Étienne de La Boétie |
Muchos han conocido la breve existencia y obra del jurista Étienne de La Boétie (1530-1563, de Sarlat-La Caneda, cerca de Burdeos) gracias a su sentida amistad con una de las más grandes figuras de la literatura universal: el pensador francés renacentista, legendario escéptico, padre del género ensayistico (junto a San Agustín y Marco Aurelio) y mito Michel de Montaigne (1533-1592). La otra vía para conocer a Étienne en nuestra pobre España (y a Spinoza y El Capital y los epicureos y tantas otras cosas) ha sido el amenazado e injustamente menospreciado Gabriel Albiac.
La Boétie murió a los 33 años en los brazos de su amigo Montaigne. Éste se vio motivado a escribir su ensayo “On Friendship”, que retrata tal relación como a una “unión de almas.” Gracias a este reconocido ensayo un mundo más amplio conoce a Étienne de La Boétie.
Michel de Montaigne
La magnífica editorial Trotta (¡ay esa libreria Pasajes que feliz ha hecho a tantos!) ha dado tanto cuartelillo a movimientos dolientes para un hombre civilizado y conservador como la Teología de la Liberación, el tonto útil a la vez que hombre bueno que es Cardenal o el aristocrático Hans Küng como espacio muy digno a satisfactorios productos intelectuales sobre San Juan de la Cruz (por medio de la muy interesante y desigual Luce López-Baralt), sobre Carl Jung, John Gray y cien más.
Resultó muy interesante su reedición en 2008 del Discourse of Voluntary Servitude. El ensayo del jurista francés indaga en la aceptación de situaciones humillantes por razón de normas no escritas y convenciones aceptadas. Con 18 años (corre el año 1548) Étienne se pregunta: «¿Si un tirano es solo un hombre y sus súbditos son muchos, ¿por qué consienten ellos su propia esclavitud?». Michel de Montaigne, tambien cuestionaba el poder de la tradición en su ensayo “Of Custom.”
El ensayo del siglo XVI (en castellano Discurso de la servidumbre voluntaria) observa los mecanismos que hacen posible la dominación y cómo persiste la paradójica tensión entre la innata libertad del hombre y su perturbadora voluntad de someterse a un señor. Lo llama«concepto inconcebible». Pero la gran vigencia de su texto se aprecia en multitud de afirmaciones que podrían titular diarios de hoy: «la causa principal y el secreto de la dominación, el apoyo y la base de toda tiranía es el soborno institucionalizado», ya que «millones de personas son empleadas en puestos públicos». Los individuos que no podían ser atemorizados bien podían ser comprados. Exacto. Como hoy. En el siglo XXI.
Discourse of Voluntary Servitude
El Discourse examina la psicología de todos los actores. Sumisos y dominadores, espectadores y ejecutores. Y el arma esencial no es la fuerza. Si un pequeño porcentaje del populacho se revelase todo se detendría inaplicable. Se obedecía sin ser obligado. Se trataba de la “servidumbre voluntaria”. La Boétie plantea la resistencia no-violenta y la desobediencia civil mucho antes que Henry David Thoreau (de 1841, influencia directa de Gandhi de Luther King), pero sin convertirse en un añejo ermitaño naturalista.
El Discourse se distribuyó primero de manera privada (en torno a 1553) por toda Francia. Se vivían tiempos de conflicto entre reyes absolutistas y con sus propios ciudadanos. Todo conduciría a la Revolución Francesa. La Boétie era un culto y privilegiado súbdito del Rey Francisco I, de familia rica e influyente. No conocía nada del hambre y las plagas que cotidianamente sufría la ciudadanía (asaetada por los impuestos) de la nación más rica, más civilizada y más populosa del mundo. Nacía la era de la extractiva administración, maquinaria de abogados por doquier y la venta de títulos nobiliarios para financiar la guerra; mientras obedecía el populacho. La tensión era creciente.
El monarca absoluto era bendecido por la Iglesia Católica pero los hugonotes (protestantes que negaban al rey como representante de Dios) crecían. La importancia de la provincia (leal a quien pagara mejor y muy afín al protestantismo) debilitaba al rey. La invención de la imprenta facilitaba la difusión de opiniones disidentes (en 1559 aparece la primera lista papal de libros prohibidos). E involuntariamente el Discourse formaría parte de ello. ¿Su gran mérito? La percepción correcta y verdadera del poder de la costumbre, de la capacidad simbiótica de la mente con cualquier circunstancia de sumisión por dolorosa que resulte, que acepta (tras ese descuido inicial que somete su libertad) que en verdad no ha perdido su libertad sino que se ha ganado su esclavitud. Generaciones nacidas “bajo la servidumbre y que luego se nutrieron y criaron en la esclavitud” lo verían como algo natural. Consideraban que la vida siempre había sido de esta manera.
La Boétie era un estudiante de derecho en la Universidad de Orleáns (protestante hugonota) y la redacción del ensayo se vio estimulada por la Revuelta de la Gabela (un impuesto sobre la sal) en Bordeaux, que acabó con manifestantes asesinando al director general de la gabela y a dos de sus oficiales. En los disturbios 140 ciudadanos fueron muertos, otros fueron azotados, y las multas aplicadas resultaron exorbitantes. Ajeno al sufrimiento y la ira reactiva de la muchedumbre, La Boétie queda ensimismado por los sucesos y la virulencia de estos estallidos aislados de cólera. Nunca presenció un vulgo indómito. Y se pregunta, ¿por qué la gente no se levantaba en masa? La Boétie se plantea entonces, como detalla el historiador francés Pierre Mesnard , “la solución humanista al problema de la autoridad.”
La obediencia colectiva nace de “un vicio para el cual ningún termino puede ser hallado lo suficientemente ruin.” La Boétie denominaba a este vicio monstruoso la “servidumbre voluntaria". Algo que "contradice a la naturaleza". Incluso las propias bestias, aun las hechas para el servicio del hombre, no pueden acostumbrarse al control sin protestar. El tiranicidio no era algo nuevo en Europa, pero La Boétie escribe por primera vez de la resistencia no-violenta. Así no se mataba a un hombre sino a la propia tiranía. Pero lo imposible seguía siendo el comprender porqué la gente consentía su propia esclavitud.
La Boétie rehusaba darle importancia a los medios por los cuales los tiranos alcanzaban esa incuestionada autoritas. Le interesaba la psicología del tirano aceptado (el populacho pensaría "elegido") que podía ser sólo el “más soportable”. Podía ser un lider agradecido (save de su pequeña dependencia de la voluntad del pueblo) pero pronto asumía que no “planea jamás renunciar a su cargo.”
El comienzo de una tiranía es el periodo más complejo. La fuerza bruta podía ser necesaria. En el corto plazo. Sin engendrar mártires. Con el tiempo todo sería sencillo para el tirano. Con la educación en el condicionamiento (no es Cataluña ni las Vascongadas, pero lo anuncia) las generaciones futuras aceptarán los mandatos de forma pasiva y automática. La Boétie anticipó la extraordinaria importancia de «el monopolio de la información y el control de la prensa». Como los “juegos, farsas, espectáculos, gladiadores, bestias extrañas, medallas, cuadros, y otros de tales narcóticos” patrocinados por el estado desde los “pueblos antiguos.” Distracciones simples para difuntos en vida que no ven que matan semejantes raciones de alimentos, “el señuelo hacia la esclavitud”, que precede al ‘Larga vida al Rey!’ Al dotarles de pan y circo, el pueblo es sobornado y entrega su libertad ya que “los tontos no se percataban de que meramente estaban recuperando una porción de su propia propiedad, y de que su gobernante no podría haberles dado lo que se encontraban recibiendo sin primero habérselo quitado a ellos.”
El mencionado aparato que dota de bienes y empleo público es “la causa principal y el secreto de la dominación, el apoyo y el basamento de la tiranía.” Es el gran soborno institucionalizado: millones de personas empleadas en lo público que reciben fondos de los impuestos. Ellos “se aferraban al tirano” Los intelectuales apoyados mediante los impuestos (profesores universitarios, becados) serán la voz del estado a cambio de un salario financiado con impuestos. Estos empleados estatales voluntariamente destruían su propia libertad y la de sus vecinos. Y lo hacían por la fuerza de la costumbre.
Para reducir a la minoría disidente se recurre al control de la prensa (nos suena en España) y monopolizar la educación, ya que los “libros y la enseñanza, más que cualquier otra cosa, le brindan a los hombres el juicio para comprender su propia naturaleza y para aborrecer la tiranía.” Luego se aplica la reeducación en el concepto del bienestar público, la justicia, la tradición, el patriotismo, la ley y el orden, que el monarca personificaba. Así, oponerse al tirano equivale a oponerse a dichos valores. El tirano aparece como algo más grande que un mero ser humano. Está a la altura de la religión, sostenido en documentos vacíos como una constitución, rodeado de símbolos e intangibles que se cosifican cotidianamente por medio de muestras de pompa, uniformidad oficial, monumentalismo, rituales fundacionales que mas tarde se reiterarán... Es la mistificación de su poder.
La Boétie pertenecía a una élite (“recuerdan a sus ancestros y a sus situaciones anteriores”) y sólo esos pocos cuestionarán el “peso de la servidumbre,” conscientes de la historia. Estas buenas mentes, entrenadas adicionalmente mediante el estudio y el aprendizaje lucharán. Y si la libertad desapareciese por completo de la tierra, tales hombres la inventarían. Sólo los círculos políticos celebran los puntos de vista de La Boétie sobre la psicología de la tiranía, la desobediencia civil y de la resistencia no-violenta contra la autoridad.
Si, como afirma La Boétie, la libertad es un impulso humano natural, la propia naturaleza nos llevará a no cooperar con la tiranía, rechazando tanto a la violencia como a la sumisión.
Reimpreso con autorización. ©Copyright 2003, The Future of Freedom Foundation.
Michel de Montaigne |
Discourse of Voluntary Servitude |
El monarca absoluto era bendecido por la Iglesia Católica pero los hugonotes (protestantes que negaban al rey como representante de Dios) crecían. La importancia de la provincia (leal a quien pagara mejor y muy afín al protestantismo) debilitaba al rey. La invención de la imprenta facilitaba la difusión de opiniones disidentes (en 1559 aparece la primera lista papal de libros prohibidos). E involuntariamente el Discourse formaría parte de ello. ¿Su gran mérito? La percepción correcta y verdadera del poder de la costumbre, de la capacidad simbiótica de la mente con cualquier circunstancia de sumisión por dolorosa que resulte, que acepta (tras ese descuido inicial que somete su libertad) que en verdad no ha perdido su libertad sino que se ha ganado su esclavitud. Generaciones nacidas “bajo la servidumbre y que luego se nutrieron y criaron en la esclavitud” lo verían como algo natural. Consideraban que la vida siempre había sido de esta manera.
La Boétie era un estudiante de derecho en la Universidad de Orleáns (protestante hugonota) y la redacción del ensayo se vio estimulada por la Revuelta de la Gabela (un impuesto sobre la sal) en Bordeaux, que acabó con manifestantes asesinando al director general de la gabela y a dos de sus oficiales. En los disturbios 140 ciudadanos fueron muertos, otros fueron azotados, y las multas aplicadas resultaron exorbitantes. Ajeno al sufrimiento y la ira reactiva de la muchedumbre, La Boétie queda ensimismado por los sucesos y la virulencia de estos estallidos aislados de cólera. Nunca presenció un vulgo indómito. Y se pregunta, ¿por qué la gente no se levantaba en masa? La Boétie se plantea entonces, como detalla el historiador francés Pierre Mesnard , “la solución humanista al problema de la autoridad.”
El mencionado aparato que dota de bienes y empleo público es “la causa principal y el secreto de la dominación, el apoyo y el basamento de la tiranía.” Es el gran soborno institucionalizado: millones de personas empleadas en lo público que reciben fondos de los impuestos. Ellos “se aferraban al tirano” Los intelectuales apoyados mediante los impuestos (profesores universitarios, becados) serán la voz del estado a cambio de un salario financiado con impuestos. Estos empleados estatales voluntariamente destruían su propia libertad y la de sus vecinos. Y lo hacían por la fuerza de la costumbre.
Para reducir a la minoría disidente se recurre al control de la prensa (nos suena en España) y monopolizar la educación, ya que los “libros y la enseñanza, más que cualquier otra cosa, le brindan a los hombres el juicio para comprender su propia naturaleza y para aborrecer la tiranía.” Luego se aplica la reeducación en el concepto del bienestar público, la justicia, la tradición, el patriotismo, la ley y el orden, que el monarca personificaba. Así, oponerse al tirano equivale a oponerse a dichos valores. El tirano aparece como algo más grande que un mero ser humano. Está a la altura de la religión, sostenido en documentos vacíos como una constitución, rodeado de símbolos e intangibles que se cosifican cotidianamente por medio de muestras de pompa, uniformidad oficial, monumentalismo, rituales fundacionales que mas tarde se reiterarán... Es la mistificación de su poder.
La Boétie pertenecía a una élite (“recuerdan a sus ancestros y a sus situaciones anteriores”) y sólo esos pocos cuestionarán el “peso de la servidumbre,” conscientes de la historia. Estas buenas mentes, entrenadas adicionalmente mediante el estudio y el aprendizaje lucharán. Y si la libertad desapareciese por completo de la tierra, tales hombres la inventarían. Sólo los círculos políticos celebran los puntos de vista de La Boétie sobre la psicología de la tiranía, la desobediencia civil y de la resistencia no-violenta contra la autoridad.