mark Sedgwick reveals how this pervasive intellectual movement helped shape major events in twentieth century religious life, politics and scholarship - all the while remaining invisible to outsiders.
 
René Guénon René Guénon's residences Al-Azhar in Cairo René Guénon's early associates Ananda Coomaraswamy Mircea Eliade Rudolf von Sebettendorff Julius Evola Frithjof Schuon Others connected with the Maryamiyya Paul de Séligny Russian Traditionalists Ivan Aguéli







sábado, septiembre 20, 2008

Randy Pausch y el maestro




viernes, septiembre 19, 2008

Horror WANTED

Es dificil ver una mierda tan cara, que se tome a si misma tan poco en serio (parece que no hablo de WANTED, sino de myself).
Por la mañana, con las piernas aún llenas de moratones, me hice con dificultad (el biceps femoral saltaba) los 9.689 metros en 1:04. Lento. Luego quedé con la Oberon Clinic para el día 21 de octubre a las 12:30. 102 euros de vellón. El matarife me verá antes: 10 octubre a las 17:15. La tralla final era mi buena obra del día: llevar a sillator al cine y hacer la compra. Escogió este episodio de infollable con retarded hero. ¿Por qué, Oh Lord, me castigas así? Al menos por la mañana me hice con ChiRunning (libro muy carete) y el mítico texto of Paul Kennedy's The Rise and Fall of the Great Powers: Economic Change and Military Conflict from 1500 to 2000 (1987) por 9 euritos.
Once their productive capacity [is] enhanced, countries...normally find it easier to sustain the burdens of paying for large-scale armaments in peacetime and of maintaining and supplying large armies and fleets in wartime. It sounds crudely mercantilistic to express it this way, but wealth is usually needed to acquire and protect wealth. If, however, too large a portion of the state's resources is diverted from wealth creation and allocated instead to military purposes, then that is likely to lead to a weakening of national power over the longer term. In the same way, if a state overextends itself strategically--by, say, the conquest of extensive territories or the waging of costly wars--it runs the risk that the potential benefits from external expansion may be outweighed by the great expense of it all--a dilemma which becomes acute if the nation concerned has entered a period of relative economic decline. -Paul Kennedy, The Rise and Fall of the Great Powers.
Search Now:
Google

lunes, septiembre 15, 2008

Dean Karnazes











viernes, septiembre 12, 2008

Comentarios literarios: Koestler, el lobo solitario

Comentarios literarios: Koestler, el lobo solitario

 El escritor húngaro sigue suscitando polémicas. Este año, se publicaron varios libros sobre el autor de El cero y el infinito, la célebre narración sobre los juicios en el Moscú de los años 30. La obra de Arthur Koestler, nacido en Budapest hace un siglo, no ha tenido ni remotamente la suerte de la de Sartre, de cuyo nacimiento también se cumplió este año el centenario. No hubo largos programas conmemorativos por televisión. La plaza principal de Saint Germain-des-Prés hoy lleva los nombres de Sartre y Simone de Beauvoir, pero ninguna calle o plaza de París, Londres o Budapest lleva el de Koestler... sigue en el link









martes, septiembre 02, 2008

Sentido, paciencia, peso, Michelet.


Hace mucho frio. Aún 80 kilos (de previos 96) a pesar de los 7 kms. diarios en cuesta, la ingesta de casi nada, el castigo del dolor de cabeza (por la L-carn. included). Duelen las articulaciones de correr en estas condiciones del 6% y el recuerdo del trabajo de localizar con sobrepeso. Flexor, psoas y tendón de aquiles. Mi paso por MundoFicción y el encuentro con despojos de Alcoholicos/morosos anónimos sigue sin ser amortizado. Hoy leo a Doctor Barefoot y creo que he tirado el dinero. O no. Necesito esa operación. O matar a un tipo estilo Antonio Perez. O a todos los Perez, Antonio.
He rechazado empleos por esto pero creo que debo rechazar EL EMPLEO en si. Estoy tan desubicado que planeo sobre esa reedición que hace Ikusager (editor Ernesto Santolaya) de Jules Michelet, y La historia de la Revolución.



Y dijo George:

"América tiene esto. El asedio no para. Asedio como enfermedad. Y sientes mas obsesivamente el abandono. Lleva sin sonar un mes el llamador y he celebrado la fecha en solitario. Solo la santa. LA SANTA.

Con 43 aniversarios ya no cabe solución. La frenada representa lo patético, y entre eso y la masacre, la verdad, prefiero lo segundo. Aunque sea en un correr ebrio, que he inventado con tests intercontinentales y climas diversos.
La curiosidad ha sido la salvación pero los paréntesis áridos son cada vez mas largos. Teresa de Calcuta o Juan de la Cruz los llaman de forma mucho mas florida. Ellos tenían una meta y una demencia constructiva: el prójimo. Ya no hay viaje ni viejo."
A resultas: hay que asumir que nadie vendrá al rescate. Quiero decir nadie que importe algo, salvo la Santa. ¿No es patético decir esto mientras se lee a Descalzo? La biografía de San Francisco de Asis de la mano de Chesterton ha resultado lamentable y revisitan tanto a Merzel como a Burleigh. Pero Descalzo es digno del peor designio. En el fondo solo se esperó a Alario, un empleo lejano y bien largo. Desaparecer con la conciencia bien vengada.
Cielo Santo!! En la reedición veo que interviene la colaboración con la Fundación Pablo Iglesias (Alfonso Guerra, el que nos expulsó de un plató) y es en tres volúmenes. Yo no financio a los millonarios con 108 euracos. Perdón, a los socialistas (como me gusta redundar). Bebamos y corramos. Hasta desaparecer.



miércoles, agosto 27, 2008

+ sobre la memoria y el olvido: García-Alix.







lunes, junio 16, 2008

Melancolia segun el clérigo Burton



Que un clérigo amante de la sabiduría y los libros escriba un tratado de medicina es cosa rara. Que el tratado se convierta en un texto literario fundamental es más que raro, asombroso. Que el libro haya terminado convirtiéndose en un tratamiento de elección para curar, mediante el deleite y la admiración, la “patología” que lo ocupa (la melancolía), es una verdadera maravilla. Finalmente, que hayan sido médicos quienes hayan puesto al alcance de los lectores de habla hispana este libro monumental, la Anatomía de la Melancolía, de Robert Burton, cierra el círculo con un acto de justicia que las editoriales comerciales no habían sabido cumplir.

“¿Por qué un teólogo melancólico que no puede conseguir nada, si no es por medio de la simonía, no tendría derecho a cultivar la medicina?”, se preguntó Burton. Afirmaba que la melancolía es una enfermedad del alma, la cual pertenece tanto al teólogo como al médico: “Un buen teólogo debería ser un buen médico, por lo menos un médico del alma”. En su refugio vitalicio de la Universidad de Oxford disponía no sólo del inmenso caudal bibliográfico de la Biblioteca Bodleiana, sino de miles de volúmenes de su pertenencia, que lo rodeaban en sus habitaciones.
Más aún, tras la publicación de la primera edición de su Anatomía fue designado bibliotecario vitalicio en Christ Church. A esto se añade un detalle de no poca importancia: había leído todos esos libros y muchos más. Anticipándose a Walter Benjamin, quien hacia 1930 abogaría por un libro compuesto exclusivamente de citas de otros autores, Burton lo escribió, pero no pudo con su genio, y entretejió citas, glosas y referencias con su propia prosa, produciendo, no una mera antología de textos, sino un libro inmortal, al que se ha pretendido definir de muchas maneras (todas las cuales resultaron insuficientes): “mina de curiosísima información”, “asombrosa revelación de las ideas filosóficas y psicológicas de su tiempo”, “El Superlibro”, “anomalía gargantuélica”. Es un libro cuya densidad desafía la forma tradicional de la lectura, y cuyo calidoscópico contenido no permite dar cuenta de él mediante resúmenes o reseñas.
“Tiene el título más bello que se haya inventado para un libro. Pero es indigesto.”, dijo Emil Cioran. Acaso este aforista del suicidio se habría curado leyendo la Anatomía como corresponde, en pequeñas dosis, en muchísimas veces, según posología indicada por Jorge Luis Borges. Así lo leía el Dr. Samuel Johnson, quien a menudo se levantaba dos horas más temprano para consagrarlas a su lectura; así lo entendió Charles Lamb, que confesaba haber leído el libro cien veces, sintiendo cada una de ellas que para terminar de leerlo le faltaban otras mil. Desaforadamente expresó su admiración John Keats, cuando dijo: “Daría mi pierna preferida por haber escrito este libro”. Otros que admiraron (y saquearon) la obra de Burton fueron Laurence Sterne (para su Tristram Shandy) y Samuel Beckett. Reflejos de ella iluminan Moby Dick. Anthony Burgess, el autor de La naranja mecánica, la calificó “el más espléndido libro de la historia de la literatura”.
Burton, “el Montaigne inglés”, nació en Leicestershire, bajo el melancólico signo de Saturno, el 8 de febrero de 1577. Fue educado en escuelas donde padeció las vejaciones de rutina (que luego incluiría en su libro entre las posibles causas de melancolía), y a los dieciséis años ingresó en el Brasenose College, donde sólo se hablaba latín. En 1599 fue admitido en Christ Church College, donde recibió una severa educación clásica, y en 1614 concluyó sus estudios de teología. En 1616 fue designado vicario de la Iglesia de Santo Tomás, Oxford; en 1626, cuando ya había publicado la primera edición de su Anatomía, obtuvo un cargo que le importaba mucho más: el de bibliotecario de Oxford. Burton prácticamente no salió de Oxford, donde gozaba de una residencia vitalicia similar a la que obtendría Lewis Carroll, el autor Los Libros de Alicia. En realidad casi no salió de su biblioteca. En su obra dice que no viajó sino sobre libros y mapas. Anatomía de la Melancolía apareció en 1621, y cinco ediciones subsiguientes (1624, 1628, 1632, 1638 y 1641) incorporaron sucesivas revisiones y alteraciones.
“Melancolía” es una palabra polivalente. Desde la antiguedad se distinguió entre la causada por “bilis negra” y la más benigna y “prestigiosa”, que aquejaba con frecuencia a los poetas: según Aulio Gelio la melancolía es la enfermedad del héroe. La casi sinonimia de melancolía y tristeza perduró hasta nuestros días. Victor Hugo dijo que “melancolía es la felicidad de estar triste”, e Italo Calvino que es “tristeza que se ha vuelto luminosa”. También se incorporó la melancolía al concepto de la depresión, la manía y la locura. Burton la llama “el óxido del alma”, englobando en sus análisis los tormentos gemelos del decaimiento espiritual y sus manifestaciones físicas. La melancolía “grave” amenaza al cuerpo con un maligno despliegue de sensaciones, que Burton enumera en prodigioso catálogo. Señala que la melancolía es inherente al hecho de ser criaturas mortales. Inquiere si es enfermedad o síntoma. A quienes la definían como un delirio sin fiebre acompañado por temor y tristeza les señala que no toman en cuenta la imaginación y el cerebro. A los maniáticos del ejercicio físico (que no deja de recomendar) les recuerda que la ociosidad del espíritu es mucho peor que la del cuerpo; que la desocupación mental es una enfermedad; que la imaginación tiene una fuerza muy peculiar entre los melancólicos, y que para que la imaginación no nos aniquile la mente debe estar activa. Observa que no hay ser humano inmune a las tendencias melancólicas, y que la melancolía es inseparable de la idea de la muerte. Asienta el hecho de que la melancolía parece favorecer el mecanismo de la ideación y la meditación profunda, y de que hay hombres a quienes resulta placentera. Pero lo que hace del libro una obra inigualable es lo incidental: la melancolía es el trampolín, pero lo que interesa es la totalidad de la experiencia humana. Burton trata todos los ítems imaginables y muchísimos imaginarios. Los trasgos, la belleza, la geografía de América, la digestión, las pasiones, la bebida, el beso, los celos, la erudición y mil otras “atracciones” surgen a cada paso, aludidas con sabiduría y gracia inigualables. Incidentalmente, también, Burton dice: “Escribo sobre la melancolía para eludir la melancolía”.
Pasó su vida corrigiendo y aumentando la obra. Para dar idea de su vastedad basta decir que la primera edición tenía 900 páginas (unas 350.000 palabras) y la última 1.500 (más de medio millón); 13.333 citas de 1.598 autores se acomodan en los tres volúmenes. (Alguien palió su melancolía recopilando estos datos.) Sólo el prefacio tiene más de cien páginas, y el índice de temas (inexistente en la edición española) es tan copioso y llamativo que co nstituye por sí mismo una antología del detalle cómico y el florilegio erudito que hubiera querido escribir cualquiera de los surrealistas. Contiene gemas como “Calvicie, una desgracia”; “Ateísmo, entre los Papas”, “Bohemia, la licantropía en”, “Cerebro, sus excrementos”, “Cocodrilos, celosos”; “Golondrinas, cucos, dónde están en invierno”; “Músicos, locos”. Sinopsis laberínticas preceden cada una de las tres partes.
A menudo Burton parece burlarse de sí mismo, pero sus proyectiles apuntan a otros blancos: “El estilo improvisado, las tautologías, las imitaciones simiescas, toda la rapsodia esa de andrajos que amontono, después de haberlos recogido en cada basurero, excrementos de los autores, bicocas y tonterías, vertido en desorden, sin arte ni juicio, mal digerido, vano, vulgar, ocioso, aburrido y seco”, dice, refiriéndose al contenido de los volúmenes. En otro punto añade: “No me gustaría que se supiera quien soy”.
Firmó el libro como "Demócrito Junior”, en homenaje al filósofo que se reía de la necedad humana. No obstante, en el texto deja pistas que revelan claramente su identidad. Una de sus mayores astucias la constituye el uso de las citas, en las que son otros los que dicen cosas que un clérigo no debería decir. Deambula a través de mil materias: medicina, astronomía, astrología, filosofía, artes, política, ciencias naturales, sin que el libro sucumba al caos metodológico. Hizo solo todo su trabajo, sin contar siquiera con un amanuense. Anatomía de la melancolía apareció cuando corría el tercer año de la guerra que con el tiempo se llamaría “de los Treinta años”, en la que la crueldad de los ejércitos mercenarios, las pestes y el hambre, devoraron prácticamente a un 30% de la población civil europea.
Burton fue de los primeros en señalar que hay naciones enfermas como hay hombres enfermos, y que las patologías de los gobernantes suelen conducir a las naciones a verdaderas catástrofes. “Nada más peligroso para los hombres comunes que la flatulencia de los monarcas.” “Los reinos, provincias y cuerpos sensibles están sujetos a enfermedad, y hay muchas enfermedades en una república”. “¿No es este un mundo loco?”, pregunta Burton en su larga introducción Demócrito Junior al lector. “¿No están locos los que legan batallas tan brutales como memoriales perpetuos de su locura para todas las épocas?”. “Normalmente, a las sanguijuelas más cerebro de mosquito, a los más ladrones, a los villanos más desesperados, a los bribones traicioneros, a los asesinos inhumanos, a los miserables temerarios, crueles y disolutos, se los llama espíritus valientes y generosos, capitanes heroicos y valerosos, hombres bravos en las armas, soldados valientes y renombrados.”
Tras los prolegómenos da comienzo el Gran Show de la Melancolía. El primer tomo expone, define y distingue el trastorno, y enuncia sus causas. “En vano se hablará de curaciones, o se pensará en remedios, hasta que no se hayan considerado las causas.” Estas son: Dios, los espíritus, los ángeles malos o demonios, las brujas y magos, los astros, la edad avanzada, los padres, la mala dieta, la retención y evacuación, los malos aires, el ejercicio inmoderado, la soledad y la ociosidad, el sueño y la vigilia, las pasiones y turbaciones de la mente, la fuerza de la imaginación, la tristeza, el temor, la vergüenza, la desgracia, la envidia, la malicia, el odio; la emulación, la facción, el deseo de venganza, la ira, el descontento, las preocupaciones y miserias; el apetito concupiscible, los deseos y la ambición, la avaricia y la codicia, el gusto por el juego y los placeres inmoderados, el estudio excesivo (contiene una jugosa digresión sobre la miseria de los estudiosos).
Entre las causas “no necesarias, remotas, externas, adventicias o accidentales”, el primer lugar lo ocupa la nodriza. Siguen la educación, los terrores y pavores, las burlas, las calumnias, pérdida de libertad, servidumbre y prisión, la pobreza y necesidad. Al considerar los síntomas o señales de la melancolía en el cuerpo y en la mente, discierne entre los producidos por la educación, el flujo del tiempo, la influencia de las estrellas y de nuestra propia condición, combinados o no con otras enfermedades. Distintos son los de la “melancolía de la cabeza”, la “melancolía flatulenta hipocondríaca” y la “melancolía de las doncellas, monjas y viudas”, que no olvida. El segundo tomo instruye sobre la curación de la melancolía. Tras agotar el tema de la “Dietética”, con sus “correcciones” y “rectificaciones” (de la dieta, de la retención y la evacuación, del aire, de los ejercicios del cuerpo y de la mente, del despertar y de los sueños terribles), se ocupa Burton de “la medicina que cura con medicamentos” o “Farmacéutica”. “Muchos –señala—ponen objeciones a esta modalidad de medicina y sostienen que es innecesaria y poco provechosa para ésta y para cualquier enfermedad, porque los países que menos la utilizan viven más tiempo y tienen mejor salud”. No obstante, ofrece detallada exposición de diversos preparados, entre ellos “los que purgan la melancolía por arriba”, los que lo hacen “por abajo” y los compuestos, así como de “remedios quirúrgicos”. Este volumen cierra con pintorescas exposiciones sobre la melancolía “hipocondríaca” y la “ventosa o flatulenta”.
La melancolía amorosa es el tema más importante del tercer tomo. Maestro de la narrativa, Burton proporciona como ejemplos la mayoría de las grandes historias de amor, exhibe un enfoque moderno de los problemas psicológicos, y permanentemente hace sonreír al lector. Especulando desde su celibato académico sobre los placeres, ventajas y lacras del matrimonio, nos conduce a fantasías de infinitos besos, lista todas las posibilidades y artificios de la atracción femenina, antes de llegar a la conclusión de que se puede aceptar el matrimonio, sin desestimar la melancólica posibilidad de que uno termine encadenado a “un mero simulacro, un verdadero monstruo, un zopenco imperfecto”. El rosario de anécdotas y opiniones en pro y contra de la institución matrimonial es sencillamente desopilante. Su visión de lo erótico es tanto más atractiva cuando se tiene en cuenta que habiendo sido toda su vida un clérigo, todo es enteramente imaginario. Se explaya sobre la distinción entre el amor y otras pasiones, sobre el amor “heroico”, sobre los “atractivos artificiales del amor”, sobre las mil formas de cautivar y engañar que practican hombres y mujeres, sobre las “causas de la provocación a la lascivia”, sobre “alcahuetes” y “filtros”. “Quien se desploma desde lo alto de una montaña no corre tanto peligro como quien se hunde en el golfo del amor”. Muerte, traición, asesinato “son con frecuencia actos y escenas de esta tragicomedia”. No obstante, tomada a tiempo la melancolía amorosa puede aliviarse y, con diferentes y buenos remedios, corregirse. Son fundamentales el trabajo, la dieta, las medicinas, el ayuno. Cita a Charles de Lorme, quien sostuvo que los enamorados y los locos deben ser tratados con remedios idénticos. La terapéutica es amplísima y el vademécum copioso: hay quien mejora con sólo llevar un anillo de topacio, pero también hay procedimientos más drásticos, como la administración de testículo derecho de lobo, o de polvo de rana decapitada, machacados en agua de rosas. Lo cual conduce a pensar que más vale seguir las instrucciones del capítulo siguiente, que aconseja resistir desde un comienzo, evitar las oportunidades, huir del lugar donde la seducción amenaza, y acudir a “pasiones contrarias y trucos ingeniosos que estimulen una nueva pasión que neutralice la primera”. Pero el último y más eficaz recurso contra la melancolía amorosa –dice—“es dejar que los amantes colmen su deseo”. Esto conduce al tema del matrimonio, que expone con gracia insuperable.
“Puede ser malo o bueno, pues, por un lado, constituye una cruz y una auténtica calamidad, pero por otro lado es un dulce placer, una felicidad incomparable, un estado bienaventurado, un beneficio indescriptible, un absoluto contento. Todo depende de como salga.” Burton murió el 25 de enero de 1640 en Christ Church. Había anticipado la fecha de su deceso con notable precisión mediante un cálculo de su natividad. Un rumor que llegó hasta nuestros días dice que puso fin a su vida voluntariamente, para cumplir su propia predicción y no dejar tras sí un error de cálculo. Dejó, en cambio, un libro que tiene la extraordinaria virtud de quitar a sus lectores la melancolía.
Estamos aquí para agregar lo que podamos a la vida, no para extraer todo lo que podamos de ella. WILLIAM OSLER

domingo, junio 08, 2008

Nothing to tell

Tras mis lloros, atenuados por la riña que me propina Pascal Bruckner en La tentación de la inocencia, atendieron parte de mis ruegos editores perspicaces. Reeditaron al gran Jacques Barzun y me lo compré (Del amanecer a la decadencia, gracia Taurus). Reeditan al mejor Richard Tarnas y me lo compré (The passion of the western mind, gracias Atalanta). Publica de nuevo Bruckner y me lo compré (La tirania de la penitencia) así como Paul Johnson (Creadores), pero no me ayudan con sus libros agotados. Charlamos de cosas que otros hablan. Tenemos una vida prestada. Leer y correr (el cine está acabado) constituyen el contenido de semejante penosidad ontológica. 

lunes, febrero 18, 2008

Richard Tarnas: nuevo libro en España

"Hay una íntima conexión entre las cosas de los hombres y los planetas"



Para Richard Tarnas hay una delicada conexión entre lo micro y lo macro, entre las cosas de las criaturas humanas y la marcha de los planetas. Nunca pude encontrar su The Passion of the Western Mind. Acaba de salir en Expaña su Cosmos and Psyche (2006-Cosmos y Psique). 

Richard Tarnas es un profesor de filosofía y psicología en California, formado en Harvard y doctorado en Filosofía en 1976 en el Instituto Saybrook. Durante diez años vivió y trabajó en el Esalen Institute, Big Sur, California, estudiando junto al mítico (nunca mejor dicho) Joseph Campbell, y grandes maestros como Gregorio Bateson, Huston Smith, y Stanislav Grof, trabajando más tarde como director de programas y educación. 

Es la época de las drogas experimentales y Leary, de Hoffman y el LSD, de la contracultura enfrentada a la tradición con su nueva visión de los valores sagrados.


Entre 1980 a 1990 escribió The Passion of the Western Mind (La pasión de la mente occidental), una historia narrativa sobre el pensamiento occidental que llegaría a ser un superventas, aún plenamente utilizado en las universidades de todo el mundo. Sigue la estela de la maravillosa joya de Jacques Martin Barzun (From Dawn to Decadence: 500 Years of Western Cultural Life, 1500 to the Present) aunque en otro ámbito más psicologicista. 
The Passion of the Western Mind (La Pasión de la Mente Occidental), proporciona un marco interdisciplinario para "entender las ideas que han formado nuestra visión del mundo", que él describe como "una nueva perspectiva para entender la historia intelectual y espiritual de nuestra cultura... focalizando la esfera crucial de interacción entre la filosofía, la religión, y la ciencia", así como su concepto clave de Epistemología Participativa, discutido más tarde en relación con la Psicología transpersonal por Jorge Ferrer, Cristóbal Bache, y otros. Se ha sugerido que el trabajo de Tarnas es una importante contribución a los movimientos denominados de Pensamiento Integral o Teoría Integral.


«El hombre occidental protagonizó una dialéctica extraordinaria en el curso de la era moderna, pasando de una confianza casi ilimitada en sus propios poderes, su potencial espiritual, su capacidad para un conocimiento cierto, su dominio sobre la naturaleza, y su destino de progreso, a lo que frecuentemente aparece como una condición marcadamente opuesta: un debilitante sentido de insignificancia metafísica y futilidad personal, una pérdida espiritual de fe, una incertidumbre en el conocimiento, una relación mutuamente destructiva con la naturaleza, y una intensa inseguridad con respecto al futuro de la humanidad»


domingo, diciembre 23, 2007

Dinero

Manual básico de Economía EMVI
El dinero y la política monetaria
La importancia del dinero en la economía es evidente para cualquier profano en la materia. Todas las personas de nuestro entorno, incluyéndonos a nosotros, estamos unánimemente de acuerdo en desear ganar dinero, mucho dinero, conseguir dinero, obtener dinero, que nos presten dinero o que nos devuelvan el dinero que hemos prestado. El caso es que, por mucho que en la vida cotidiana nos guste el dinero, si profundizamos en el estudio de nuestra ciencia, llegaremos a valorarlo aún más. Pero cuando profundizamos en su estudio, tendremos cada vez menos claro lo que es el dinero. ¿Tiene algo que ver con el oro? ¿Que es lo que respalda el valor de los billetes de papel que manejamos?
Sea como sea, la manipulación de las variables monetarias es el principal instrumento de que se vale nuestra sociedad en la búsqueda de un crecimiento estable. ¿Cuáles son los efectos de que aumente o disminuya la cantidad de dinero en circulación? ¿Se pueden manipular los tipos de interés? ¿Cómo? ¿Que consecuencias tienen las variaciones en los tipos de interés? ¿Cómo se determinan los intereses de los créditos hipotecarios?
Las cuestiones más importantes de este tema son, en cualquier caso, la descripción de los mecanismos que utiliza la autoridad monetaria para la implementación de su política. El alumno tiene que ser capaz de entender con absoluta claridad las operaciones monetarias. Para ello tiene que conocer bien qué es el dinero, cómo se crea, cómo se multiplica, cómo funciona y cómo actúan los bancos centrales.
Textos básicos
Textos complementarios Enlaces

 

Search Now:


Google